Por: Eduardo Morón *
EL COMERCIO
03-12-11
Para muchos desinformados la actividad minera se puede reducir a agarrar un pico y una pala; la actividad no implica ningún esfuerzo tecnológico, no hay nada de sofisticado. Como las exportaciones de minerales están clasificadas como tradicionales, algunos suponen que se utilizan métodos tradicionales, por no decir ancestrales o artesanales.
Me imagino que estarán pensando en la minería informal, en la minería artesanal. La minería formal y por tanto la exportación de minerales es por el contrario una actividad donde la tecnología de punta está en todos lados. Desde la manera como se lleva a cabo la exploración y prospección hasta las complejidades de la explotación, la minería es una actividad donde la tecnología y la innovación abundan.
El problema es que no conocemos que para cosas tan aparentemente simples como volar un cerro que tiene algún contenido de mineral, no se recurre al estilo “Duro de matar”, sino que debe ser volado de una manera controlada. Este detalle incluye cosas como definir qué tipo de cargas explosivas usar, cómo conseguir piedras de cierto tamaño que permitirán extraer más fácilmente (y más económicamente rentable) el mineral.
Proyectos como Yanacocha muestran el triunfo tecnológico de poder encontrar de manera rentable las minúsculas partículas de oro en, literalmente, cerros de material, a través de un proceso llamado lixiviación.
La minería innova porque un dato crucial para sus proyectos de inversión es cuál es su costo de producción. Los mineros no deciden a qué precio venden. Ese precio viene dado. Si sus costos de operación no son suficientemente bajos, simplemente no van.
La presencia de empresas transnacionales es, sin duda, una enorme ventaja para la adopción de tecnología. Estas son empresas que tienen un enorme incentivo para innovar. Cada ventaja tecnológica implica una ganancia directa en sus beneficios, así que lo van a hacer no porque les interese ser sofisticados sino porque les conviene privadamente.
Pensar que no hay valor agregado es suponer que la minería se hace a punta de pico y pala. Esa es simplemente una caricatura alejada de la realidad.
* Economista, Universidad del Pacífico
sábado, 3 de diciembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
País Min...
Por: Rolando Arellano C.*
EL COMERCIO
18-11-11
¿Qué pasaría si nuestro país no tuviera los ingresos de la actividad minera, que representan un tercio de los impuestos que recibe el Estado Peruano?
La respuesta es que se quedaría trunco al menos el 30% de las actividades de desarrollo del país. Se truncaría como el título de esta columna, donde la tinta solo alcanzó para dos tercios de la frase que quería decir que somos un país minero.
Sin la minería, debería desaparecer uno de cada tres proyectos de apoyo a la sociedad. Así, el gobierno nacional tendría que escoger cuál proyecto eliminar: ¿Pensión 65? ¿Desayuno y almuerzo escolar? ¿Cuna más?
Además, debería decidir si desaparecen los servicios de salud, deja de construir carreteras o no invierte en servicios de agua potable. Y tendrá que ver a quién dejar sin beneficios –¿a los niños, a los adultos mayores, a las mujeres más pobres?– para salvar 2 de cada 3 proyectos que haya pensado emprender.
Pero, suponiendo que no quiera eliminar drásticamente ninguno, entonces estará obligado a disminuir el alcance de los beneficios en todos ellos. Poner 2 profesores para cada 3 salones de clase en los colegios públicos, dar 4 pastillas a cada enfermo en vez de las 6 que necesita, y darles 30% menos de leche a los comedores populares.
No se piense que eso es solamente un problema para el gobierno nacional. Los gobiernos regionales, los municipios, y todas las autoridades públicas deberán hacer lo mismo.
Ellos empezarán por despedir al 30% de su personal (o bajarles en 30% el sueldo a todos), dejarán que se sequen las plantas del 30% de los parques, y cortarán en un tercio sus gastos de representación.
Además, paradójicamente, aquellas autoridades que se oponen a la minería dispondrán de 30% menos de fondos para organizar sus actividades antimineras.
Sin pretender decir que se debe permitir la actividad minera a cualquier costo, creemos que es necesario entender la gran importancia que tiene ella para todos en el país.
Pero debemos aclarar también que sin la minería no todo disminuirá en el Perú. Sin los aportes mineros probablemente aumentarán en 30% las protestas sociales y habrá 30% más de críticas a todas las autoridades. Incluidas aquellas que se oponen a la minería.
(*)Dr en Márketing. Centrum Católica. Arellano Marketing, Investigación y Consultoría.
EL COMERCIO
18-11-11
¿Qué pasaría si nuestro país no tuviera los ingresos de la actividad minera, que representan un tercio de los impuestos que recibe el Estado Peruano?
La respuesta es que se quedaría trunco al menos el 30% de las actividades de desarrollo del país. Se truncaría como el título de esta columna, donde la tinta solo alcanzó para dos tercios de la frase que quería decir que somos un país minero.
Sin la minería, debería desaparecer uno de cada tres proyectos de apoyo a la sociedad. Así, el gobierno nacional tendría que escoger cuál proyecto eliminar: ¿Pensión 65? ¿Desayuno y almuerzo escolar? ¿Cuna más?
Además, debería decidir si desaparecen los servicios de salud, deja de construir carreteras o no invierte en servicios de agua potable. Y tendrá que ver a quién dejar sin beneficios –¿a los niños, a los adultos mayores, a las mujeres más pobres?– para salvar 2 de cada 3 proyectos que haya pensado emprender.
Pero, suponiendo que no quiera eliminar drásticamente ninguno, entonces estará obligado a disminuir el alcance de los beneficios en todos ellos. Poner 2 profesores para cada 3 salones de clase en los colegios públicos, dar 4 pastillas a cada enfermo en vez de las 6 que necesita, y darles 30% menos de leche a los comedores populares.
No se piense que eso es solamente un problema para el gobierno nacional. Los gobiernos regionales, los municipios, y todas las autoridades públicas deberán hacer lo mismo.
Ellos empezarán por despedir al 30% de su personal (o bajarles en 30% el sueldo a todos), dejarán que se sequen las plantas del 30% de los parques, y cortarán en un tercio sus gastos de representación.
Además, paradójicamente, aquellas autoridades que se oponen a la minería dispondrán de 30% menos de fondos para organizar sus actividades antimineras.
Sin pretender decir que se debe permitir la actividad minera a cualquier costo, creemos que es necesario entender la gran importancia que tiene ella para todos en el país.
Pero debemos aclarar también que sin la minería no todo disminuirá en el Perú. Sin los aportes mineros probablemente aumentarán en 30% las protestas sociales y habrá 30% más de críticas a todas las autoridades. Incluidas aquellas que se oponen a la minería.
(*)Dr en Márketing. Centrum Católica. Arellano Marketing, Investigación y Consultoría.
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lunes, 7 de noviembre de 2011
Las lecciones de las cucharitas y los indignados
Por: Alfredo Bullard
SEMANA ECONÓMICA
24-10-11
Un reconocido profesor de economía norteamericano fue convocado por las autoridades de China para asesorarlos en varias de las reformas. Durante un recorrido pudo apreciar varias obras públicas que venían ejecutándose. Vio como un sinnúmero de trabajadores cavaban, con lampas en la mano, una inmensa zanja. El dialogo que se produjo entre el profesor y el funcionario chino que lo acompañaba fue más o menos así:
“Dígame, por que no usan maquinaria pesada para hacer la zanja en lugar de tantos trabajadores con lampas. Sería mucho más productivo y eficiente.”
El funcionario chino, con tono de autoridad y con autosuficiencia, le contestó:
“Si usáramos maquinaria pesada necesitaríamos menos trabajadores y estos quedarían desempleados. El uso de lampas asegura más trabajo para el pueblo chino.”
El profesor dibujó una sonrisa sarcástica en los labios y en todo medio en serio, medio en broma, respondió: “Si de eso se trata, entonces cambien las lampas por cucharitas”.
Esta anécdota ayuda a entender varias lecciones sobre las cosas que hoy pasan en el mundo.
La primera lección, y quizás la más importante, es que la riqueza proviene de la productividad. Y la productividad es generada principalmente por la tecnología y los bienes de capital. Las lampas, al ser una tecnología superior a las cucharitas, hacen que cada trabajador produzca más y con ello aumenta más la riqueza disponible. Y se produciría más riqueza con maquinaria pesada. Sin bienes de capital y tecnología, y sin los recursos para invertir en ella, la productividad será menor. Un mundo más rico requiere de esas inversiones.
Eso nos lleva a una segunda lección. ¿Cuándo será el sueldo de cada trabajador más alto? ¿Con cucharitas o con lampas? La respuesta es obvia. El sueldo será mayor con lampas y aún mayor con cargadores frontales. Al ser cada trabajador más productivo, y generar más riqueza, su sueldo será mayor. La explicación de por que un obrero americano, incluso después de la crisis, gana mucho más que un obrero peruano, es que el primero es más productivo, y lo es por que en su ambiente laboral hay más tecnología (incluida mayor educación) y bienes de capital que aumentan su productividad. Al producir más se le puede pagar más.
La tercera lección es igual de obvia, pero se entiende menos. ¿Cuándo habrá más trabajo? ¿Con lampas o con cucharitas? El error común, cometido por el funcionario chino y no desmentido abiertamente por el profesor, es que las cucharitas generan más empleo. Falso. Las cucharitas generan menos puestos de trabajo en el mediano y en el largo plazo.
¿Como así? Para ello basta entender quién paga las remuneraciones de los trabajadores. Tendemos a creer que son los empleadores. Pero eso es un espejismo generado por las boletas de pago. En realidad los sueldos son pagados por los consumidores que demandan productos y servicios y que están dispuestos a pagar por ellos en función a sus preferencias y su capacidad de pago. Y un trabajador que produce más unidades de algo (por que es más productivo) podrá obtener su sueldo de más consumidores. Como dice Mises, al pagar salarios el empleador actúa en realidad como mandatario de los consumidores ¿Y de donde proviene su capacidad de pago? Pues en el caso de la mayoría de los consumidores, de sus sueldos. Es decir que los consumidores son usualmente esos trabajadores que ahora, gracias al uso de lampas (y mejor aún, de cargadores frontales), ganan más que con el uso de cucharitas, y por tanto pueden demandar más bienes y servicios. Y a mayor productividad la demanda crece y permite generar más puestos de trabajo. Ese es el círculo virtuoso del aumento real de la productividad.
Y esto nos lleva a la cuarta lección: los salarios y las condiciones de vida de los ciudadanos pueden mejorar solo si se mejora la productividad y la eficiencia de la economía. Si tratamos que la gente gane sueldos o reciba ingresos de “lampas”, cuando produce con “cucharitas”, el resultado será una economía de ficción no sostenible en el tiempo. Solo se puede lograr (en el corto plazo) consumiendo hoy recursos destinados a generar bienes de capital y tecnología, es decir sacrificando productividad futura para crear una falsa sensación de bienestar presente.
De allí el gran error de creer que aumentando impuestos o afectando a los inversionistas mejoramos a los trabajadores. Usualmente esos impuestos o afectaciones reducen el stock de recursos destinados a invertir en tecnología y bienes de capital, y con ello se reduce la productividad real.
Y todo esto me trae al tema de hoy en el post: los indignados. ¿Quiénes son estos individuos? Pues una colectividad de anónimos con una identidad inidentificable. ¿Qué los une? No lo tengo claro. Sus mensajes son contradictorios. Se quejan de los ricos, de los bancos, de Wall Street pero a su vez se quejan del Estado que les permite seguir haciendo supuestas “travesuras”. A los primeros los agarra de responsables. Al segundo lo agarran de cómplice.
Pero las cosas son precisamente al revés.
¿Qué causo la crisis del 2008? Pues lo mismo que esta causando la crisis del 2011 (que en mi entender es la misma crisis, reempaquetada para que vuelva a explotar, pero peor). Es una crisis de falsa productividad. Todo el mundo ha culpado a los bancos de lo que pasó con las famosas hipotecas basura. Pero lo que en realidad pasó fue que los gobiernos republicanos y demócratas en Estados Unidos se pusieron de acuerdo en regalar créditos para casas para sectores más pobres. Estos créditos fueron fomentados mediante la creación de una banca cuasiestatal, la reducción de las tasas de interés a niveles absurdos, la promoción de créditos hipotecarios para personas de bajos ingresos, el reforzar normas antidiscriminación en el crédito. Esto llevó a crear una burbuja que no es otra cosa que inmuebles adquiridos no en base a un aumento de la productividad de la economía, sino a una política que creaba el espejismo de que podías tener una casa que en realidad no podías pagar por que no eras suficientemente productivo.
Esa falsa riqueza se filtró en el sistema financiero y en el mercado de capitales y los destruyó como un virus destruye la información en una computadora. El sistema se limitó a reaccionar a las señales que el Estado dio. El Estado dijo que podías tener casas con sueldos de lampas, cuando seguías usando cucharitas. Esas casas son un engaña muchachos que luego nos pasarían la factura. Los empresarios se limitaron a seguir los incentivos. Como bien se dijo en su momento, culpar de la crisis a los empresarios es como culpar a la ley de la gravedad de un accidente de aviación.
Y el mercado reaccionó por el lado inmobiliario. Pero otros sistemas igual de nocivos, con productividad de cucharitas aspirando a sueldos de cargadores frontales generan el mismo riesgo. Allí están los sistemas de seguridad social americanos y europeos (las “pensiones 65” que no se sustentan en mayor productividad), los sistemas de salud que funcionan como agujeros negros que se devoran todo lo que encuentran sin sustentarse en recursos reales para financiar las cargas que soportan, los sistemas de welfare que crean un bienestar artificial sin sustento en verdadera productividad, los mecanismos de protección al consumidor que creen que se puede hacer más ricos a los consumidores dictando un Código de Consumo, etc, etc, etc.
Y en todos ellos esta como denominador común un Estado que causa todos los estropicios y luego pretende culpar al sector privado por seguir los mensajes que el propio Estado manda. El Estado sigue forzando a financiar gastos que generan un bienestar imposible con los niveles de productividad existentes. Esa “riqueza” es artificial y falsa por que no se basa en mayor inversión en bienes de capital y tecnología, sino en demagogia pura.
Como bien dijo proféticamente Mises hace varias decadas:
“Pero la expansión del crédito, ya sea producida mediante la emisión adicional de billetes, o por aumento de préstamos bancarios que crean nuevos depósitos en las cuentas corrientes de los clientes, no agregan nada a la riqueza de la nación en bienes de capital. Sólo crean la ilusión de un incremento de fondos disponibles para una expansión de la producción. Al poder obtener crédito barato, la gente cree, erróneamente, que la riqueza de la nación se ha incrementado, y que, por tanto, ciertos proyectos que antes no podía ejecutarse son ahora factibles. La puesta en marcha de estos proyectos intensifica la demanda de trabajo y de materias primas, elevando así los salarios y los precios de los bienes. Se produce un auge artificial.”
¿Y qué esta pasando hoy? Pues más de lo mismo. La lección del 2008 fue: no se puede consumir lo que no se tiene. La gente tiene que ajustar sus ingresos y beneficios (pensiones, seguros médicos, bienestar artificial) a las condiciones de productividad reales. Hay que restringir el crédito a condiciones realistas para evitar que la bola siga creciendo. Sí, el famoso Estado de bienestar europeo o norteamericano era falso, por que regala lo que no se tiene. Los sueldos tienen que bajar, los beneficios reducirse y ajustarse todos.
¿Y qué se hizo? Pues justo lo contrario: expansión mayor del gasto, evitar que los bancos se cayeran, rescatar a quienes ganan sin productividad, y profundizar el problema que causó la crisis. El mayor ejemplo de esa estupidez: las reformas del sistema de welfare llevadas a cabo por Obama. En lugar de apagar el incendio, le echaron gasolina.
Y ahora dicen que lo que faltó fue regulación cuando fue precisamente eso lo que sobró y causó todos los estropicios. El Estado causante, no contento con lo que embarró, se reclama a si mismo más Estado.
¿Y quienes son los indignados? Esos que recibieron sueldos de cargador frontal cuando producían con cucharitas. Recibieron beneficios que la sociedad no podía pagar por que el Estado creó un espejismo que se diluye al chocar con la realidad. Los griegos, los españoles, los portugueses, los americanos y pronto por nuestro lado los argentinos, tendrán que asumir que lo falso, falso es, y que nada en sus protestas lo convertirá en verdad.
Culpan al mercado por que este cometió el pecado de sincerar las cosas. Por que este desenmascaró al Estado y sus absurdas políticas promotoras de un falso bienestar que no es sostenible en el tiempo. Como el emisario de la mala noticia, les cae mal, confundiendo al portador del mensaje con el causante de la desgracia. No deberían ir a ocupar Wall Street, sino las oficinas de los Ministerios y oficinas públicas causantes del desastre.
La verdad es que soy yo el indignado. Y es que indigna constatar tanta ceguera para ver lo que es evidente.
SEMANA ECONÓMICA
24-10-11
Un reconocido profesor de economía norteamericano fue convocado por las autoridades de China para asesorarlos en varias de las reformas. Durante un recorrido pudo apreciar varias obras públicas que venían ejecutándose. Vio como un sinnúmero de trabajadores cavaban, con lampas en la mano, una inmensa zanja. El dialogo que se produjo entre el profesor y el funcionario chino que lo acompañaba fue más o menos así:
“Dígame, por que no usan maquinaria pesada para hacer la zanja en lugar de tantos trabajadores con lampas. Sería mucho más productivo y eficiente.”
El funcionario chino, con tono de autoridad y con autosuficiencia, le contestó:
“Si usáramos maquinaria pesada necesitaríamos menos trabajadores y estos quedarían desempleados. El uso de lampas asegura más trabajo para el pueblo chino.”
El profesor dibujó una sonrisa sarcástica en los labios y en todo medio en serio, medio en broma, respondió: “Si de eso se trata, entonces cambien las lampas por cucharitas”.
Esta anécdota ayuda a entender varias lecciones sobre las cosas que hoy pasan en el mundo.
La primera lección, y quizás la más importante, es que la riqueza proviene de la productividad. Y la productividad es generada principalmente por la tecnología y los bienes de capital. Las lampas, al ser una tecnología superior a las cucharitas, hacen que cada trabajador produzca más y con ello aumenta más la riqueza disponible. Y se produciría más riqueza con maquinaria pesada. Sin bienes de capital y tecnología, y sin los recursos para invertir en ella, la productividad será menor. Un mundo más rico requiere de esas inversiones.
Eso nos lleva a una segunda lección. ¿Cuándo será el sueldo de cada trabajador más alto? ¿Con cucharitas o con lampas? La respuesta es obvia. El sueldo será mayor con lampas y aún mayor con cargadores frontales. Al ser cada trabajador más productivo, y generar más riqueza, su sueldo será mayor. La explicación de por que un obrero americano, incluso después de la crisis, gana mucho más que un obrero peruano, es que el primero es más productivo, y lo es por que en su ambiente laboral hay más tecnología (incluida mayor educación) y bienes de capital que aumentan su productividad. Al producir más se le puede pagar más.
La tercera lección es igual de obvia, pero se entiende menos. ¿Cuándo habrá más trabajo? ¿Con lampas o con cucharitas? El error común, cometido por el funcionario chino y no desmentido abiertamente por el profesor, es que las cucharitas generan más empleo. Falso. Las cucharitas generan menos puestos de trabajo en el mediano y en el largo plazo.
¿Como así? Para ello basta entender quién paga las remuneraciones de los trabajadores. Tendemos a creer que son los empleadores. Pero eso es un espejismo generado por las boletas de pago. En realidad los sueldos son pagados por los consumidores que demandan productos y servicios y que están dispuestos a pagar por ellos en función a sus preferencias y su capacidad de pago. Y un trabajador que produce más unidades de algo (por que es más productivo) podrá obtener su sueldo de más consumidores. Como dice Mises, al pagar salarios el empleador actúa en realidad como mandatario de los consumidores ¿Y de donde proviene su capacidad de pago? Pues en el caso de la mayoría de los consumidores, de sus sueldos. Es decir que los consumidores son usualmente esos trabajadores que ahora, gracias al uso de lampas (y mejor aún, de cargadores frontales), ganan más que con el uso de cucharitas, y por tanto pueden demandar más bienes y servicios. Y a mayor productividad la demanda crece y permite generar más puestos de trabajo. Ese es el círculo virtuoso del aumento real de la productividad.
Y esto nos lleva a la cuarta lección: los salarios y las condiciones de vida de los ciudadanos pueden mejorar solo si se mejora la productividad y la eficiencia de la economía. Si tratamos que la gente gane sueldos o reciba ingresos de “lampas”, cuando produce con “cucharitas”, el resultado será una economía de ficción no sostenible en el tiempo. Solo se puede lograr (en el corto plazo) consumiendo hoy recursos destinados a generar bienes de capital y tecnología, es decir sacrificando productividad futura para crear una falsa sensación de bienestar presente.
De allí el gran error de creer que aumentando impuestos o afectando a los inversionistas mejoramos a los trabajadores. Usualmente esos impuestos o afectaciones reducen el stock de recursos destinados a invertir en tecnología y bienes de capital, y con ello se reduce la productividad real.
Y todo esto me trae al tema de hoy en el post: los indignados. ¿Quiénes son estos individuos? Pues una colectividad de anónimos con una identidad inidentificable. ¿Qué los une? No lo tengo claro. Sus mensajes son contradictorios. Se quejan de los ricos, de los bancos, de Wall Street pero a su vez se quejan del Estado que les permite seguir haciendo supuestas “travesuras”. A los primeros los agarra de responsables. Al segundo lo agarran de cómplice.
Pero las cosas son precisamente al revés.
¿Qué causo la crisis del 2008? Pues lo mismo que esta causando la crisis del 2011 (que en mi entender es la misma crisis, reempaquetada para que vuelva a explotar, pero peor). Es una crisis de falsa productividad. Todo el mundo ha culpado a los bancos de lo que pasó con las famosas hipotecas basura. Pero lo que en realidad pasó fue que los gobiernos republicanos y demócratas en Estados Unidos se pusieron de acuerdo en regalar créditos para casas para sectores más pobres. Estos créditos fueron fomentados mediante la creación de una banca cuasiestatal, la reducción de las tasas de interés a niveles absurdos, la promoción de créditos hipotecarios para personas de bajos ingresos, el reforzar normas antidiscriminación en el crédito. Esto llevó a crear una burbuja que no es otra cosa que inmuebles adquiridos no en base a un aumento de la productividad de la economía, sino a una política que creaba el espejismo de que podías tener una casa que en realidad no podías pagar por que no eras suficientemente productivo.
Esa falsa riqueza se filtró en el sistema financiero y en el mercado de capitales y los destruyó como un virus destruye la información en una computadora. El sistema se limitó a reaccionar a las señales que el Estado dio. El Estado dijo que podías tener casas con sueldos de lampas, cuando seguías usando cucharitas. Esas casas son un engaña muchachos que luego nos pasarían la factura. Los empresarios se limitaron a seguir los incentivos. Como bien se dijo en su momento, culpar de la crisis a los empresarios es como culpar a la ley de la gravedad de un accidente de aviación.
Y el mercado reaccionó por el lado inmobiliario. Pero otros sistemas igual de nocivos, con productividad de cucharitas aspirando a sueldos de cargadores frontales generan el mismo riesgo. Allí están los sistemas de seguridad social americanos y europeos (las “pensiones 65” que no se sustentan en mayor productividad), los sistemas de salud que funcionan como agujeros negros que se devoran todo lo que encuentran sin sustentarse en recursos reales para financiar las cargas que soportan, los sistemas de welfare que crean un bienestar artificial sin sustento en verdadera productividad, los mecanismos de protección al consumidor que creen que se puede hacer más ricos a los consumidores dictando un Código de Consumo, etc, etc, etc.
Y en todos ellos esta como denominador común un Estado que causa todos los estropicios y luego pretende culpar al sector privado por seguir los mensajes que el propio Estado manda. El Estado sigue forzando a financiar gastos que generan un bienestar imposible con los niveles de productividad existentes. Esa “riqueza” es artificial y falsa por que no se basa en mayor inversión en bienes de capital y tecnología, sino en demagogia pura.
Como bien dijo proféticamente Mises hace varias decadas:
“Pero la expansión del crédito, ya sea producida mediante la emisión adicional de billetes, o por aumento de préstamos bancarios que crean nuevos depósitos en las cuentas corrientes de los clientes, no agregan nada a la riqueza de la nación en bienes de capital. Sólo crean la ilusión de un incremento de fondos disponibles para una expansión de la producción. Al poder obtener crédito barato, la gente cree, erróneamente, que la riqueza de la nación se ha incrementado, y que, por tanto, ciertos proyectos que antes no podía ejecutarse son ahora factibles. La puesta en marcha de estos proyectos intensifica la demanda de trabajo y de materias primas, elevando así los salarios y los precios de los bienes. Se produce un auge artificial.”
¿Y qué esta pasando hoy? Pues más de lo mismo. La lección del 2008 fue: no se puede consumir lo que no se tiene. La gente tiene que ajustar sus ingresos y beneficios (pensiones, seguros médicos, bienestar artificial) a las condiciones de productividad reales. Hay que restringir el crédito a condiciones realistas para evitar que la bola siga creciendo. Sí, el famoso Estado de bienestar europeo o norteamericano era falso, por que regala lo que no se tiene. Los sueldos tienen que bajar, los beneficios reducirse y ajustarse todos.
¿Y qué se hizo? Pues justo lo contrario: expansión mayor del gasto, evitar que los bancos se cayeran, rescatar a quienes ganan sin productividad, y profundizar el problema que causó la crisis. El mayor ejemplo de esa estupidez: las reformas del sistema de welfare llevadas a cabo por Obama. En lugar de apagar el incendio, le echaron gasolina.
Y ahora dicen que lo que faltó fue regulación cuando fue precisamente eso lo que sobró y causó todos los estropicios. El Estado causante, no contento con lo que embarró, se reclama a si mismo más Estado.
¿Y quienes son los indignados? Esos que recibieron sueldos de cargador frontal cuando producían con cucharitas. Recibieron beneficios que la sociedad no podía pagar por que el Estado creó un espejismo que se diluye al chocar con la realidad. Los griegos, los españoles, los portugueses, los americanos y pronto por nuestro lado los argentinos, tendrán que asumir que lo falso, falso es, y que nada en sus protestas lo convertirá en verdad.
Culpan al mercado por que este cometió el pecado de sincerar las cosas. Por que este desenmascaró al Estado y sus absurdas políticas promotoras de un falso bienestar que no es sostenible en el tiempo. Como el emisario de la mala noticia, les cae mal, confundiendo al portador del mensaje con el causante de la desgracia. No deberían ir a ocupar Wall Street, sino las oficinas de los Ministerios y oficinas públicas causantes del desastre.
La verdad es que soy yo el indignado. Y es que indigna constatar tanta ceguera para ver lo que es evidente.
lunes, 31 de octubre de 2011
Déjame ahorrar como quiero
Por: Richard Webb
EL COMERCIO
31-10-11
En abril de este año, dos millones de peruanos aportaron a una AFP. Ocho millones no aportaron. La explicación de un miembro de la comisión creada para reformar las AFP fue que “hay una fuerte reticencia de las personas a ahorrar para el largo plazo”. Discrepo. El peruano sí quiere ahorrar para el largo plazo y, de hecho, lo hace. Pero prefiere hacerlo en formas distintas a las que ofrecen las AFP.
Hay tres formas preferidas para ahorrar: en el negocio propio, en la educación de los hijos y en la casa. El dinamismo de la pequeña empresa peruana ya es materia de leyenda, pero debemos recordar que se debe a una masiva inversión –en locales, maquinarias, vehículos, equipos, herramientas y materiales de producción– financiada por el sacrificio personal de las familias, incluso pasando hambre. Luego, la familia peruana dedica 8% de sus ingresos al gasto educativo, y lo hace porque tiene claro que más que gasto la educación es un ahorro y una inversión. La tercera forma preferida de ahorro es la casa propia, que en el Perú es mayormente autoconstruida y autofinanciada, y que también absorbe un vasto ahorro familiar. La suma de esos ahorros sobrepasa de lejos el aporte a la AFP que, deducida la comisión, es apenas 8%.
El negocio, la educación y la casa son inversiones para el largo plazo y protección para la vejez. Cumplen los mismos objetivos de protección personal que tiene el ahorro AFP, pero lo hacen de una manera más integrada a la vida familiar y a las aspiraciones del típico hogar peruano. A diferencia de la AFP, son ahorros que generan réditos en todo el camino de la vida, no solo al final. El negocio es sinónimo de realización propia, independencia y sueño de un posible salto a la fama. La educación es valorada no solo para acceder a mejores sueldos, sino porque levanta social y culturalmente. La casa, además de ser una excelente inversión para el largo plazo, le permite a la familia gozar la comodidad y seguridad de un espacio propio, de uso flexible para cada etapa de la vida y de posible renta.
La AFP fue importada de Chile sin tomar en cuenta que somos un país muy diferente. Tres de cada cuatro chilenos son proletarios, empleados u obreros en planilla, y hay poca autoconstrucción. En el Perú, tres de cada cuatro somos microempresarios, y autoconstructores. Ojalá la comisión de reforma abra los ojos a la realidad peruana.
EL COMERCIO
31-10-11
En abril de este año, dos millones de peruanos aportaron a una AFP. Ocho millones no aportaron. La explicación de un miembro de la comisión creada para reformar las AFP fue que “hay una fuerte reticencia de las personas a ahorrar para el largo plazo”. Discrepo. El peruano sí quiere ahorrar para el largo plazo y, de hecho, lo hace. Pero prefiere hacerlo en formas distintas a las que ofrecen las AFP.
Hay tres formas preferidas para ahorrar: en el negocio propio, en la educación de los hijos y en la casa. El dinamismo de la pequeña empresa peruana ya es materia de leyenda, pero debemos recordar que se debe a una masiva inversión –en locales, maquinarias, vehículos, equipos, herramientas y materiales de producción– financiada por el sacrificio personal de las familias, incluso pasando hambre. Luego, la familia peruana dedica 8% de sus ingresos al gasto educativo, y lo hace porque tiene claro que más que gasto la educación es un ahorro y una inversión. La tercera forma preferida de ahorro es la casa propia, que en el Perú es mayormente autoconstruida y autofinanciada, y que también absorbe un vasto ahorro familiar. La suma de esos ahorros sobrepasa de lejos el aporte a la AFP que, deducida la comisión, es apenas 8%.
El negocio, la educación y la casa son inversiones para el largo plazo y protección para la vejez. Cumplen los mismos objetivos de protección personal que tiene el ahorro AFP, pero lo hacen de una manera más integrada a la vida familiar y a las aspiraciones del típico hogar peruano. A diferencia de la AFP, son ahorros que generan réditos en todo el camino de la vida, no solo al final. El negocio es sinónimo de realización propia, independencia y sueño de un posible salto a la fama. La educación es valorada no solo para acceder a mejores sueldos, sino porque levanta social y culturalmente. La casa, además de ser una excelente inversión para el largo plazo, le permite a la familia gozar la comodidad y seguridad de un espacio propio, de uso flexible para cada etapa de la vida y de posible renta.
La AFP fue importada de Chile sin tomar en cuenta que somos un país muy diferente. Tres de cada cuatro chilenos son proletarios, empleados u obreros en planilla, y hay poca autoconstrucción. En el Perú, tres de cada cuatro somos microempresarios, y autoconstructores. Ojalá la comisión de reforma abra los ojos a la realidad peruana.
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RICHARD WEBB
martes, 25 de octubre de 2011
El Planeta vira hacia el Gas
Por: Álvaro Ríos Roca*
EL COMERCIO
25-10-11
Cada vez hay menos escépticos en torno a un cambio de paradigma relacionado con el desarrollo de gas no convencional y se prevé que el gas natural será el energético preferido del siglo XXI.
¿Por qué esta categórica afirmación? Primero por su abundancia. Las reservas probadas de gas convencional ascienden a 6.500 trillones de pies cúbicos (TPC), a lo cual se suman 30.000 TPC de gas no convencional técnicamente recuperable. Segundo, el gas natural es de lejos el más limpio de los combustibles fósiles y el de transición hacia otras energías sostenibles y limpias del futuro. Tercero, porque en varias partes del planeta, por su abundancia, resulta mucho más competitivo usar gas que otros alternativos fósiles.
Contar con abundante, limpio y competitivo gas natural en todo el mundo, está impulsando un muy vertiginoso desarrollo en tecnologías para almacenar, transportar, comercializar y usar el energético. La oferta competitiva existe, ahora los esfuerzos se trasladan a generar demanda a partir de desarrollos tradicionales y nuevas tecnologías en transporte y usos.
Repasando revistas técnicas y ‘journal’s’, es muy fácil evidenciar esfuerzos tecnológicos, científicos y prototipos a nivel global para mejorar costos y eficiencias en toda la cadena del gas natural. A continuación, solo algunos ejemplos.
Plantas de ciclo combinado que se perfeccionan y ya llegan al 63% de eficiencia. Enormes recursos en investigación tecnológica (principalmente en EE.UU.), para lograr la transformación de más vehículos a diésel y gasolina a gas y el desarrollo de vehículos híbridos (gas/electricidad). La investigación tecnológica para transformar unidades de transporte y maquinaria pesada a gas tiene notables avances y ya existen prototipos.
Hay progresos continuos en tecnología para llevar a la comercialización masiva el mini-LNG, LNG light, licuefacción flotante (FLNG) y regasificación flotante (FRGU), que permite llevar gas adonde los gasoductos no pueden llegar.
Así, pasamos de la leña al carbón y del carbón al petróleo, y ahora estamos fuertemente virando hacia el gas natural. El Perú no escapará a esta realidad, en especial por los abundantes recursos que tiene. Terminamos con una frase: El mundo se mueve con tecnología y no con ideología, como muchos piensan.
[*] Ingeniero, Socio Director de Gas Energy y DI International
EL COMERCIO
25-10-11
Cada vez hay menos escépticos en torno a un cambio de paradigma relacionado con el desarrollo de gas no convencional y se prevé que el gas natural será el energético preferido del siglo XXI.
¿Por qué esta categórica afirmación? Primero por su abundancia. Las reservas probadas de gas convencional ascienden a 6.500 trillones de pies cúbicos (TPC), a lo cual se suman 30.000 TPC de gas no convencional técnicamente recuperable. Segundo, el gas natural es de lejos el más limpio de los combustibles fósiles y el de transición hacia otras energías sostenibles y limpias del futuro. Tercero, porque en varias partes del planeta, por su abundancia, resulta mucho más competitivo usar gas que otros alternativos fósiles.
Contar con abundante, limpio y competitivo gas natural en todo el mundo, está impulsando un muy vertiginoso desarrollo en tecnologías para almacenar, transportar, comercializar y usar el energético. La oferta competitiva existe, ahora los esfuerzos se trasladan a generar demanda a partir de desarrollos tradicionales y nuevas tecnologías en transporte y usos.
Repasando revistas técnicas y ‘journal’s’, es muy fácil evidenciar esfuerzos tecnológicos, científicos y prototipos a nivel global para mejorar costos y eficiencias en toda la cadena del gas natural. A continuación, solo algunos ejemplos.
Plantas de ciclo combinado que se perfeccionan y ya llegan al 63% de eficiencia. Enormes recursos en investigación tecnológica (principalmente en EE.UU.), para lograr la transformación de más vehículos a diésel y gasolina a gas y el desarrollo de vehículos híbridos (gas/electricidad). La investigación tecnológica para transformar unidades de transporte y maquinaria pesada a gas tiene notables avances y ya existen prototipos.
Hay progresos continuos en tecnología para llevar a la comercialización masiva el mini-LNG, LNG light, licuefacción flotante (FLNG) y regasificación flotante (FRGU), que permite llevar gas adonde los gasoductos no pueden llegar.
Así, pasamos de la leña al carbón y del carbón al petróleo, y ahora estamos fuertemente virando hacia el gas natural. El Perú no escapará a esta realidad, en especial por los abundantes recursos que tiene. Terminamos con una frase: El mundo se mueve con tecnología y no con ideología, como muchos piensan.
[*] Ingeniero, Socio Director de Gas Energy y DI International
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ÁLVARO RÍOS ROCA,
ENERGIA
viernes, 21 de octubre de 2011
La Expulsión del Paraíso
Por: Jaime De Althaus Guarderas
EL COMERCIO
21-10-11
El movimiento de los ‘indignados’ alberga muchos reclamos, pero es principalmente el grito de protesta de los expulsados del Estado de bienestar en aquellos países en los que este colapsó o debe reducirse severamente porque sus ingresos no alcanzan para pagar sus gastos. Es, entonces, la protesta de los despedidos, de los que ahora deberán trabajar dos o cinco años más porque la edad de jubilación era muy temprana y no hay cómo pagar a tanto jubilado joven, de los beneficiarios de subsidios ahora recortados o de seguridades laborales flexibilizadas, de los funcionarios públicos a los que se les ha reducido dolorosamente los sueldos, única manera de efectuar ajustes en países que carecen de moneda propia. Una movilización, en esencia, contra la pérdida de una seguridad económica que se creía dada para siempre.
Es una protesta, por lo tanto, perfectamente natural. Pero no es revolucionaria. Su aspiración no es fundar un nuevo orden, sino restablecer el estado de comodidad anterior. Se reviste, sin embargo, de protesta contra el orden capitalista existente, como si el Estado de bienestar no hubiese sido un subproducto de este. La protesta no se vuelca contra los excesos populistas del Estado de bienestar, contra los políticos que asignaron beneficios insostenibles a cambio de votos, por la sencilla razón de que los electores, los propios ‘indignados’, son cómplices de esas decisiones. Son sus beneficiarios. Se vuelca entonces contra los bancos, contra el sistema capitalista. Sin los que, paradójicamente, no habría Estado de bienestar posible.
Es cierto que hay sueldos obscenos en los mismos bancos que originaron la crisis del 2008. Y que algunos gobiernos aplicaron paquetes de estímulo fiscal para contrarrestar esa crisis. Pero a los que les ha ido mal son a los países que ya tenían un déficit fiscal muy grande antes de la crisis. Las reformas al Estado de bienestar se vienen reclamando hace años. Para solventar esos déficits los gobiernos se endeudaron crecientemente y ahora no pueden pagar la deuda a los bancos. Es infantil, absurdo e ideológico reclamarle a los bancos por una deuda generada por los estados.
En el Perú no hubo ‘indignados’ que se movilizaran el sábado no porque los ‘indignados’ locales hubiesen ganado con Ollanta Humala, sino porque no hay Estado de bienestar del cual estemos siendo expulsados, aunque sí hemos tenido un Estado populista que creó privilegios, cuya abolición generó indignados: los maestros del Sutep, por ejemplo, cuando se estableció la evaluación y la carrera meritocrática. Acá el crecimiento capitalista está haciendo posible construir recién un Estado, a secas. Justamente, se trata de no recaer en protecciones estatales y legales excesivas, que anulan la iniciativa individual, disuaden la inversión y resultan, a la larga, insostenibles.
EL COMERCIO
21-10-11
El movimiento de los ‘indignados’ alberga muchos reclamos, pero es principalmente el grito de protesta de los expulsados del Estado de bienestar en aquellos países en los que este colapsó o debe reducirse severamente porque sus ingresos no alcanzan para pagar sus gastos. Es, entonces, la protesta de los despedidos, de los que ahora deberán trabajar dos o cinco años más porque la edad de jubilación era muy temprana y no hay cómo pagar a tanto jubilado joven, de los beneficiarios de subsidios ahora recortados o de seguridades laborales flexibilizadas, de los funcionarios públicos a los que se les ha reducido dolorosamente los sueldos, única manera de efectuar ajustes en países que carecen de moneda propia. Una movilización, en esencia, contra la pérdida de una seguridad económica que se creía dada para siempre.
Es una protesta, por lo tanto, perfectamente natural. Pero no es revolucionaria. Su aspiración no es fundar un nuevo orden, sino restablecer el estado de comodidad anterior. Se reviste, sin embargo, de protesta contra el orden capitalista existente, como si el Estado de bienestar no hubiese sido un subproducto de este. La protesta no se vuelca contra los excesos populistas del Estado de bienestar, contra los políticos que asignaron beneficios insostenibles a cambio de votos, por la sencilla razón de que los electores, los propios ‘indignados’, son cómplices de esas decisiones. Son sus beneficiarios. Se vuelca entonces contra los bancos, contra el sistema capitalista. Sin los que, paradójicamente, no habría Estado de bienestar posible.
Es cierto que hay sueldos obscenos en los mismos bancos que originaron la crisis del 2008. Y que algunos gobiernos aplicaron paquetes de estímulo fiscal para contrarrestar esa crisis. Pero a los que les ha ido mal son a los países que ya tenían un déficit fiscal muy grande antes de la crisis. Las reformas al Estado de bienestar se vienen reclamando hace años. Para solventar esos déficits los gobiernos se endeudaron crecientemente y ahora no pueden pagar la deuda a los bancos. Es infantil, absurdo e ideológico reclamarle a los bancos por una deuda generada por los estados.
En el Perú no hubo ‘indignados’ que se movilizaran el sábado no porque los ‘indignados’ locales hubiesen ganado con Ollanta Humala, sino porque no hay Estado de bienestar del cual estemos siendo expulsados, aunque sí hemos tenido un Estado populista que creó privilegios, cuya abolición generó indignados: los maestros del Sutep, por ejemplo, cuando se estableció la evaluación y la carrera meritocrática. Acá el crecimiento capitalista está haciendo posible construir recién un Estado, a secas. Justamente, se trata de no recaer en protecciones estatales y legales excesivas, que anulan la iniciativa individual, disuaden la inversión y resultan, a la larga, insostenibles.
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ADMINISTRACION PUBLICA,
JAIME DE ALTHAUS,
MACROECONOMIA
lunes, 10 de octubre de 2011
Matrimonio con hijos: Por qué el control de fusiones es una pésima idea
Por: Alfredo Bullard*
SEMANA ECONÓMICA
10-10-11
En La gran trasformación, ese largo panfleto intervencionista que Humala presentó como su plan de gobierno original ya lo decía: hay que aprobar una ley para controlar las fusiones y adquisiciones empresariales (ver página 114). Ello significa que habrá que pedir permiso al Estado para que, cuando le dé la gana, por los tamaños que le dé la gana y en las circunstancias que le dé la gana, dos empresas se conviertan en una sola, sea mediante fusiones o adquisiciones de acciones.
El gobierno quiere debutar aprobando esa ley y abrirse el espacio para hacer “lo que le dé la gana”. Finalmente no sólo es una regulación intervencionista asociada a una tremenda discrecionalidad, sino un mecanismo para hacer populismo mediático y ejercer chantaje político.
Es como si, cuando uno se va a casar, tuviera que pedir permiso al Estado para que evalúe (cuando le dé la gana y en la forma que le dé la gana) si el matrimonio será bueno o si hay riesgo con que los esposos se agarren a golpes o maltraten a sus hijos. La pregunta es entonces, ¿con qué criterio podría el Estado limitar nuestra libertad con el argumento que casarse puede ser riesgoso? Nadie discute que un matrimonio puede acabar mal. Pero de allí a limitar la libertad de casarse hay un buen trecho.
Y cuando digo “le dé la gana” no exagero. Pocas áreas del Derecho de la Competencia dan espacio a tal nivel de discrecionalidad. Y pocas tienen tal capacidad de causar tanto daño a la actividad económica, al restarle dinámica a las empresas y elevar los costos de transacción de la reorganización empresarial.
En un área como el Derecho de la Competencia, en que el control de fusiones aparece casi como un “estándar de la industria”, estar en contra suena a ser “bicho raro”. Y más raro si eres abogado. Debo reconocer que estoy en una situación muy cómoda. Es una situación win-win en la que siempre gano. Si gano este debate, me sentiré académicamente reconfortado porque se imperará que se realice una idea que creo, con convicción es incorrecta y dañina. Pero si lo pierdo y se aprueba la ley, tendré mucho trabajo. Tratar de adivinar qué es lo que hará un adivino puede ser muy rentable. La incertidumbre de los clientes es muy lucrativa para los abogados. Y el control de fusiones es incertidumbre pura. Así que bienvenido sea el resultado, cualquiera sea este.
Hay dos niveles de discusión. El primero es si los controles de fusiones, en general y abstracto, son o no una buena idea. El segundo es si son una buena idea para un país como el Perú.
Creo que la respuesta a ambas temas es negativa. No creo que los controles de fusiones sean buena idea en general. Pero estoy convencido de que son una pésima idea en particular para el Perú. Acepto que lo primero es más debatible. Lo segundo me parece un despropósito.
El primer argumento que suele usarse es que todos lo tienen, en especial los países desarrollados. Pero el control de fusiones no es el primer ejemplo de una “moda descabellada”. Los controles de precios fueron parte del estándar general de la “industria regulatoria” hace unas décadas. Lo mismo pasó con el control de flujos de capitales, la sustitución de importaciones o las políticas proteccionistas en el comercio internacional. En su época fueron todas “estándares de la industria”. Estaban de moda, y miren dónde terminaron en el consenso general. Estoy convencido de que algo así ocurrirá en unos años con los controles de fusiones.
Creo que el verdadero problema de quienes justifican su existencia es una mala comprensión de la competencia, de los mercados y, en especial, del sistema de precios.
El argumento para justificar el control de fusiones es que empresas más grandes reducen la rivalidad entre ellas, y con ello los precios suben. Y a nadie le gusta pagar precios más altos.
Pero los precios bajos no son un fin en sí mismos. Los precios son sólo un medio para mandar señales. Si algo es escaso, los precios cumplen su función elevándose, con lo que se encargan de mandar señales para corregir la situación. Los controles de fusiones son una creación antagónica con la lógica de la competencia, pues precisamente la niegan y la reemplazan con discrecionalidad burocrática. La concentración y desconcentración de empresas es una parte esencial del funcionamiento del proceso competitivo. Si la concentración genera escasez, los precios se encargan de mandar señales para atraer la entrada de nueva competencia. Si no la generan, las señales (precio bajo) indicarán que el número de empresas en el mercado es el adecuado.
El control de fusiones intenta reemplazar el funcionamiento de los precios por la decisión “iluminada” de funcionarios públicos que supuestamente están en la capacidad de saber cuántas empresas tener y de qué tamaño eficiente de las mismas.
En esa línea el argumento a favor del control de fusiones es más o menos el siguiente: si dejamos que la gente se case libremente, pueden generarse problemas. El marido puede pegarle a la esposa o los hijos. Imaginemos que para prevenirlos se nos ocurre sujetar los matrimonios a una evaluación previa de una autoridad para ver si conviene o no que se casen. Se puede mediante análisis psicológicos o médicos predecir algunos de estos riesgos, y profetizar un resultado. Si la profecía es negativa no se autoriza el matrimonio.
Con ello quizás evite algunas situaciones no deseadas, pero de paso evitaré matrimonios que podrían haber sido felices. La pareja que supuestamente se iba a agarrar a golpes podría pasarse toda la vida dándose besitos y amándose incondicionalmente. Si el marido le pega a la mujer (o la mujer al marido para no ser sexista) entonces lo sancionas cuando le pegan. Pero no prohíbes que la gente se case ni sujetas el matrimonio a aprobaciones administrativas previas.
Y si se propone el argumento que en Derecho de la Competencia hay daños a terceros, es decir los consumidores, en el matrimonio uno le puede pegar también a los hijos pero no por eso evalúas previamente el matrimonio ni sujetas las relaciones sexuales a aprobación previa para evitar hijos abusados.
Los problemas se agudizan en un país como el Perú. Se puede argumentar a favor de incluir un sistema similar ya que este mecanismo de control tiene un uso extendido en otras jurisdicciones (Estados Unidos, Comunidad Europea, entre otros). Si bien ello es cierto, y sin perjuicio de lo cuestionable en general que puedan ser este tipo de sistemas, también es cierto que donde ello ocurre existen una serie de condiciones institucionales (recursos, personal experimentado, mecanismos de control sobre la discrecionalidad de los funcionarios, etc.) que garantizan, hasta cierto nivel, que el mecanismo no será utilizado para alcanzar objetivos diferentes al fortalecimiento del mercado y la competencia (corrupción o manejo político, por ejemplo).
Por ejemplo, son malos indicadores de que tal capacidad institucional exista, la alta rotación de funcionarios y personal en la agencia de competencia.
A ello se suma la falta de predictibilidad de las decisiones de la agencia de competencia, algo especialmente sensible en un área como el control de fusiones que afecta seriamente las decisiones de reorganización empresarial y de inversión. Han habido periodos de poca consistencia en las decisiones del INDECOPI. Por ejemplo durante el año 2003, el Tribunal de dicha institución no confirmó ninguna de las resoluciones de la Comisión que fueron apeladas; el año 2004, el Tribunal sólo confirmó una de las 10 resoluciones de la Comisión.
De incorporarse a nuestro sistema un control de fusiones sin la existencia de garantías institucionales mínimas, generaría oportunidades y condiciones para el error y para el abuso. La aplicación de mecanismos para el control de fusiones y concentraciones empresariales por agencias que carecen de capacidad institucional puede derivar en la utilización del instrumento para alcanzar objetivos políticos o personales que nada tienen que ver con objetivos de eficiencia o, lo que resulta mas frecuente, pueden conducir a una toma de decisiones equivocadas, lo cual afectaría el crecimiento y eficiencia del sector privado.
Finalmente, el control de fusiones es un acto de adivinación, en el que un conjunto de funcionarios públicos tiene que predecir los efectos positivos o negativos de la operación. Esa decisión se toma con información limitada y pobre y el margen de error es muy alto. Sin dudas las concentraciones empresariales pueden afectar la competencia. Pero esa no es la pregunta. La verdadera pregunta es si las decisiones de los funcionarios públicos pueden ser más eficaces que el funcionamiento del mercado para corregir los problemas de falta de competencia. Y si el argumento es que hay barreras o mercados no transables, la respuesta no es el control de fusiones, sino en todo caso la eliminación de las barreras.
Vayamos a Estados Unidos. Allí, en el supuesto negado que el control de fusiones fuera en abstracto bueno, existen numerosas fuentes de información. Uno puede tener acceso a secuencias de precios de décadas en una industria. En el Perú eso no existe. ¿Cómo predecir el futuro cuando no se sabe ni siquiera que pasó en el pasado? Nuestro conocimiento del funcionamiento de los mercados es paupérrimo. ¿Cómo resolver una fusión sin información? El riesgo de error se multiplica exponencialmente en un país como el Perú.
Además no tomamos en cuenta cómo se forman las decisiones económicas en el mercado. Cuando dos empresas se fusionan ni ellas saben si ello va a ser eficiente. Creen que puede serlo. Pero llegan a descubrir la verdad en un proceso de ensayo-error contínuo. Se fusionan y si las cosas van bien siguen. Pero de no ser así cambian la decisión y de pronto se escinden, o cambian su proceso productivo, o simplemente cierran el negocio o se fusionan con otro. No es una sola decisión, es una decisión que se forma de muchas decisiones distintas que ajustan la situación según las circunstancias. Ese es el proceso de construcción destructiva o de destrucción contractiva del que habla Shumpeter. El control de fusiones es un solo disparo. No hay ensayo error, es error puro. Y la posibilidad de atinarle en un solo disparo es remota. Y es que en el fondo quienes creen en el control de fusiones olvidan lo que Hayek señala sobre que la información esta diseminada y que justamente el mercado tienen el merito de coordinarla en un proceso continuo que nunca termina, a diferencia de un expediente que se acaba con la resolución final del INDECOPI.
Resumiendo, las razones por las que no se ha adoptado un control general de fusiones son:
El tamaño de la economía peruana.
Dadas las dimensiones de la economía peruana, se considera que la existencia de controles de fusiones o de remedios estructurales podrían desincentivar el desarrollo de empresas que alcancen las economías de escala necesarias para competir internacionalmente. Así empresas con participaciones del mercado nacional significativas pueden no ser realmente grandes en comparación con estándares internacionales. Un control de fusiones haría difícil llegar a las economías de escala necesarias para ser realmente competitivas elevando a su vez los costos de transacción para las reorganizaciones empresariales.
La falta de experiencia e información en la autoridad peruana.
El control de fusiones se ha desarrollado en países con economías distintas a la peruana. Los referentes internacionales como el sistema norteamericano o el de países europeos pueden no ser pertinentes para un país como el Perú. Ello hace que la posibilidad de error sea elevada y con ello se podría estar limitando un desarrollo efectivo de las empresas. Evitar estos errores puede ayudar a un desarrollo de eficiencias en nuestra economía. Son autoridades si experiencia y sin información disponible para tomar las decisiones.
La capacidad del mercado para corregir fusiones o escalas empresariales ineficientes.
Dado que el Perú tiene una economía en principio abierta (y que curiosamente muchos de los defensores del control de fusiones pretenden cerrar más con la otra mano), es de esperar que cualquier ganancia monopólica generada por una fusión o dimensiones exageradas de una empresa en la que la reducción de rivalidad sea ineficiente, genere incentivos para la rápida entrada de competidores que corrijan la situación.
La escasez de recursos y la prioridad en su uso.
La autoridad peruana carece de suficientes recursos. La agencia de competencia enfrenta por tanto la disyuntiva de hacer mucho con poco. El control de fusiones es de todas las actividades que debe desarrollar una agencia de competencia la que más recursos consume, a pesar de la incertidumbre de sus resultados. Ello aumenta el riesgo de error, pero a su vez distrae recursos de otras actividades necesarias para promover la competencia. En particular, en un país como el Perú donde la causa principal de limitaciones a la competencia está constituida por barreras legales y burocráticas al mercado, el INDECOPI debería priorizar tales actividades (en su Comisión de Eliminación de Barreras Burocráticas del INDECOPI que justamente elimina esas barreras) antes de distraer recursos en un poco preciso y costoso control de fusiones.
En el control de fusiones todas son dudas, y limitar la libertad en base a dudas suele ser la fuente de arbitrariedad. Con tantas dudas no queda sino seguir el consejo de Santo Tomas: “En la duda, abstente”.
* Abogado en Bullard, Falla & Ezcurra
SEMANA ECONÓMICA
10-10-11
En La gran trasformación, ese largo panfleto intervencionista que Humala presentó como su plan de gobierno original ya lo decía: hay que aprobar una ley para controlar las fusiones y adquisiciones empresariales (ver página 114). Ello significa que habrá que pedir permiso al Estado para que, cuando le dé la gana, por los tamaños que le dé la gana y en las circunstancias que le dé la gana, dos empresas se conviertan en una sola, sea mediante fusiones o adquisiciones de acciones.
El gobierno quiere debutar aprobando esa ley y abrirse el espacio para hacer “lo que le dé la gana”. Finalmente no sólo es una regulación intervencionista asociada a una tremenda discrecionalidad, sino un mecanismo para hacer populismo mediático y ejercer chantaje político.
Es como si, cuando uno se va a casar, tuviera que pedir permiso al Estado para que evalúe (cuando le dé la gana y en la forma que le dé la gana) si el matrimonio será bueno o si hay riesgo con que los esposos se agarren a golpes o maltraten a sus hijos. La pregunta es entonces, ¿con qué criterio podría el Estado limitar nuestra libertad con el argumento que casarse puede ser riesgoso? Nadie discute que un matrimonio puede acabar mal. Pero de allí a limitar la libertad de casarse hay un buen trecho.
Y cuando digo “le dé la gana” no exagero. Pocas áreas del Derecho de la Competencia dan espacio a tal nivel de discrecionalidad. Y pocas tienen tal capacidad de causar tanto daño a la actividad económica, al restarle dinámica a las empresas y elevar los costos de transacción de la reorganización empresarial.
En un área como el Derecho de la Competencia, en que el control de fusiones aparece casi como un “estándar de la industria”, estar en contra suena a ser “bicho raro”. Y más raro si eres abogado. Debo reconocer que estoy en una situación muy cómoda. Es una situación win-win en la que siempre gano. Si gano este debate, me sentiré académicamente reconfortado porque se imperará que se realice una idea que creo, con convicción es incorrecta y dañina. Pero si lo pierdo y se aprueba la ley, tendré mucho trabajo. Tratar de adivinar qué es lo que hará un adivino puede ser muy rentable. La incertidumbre de los clientes es muy lucrativa para los abogados. Y el control de fusiones es incertidumbre pura. Así que bienvenido sea el resultado, cualquiera sea este.
Hay dos niveles de discusión. El primero es si los controles de fusiones, en general y abstracto, son o no una buena idea. El segundo es si son una buena idea para un país como el Perú.
Creo que la respuesta a ambas temas es negativa. No creo que los controles de fusiones sean buena idea en general. Pero estoy convencido de que son una pésima idea en particular para el Perú. Acepto que lo primero es más debatible. Lo segundo me parece un despropósito.
El primer argumento que suele usarse es que todos lo tienen, en especial los países desarrollados. Pero el control de fusiones no es el primer ejemplo de una “moda descabellada”. Los controles de precios fueron parte del estándar general de la “industria regulatoria” hace unas décadas. Lo mismo pasó con el control de flujos de capitales, la sustitución de importaciones o las políticas proteccionistas en el comercio internacional. En su época fueron todas “estándares de la industria”. Estaban de moda, y miren dónde terminaron en el consenso general. Estoy convencido de que algo así ocurrirá en unos años con los controles de fusiones.
Creo que el verdadero problema de quienes justifican su existencia es una mala comprensión de la competencia, de los mercados y, en especial, del sistema de precios.
El argumento para justificar el control de fusiones es que empresas más grandes reducen la rivalidad entre ellas, y con ello los precios suben. Y a nadie le gusta pagar precios más altos.
Pero los precios bajos no son un fin en sí mismos. Los precios son sólo un medio para mandar señales. Si algo es escaso, los precios cumplen su función elevándose, con lo que se encargan de mandar señales para corregir la situación. Los controles de fusiones son una creación antagónica con la lógica de la competencia, pues precisamente la niegan y la reemplazan con discrecionalidad burocrática. La concentración y desconcentración de empresas es una parte esencial del funcionamiento del proceso competitivo. Si la concentración genera escasez, los precios se encargan de mandar señales para atraer la entrada de nueva competencia. Si no la generan, las señales (precio bajo) indicarán que el número de empresas en el mercado es el adecuado.
El control de fusiones intenta reemplazar el funcionamiento de los precios por la decisión “iluminada” de funcionarios públicos que supuestamente están en la capacidad de saber cuántas empresas tener y de qué tamaño eficiente de las mismas.
En esa línea el argumento a favor del control de fusiones es más o menos el siguiente: si dejamos que la gente se case libremente, pueden generarse problemas. El marido puede pegarle a la esposa o los hijos. Imaginemos que para prevenirlos se nos ocurre sujetar los matrimonios a una evaluación previa de una autoridad para ver si conviene o no que se casen. Se puede mediante análisis psicológicos o médicos predecir algunos de estos riesgos, y profetizar un resultado. Si la profecía es negativa no se autoriza el matrimonio.
Con ello quizás evite algunas situaciones no deseadas, pero de paso evitaré matrimonios que podrían haber sido felices. La pareja que supuestamente se iba a agarrar a golpes podría pasarse toda la vida dándose besitos y amándose incondicionalmente. Si el marido le pega a la mujer (o la mujer al marido para no ser sexista) entonces lo sancionas cuando le pegan. Pero no prohíbes que la gente se case ni sujetas el matrimonio a aprobaciones administrativas previas.
Y si se propone el argumento que en Derecho de la Competencia hay daños a terceros, es decir los consumidores, en el matrimonio uno le puede pegar también a los hijos pero no por eso evalúas previamente el matrimonio ni sujetas las relaciones sexuales a aprobación previa para evitar hijos abusados.
Los problemas se agudizan en un país como el Perú. Se puede argumentar a favor de incluir un sistema similar ya que este mecanismo de control tiene un uso extendido en otras jurisdicciones (Estados Unidos, Comunidad Europea, entre otros). Si bien ello es cierto, y sin perjuicio de lo cuestionable en general que puedan ser este tipo de sistemas, también es cierto que donde ello ocurre existen una serie de condiciones institucionales (recursos, personal experimentado, mecanismos de control sobre la discrecionalidad de los funcionarios, etc.) que garantizan, hasta cierto nivel, que el mecanismo no será utilizado para alcanzar objetivos diferentes al fortalecimiento del mercado y la competencia (corrupción o manejo político, por ejemplo).
Por ejemplo, son malos indicadores de que tal capacidad institucional exista, la alta rotación de funcionarios y personal en la agencia de competencia.
A ello se suma la falta de predictibilidad de las decisiones de la agencia de competencia, algo especialmente sensible en un área como el control de fusiones que afecta seriamente las decisiones de reorganización empresarial y de inversión. Han habido periodos de poca consistencia en las decisiones del INDECOPI. Por ejemplo durante el año 2003, el Tribunal de dicha institución no confirmó ninguna de las resoluciones de la Comisión que fueron apeladas; el año 2004, el Tribunal sólo confirmó una de las 10 resoluciones de la Comisión.
De incorporarse a nuestro sistema un control de fusiones sin la existencia de garantías institucionales mínimas, generaría oportunidades y condiciones para el error y para el abuso. La aplicación de mecanismos para el control de fusiones y concentraciones empresariales por agencias que carecen de capacidad institucional puede derivar en la utilización del instrumento para alcanzar objetivos políticos o personales que nada tienen que ver con objetivos de eficiencia o, lo que resulta mas frecuente, pueden conducir a una toma de decisiones equivocadas, lo cual afectaría el crecimiento y eficiencia del sector privado.
Finalmente, el control de fusiones es un acto de adivinación, en el que un conjunto de funcionarios públicos tiene que predecir los efectos positivos o negativos de la operación. Esa decisión se toma con información limitada y pobre y el margen de error es muy alto. Sin dudas las concentraciones empresariales pueden afectar la competencia. Pero esa no es la pregunta. La verdadera pregunta es si las decisiones de los funcionarios públicos pueden ser más eficaces que el funcionamiento del mercado para corregir los problemas de falta de competencia. Y si el argumento es que hay barreras o mercados no transables, la respuesta no es el control de fusiones, sino en todo caso la eliminación de las barreras.
Vayamos a Estados Unidos. Allí, en el supuesto negado que el control de fusiones fuera en abstracto bueno, existen numerosas fuentes de información. Uno puede tener acceso a secuencias de precios de décadas en una industria. En el Perú eso no existe. ¿Cómo predecir el futuro cuando no se sabe ni siquiera que pasó en el pasado? Nuestro conocimiento del funcionamiento de los mercados es paupérrimo. ¿Cómo resolver una fusión sin información? El riesgo de error se multiplica exponencialmente en un país como el Perú.
Además no tomamos en cuenta cómo se forman las decisiones económicas en el mercado. Cuando dos empresas se fusionan ni ellas saben si ello va a ser eficiente. Creen que puede serlo. Pero llegan a descubrir la verdad en un proceso de ensayo-error contínuo. Se fusionan y si las cosas van bien siguen. Pero de no ser así cambian la decisión y de pronto se escinden, o cambian su proceso productivo, o simplemente cierran el negocio o se fusionan con otro. No es una sola decisión, es una decisión que se forma de muchas decisiones distintas que ajustan la situación según las circunstancias. Ese es el proceso de construcción destructiva o de destrucción contractiva del que habla Shumpeter. El control de fusiones es un solo disparo. No hay ensayo error, es error puro. Y la posibilidad de atinarle en un solo disparo es remota. Y es que en el fondo quienes creen en el control de fusiones olvidan lo que Hayek señala sobre que la información esta diseminada y que justamente el mercado tienen el merito de coordinarla en un proceso continuo que nunca termina, a diferencia de un expediente que se acaba con la resolución final del INDECOPI.
Resumiendo, las razones por las que no se ha adoptado un control general de fusiones son:
El tamaño de la economía peruana.
Dadas las dimensiones de la economía peruana, se considera que la existencia de controles de fusiones o de remedios estructurales podrían desincentivar el desarrollo de empresas que alcancen las economías de escala necesarias para competir internacionalmente. Así empresas con participaciones del mercado nacional significativas pueden no ser realmente grandes en comparación con estándares internacionales. Un control de fusiones haría difícil llegar a las economías de escala necesarias para ser realmente competitivas elevando a su vez los costos de transacción para las reorganizaciones empresariales.
La falta de experiencia e información en la autoridad peruana.
El control de fusiones se ha desarrollado en países con economías distintas a la peruana. Los referentes internacionales como el sistema norteamericano o el de países europeos pueden no ser pertinentes para un país como el Perú. Ello hace que la posibilidad de error sea elevada y con ello se podría estar limitando un desarrollo efectivo de las empresas. Evitar estos errores puede ayudar a un desarrollo de eficiencias en nuestra economía. Son autoridades si experiencia y sin información disponible para tomar las decisiones.
La capacidad del mercado para corregir fusiones o escalas empresariales ineficientes.
Dado que el Perú tiene una economía en principio abierta (y que curiosamente muchos de los defensores del control de fusiones pretenden cerrar más con la otra mano), es de esperar que cualquier ganancia monopólica generada por una fusión o dimensiones exageradas de una empresa en la que la reducción de rivalidad sea ineficiente, genere incentivos para la rápida entrada de competidores que corrijan la situación.
La escasez de recursos y la prioridad en su uso.
La autoridad peruana carece de suficientes recursos. La agencia de competencia enfrenta por tanto la disyuntiva de hacer mucho con poco. El control de fusiones es de todas las actividades que debe desarrollar una agencia de competencia la que más recursos consume, a pesar de la incertidumbre de sus resultados. Ello aumenta el riesgo de error, pero a su vez distrae recursos de otras actividades necesarias para promover la competencia. En particular, en un país como el Perú donde la causa principal de limitaciones a la competencia está constituida por barreras legales y burocráticas al mercado, el INDECOPI debería priorizar tales actividades (en su Comisión de Eliminación de Barreras Burocráticas del INDECOPI que justamente elimina esas barreras) antes de distraer recursos en un poco preciso y costoso control de fusiones.
En el control de fusiones todas son dudas, y limitar la libertad en base a dudas suele ser la fuente de arbitrariedad. Con tantas dudas no queda sino seguir el consejo de Santo Tomas: “En la duda, abstente”.
* Abogado en Bullard, Falla & Ezcurra
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ALFREDO BULLARD,
EMPRESAS,
PERÚ
lunes, 3 de octubre de 2011
El movimiento productivo
Por: Richard Webb*
EL COMERCIO
03-10-11
La producción de bienes es solo una parte de la creación de riqueza económica. También se crea riqueza cuando estos bienes son movidos de un lugar a otro. Los bienes se producen en una chacra, mina, o fábrica, o donde sea que se reúnan los elementos físicos necesarios. Pero allí en el lugar de origen, muchas veces el nuevo producto vale poco. Los piuranos producen mangos, pero no pueden vivir solo de mangos, y la cosecha a veces se pudre en el piso. Igual pasa con el pescado en una caleta.
Pero el que lleva un mango piurano y lo coloca en la mesa de una familia en Alemania, o un calamar a un restaurante en el Japón, crea una enorme satisfacción que se traduce en un precio varias veces el de su lugar de origen. Lo mismo sucede dentro de la fábrica.
Sin necesidad de más tela, pero con una organización interna más eficiente, se puede producir muchas más camisas. El solo movimiento de una cosa de un lado para otro, puede aumentar el valor de la producción.
El salto productivo empezó con la revolución comercial en la Europa del siglo XVII. Recién en el siglo XVIII se produjo la revolución industrial. Antes que las fábricas, el impulso vino con la construcción de canales para el movimiento de carga y el despacho de barcos alrededor del mundo, que llevaba tabaco a la China y regresaban cargados de porcelana y especies. Países marítimos como Portugal, España, los Países Bajos e Inglaterra lideraron este salto. El movimiento comercial era tal que el puerto de Amberes llegó a recibir hasta 500 barcos al día.
La economía peruana se ha multiplicado por diez desde 1950. Cuando los historiadores comentan esa expansión, se limitan a recontar los logros de la agricultura, la minería, la construcción y la industria, o sea de la producción de bienes. Pero esta producción solo se elevó en seis veces. Mucho mayor –quince veces– fue el aumento de las actividades logísticas, el comercio, el transporte y los bancos, que en vez de crear bienes nuevos, los mueven de un lado para otro, facilitados por la multiplicación de caminos, vehículos y telefonía, y por la apertura de los mercados externos.
Incluso, la misma actividad de agricultores, mineros e industriales consiste crecientemente también en un trabajo logístico, como la participación en asociaciones y cadenas productivas, y la identificación de mercados nicho.
Todo esto permite presagiar un futuro económico que dependerá en menor grado de los materiales de la naturaleza y más de una gestión inteligente e imaginativa.
*Director Instituto del Perú, USMP
EL COMERCIO
03-10-11
La producción de bienes es solo una parte de la creación de riqueza económica. También se crea riqueza cuando estos bienes son movidos de un lugar a otro. Los bienes se producen en una chacra, mina, o fábrica, o donde sea que se reúnan los elementos físicos necesarios. Pero allí en el lugar de origen, muchas veces el nuevo producto vale poco. Los piuranos producen mangos, pero no pueden vivir solo de mangos, y la cosecha a veces se pudre en el piso. Igual pasa con el pescado en una caleta.
Pero el que lleva un mango piurano y lo coloca en la mesa de una familia en Alemania, o un calamar a un restaurante en el Japón, crea una enorme satisfacción que se traduce en un precio varias veces el de su lugar de origen. Lo mismo sucede dentro de la fábrica.
Sin necesidad de más tela, pero con una organización interna más eficiente, se puede producir muchas más camisas. El solo movimiento de una cosa de un lado para otro, puede aumentar el valor de la producción.
El salto productivo empezó con la revolución comercial en la Europa del siglo XVII. Recién en el siglo XVIII se produjo la revolución industrial. Antes que las fábricas, el impulso vino con la construcción de canales para el movimiento de carga y el despacho de barcos alrededor del mundo, que llevaba tabaco a la China y regresaban cargados de porcelana y especies. Países marítimos como Portugal, España, los Países Bajos e Inglaterra lideraron este salto. El movimiento comercial era tal que el puerto de Amberes llegó a recibir hasta 500 barcos al día.
La economía peruana se ha multiplicado por diez desde 1950. Cuando los historiadores comentan esa expansión, se limitan a recontar los logros de la agricultura, la minería, la construcción y la industria, o sea de la producción de bienes. Pero esta producción solo se elevó en seis veces. Mucho mayor –quince veces– fue el aumento de las actividades logísticas, el comercio, el transporte y los bancos, que en vez de crear bienes nuevos, los mueven de un lado para otro, facilitados por la multiplicación de caminos, vehículos y telefonía, y por la apertura de los mercados externos.
Incluso, la misma actividad de agricultores, mineros e industriales consiste crecientemente también en un trabajo logístico, como la participación en asociaciones y cadenas productivas, y la identificación de mercados nicho.
Todo esto permite presagiar un futuro económico que dependerá en menor grado de los materiales de la naturaleza y más de una gestión inteligente e imaginativa.
*Director Instituto del Perú, USMP
viernes, 23 de septiembre de 2011
Perspectivas de la economía mundial y las bolsas de valores: ¡Pésimas!
Por: Ricardo Lago
SEMANA ECONÓMICA
05-09-11
Hay dos indicadores que, a mi juicio, nos hablan con elocuencia de la debacle financiera que se avecina. El primero es el precio del oro. Desde el 2008, he sido consistente en este blog, artículos periodísticos, programas de televisión, y conferencias sobre la trayectoria alcista del metal precioso.
Sustentaba mi pronóstico en la problemática de resolver el excesivo endeudamiento de estados, familias, e instituciones financieras en Europa, EEUU y Japón. Estos dos últimos meses he recogido en Europa multitud de anécdotas y conjeturas sobre las “cuentas alegres” que siguen haciendo, con una alta dosis de cinismo, los gobiernos y el público en general. Quedo con la convicción de que el ejercicio es: ¿Cuál es el mínimo ajuste para salir del paso? Cuando tenga tiempo contaré algunas historietas que lo ilustran. Ahí va un anticipo: la prima de un amigo mío griego ha logrado la jubilación anticipada a los 38 años .
Por tanto, en mi opinión, el proceso actual no está encaminado hacia una salida ordenada al excesivo endeudamiento, de tal manera que se pueda restablecer, consistente y progresivamente, la confianza de los mercados financieros. Por el contrario, si no se corrige drásticamente el rumbo en los próximos meses, el proceso tiene visos de ir o bien hacia la megainflación o si no a un colapso monetario – que cada uno le de la interpretación que quiera – para evitarla. En ambos casos el oro, sin duda rebasará el precio de 2,400 dólares la onza que alcanzó el 21 de enero de 1980 (dólares de hoy, equivalentes a los 850 de los de entonces); aunque cada vez es más difícil descartar que llegue a los 3,000, 5,000 o incluso los 10,000 dólares la onza. No creo que haya burbuja de oro; la burbuja es de emisión de moneda, créditos malos y un buen número de agentes económicos descapitalizados en un contexto de perspectivas de la economía mundial muy poco alentadoras. Cuando quiebra la confianza en las monedas y las finanzas de los estados que las emiten, el Oro es Rey.
El segundo indicador es la tasa de los bonos del Tesoro de los Estado Unidos. Muchos pensábamos (mea culpa) que con el ritmo de crecimiento de la deuda pública de los Estados Unidos, las prima de riesgo - y por ende, las tasas de interés subirían - para poder colocar los elevados montos de deuda. Pues no, ha sucedido justo lo contrario. Una vez despejados los nubarrones del contencioso demócrata –republicano sobre el límite legal de endeudamiento del gobierno federal, las tasa han bajado y mucho. A nadie le ha importado un comino el rebaja del “rating “crediticio de USA por Standard and Poors.
¿Quiere decir esto que la situación financiera de los EEUU era buena o al menos mala? En absoluto, lo que quiere decir es que la situación de Europa y las perspectivas de la economía mundial son tan pavorosas que, a corto plazo, la huida hacia títulos del Tesoro USA se ha revelado de repente como el mal menor. Es decir, los títulos en dólares como valor refugio por falta de un refugio mejor. ¿Cuánto durará ese corto plazo? Esa es la pregunta de los billones de dólares difícil de contestar. De ahí en adelante, las tasas USA subirán, sin duda. Creo es mejor estar en Oro que en bonos del Tesoro USA; es más, creo que en unos meses no será mala idea entrar “corto “en bonos USA y esperar a que suban las tasas. Parece que la diferencia es que, para los inversionistas, los EEUU tienen tiempo para ajustarse (están todavía en el segundo tiempo del partido), los europeos están agotando la segunda prórroga.
Déjenme que les ilustre el tema. Hoy 5 de septiembre a las 7 pm, la tasa del bono del Tesoro USA a 10 años ha llegado a tocar 1.91%. ¿Saben ustedes cuantos meses ha promediado un nivel menor al 2% en los últimos 130 años? Debajo tienen la respuesta:
Es decir, cuatro meses, en 130 años, durante la segunda guerra mundial, antes de que EEUU entrara en guerra; es decir, en un momento en que prácticamente los únicos instrumentos de ahorro con un minino de garantías sobre la faz de la tierra eran precisamente los bonos de Uncle Sam.
Doy por descontado que ya estamos o estaríamos pronto en una nueva recesión internacional: tasas tan bajas de los bonos a plazo del Tesoro USA son inconsistentes con una economía en crecimiento. Nueva recesión que llega sin todavía haber recuperado Europa, Japón y los EEUU el nivel de PBI alcanzado al final de la expansión que concluyó en diciembre del 2007. Lo trágico es que ahora apenas queda margen para políticas de estimulo fiscal y monetario y que China, Brasil y otras economías emergentes ya han dado de sí todo lo posible para paliar la situación global y están enfrentando problemas de sobrecalentamiento e inflación.
En definitiva, creo que estamos peor que en 2008 .
Una vez más, la economía peruana aguantará mejor que otras la recesión y las presiones cambiarias y financieras, pero crecerá a un ritmo bastante más lento .La explicación es: (1) que las reservas internacionales respaldan el 100% de los depósitos de la banca; (2) la deuda pública es razonablemente baja; y (3) las exportaciones de oro y plata subirán de valor y amortiguarán por tanto la caída del resto.
Mi pronóstico es que las bolsas mundiales van a caer en picada, no es de descartar que hasta los puntos mínimos registrado en marzo 2009 o incluso más abaje. Y creo que el ajustón se vendría antes de final de año. La BVL aguantará mejor que otras, sobre todo por las mineras de oro y plata, pero caerá como el resto.
Los analistas dicen que las bolsas están baratas. La dicen haciendo uso de los Price –Earnings ratios (PE) que resultan con sus predicciones de utilidades. Su error ésta precisamente en sus muy optimistas pronósticos de utilidades que no estan en consonancia con la evolución previsible de la economía mundial. Si utilizamos los PE ratios de Shiller (el precio actual de la bolsa dividido sobre el promedio de las utilidades de los últimos diez años) –que es mi indicador preferido- las bolsas estas caras en un mercado secular bajista que es en el que todavía estamos .
SEMANA ECONÓMICA
05-09-11
Hay dos indicadores que, a mi juicio, nos hablan con elocuencia de la debacle financiera que se avecina. El primero es el precio del oro. Desde el 2008, he sido consistente en este blog, artículos periodísticos, programas de televisión, y conferencias sobre la trayectoria alcista del metal precioso.
Sustentaba mi pronóstico en la problemática de resolver el excesivo endeudamiento de estados, familias, e instituciones financieras en Europa, EEUU y Japón. Estos dos últimos meses he recogido en Europa multitud de anécdotas y conjeturas sobre las “cuentas alegres” que siguen haciendo, con una alta dosis de cinismo, los gobiernos y el público en general. Quedo con la convicción de que el ejercicio es: ¿Cuál es el mínimo ajuste para salir del paso? Cuando tenga tiempo contaré algunas historietas que lo ilustran. Ahí va un anticipo: la prima de un amigo mío griego ha logrado la jubilación anticipada a los 38 años .
Por tanto, en mi opinión, el proceso actual no está encaminado hacia una salida ordenada al excesivo endeudamiento, de tal manera que se pueda restablecer, consistente y progresivamente, la confianza de los mercados financieros. Por el contrario, si no se corrige drásticamente el rumbo en los próximos meses, el proceso tiene visos de ir o bien hacia la megainflación o si no a un colapso monetario – que cada uno le de la interpretación que quiera – para evitarla. En ambos casos el oro, sin duda rebasará el precio de 2,400 dólares la onza que alcanzó el 21 de enero de 1980 (dólares de hoy, equivalentes a los 850 de los de entonces); aunque cada vez es más difícil descartar que llegue a los 3,000, 5,000 o incluso los 10,000 dólares la onza. No creo que haya burbuja de oro; la burbuja es de emisión de moneda, créditos malos y un buen número de agentes económicos descapitalizados en un contexto de perspectivas de la economía mundial muy poco alentadoras. Cuando quiebra la confianza en las monedas y las finanzas de los estados que las emiten, el Oro es Rey.
El segundo indicador es la tasa de los bonos del Tesoro de los Estado Unidos. Muchos pensábamos (mea culpa) que con el ritmo de crecimiento de la deuda pública de los Estados Unidos, las prima de riesgo - y por ende, las tasas de interés subirían - para poder colocar los elevados montos de deuda. Pues no, ha sucedido justo lo contrario. Una vez despejados los nubarrones del contencioso demócrata –republicano sobre el límite legal de endeudamiento del gobierno federal, las tasa han bajado y mucho. A nadie le ha importado un comino el rebaja del “rating “crediticio de USA por Standard and Poors.
¿Quiere decir esto que la situación financiera de los EEUU era buena o al menos mala? En absoluto, lo que quiere decir es que la situación de Europa y las perspectivas de la economía mundial son tan pavorosas que, a corto plazo, la huida hacia títulos del Tesoro USA se ha revelado de repente como el mal menor. Es decir, los títulos en dólares como valor refugio por falta de un refugio mejor. ¿Cuánto durará ese corto plazo? Esa es la pregunta de los billones de dólares difícil de contestar. De ahí en adelante, las tasas USA subirán, sin duda. Creo es mejor estar en Oro que en bonos del Tesoro USA; es más, creo que en unos meses no será mala idea entrar “corto “en bonos USA y esperar a que suban las tasas. Parece que la diferencia es que, para los inversionistas, los EEUU tienen tiempo para ajustarse (están todavía en el segundo tiempo del partido), los europeos están agotando la segunda prórroga.
Déjenme que les ilustre el tema. Hoy 5 de septiembre a las 7 pm, la tasa del bono del Tesoro USA a 10 años ha llegado a tocar 1.91%. ¿Saben ustedes cuantos meses ha promediado un nivel menor al 2% en los últimos 130 años? Debajo tienen la respuesta:
Es decir, cuatro meses, en 130 años, durante la segunda guerra mundial, antes de que EEUU entrara en guerra; es decir, en un momento en que prácticamente los únicos instrumentos de ahorro con un minino de garantías sobre la faz de la tierra eran precisamente los bonos de Uncle Sam.
Doy por descontado que ya estamos o estaríamos pronto en una nueva recesión internacional: tasas tan bajas de los bonos a plazo del Tesoro USA son inconsistentes con una economía en crecimiento. Nueva recesión que llega sin todavía haber recuperado Europa, Japón y los EEUU el nivel de PBI alcanzado al final de la expansión que concluyó en diciembre del 2007. Lo trágico es que ahora apenas queda margen para políticas de estimulo fiscal y monetario y que China, Brasil y otras economías emergentes ya han dado de sí todo lo posible para paliar la situación global y están enfrentando problemas de sobrecalentamiento e inflación.
En definitiva, creo que estamos peor que en 2008 .
Una vez más, la economía peruana aguantará mejor que otras la recesión y las presiones cambiarias y financieras, pero crecerá a un ritmo bastante más lento .La explicación es: (1) que las reservas internacionales respaldan el 100% de los depósitos de la banca; (2) la deuda pública es razonablemente baja; y (3) las exportaciones de oro y plata subirán de valor y amortiguarán por tanto la caída del resto.
Mi pronóstico es que las bolsas mundiales van a caer en picada, no es de descartar que hasta los puntos mínimos registrado en marzo 2009 o incluso más abaje. Y creo que el ajustón se vendría antes de final de año. La BVL aguantará mejor que otras, sobre todo por las mineras de oro y plata, pero caerá como el resto.
Los analistas dicen que las bolsas están baratas. La dicen haciendo uso de los Price –Earnings ratios (PE) que resultan con sus predicciones de utilidades. Su error ésta precisamente en sus muy optimistas pronósticos de utilidades que no estan en consonancia con la evolución previsible de la economía mundial. Si utilizamos los PE ratios de Shiller (el precio actual de la bolsa dividido sobre el promedio de las utilidades de los últimos diez años) –que es mi indicador preferido- las bolsas estas caras en un mercado secular bajista que es en el que todavía estamos .
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RICARDO LAGO
domingo, 4 de septiembre de 2011
Acceso restringido: la impericia de las empresas latinoamericanas para entrar a China
Las compañías latinoamericanas han sido incapaces de conseguir grandes resultados cuando buscan vender en China algo que no sea una materia prima. Si siguen las estrategias actuales, quizás nunca lo logren.
AMÉRICA ECONOMÍA
26-08-11
A primera vista Harbin no es una típica ciudad china. Ubicada en el noreste del país, su arquitectura y sus calles, con grandes bulevares e iglesias ortodoxas, dan testimonio de miles de expatriados rusos que llegaron antes y después de la revolución bolchevique de 1917. Pero su clima siberiano (que permite realizar uno de los festivales de esculturas de hielo más famosos del mundo) no es precisamente el adecuado para subirles el ánimo a los siete funcionarios brasileños de la fabricante de aviones Embraer. Menos cuando la fábrica está prácticamente sin actividad desde abril pasado.
Como otras empresas industriales latinoamericanas que se instalaron en China buscando crecer junto a la expansión de ese enorme mercado, la planta china de Embraer se ha visto atrapada en un laberinto de regulaciones, permisos y gestiones políticas que la mantuvieron durante meses al filo del cierre definitivo. Una situación inédita para la que se ha convertido en el gran orgullo industrial de Brasil al posicionarse con éxito en el mercado mundial de los jets regionales, aviones de hasta 50 asientos, como el ERJ-150. En China, Embraer producía estos aviones en asociación con la firma local Aviation Industry Corporation of China (AVIC). No obstante, el alza de los precios del petróleo los hizo perder competitividad y decidió dejar de producirlos. El plan de la empresa era usar la planta de la gélida Harbin para fabricar aviones más grandes y de mayor sofisticación, como el ERJ-190, un avión para 100 pasajeros. Sin embargo, nunca obtuvo autorización del gobierno chino para armarlo allí. Sin la aprobación, la fábrica de Harbin iba directo al colapso, y sólo la intercesión de la propia Dilma Rousseff durante su visita oficial a China en abril pasado reabrió la posibilidad de recibir esa aprobación definitiva que aún no llega.
Las dificultades de Embraer en China no son una excepción. Aunque el gigante oriental se ha ido transformando en uno de los principales socios comerciales de América Latina, con un comercio anual que ya llega a los US$ 200.000 millones, son varias las empresas latinoamericanas que se han ido arriesgando a instalarse directamente en el gigante oriental sin conseguir grandes resultados.
Muchas incluso han optado por dejar definitivamente el país, como ocurrió con la argentina IMPSA, el brazo industrial del poderoso grupo familiar Pescarmona, que en los últimos años se ha transformado en un exitoso fabricante de turbinas para la generación de energía hídrica y eólica. En los 80 también se transformó en un importante fabricante global de grúas de puerto, esas enormes grúas que deben cargar y descargar containers en unos pocos minutos. Por esa época abrió oficinas en Hong Kong en Beijing para atacar el mercado chino. “Nuestro primer proyecto en China fue proveer de grúas al puerto de Shanghái”, dice su vicepresidenta, Sofía Pescarmona. “Empezamos fabricando con un subcontratista chino y las cosas con mayor valor agregado las hacíamos en Mendoza”.
No obstante, al poco andar, la compañía entró en problemas con ese subcontratista chino con el cual empezó a competir y quien en 1992 fundó Shanghái Zhenhua Port Machinery (SZPM). “Tuvo grandes subsidios del Estado chino le regalaron un puerto, 10 barcos, le dieron dinero muy barato y fue prácticamente imposible para nosotros y el resto de los proveedores del mundo competir”, recuerda Pescarmona. Hoy SZPM tiene más del 70% de la participación de mercado global de grúas de puerto, muchas de las cuales se venden en la misma América Latina. “Hoy el mundo ve que está subiendo el precio de estas grúas”, dice Pescarmona, cuyo diagnóstico (quien lo relató en el Foro de las Multilatinas organizado por AméricaEconomía) es claro: “La vocación de China es ser un productor industrial de productos de alto valor agregado que es también nuestra vocación desde hace 100 años”, dice la argentina. “Asia sigue siendo un mercado interesante, el cual abordamos desde Malasia, pero no el mercado interno chino”.
La historia tiene elementos comunes con la de la Beijing Copper Tube, una corporación creada en 1987 entre la minera chilena Codelco, la fabricante de cañerías y cables de cobre chilena Madeco y el gobierno chino para fabricar cañerías de cobre en una ciudad en que hasta entonces sólo se hacían cañerías de plomo. El promisorio acuerdo fue de hecho uno de los antecedentes que llevaron a Chile a ser el primer país del mundo en reconocer a China como Economía de Mercado, lo que ayudó a su posterior ingreso a la Organización Mundial del Comercio.
No obstante, ante los malos resultados que el joint venture generó a las arcas de las empresas chilenas, éstas lo abandonaron en 1991, vendiendo su parte al gobierno chino.
Para Osvaldo Rosales, director de Comercio Exterior de Cepal, el think tank de economía de la ONU, especializado en América Latina, el cambio de eje en las relaciones económicas internacionales plantea un desafío enorme a los gobiernos y empresas latinoamericanos. “Una postura posible es pasiva: dejar que China nos arrastre, que es lo que está haciendo”, dice Rosales. “Otra es tratar de participar en las cadenas de valor asiáticas que se estructuran en torno a China.”
Pero llevar a la práctica este objetivo es más difícil de lo que parece. A pesar de un nombre más que auspicioso para entrar al mercado chino, el fabricante de buses brasileño Marcopolo no ha logrado repetir en China los modelos de producción que ha implantado en Sudáfrica, Egipto y, más recientemente, India.
"China es la única de las plantas nuestras en la que no hacemos buses, solamente producimos partes y piezas", dice el brasileño Rubens de la Rosa, director ejecutivo de Marcopolo. “¿Por qué no tenemos las mismas autorizaciones que los fabricantes locales? Una gran ventaja competitiva es tener volumen, y China eso no lo comparte”.
Pasando y pasando. El problema es que el poderoso modelo de industrialización que está empujando China es muy distinto al que ha ido generando casos de éxito en América Latina. El caso de Embraer es un claro ejemplo. “Embraer es una gran compañía gracias a su objetivo declarado de comprar afuera los mejores componentes y sistemas para sus aviones”, dice Richard Abulafia, vicepresidente de Teal Group, consultora especializada en la industria aeroespacial y de defensa. “China, por el contrario, compra componentes y sistemas a cualquiera que esté dispuesto a ceder tecnología, tal como lo hacía la ex URSS”. La argentina Sofía Pescarmona argumenta en la misma dirección. “China no nos dejará producir en su país a menos que cedamos nuestros conocimientos, los cuales nos ha costado mucho construir en estos más de 100 años. Nosotros preferimos no hacerlo”, dice.
Los conocedores del país oriental explican que las diferencias culturales son gran parte de las responsables de los problemas que han tenido los industriales latinoamericanos que se han atrevido a entrar en este país cuyo nombre significa literalmente reino central (Chung-kuo), un concepto que por definición reduce al resto del planeta a una simple periferia. “Ellos recuerdan que sólo hay 200 años en la historia de la humanidad en que China e India no fueron las principales potencias”, dice Rosales, de Cepal.
Para una cultura que vio pasar a mercaderes holandeses, portugueses y británicos, la presencia comercial de los occidentales tiene el signo de la fugacidad. En este sentido, las multilatinas son unas novatas que, como señala Michael David, consultor sénior del Boston Consulting Group en Beijing, tienen bastante que aprender de otras compañías extranjeras que llevan más tiempo en China. “Es necesario comprometerse con una visión de largo plazo, pues la curva de aprendizaje es larga”, dice.
Y es que las sutilezas y matices culturales de China representan un desafío que a priori cuesta dimensionar. “En América Latina se dice que no hay que mezclar la amistad con los negocios. Pero en Asia es totalmente distinto”, dice Julie Kim, directora del Centro Asia-Pacífico de la Universidad Diego Portales, en Santiago de Chile. “Es una diferencia crucial para entender el doing business allá”.
Este estilo y tradición se resumen en la palabra clave Guanxi. Compuesta de los ideogramas Guan (dosificar, sellar, involucrar) y Xì (ser, conexión, relación, amarrar, vincular), describe la red de conexiones y favores recíprocos de cuya robustez dependen los negocios en China. El guanxi precede al Partido Comunista y a la burocracia y se remonta a la familia misma del individuo, creciendo a través de la escuela, la educación superior, etc. Guanxi no es networking, como se entiende muchas veces en América Latina, es más bien un intercambio de deberes y derechos, una cadena de favores. El dar se denomina Mianzi, y corresponde a los atributos de un individuo que pueden ser útiles a la red. El dar de vuelta se llama Renqing, y es una suerte de deuda que puede ser cobrada en el futuro, pero cuyo contenido y magnitud se desconocen.
Cada vez que dos personas se encuentran por primera vez, una porción significativa de la conversación se centra en explorar y medir las implicancias del guanxi de cada una. Para Michael David, “no es algo tan diferente de otras comunidades de negocios en el sentido de que uno debe desarrollar relaciones y confianza. En China esto es más importante que un acuerdo por escrito”.
Como networking, el guanxi es un sistema más vinculante que sus similares en el mundo occidental. “Cuando en China recomiendas a alguien, no estás sólo dando el dato, sino extendiendo el vínculo e imponiéndole al recomendado el deber de no fallar, y ante el cual uno debe dar la cara”, precisa Julie Kim.
Muchos extranjeros quedan perplejos por la forma como operan sus contrapartes chinas. “Los plazos también son distintos. Más de una vez se ha escuchado a un occidental quejarse de haber ido a ocho reuniones y siete karaokes y el deal no se ha cerrado”, ejemplifica Julie Kim. Una tesis de grado realizada por estudiantes de negocios internacionales de la Universidad Linaeus, sobre la base de la experiencia de Pymes occidentales en China, explica que cuando los occidentales “miramos la calidad y el precio cuando hacemos negocios, los chinos miran al individuo y sus cualidades”.
El guanxi en acción. La chilena Compañía Sudamericana de Vapores, cuyo antiguo presidente logró tener una relación directa con el mismo Deng Xiao Ping, y la panificadora mexicana Bimbo, que compró una panificadora española que ya tenía operaciones en China, son dos de las pocas compañías de la región que han logrado poner un pie operativo en China, por lo menos a mediana escala. Muchas empresas de la región han entrado a China con éxito cuando su plan ha sido el de buscar insumos para producción que luego venden en la misma América Latina. Pero entrar con productos y servicios más elaborados ha resultado ser más que un dolor de cabeza. “Muchas veces en China no queda claro cómo uno logra que las cosas funcionen”, dice Michael David, de BCG. “Es un país enorme y muy diverso, y no sirve contar con el apoyo de un solo individuo bien conectado”.
El ejemplo de Embraer es interesante. A la cabeza de sus operaciones en China está Guan Dongyuan, un ingeniero titulado de la USP y de la China Europe International Business School. Antes fue representante de la minera Vale en China. ¿Será su guanxi menos robusto que el de Jianwei Zhang, presidente de la canadiense Bombardier, la eterna rival de Embraer en los jets regionales? Ingeniero de la Universidad de Tianjin, Zhang fue un funcionario público a nivel municipal entre 1975 y 1982. Hizo un MBA en la Universidad de Montreal y obtuvo un doctorado en administración en la misma institución, antes de ingresar a Bombardier. Recientemente, Bombardier cerró un acuerdo con Commercial Aircraft Corp of China (COMAC) para entrar en el mercado de los aviones de cabina estrecha de entre 100-149 asientos, similares a los que la brasileña no fue autorizada a fabricar. Un acuerdo que sorprendió a muchos analistas. “Es un negocio sin el menor sentido”, dice Abulafia, de Teal Group, quien no cree que la canadiense gane mucho con los términos de este joint venture.
No obstante, algunos interpretan el acuerdo de Bombardier como guanxi en estado puro. Su verdadero interés en China sería su división de ferrocarriles, que tiene más de 4.000 empleados y ha logrado sustanciosos contratos, como los sistemas de metro de Guanzhou y Shenzhen, la línea de tren del aeropuerto de Beijing y trenes de alta velocidad. “Las relaciones son cruciales en China”, dice en un video corporativo Pierre Beaudoin, CEO de Bombardier. “Para tener éxito en el largo plazo hay que tener paciencia”. Y paciencia ha tenido la canadiense: sus primeros negocios en China datan de la década del 50, cuando aún mandaba el camarada Mao.
El empresario chileno Andrónico Luksic, quien lidera el grupo familiar que controla Madeco, se lamenta por la falta de paciencia que lo llevó a vender su operación en China en 1991. “Una pena, porque si nos hubiésemos quedado le habríamos pegado el palo al gato”, dice el empresario.
La misma falta de paciencia es la que está llevando a las brasileñas minera Vale y a la siderúrgica Gerdau a desistir de algunas inversiones en China. Vale busca convertirse en la mayor compañía minera del mundo, pero esos planes han chocado con los tiempos chinos. Así sucedió cuando buscaban abrir un centro de distribución de hierro en China, sin resultados. “No es que digan que no, pero se demoran mucho en responder”, dice José Carlos Martins, director de Marketing, Ventas y Estrategia de Vale. “El tiempo pasa y llega la hora de que uno desiste”.
El boliviano Marcelo Claure, el hiperactivo presidente y fundador de Brightstar, la empresa más global de América Latina, no ha logrado llevar su modelo de negocios de distribución de celulares al enorme mercado chino. “No tiene paciencia para llevar los trámites que ello implica”, dice un ejecutivo que trabajó con él en Miami.
Para Michael David, del BCG, también es un error pensar a China como un mercado que “está esperándolo a uno con su producto”. Por el contrario, decenas de extranjeros y fabricantes locales compiten por un espacio económico que no tiene nada de tercermundista. “China no es mercado subatendido ni atrasado”, advierte. “Muchas compañías cometieron el error de posponer sus planes de entrar en China creyendo que era muy temprano. Hoy se dan cuenta de que es muy tarde”.
El ejemplo, a nivel latinoamericano, son algunos grupos mexicanos. Cemex lleva años anunciando su ingreso a China, pero en vez de concretarlo apostó al boom inmobiliario estadounidense. Hoy lo lamenta. En febrero de este año Lorenzo Zambrano anunció que el gigante cementero ya tiene los permisos y el socio local. Otra que ha anunciado planes semejantes es el fabricante de autopartes Metalsa, con sede en Monterrey y cuyo director general, Leopoldo Cedillo, anunció recientemente que el propósito es estar en China en los próximos cinco años.
A la impaciencia latinoamericana se le suma el desconocimiento de las empresas de este lado del mundo. “A América Latina le falta visibilidad”, dice David, quien abrió en 1992 la oficina del BCG en Shanghái. “La región se beneficiaría mucho de incrementar el intercambio académico y estudiantil con China, de colocar allí más productos culturales, moda y culinaria”.
Pero tampoco ha resultado fácil. Si bien, las calles de Beijing y Shanghái se encuentran variados restaurantes de parrillas argentinas, brasileñas y uruguayas, Pollo Campero, la más internacional de las cadenas de comida rápida de América Latina, ha fracasado en su intento de entrar al mercado chino. En 2007 abrió su primer local en Shanghái siguiendo la misma receta que le ha permitido ser exitoso en EE.UU., Indonesia e India, además de gran parte de los países de América Latina, los planes iniciales de abrir 500 locales en cinco años no prosperaron. Hoy Pollo Campero no tiene ningún local de su cadena en China (ver recuadro en página anterior).
Una mala noticia para las pretensiones industriales de América Latina: a menos que cambiemos de estrategia y sumemos paciencia, el modelo latinoamericano con China seguirá siendo el de la simple exportación de commodities.
LOS LÍMITES DEL GUANXI
El de Pollo Campero es un caso clásico de un guanxi no comprendido. La cadena guatemalteca de restaurantes de comida rápida, cuya receta secreta para hacer el pollo ha sido envidiada por la misma Kentucky Fried Chicken, ha logrado abrir con éxito 400 de sus restaurantes. 300 de ellos en América Latina, además de un centenar repartidos entre EE.UU., España, Medio Oriente, Indonesia e India, lo que la ha convertido en una de las empresas más globales de América Latina. En 2006, la cadena estaba totalmente consciente de la oportunidad que implicaba el mercado chino, por lo que empezó a trabajar para abrir su primer restaurante en Shanghái. Hizo estudios de locaciones, de marketing y de regulaciones necesarias para instalarse. El plan era tener entre 300 y 500 restaurantes al cabo de cinco años. A mediados de 2007 tenía cuatro. Hoy la cadena no tiene ninguno en China.
“El Estado interviene en todo el proceso: es el dueño del suelo a quien hay que pagarle arriendo, interfiere en la estructura de proveedores y está permanentemente supervisando el desarrollo del negocio”, dice Juan José Gutiérrez, el CEO de Pollo Campero, desde Guatemala. “Era esperable: se trata de un país comunista, con ciertas aperturas, pero de economía centralizada y estatal”.
Según las regulaciones, Pollo Campero debía operar dos años antes de poder vender franquicias de la cadena en China, que es como los guatemaltecos esperaban impulsar su crecimiento. En esos dos años, el gobierno evaluaba la calidad del negocio y su aporte a la comunidad. En ese período Gutiérrez comprendió que el mercado chino era totalmente distinto a todo lo que había visto. Por una parte, el consumidor chino exige innovación más que ningún otro. “Para mantener un flujo permanente de personas debíamos estar cambiando las recetas y promociones, ya no todos los meses, sino que todas las semanas”, dice Gutiérrez. “La misma característica de los chinos que los lleva a cambiar de celular cada tres meses los lleva a estar permanentemente pidiendo recetas y productos nuevos a los restaurantes a los que van. No estábamos totalmente preparados para eso”.
No obstante, lo que llevó a Gutiérrez a definitivamente abandonar China fue cuando se contactaron con empresarios chinos para venderles la franquicia. “Nos pedían dos años de gracia, sin pagar nada por el uso de la marca y de nuestras recetas”, dice Gutiérrez, quien no vio el lado amable del guanxi. “Por cómo se dio la negociación, tuvimos la sensación de que lo único que querían era la receta del pollo para hacerlo ellos mismos”.
Gutiérrez mantuvo su proyecto en China por dos años para aprobar los requerimientos de las autoridades y poder volver en un futuro en que se sientan más preparados para enfrentar ese mercado. “Muchos nos dicen que si nos hubiésemos quedado habríamos recuperado rápidamente la inversión, aunque no es claro cuánto tiempo de pérdidas y de inversión habríamos necesitado antes de lograr retornos”. KFC demoró, de hecho, más de 10 años. Otros como Burger King y Pizza Hut nunca lo lograron. Además haberse mantenido en China habría obligado a Campero a desviar recursos y talentos que hoy ha usado para expandirse en nuevos mercados como el de Europa y el de EE.UU., donde abrió un gran Pollo Campero en medio de Walt Disney Resort, el exitoso complejo turístico y de entretenciones ubicado en Florida. “Lo más curioso es que el 38% de los clientes de ese restaurante son chinos”.
AMÉRICA ECONOMÍA
26-08-11
A primera vista Harbin no es una típica ciudad china. Ubicada en el noreste del país, su arquitectura y sus calles, con grandes bulevares e iglesias ortodoxas, dan testimonio de miles de expatriados rusos que llegaron antes y después de la revolución bolchevique de 1917. Pero su clima siberiano (que permite realizar uno de los festivales de esculturas de hielo más famosos del mundo) no es precisamente el adecuado para subirles el ánimo a los siete funcionarios brasileños de la fabricante de aviones Embraer. Menos cuando la fábrica está prácticamente sin actividad desde abril pasado.
Como otras empresas industriales latinoamericanas que se instalaron en China buscando crecer junto a la expansión de ese enorme mercado, la planta china de Embraer se ha visto atrapada en un laberinto de regulaciones, permisos y gestiones políticas que la mantuvieron durante meses al filo del cierre definitivo. Una situación inédita para la que se ha convertido en el gran orgullo industrial de Brasil al posicionarse con éxito en el mercado mundial de los jets regionales, aviones de hasta 50 asientos, como el ERJ-150. En China, Embraer producía estos aviones en asociación con la firma local Aviation Industry Corporation of China (AVIC). No obstante, el alza de los precios del petróleo los hizo perder competitividad y decidió dejar de producirlos. El plan de la empresa era usar la planta de la gélida Harbin para fabricar aviones más grandes y de mayor sofisticación, como el ERJ-190, un avión para 100 pasajeros. Sin embargo, nunca obtuvo autorización del gobierno chino para armarlo allí. Sin la aprobación, la fábrica de Harbin iba directo al colapso, y sólo la intercesión de la propia Dilma Rousseff durante su visita oficial a China en abril pasado reabrió la posibilidad de recibir esa aprobación definitiva que aún no llega.
Las dificultades de Embraer en China no son una excepción. Aunque el gigante oriental se ha ido transformando en uno de los principales socios comerciales de América Latina, con un comercio anual que ya llega a los US$ 200.000 millones, son varias las empresas latinoamericanas que se han ido arriesgando a instalarse directamente en el gigante oriental sin conseguir grandes resultados.
Muchas incluso han optado por dejar definitivamente el país, como ocurrió con la argentina IMPSA, el brazo industrial del poderoso grupo familiar Pescarmona, que en los últimos años se ha transformado en un exitoso fabricante de turbinas para la generación de energía hídrica y eólica. En los 80 también se transformó en un importante fabricante global de grúas de puerto, esas enormes grúas que deben cargar y descargar containers en unos pocos minutos. Por esa época abrió oficinas en Hong Kong en Beijing para atacar el mercado chino. “Nuestro primer proyecto en China fue proveer de grúas al puerto de Shanghái”, dice su vicepresidenta, Sofía Pescarmona. “Empezamos fabricando con un subcontratista chino y las cosas con mayor valor agregado las hacíamos en Mendoza”.
No obstante, al poco andar, la compañía entró en problemas con ese subcontratista chino con el cual empezó a competir y quien en 1992 fundó Shanghái Zhenhua Port Machinery (SZPM). “Tuvo grandes subsidios del Estado chino le regalaron un puerto, 10 barcos, le dieron dinero muy barato y fue prácticamente imposible para nosotros y el resto de los proveedores del mundo competir”, recuerda Pescarmona. Hoy SZPM tiene más del 70% de la participación de mercado global de grúas de puerto, muchas de las cuales se venden en la misma América Latina. “Hoy el mundo ve que está subiendo el precio de estas grúas”, dice Pescarmona, cuyo diagnóstico (quien lo relató en el Foro de las Multilatinas organizado por AméricaEconomía) es claro: “La vocación de China es ser un productor industrial de productos de alto valor agregado que es también nuestra vocación desde hace 100 años”, dice la argentina. “Asia sigue siendo un mercado interesante, el cual abordamos desde Malasia, pero no el mercado interno chino”.
La historia tiene elementos comunes con la de la Beijing Copper Tube, una corporación creada en 1987 entre la minera chilena Codelco, la fabricante de cañerías y cables de cobre chilena Madeco y el gobierno chino para fabricar cañerías de cobre en una ciudad en que hasta entonces sólo se hacían cañerías de plomo. El promisorio acuerdo fue de hecho uno de los antecedentes que llevaron a Chile a ser el primer país del mundo en reconocer a China como Economía de Mercado, lo que ayudó a su posterior ingreso a la Organización Mundial del Comercio.
No obstante, ante los malos resultados que el joint venture generó a las arcas de las empresas chilenas, éstas lo abandonaron en 1991, vendiendo su parte al gobierno chino.
Para Osvaldo Rosales, director de Comercio Exterior de Cepal, el think tank de economía de la ONU, especializado en América Latina, el cambio de eje en las relaciones económicas internacionales plantea un desafío enorme a los gobiernos y empresas latinoamericanos. “Una postura posible es pasiva: dejar que China nos arrastre, que es lo que está haciendo”, dice Rosales. “Otra es tratar de participar en las cadenas de valor asiáticas que se estructuran en torno a China.”
Pero llevar a la práctica este objetivo es más difícil de lo que parece. A pesar de un nombre más que auspicioso para entrar al mercado chino, el fabricante de buses brasileño Marcopolo no ha logrado repetir en China los modelos de producción que ha implantado en Sudáfrica, Egipto y, más recientemente, India.
"China es la única de las plantas nuestras en la que no hacemos buses, solamente producimos partes y piezas", dice el brasileño Rubens de la Rosa, director ejecutivo de Marcopolo. “¿Por qué no tenemos las mismas autorizaciones que los fabricantes locales? Una gran ventaja competitiva es tener volumen, y China eso no lo comparte”.
Pasando y pasando. El problema es que el poderoso modelo de industrialización que está empujando China es muy distinto al que ha ido generando casos de éxito en América Latina. El caso de Embraer es un claro ejemplo. “Embraer es una gran compañía gracias a su objetivo declarado de comprar afuera los mejores componentes y sistemas para sus aviones”, dice Richard Abulafia, vicepresidente de Teal Group, consultora especializada en la industria aeroespacial y de defensa. “China, por el contrario, compra componentes y sistemas a cualquiera que esté dispuesto a ceder tecnología, tal como lo hacía la ex URSS”. La argentina Sofía Pescarmona argumenta en la misma dirección. “China no nos dejará producir en su país a menos que cedamos nuestros conocimientos, los cuales nos ha costado mucho construir en estos más de 100 años. Nosotros preferimos no hacerlo”, dice.
Los conocedores del país oriental explican que las diferencias culturales son gran parte de las responsables de los problemas que han tenido los industriales latinoamericanos que se han atrevido a entrar en este país cuyo nombre significa literalmente reino central (Chung-kuo), un concepto que por definición reduce al resto del planeta a una simple periferia. “Ellos recuerdan que sólo hay 200 años en la historia de la humanidad en que China e India no fueron las principales potencias”, dice Rosales, de Cepal.
Para una cultura que vio pasar a mercaderes holandeses, portugueses y británicos, la presencia comercial de los occidentales tiene el signo de la fugacidad. En este sentido, las multilatinas son unas novatas que, como señala Michael David, consultor sénior del Boston Consulting Group en Beijing, tienen bastante que aprender de otras compañías extranjeras que llevan más tiempo en China. “Es necesario comprometerse con una visión de largo plazo, pues la curva de aprendizaje es larga”, dice.
Y es que las sutilezas y matices culturales de China representan un desafío que a priori cuesta dimensionar. “En América Latina se dice que no hay que mezclar la amistad con los negocios. Pero en Asia es totalmente distinto”, dice Julie Kim, directora del Centro Asia-Pacífico de la Universidad Diego Portales, en Santiago de Chile. “Es una diferencia crucial para entender el doing business allá”.
Este estilo y tradición se resumen en la palabra clave Guanxi. Compuesta de los ideogramas Guan (dosificar, sellar, involucrar) y Xì (ser, conexión, relación, amarrar, vincular), describe la red de conexiones y favores recíprocos de cuya robustez dependen los negocios en China. El guanxi precede al Partido Comunista y a la burocracia y se remonta a la familia misma del individuo, creciendo a través de la escuela, la educación superior, etc. Guanxi no es networking, como se entiende muchas veces en América Latina, es más bien un intercambio de deberes y derechos, una cadena de favores. El dar se denomina Mianzi, y corresponde a los atributos de un individuo que pueden ser útiles a la red. El dar de vuelta se llama Renqing, y es una suerte de deuda que puede ser cobrada en el futuro, pero cuyo contenido y magnitud se desconocen.
Cada vez que dos personas se encuentran por primera vez, una porción significativa de la conversación se centra en explorar y medir las implicancias del guanxi de cada una. Para Michael David, “no es algo tan diferente de otras comunidades de negocios en el sentido de que uno debe desarrollar relaciones y confianza. En China esto es más importante que un acuerdo por escrito”.
Como networking, el guanxi es un sistema más vinculante que sus similares en el mundo occidental. “Cuando en China recomiendas a alguien, no estás sólo dando el dato, sino extendiendo el vínculo e imponiéndole al recomendado el deber de no fallar, y ante el cual uno debe dar la cara”, precisa Julie Kim.
Muchos extranjeros quedan perplejos por la forma como operan sus contrapartes chinas. “Los plazos también son distintos. Más de una vez se ha escuchado a un occidental quejarse de haber ido a ocho reuniones y siete karaokes y el deal no se ha cerrado”, ejemplifica Julie Kim. Una tesis de grado realizada por estudiantes de negocios internacionales de la Universidad Linaeus, sobre la base de la experiencia de Pymes occidentales en China, explica que cuando los occidentales “miramos la calidad y el precio cuando hacemos negocios, los chinos miran al individuo y sus cualidades”.
El guanxi en acción. La chilena Compañía Sudamericana de Vapores, cuyo antiguo presidente logró tener una relación directa con el mismo Deng Xiao Ping, y la panificadora mexicana Bimbo, que compró una panificadora española que ya tenía operaciones en China, son dos de las pocas compañías de la región que han logrado poner un pie operativo en China, por lo menos a mediana escala. Muchas empresas de la región han entrado a China con éxito cuando su plan ha sido el de buscar insumos para producción que luego venden en la misma América Latina. Pero entrar con productos y servicios más elaborados ha resultado ser más que un dolor de cabeza. “Muchas veces en China no queda claro cómo uno logra que las cosas funcionen”, dice Michael David, de BCG. “Es un país enorme y muy diverso, y no sirve contar con el apoyo de un solo individuo bien conectado”.
El ejemplo de Embraer es interesante. A la cabeza de sus operaciones en China está Guan Dongyuan, un ingeniero titulado de la USP y de la China Europe International Business School. Antes fue representante de la minera Vale en China. ¿Será su guanxi menos robusto que el de Jianwei Zhang, presidente de la canadiense Bombardier, la eterna rival de Embraer en los jets regionales? Ingeniero de la Universidad de Tianjin, Zhang fue un funcionario público a nivel municipal entre 1975 y 1982. Hizo un MBA en la Universidad de Montreal y obtuvo un doctorado en administración en la misma institución, antes de ingresar a Bombardier. Recientemente, Bombardier cerró un acuerdo con Commercial Aircraft Corp of China (COMAC) para entrar en el mercado de los aviones de cabina estrecha de entre 100-149 asientos, similares a los que la brasileña no fue autorizada a fabricar. Un acuerdo que sorprendió a muchos analistas. “Es un negocio sin el menor sentido”, dice Abulafia, de Teal Group, quien no cree que la canadiense gane mucho con los términos de este joint venture.
No obstante, algunos interpretan el acuerdo de Bombardier como guanxi en estado puro. Su verdadero interés en China sería su división de ferrocarriles, que tiene más de 4.000 empleados y ha logrado sustanciosos contratos, como los sistemas de metro de Guanzhou y Shenzhen, la línea de tren del aeropuerto de Beijing y trenes de alta velocidad. “Las relaciones son cruciales en China”, dice en un video corporativo Pierre Beaudoin, CEO de Bombardier. “Para tener éxito en el largo plazo hay que tener paciencia”. Y paciencia ha tenido la canadiense: sus primeros negocios en China datan de la década del 50, cuando aún mandaba el camarada Mao.
El empresario chileno Andrónico Luksic, quien lidera el grupo familiar que controla Madeco, se lamenta por la falta de paciencia que lo llevó a vender su operación en China en 1991. “Una pena, porque si nos hubiésemos quedado le habríamos pegado el palo al gato”, dice el empresario.
La misma falta de paciencia es la que está llevando a las brasileñas minera Vale y a la siderúrgica Gerdau a desistir de algunas inversiones en China. Vale busca convertirse en la mayor compañía minera del mundo, pero esos planes han chocado con los tiempos chinos. Así sucedió cuando buscaban abrir un centro de distribución de hierro en China, sin resultados. “No es que digan que no, pero se demoran mucho en responder”, dice José Carlos Martins, director de Marketing, Ventas y Estrategia de Vale. “El tiempo pasa y llega la hora de que uno desiste”.
El boliviano Marcelo Claure, el hiperactivo presidente y fundador de Brightstar, la empresa más global de América Latina, no ha logrado llevar su modelo de negocios de distribución de celulares al enorme mercado chino. “No tiene paciencia para llevar los trámites que ello implica”, dice un ejecutivo que trabajó con él en Miami.
Para Michael David, del BCG, también es un error pensar a China como un mercado que “está esperándolo a uno con su producto”. Por el contrario, decenas de extranjeros y fabricantes locales compiten por un espacio económico que no tiene nada de tercermundista. “China no es mercado subatendido ni atrasado”, advierte. “Muchas compañías cometieron el error de posponer sus planes de entrar en China creyendo que era muy temprano. Hoy se dan cuenta de que es muy tarde”.
El ejemplo, a nivel latinoamericano, son algunos grupos mexicanos. Cemex lleva años anunciando su ingreso a China, pero en vez de concretarlo apostó al boom inmobiliario estadounidense. Hoy lo lamenta. En febrero de este año Lorenzo Zambrano anunció que el gigante cementero ya tiene los permisos y el socio local. Otra que ha anunciado planes semejantes es el fabricante de autopartes Metalsa, con sede en Monterrey y cuyo director general, Leopoldo Cedillo, anunció recientemente que el propósito es estar en China en los próximos cinco años.
A la impaciencia latinoamericana se le suma el desconocimiento de las empresas de este lado del mundo. “A América Latina le falta visibilidad”, dice David, quien abrió en 1992 la oficina del BCG en Shanghái. “La región se beneficiaría mucho de incrementar el intercambio académico y estudiantil con China, de colocar allí más productos culturales, moda y culinaria”.
Pero tampoco ha resultado fácil. Si bien, las calles de Beijing y Shanghái se encuentran variados restaurantes de parrillas argentinas, brasileñas y uruguayas, Pollo Campero, la más internacional de las cadenas de comida rápida de América Latina, ha fracasado en su intento de entrar al mercado chino. En 2007 abrió su primer local en Shanghái siguiendo la misma receta que le ha permitido ser exitoso en EE.UU., Indonesia e India, además de gran parte de los países de América Latina, los planes iniciales de abrir 500 locales en cinco años no prosperaron. Hoy Pollo Campero no tiene ningún local de su cadena en China (ver recuadro en página anterior).
Una mala noticia para las pretensiones industriales de América Latina: a menos que cambiemos de estrategia y sumemos paciencia, el modelo latinoamericano con China seguirá siendo el de la simple exportación de commodities.
LOS LÍMITES DEL GUANXI
El de Pollo Campero es un caso clásico de un guanxi no comprendido. La cadena guatemalteca de restaurantes de comida rápida, cuya receta secreta para hacer el pollo ha sido envidiada por la misma Kentucky Fried Chicken, ha logrado abrir con éxito 400 de sus restaurantes. 300 de ellos en América Latina, además de un centenar repartidos entre EE.UU., España, Medio Oriente, Indonesia e India, lo que la ha convertido en una de las empresas más globales de América Latina. En 2006, la cadena estaba totalmente consciente de la oportunidad que implicaba el mercado chino, por lo que empezó a trabajar para abrir su primer restaurante en Shanghái. Hizo estudios de locaciones, de marketing y de regulaciones necesarias para instalarse. El plan era tener entre 300 y 500 restaurantes al cabo de cinco años. A mediados de 2007 tenía cuatro. Hoy la cadena no tiene ninguno en China.
“El Estado interviene en todo el proceso: es el dueño del suelo a quien hay que pagarle arriendo, interfiere en la estructura de proveedores y está permanentemente supervisando el desarrollo del negocio”, dice Juan José Gutiérrez, el CEO de Pollo Campero, desde Guatemala. “Era esperable: se trata de un país comunista, con ciertas aperturas, pero de economía centralizada y estatal”.
Según las regulaciones, Pollo Campero debía operar dos años antes de poder vender franquicias de la cadena en China, que es como los guatemaltecos esperaban impulsar su crecimiento. En esos dos años, el gobierno evaluaba la calidad del negocio y su aporte a la comunidad. En ese período Gutiérrez comprendió que el mercado chino era totalmente distinto a todo lo que había visto. Por una parte, el consumidor chino exige innovación más que ningún otro. “Para mantener un flujo permanente de personas debíamos estar cambiando las recetas y promociones, ya no todos los meses, sino que todas las semanas”, dice Gutiérrez. “La misma característica de los chinos que los lleva a cambiar de celular cada tres meses los lleva a estar permanentemente pidiendo recetas y productos nuevos a los restaurantes a los que van. No estábamos totalmente preparados para eso”.
No obstante, lo que llevó a Gutiérrez a definitivamente abandonar China fue cuando se contactaron con empresarios chinos para venderles la franquicia. “Nos pedían dos años de gracia, sin pagar nada por el uso de la marca y de nuestras recetas”, dice Gutiérrez, quien no vio el lado amable del guanxi. “Por cómo se dio la negociación, tuvimos la sensación de que lo único que querían era la receta del pollo para hacerlo ellos mismos”.
Gutiérrez mantuvo su proyecto en China por dos años para aprobar los requerimientos de las autoridades y poder volver en un futuro en que se sientan más preparados para enfrentar ese mercado. “Muchos nos dicen que si nos hubiésemos quedado habríamos recuperado rápidamente la inversión, aunque no es claro cuánto tiempo de pérdidas y de inversión habríamos necesitado antes de lograr retornos”. KFC demoró, de hecho, más de 10 años. Otros como Burger King y Pizza Hut nunca lo lograron. Además haberse mantenido en China habría obligado a Campero a desviar recursos y talentos que hoy ha usado para expandirse en nuevos mercados como el de Europa y el de EE.UU., donde abrió un gran Pollo Campero en medio de Walt Disney Resort, el exitoso complejo turístico y de entretenciones ubicado en Florida. “Lo más curioso es que el 38% de los clientes de ese restaurante son chinos”.
lunes, 29 de agosto de 2011
Nacionalismo
Por: Richard Webb*
EL COMERCIO
29-08-11
Viajando por Europa, descubro que a veces no sé en qué país estoy. Pasamos de un país a otro sin ver señal alguna de frontera. Además, llegamos a Bélgica y me asalta la duda de si realmente se trata de un país. El poeta Belga, De Bruycker, dijo: “somos el único país que se pregunta si en realidad existe”. De Bruycker era un surrealista, pero su tesis tiene amplia aceptación; es general la idea de que no existe un país belga sino solo una población valona, de habla francés, y otra flamenca, cuyo idioma combina el holandés con el inglés. En una encuesta de opinión, el 60% de los belgas confesó su deseo de haber nacido en otro lugar. Además, casi toda ciudad tiene dos nombres, a veces radicalmente distintos, el flamenco y el francés y el nombre que se lee en la carretera depende del punto de origen. Para viajar a Mons desde Namur, los letreros indican Mons, pero si el viaje se inicia en Ghent, las señales dirán Bergen.
Desde hace un año el país no tiene gobierno. La aguerrida división política entre los grupos lingüísticos ha impedido formar una administración nacional, y los funcionarios hoy carecen de facultades para las iniciativas de gasto. Lo que sí tiene Bélgica son múltiples gobiernos comunales y locales, todos con extensos aparatos burocráticos y poderes políticos. Hace pocos años, el Gobierno Japonés fue desconcertado con la llegada de tres primeros ministros belgas, cada uno en viaje de negociación comercial, pero ninguno en representación del país entero.
Bélgica es solo un botón de muestra de lo que sucede en Europa. El continente que inventó el nacionalismo en los siglos XVIII y XIX, trasladando la legitimidad sagrada de los monarcas a los nuevos estado-nación, hoy observa cómo el poder de poderosos estados retrocede ante fuerzas que la comprimen desde arriba y desde abajo. Desde arriba, son desplazados por la globalización y por el gobierno multinacional de la Comunidad Europea. Desde abajo, los gobiernos centrales son restringidos y obstaculizados por un afloramiento del localismo, cargado de desconfianzas y celo entre grupos lingüísticos, regiones y ciudades. En algunos casos, se está llegando a una parálisis de la capacidad de gobierno, impidiendo por ejemplo una decidida resolución de la crisis financiera en varios países.
Si la historia de nuestro país continúa siendo “un esfuerzo colectivo por entender qué es lo que el Perú es o que el Perú quiere ser” –como observó Juan Miguel Bakula–, la experiencia de Europa nos puede dar pautas para esa búsqueda.
* Director Instituto del Perú, USMP
EL COMERCIO
29-08-11
Viajando por Europa, descubro que a veces no sé en qué país estoy. Pasamos de un país a otro sin ver señal alguna de frontera. Además, llegamos a Bélgica y me asalta la duda de si realmente se trata de un país. El poeta Belga, De Bruycker, dijo: “somos el único país que se pregunta si en realidad existe”. De Bruycker era un surrealista, pero su tesis tiene amplia aceptación; es general la idea de que no existe un país belga sino solo una población valona, de habla francés, y otra flamenca, cuyo idioma combina el holandés con el inglés. En una encuesta de opinión, el 60% de los belgas confesó su deseo de haber nacido en otro lugar. Además, casi toda ciudad tiene dos nombres, a veces radicalmente distintos, el flamenco y el francés y el nombre que se lee en la carretera depende del punto de origen. Para viajar a Mons desde Namur, los letreros indican Mons, pero si el viaje se inicia en Ghent, las señales dirán Bergen.
Desde hace un año el país no tiene gobierno. La aguerrida división política entre los grupos lingüísticos ha impedido formar una administración nacional, y los funcionarios hoy carecen de facultades para las iniciativas de gasto. Lo que sí tiene Bélgica son múltiples gobiernos comunales y locales, todos con extensos aparatos burocráticos y poderes políticos. Hace pocos años, el Gobierno Japonés fue desconcertado con la llegada de tres primeros ministros belgas, cada uno en viaje de negociación comercial, pero ninguno en representación del país entero.
Bélgica es solo un botón de muestra de lo que sucede en Europa. El continente que inventó el nacionalismo en los siglos XVIII y XIX, trasladando la legitimidad sagrada de los monarcas a los nuevos estado-nación, hoy observa cómo el poder de poderosos estados retrocede ante fuerzas que la comprimen desde arriba y desde abajo. Desde arriba, son desplazados por la globalización y por el gobierno multinacional de la Comunidad Europea. Desde abajo, los gobiernos centrales son restringidos y obstaculizados por un afloramiento del localismo, cargado de desconfianzas y celo entre grupos lingüísticos, regiones y ciudades. En algunos casos, se está llegando a una parálisis de la capacidad de gobierno, impidiendo por ejemplo una decidida resolución de la crisis financiera en varios países.
Si la historia de nuestro país continúa siendo “un esfuerzo colectivo por entender qué es lo que el Perú es o que el Perú quiere ser” –como observó Juan Miguel Bakula–, la experiencia de Europa nos puede dar pautas para esa búsqueda.
* Director Instituto del Perú, USMP
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INTERNACIONAL,
RICHARD WEBB
sábado, 27 de agosto de 2011
Cinco Años
Por: Yoani Sánchez*
AMÉRICA ECONOMÍA
27-08-11
¡Se acabó el chocolatín!, gritaron mis dos amigos al abrirles la puerta aquella noche del 31 de julio de 2006. Aludían, con su improvisada consigna, al último plan impulsado por Fidel Castro de distribuirle una cuota de chocolate a cada cubano en el mercado racionado.
Cuando tocaron el timbre, faltaban solo dos horas para entrar al primer día de agosto y Carlos Valenciaga ya había leído en la televisión una inesperada proclama anunciando la enfermedad del Máximo Líder.
Las luces del Consejo de Estado se veían extrañamente encendidas y un silencio anómalo se había instalado sobre la ciudad. Durante esa larga madrugada, nadie podría pegar un ojo en nuestra casa.
Cuando iban por el segundo vaso de ron, mis amigos comenzaron a contar cuántas veces habían proyectado aquel día, vaticinado aquella noticia. Él, trovador; ella, productora de televisión. Ambos nacieron y crecieron bajo el poder de un mismo presidente que había determinado hasta los más pequeños detalles de sus vidas. Yo los oía hablar y me sorprendía su desahogo, la catarata de deseos futuros que ahora afloraba. Quizás ellos se sentían más libres después de aquel anuncio. El tiempo les haría comprender que mientras nosotros chachareábamos sobre el porvenir, otros hacían que el paquete de la sucesión quedara atado y bien atado.
Cinco años después, el país ha sido transferido completamente por vía sanguínea. Raúl Castro ha recibido en herencia una nación, sus recursos, sus problemas y hasta sus habitantes. Todo lo que ha hecho en este último quinquenio brota del imperativo de no perder esa posesión familiar que le ha dejado su hermano.
La lentitud de sus reformas, la tibieza y superficialidad de estas, están marcadas en parte por sentirse beneficiario de un patrimonio que le ha sido encargado. ¿Y mis amigos?, se preguntarán ustedes. Pues se alejaron asustados cuando comprendieron que bajo el mandato del hermano menor la represión seguía y la penalización a la opinión estaba intacta. Nunca más volvieron a tocar mi puerta, ni a entrar a ese lugar donde en el 2006 llegaron gritando y creyendo que el mañana ya había comenzado.
* Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.
Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.
AMÉRICA ECONOMÍA
27-08-11
¡Se acabó el chocolatín!, gritaron mis dos amigos al abrirles la puerta aquella noche del 31 de julio de 2006. Aludían, con su improvisada consigna, al último plan impulsado por Fidel Castro de distribuirle una cuota de chocolate a cada cubano en el mercado racionado.
Cuando tocaron el timbre, faltaban solo dos horas para entrar al primer día de agosto y Carlos Valenciaga ya había leído en la televisión una inesperada proclama anunciando la enfermedad del Máximo Líder.
Las luces del Consejo de Estado se veían extrañamente encendidas y un silencio anómalo se había instalado sobre la ciudad. Durante esa larga madrugada, nadie podría pegar un ojo en nuestra casa.
Cuando iban por el segundo vaso de ron, mis amigos comenzaron a contar cuántas veces habían proyectado aquel día, vaticinado aquella noticia. Él, trovador; ella, productora de televisión. Ambos nacieron y crecieron bajo el poder de un mismo presidente que había determinado hasta los más pequeños detalles de sus vidas. Yo los oía hablar y me sorprendía su desahogo, la catarata de deseos futuros que ahora afloraba. Quizás ellos se sentían más libres después de aquel anuncio. El tiempo les haría comprender que mientras nosotros chachareábamos sobre el porvenir, otros hacían que el paquete de la sucesión quedara atado y bien atado.
Cinco años después, el país ha sido transferido completamente por vía sanguínea. Raúl Castro ha recibido en herencia una nación, sus recursos, sus problemas y hasta sus habitantes. Todo lo que ha hecho en este último quinquenio brota del imperativo de no perder esa posesión familiar que le ha dejado su hermano.
La lentitud de sus reformas, la tibieza y superficialidad de estas, están marcadas en parte por sentirse beneficiario de un patrimonio que le ha sido encargado. ¿Y mis amigos?, se preguntarán ustedes. Pues se alejaron asustados cuando comprendieron que bajo el mandato del hermano menor la represión seguía y la penalización a la opinión estaba intacta. Nunca más volvieron a tocar mi puerta, ni a entrar a ese lugar donde en el 2006 llegaron gritando y creyendo que el mañana ya había comenzado.
* Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.
Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.
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YOANI SÁNCHEZ
lunes, 15 de agosto de 2011
Insatisfacción
Por: Richard Webb*
EL COMERCIO
15-08-11
En mi vuelo a Londres viaja también una joven oriunda de Puno. Estoy tratando de imaginarme el choque de cultura que le espera, hasta que recuerdo que en Londres también se vive una insurrección.
En ambos lugares, la violencia ha llegado a las calles, al incendio de automóviles, saqueo de tiendas y pedradas para los policías.
En ese sentido, la puneña se sentiría igualmente en casa en París, Madrid, Atenas, Lisboa o Roma, donde se presentan escenarios similares de disturbios y violencia.
Y si viaja a Chile, se encontraría con estudiantes protestando violentamente contra la mala calidad de la educación, a pesar de que Chile registra la mejor educación de América Latina.
Más graves, por supuesto, son las insurrecciones que viven los países árabes, donde la vasta riqueza petrolera, los generosos programas sociales y los altos sueldos han producido más insatisfacción y rebeldía que tranquilidad política.
El escenario mundial nos dice que la abundancia material no es sinónimo de la satisfacción y que las revoluciones políticas surgen no de la privación material, sino, al contrario, del progreso.
La pobreza es profundamente conservadora y abraza a las monarquías, y al orden de los ritos y los mitos.
En casi todos los países ahora existen encuestas que miden la felicidad, o la “satisfacción vivencial”, cuando se comparan ricos y pobres, y descubren que es poca o nula la relación entre riqueza y felicidad.
Por casualidad, uno de los expertos mundiales en el tema es una politóloga peruana, Carol Graham, quien acaba de publicar un cuarto libro sobre la materia.
Lo que Graham deja en claro es que si bien lo material a veces produce felicidad, muchas veces no lo hace.
En China, Chile y Corea del Sur, a pesar de su extraordinario éxito económico durante los últimos veinte años, las encuestas no registran ninguna mejora en su nivel de satisfacción personal.
Hace cincuenta años se publicó el estudio, “Carcas, la comunidad olvidada”. Ubicada en la Cordillera Blanca y escondida en una quebrada de tierra escasa e infértil, Carcas era conocida por su extrema pobreza y, paradójicamente, por su afición a las fiestas. Hoy, su situación es mejor, pero persiste en su pobreza y en sus fiestas costosas. Pero más allá de los valores humanos omitidos por la moderna y la burocrática contabilidad de las necesidades materiales, cabe recordar que la insatisfacción es inherentemente humana, es un motor del progreso y, en cierta forma, es la expresión máxima de la felicidad.
*Director Instituto del Perú, USMP
EL COMERCIO
15-08-11
En mi vuelo a Londres viaja también una joven oriunda de Puno. Estoy tratando de imaginarme el choque de cultura que le espera, hasta que recuerdo que en Londres también se vive una insurrección.
En ambos lugares, la violencia ha llegado a las calles, al incendio de automóviles, saqueo de tiendas y pedradas para los policías.
En ese sentido, la puneña se sentiría igualmente en casa en París, Madrid, Atenas, Lisboa o Roma, donde se presentan escenarios similares de disturbios y violencia.
Y si viaja a Chile, se encontraría con estudiantes protestando violentamente contra la mala calidad de la educación, a pesar de que Chile registra la mejor educación de América Latina.
Más graves, por supuesto, son las insurrecciones que viven los países árabes, donde la vasta riqueza petrolera, los generosos programas sociales y los altos sueldos han producido más insatisfacción y rebeldía que tranquilidad política.
El escenario mundial nos dice que la abundancia material no es sinónimo de la satisfacción y que las revoluciones políticas surgen no de la privación material, sino, al contrario, del progreso.
La pobreza es profundamente conservadora y abraza a las monarquías, y al orden de los ritos y los mitos.
En casi todos los países ahora existen encuestas que miden la felicidad, o la “satisfacción vivencial”, cuando se comparan ricos y pobres, y descubren que es poca o nula la relación entre riqueza y felicidad.
Por casualidad, uno de los expertos mundiales en el tema es una politóloga peruana, Carol Graham, quien acaba de publicar un cuarto libro sobre la materia.
Lo que Graham deja en claro es que si bien lo material a veces produce felicidad, muchas veces no lo hace.
En China, Chile y Corea del Sur, a pesar de su extraordinario éxito económico durante los últimos veinte años, las encuestas no registran ninguna mejora en su nivel de satisfacción personal.
Hace cincuenta años se publicó el estudio, “Carcas, la comunidad olvidada”. Ubicada en la Cordillera Blanca y escondida en una quebrada de tierra escasa e infértil, Carcas era conocida por su extrema pobreza y, paradójicamente, por su afición a las fiestas. Hoy, su situación es mejor, pero persiste en su pobreza y en sus fiestas costosas. Pero más allá de los valores humanos omitidos por la moderna y la burocrática contabilidad de las necesidades materiales, cabe recordar que la insatisfacción es inherentemente humana, es un motor del progreso y, en cierta forma, es la expresión máxima de la felicidad.
*Director Instituto del Perú, USMP
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RICHARD WEBB,
SECTOR SOCIAL
domingo, 14 de agosto de 2011
La Década de las Multilatinas
Por: Javier Santiso*
AMÉRICA ECONOMÍA
14-08-11
Hoy en día las 30 principales multilatinas brasileñas poseen cerca de US$ 90.000 millones de activos en el extranjero y emplean cerca de 200.000 personas en otros países. Esta internacionalización todavía está en una fase inicial: a finales de 2009 apenas nueve empresas cuenta activos internacionales superiores a US$ 1.000 millones y otras 10 empresas tienen activos internacionales superiores a US$ 100 millones. El total del stock de inversiones directas en el extranjero por parte de las multinacionales brasileñas rondaba los US$ 160.000 millones a finales de 2009, situando así al gigante brasileño como el séptimo mayor inversor en el extranjero por parte de las economías emergentes.
Las multilatinas mexicanas también han sido muy activas a lo largo de la década pasada. El stock de inversiones extranjeras de las 20 principales totaliza US$ 117.000 millones en activos internacionales y cerca de 230.000 empleados ubicados fuera de México. Las tres primeras, Cemex, América Móvil y Carso Global Telecom, controlan US$ 86.000 millones de estos activos, es decir, cerca de 73% del total. En 2009, a pesar del colapso económico, las inversiones en el extranjero no se interrumpieron. Esta resistencia se explica en gran parte debido a dos grupos (Bimbo y Grupo México) que representaron casi dos tercios de ese monto. En 2010, las inversiones volvieron a repuntar: sólo en América Latina las empresas mexicanas invirtieron más de US$ 42.200 millones. El principal destino ha sido Brasil (US$ 21.000 millones), seguido por Colombia (US$ 5.000 millones).
Las multilatinas chilenas han sido particularmente activas,. En 2010, la inversión chilena en el exterior superó US$ 5.000 millones, llevando el stock acumulado a más de US$ 50.000 millones de dólares. De hecho, el año 2010 vio el nacimiento de un gigante de la aviación mundial impulsada por la fusión de la chilena LAN con la brasileña TAM. Por su parte Sonda, la mayor compañía tecnológica de la región, ha adquirido sólo en 2010 tres empresas, dos de ellas en Brasil (Telsinc y Softeam) además de la firma mexicana NextiraOne México S.A.
A estos países se sumaron también Perú y Colombia. El Grupo Santo Domingo es hoy en día uno de los principales accionistas de SABMiller, una de las mayores cerveceras mundiales, de origen anglo-sudafricano. Desde Perú destacan los grupos Romero, Brescia y Añaños. Desde Colombia siguen esos pasos empresas como Cementos Argos, Nutresa (ex Grupo Nacional de Chocolates), Organización Terpel y Saludcoop. En 2010, las empresas colombianas totalizaron adquisiciones superiores a los US$ 3.000 millones de dólares, una cifra ciertamente inferior al récord del año 2005 (US$ 4.600 millones), pero significativa del proceso de internacionalización desempeñado por los grupos colombianos, liderados por el Banco de Bogotá (que realizó en 2010 la mayor compra jamás operada por una empresa colombiana en el exterior, concretamente en Centroamérica), Empresas Públicas de Medellín e ISA.
Las multinacionales de América Latina están de nuevo con apetito por expandirse fuera de sus fronteras. 2010 ha sido un año de auge sin precedentes. El fenómeno de las multilatinas se está acelerando y el potencial sigue siendo importante. Según el Boston Consulting Group (BCG), ya son 100 empresas de la región que tienen sede en ocho países latinoamericanos, operan a nivel internacional y acumulan ingresos de al menos 500 millones de dólares. Brasil totaliza 34 empresas en este grupo, por delante de México (28) y Chile (21). Les siguen luego, relativamente lejos, Argentina (7), Colombia (5) y Perú (3). Por ahora este grupo de multilatinas concentra su actividad internacional en el continente americano con 110 presencias internacionales en la región y 51 en Estados-Unidos. Pero se asoman ahora también otros continentes, en particular Europa (33 implantaciones) y Asia (28). Empiezan también a aparecer nuevos destinos como incluso el continente africano (12 implantaciones, la gran mayoría impulsadas por los grupos brasileños).
No será de sorprender, ante esta dinámica, que veamos pronto irrumpir con fuerza en Europa algunas de estas multinacionales latinas. Ello podría constituir una oportunidad en particular para España que podría transformarse en plataforma de entrada para Europa de algunas de estas multilatinas. Por ahora están aterrizando con matrices en Lisboa, Londres o París. ¿Por qué no imaginar, sin embargo, que, al igual que la mexicana Cemex o las brasileñas Alpargatas y Gerdau, en su día no ubiquen estas matrices ahora en Madrid, Barcelona o Bilbao?
*Profesor de economía en ESADE Business School.
AMÉRICA ECONOMÍA
14-08-11
Hoy en día las 30 principales multilatinas brasileñas poseen cerca de US$ 90.000 millones de activos en el extranjero y emplean cerca de 200.000 personas en otros países. Esta internacionalización todavía está en una fase inicial: a finales de 2009 apenas nueve empresas cuenta activos internacionales superiores a US$ 1.000 millones y otras 10 empresas tienen activos internacionales superiores a US$ 100 millones. El total del stock de inversiones directas en el extranjero por parte de las multinacionales brasileñas rondaba los US$ 160.000 millones a finales de 2009, situando así al gigante brasileño como el séptimo mayor inversor en el extranjero por parte de las economías emergentes.
Las multilatinas mexicanas también han sido muy activas a lo largo de la década pasada. El stock de inversiones extranjeras de las 20 principales totaliza US$ 117.000 millones en activos internacionales y cerca de 230.000 empleados ubicados fuera de México. Las tres primeras, Cemex, América Móvil y Carso Global Telecom, controlan US$ 86.000 millones de estos activos, es decir, cerca de 73% del total. En 2009, a pesar del colapso económico, las inversiones en el extranjero no se interrumpieron. Esta resistencia se explica en gran parte debido a dos grupos (Bimbo y Grupo México) que representaron casi dos tercios de ese monto. En 2010, las inversiones volvieron a repuntar: sólo en América Latina las empresas mexicanas invirtieron más de US$ 42.200 millones. El principal destino ha sido Brasil (US$ 21.000 millones), seguido por Colombia (US$ 5.000 millones).
Las multilatinas chilenas han sido particularmente activas,. En 2010, la inversión chilena en el exterior superó US$ 5.000 millones, llevando el stock acumulado a más de US$ 50.000 millones de dólares. De hecho, el año 2010 vio el nacimiento de un gigante de la aviación mundial impulsada por la fusión de la chilena LAN con la brasileña TAM. Por su parte Sonda, la mayor compañía tecnológica de la región, ha adquirido sólo en 2010 tres empresas, dos de ellas en Brasil (Telsinc y Softeam) además de la firma mexicana NextiraOne México S.A.
A estos países se sumaron también Perú y Colombia. El Grupo Santo Domingo es hoy en día uno de los principales accionistas de SABMiller, una de las mayores cerveceras mundiales, de origen anglo-sudafricano. Desde Perú destacan los grupos Romero, Brescia y Añaños. Desde Colombia siguen esos pasos empresas como Cementos Argos, Nutresa (ex Grupo Nacional de Chocolates), Organización Terpel y Saludcoop. En 2010, las empresas colombianas totalizaron adquisiciones superiores a los US$ 3.000 millones de dólares, una cifra ciertamente inferior al récord del año 2005 (US$ 4.600 millones), pero significativa del proceso de internacionalización desempeñado por los grupos colombianos, liderados por el Banco de Bogotá (que realizó en 2010 la mayor compra jamás operada por una empresa colombiana en el exterior, concretamente en Centroamérica), Empresas Públicas de Medellín e ISA.
Las multinacionales de América Latina están de nuevo con apetito por expandirse fuera de sus fronteras. 2010 ha sido un año de auge sin precedentes. El fenómeno de las multilatinas se está acelerando y el potencial sigue siendo importante. Según el Boston Consulting Group (BCG), ya son 100 empresas de la región que tienen sede en ocho países latinoamericanos, operan a nivel internacional y acumulan ingresos de al menos 500 millones de dólares. Brasil totaliza 34 empresas en este grupo, por delante de México (28) y Chile (21). Les siguen luego, relativamente lejos, Argentina (7), Colombia (5) y Perú (3). Por ahora este grupo de multilatinas concentra su actividad internacional en el continente americano con 110 presencias internacionales en la región y 51 en Estados-Unidos. Pero se asoman ahora también otros continentes, en particular Europa (33 implantaciones) y Asia (28). Empiezan también a aparecer nuevos destinos como incluso el continente africano (12 implantaciones, la gran mayoría impulsadas por los grupos brasileños).
No será de sorprender, ante esta dinámica, que veamos pronto irrumpir con fuerza en Europa algunas de estas multinacionales latinas. Ello podría constituir una oportunidad en particular para España que podría transformarse en plataforma de entrada para Europa de algunas de estas multilatinas. Por ahora están aterrizando con matrices en Lisboa, Londres o París. ¿Por qué no imaginar, sin embargo, que, al igual que la mexicana Cemex o las brasileñas Alpargatas y Gerdau, en su día no ubiquen estas matrices ahora en Madrid, Barcelona o Bilbao?
*Profesor de economía en ESADE Business School.
miércoles, 10 de agosto de 2011
"No todo lo que brilla..."
Por: Aldo Mariátegui
CORREO
10-08-11
Un amigo me hace estas reflexiones interesantes desde Estados Unidos: "Aldo: Muy buenos tus comentarios sobre Roncagliolo. Lo tienes fijado con hechos históricos frente a sus desatinados comentarios respaldando al impresentable de Rafael Correa. Personas con el pasado infame de éste no deberían ser ministros. Pero en el Perú se les premia y hasta elogia...
Con respecto al tema económico actual: el oro es una burbuja, no te deslumbres.
El oro debe subir cuando las monedas pierden valor, ergo inflación, y eso no está ocurriendo. Si hay otra recesión, habrá reducción de precios (deflación). Tiene más sentido que los inversionistas se refugien en los bonos del tesoro yanqui por el momento porque reditúan intereses.
El oro no reditúa intereses, sólo apreciación de capital mientras dure este pool de compras. Cuando se acabe la euforia, se desmoronará el precio.
Y ya no hay escasez de oferta mundial de oro, como antes.
El pronóstico de JP Morgan (oro a $2500) es la estrategia del viejo Joseph Kennedy: compras un título valor y/o commodity y comienzas a correr el rumor de que va a subir. Así formas pools de compra con los incautos para inflar artificialmente el valor. JP Morgan vende al alza y después el resto se queda colgado con el precio. Existen los vivos porque abundan los tontos... Como la que les hicieron allá algunas encuestadoras jugando con la Bolsa en la semana previa a la segunda vuelta. Fue escandaloso y no se sancionó cuando es facilísimo saber quién lo hizo. ¡Conasev es un chiste! ¿Por qué los congresistas no investigan eso? Reitero: el oro es una burbuja, porque si comienzan a subir los precios, la FED aún tiene amplio margen con las tasas de interés, ya sea para subirlas y/o para esterilizar mucha oferta monetaria que tuvo que inyectar al mercado en el 2008. Inclusive se habla de un 'Quantitative Easing 3', que sería la tercera etapa de emisión monetaria de la FED para sanear bancos (estadounidenses y europeos) e implementar más estímulo keynesiano.
De otro lado, los bancos alemanes están pegaditos con babas por haber comprado una cantidad importante de paquetes de hipotecas tóxicas (CDO). Los yanquis los estafaron de una manera increíble y la magnitud total de las pérdidas aún no ha terminado de revelarse. Si a eso le sumas el financiamiento de los déficits griego, español e italiano, entonces los bancos alemanes necesitan una inyección brutal de capital para patear a futuro (roll-over) los bonos soberanos de varios países europeos. Eso significa que las tasas de interés seguirán siendo bajas y el Banco Central Europeo también tendrá margen de maniobra para subir las tasas en el caso de que la inflación comience a aparecer por Europa. Lo que sí creo es que se viene otra recesión yanqui y el tradicional estímulo keynesiano ya no es la herramienta adecuada para combatirla. Ya se agotó cuando la tasa de interés está en cero y el déficit estadounidense supera el trillón. Lo que hay que hacer es lo de Clinton en el 90: implementar un plan de reducción de déficit que le devuelva la confianza a los agentes económicos y así éstos inviertan los excedentes generados en los últimos 3 años, donde han tenido una productividad y rentabilidad muy altas: las empresas gringas están nadando en caja.
Por eso el Premio Nobel Paul Krugman está muy equivocado cuando avala un estímulo keynesiano adicional. Cuando los agentes económicos perciban que el déficit estará bajo control –con el consecuente impacto en la inflación futura y la mayor disponibilidad de capital en el mercado-, comenzará a girar la rueda de inversión, empleo y consumo y se reactivará la economía.
Por eso Keynes, al que muchos leen muy mal, mencionó la existencia de los animal spirits como factores determinantes en la performance macroeconómica de los países. Los animal spirits son los factores sicológicos que se superponen a los factores racionales y matemáticos a la hora que los agentes toman decisiones económicas.
Hay un librazo muy interesante de Robert Schiller al respecto. Humala debería leerlo. Ese frenazo económico peruano es porque su elección, varios de sus nombramientos (¿qué hace la CGTP en el Ministerio de Trabajo?) y su infantil mención a la C-79 han absurdamente enfriado a los animals spirits locales".
CORREO
10-08-11
Un amigo me hace estas reflexiones interesantes desde Estados Unidos: "Aldo: Muy buenos tus comentarios sobre Roncagliolo. Lo tienes fijado con hechos históricos frente a sus desatinados comentarios respaldando al impresentable de Rafael Correa. Personas con el pasado infame de éste no deberían ser ministros. Pero en el Perú se les premia y hasta elogia...
Con respecto al tema económico actual: el oro es una burbuja, no te deslumbres.
El oro debe subir cuando las monedas pierden valor, ergo inflación, y eso no está ocurriendo. Si hay otra recesión, habrá reducción de precios (deflación). Tiene más sentido que los inversionistas se refugien en los bonos del tesoro yanqui por el momento porque reditúan intereses.
El oro no reditúa intereses, sólo apreciación de capital mientras dure este pool de compras. Cuando se acabe la euforia, se desmoronará el precio.
Y ya no hay escasez de oferta mundial de oro, como antes.
El pronóstico de JP Morgan (oro a $2500) es la estrategia del viejo Joseph Kennedy: compras un título valor y/o commodity y comienzas a correr el rumor de que va a subir. Así formas pools de compra con los incautos para inflar artificialmente el valor. JP Morgan vende al alza y después el resto se queda colgado con el precio. Existen los vivos porque abundan los tontos... Como la que les hicieron allá algunas encuestadoras jugando con la Bolsa en la semana previa a la segunda vuelta. Fue escandaloso y no se sancionó cuando es facilísimo saber quién lo hizo. ¡Conasev es un chiste! ¿Por qué los congresistas no investigan eso? Reitero: el oro es una burbuja, porque si comienzan a subir los precios, la FED aún tiene amplio margen con las tasas de interés, ya sea para subirlas y/o para esterilizar mucha oferta monetaria que tuvo que inyectar al mercado en el 2008. Inclusive se habla de un 'Quantitative Easing 3', que sería la tercera etapa de emisión monetaria de la FED para sanear bancos (estadounidenses y europeos) e implementar más estímulo keynesiano.
De otro lado, los bancos alemanes están pegaditos con babas por haber comprado una cantidad importante de paquetes de hipotecas tóxicas (CDO). Los yanquis los estafaron de una manera increíble y la magnitud total de las pérdidas aún no ha terminado de revelarse. Si a eso le sumas el financiamiento de los déficits griego, español e italiano, entonces los bancos alemanes necesitan una inyección brutal de capital para patear a futuro (roll-over) los bonos soberanos de varios países europeos. Eso significa que las tasas de interés seguirán siendo bajas y el Banco Central Europeo también tendrá margen de maniobra para subir las tasas en el caso de que la inflación comience a aparecer por Europa. Lo que sí creo es que se viene otra recesión yanqui y el tradicional estímulo keynesiano ya no es la herramienta adecuada para combatirla. Ya se agotó cuando la tasa de interés está en cero y el déficit estadounidense supera el trillón. Lo que hay que hacer es lo de Clinton en el 90: implementar un plan de reducción de déficit que le devuelva la confianza a los agentes económicos y así éstos inviertan los excedentes generados en los últimos 3 años, donde han tenido una productividad y rentabilidad muy altas: las empresas gringas están nadando en caja.
Por eso el Premio Nobel Paul Krugman está muy equivocado cuando avala un estímulo keynesiano adicional. Cuando los agentes económicos perciban que el déficit estará bajo control –con el consecuente impacto en la inflación futura y la mayor disponibilidad de capital en el mercado-, comenzará a girar la rueda de inversión, empleo y consumo y se reactivará la economía.
Por eso Keynes, al que muchos leen muy mal, mencionó la existencia de los animal spirits como factores determinantes en la performance macroeconómica de los países. Los animal spirits son los factores sicológicos que se superponen a los factores racionales y matemáticos a la hora que los agentes toman decisiones económicas.
Hay un librazo muy interesante de Robert Schiller al respecto. Humala debería leerlo. Ese frenazo económico peruano es porque su elección, varios de sus nombramientos (¿qué hace la CGTP en el Ministerio de Trabajo?) y su infantil mención a la C-79 han absurdamente enfriado a los animals spirits locales".
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ALDO MARIÁTEGUI,
FINANZAS
jueves, 28 de julio de 2011
Peruanicemos el Mundo
De cómo un peruano extremamente pobre puede en 20 años convertirse en un peruano extremamente feliz
Por: Gastón Acurio
EL COMERCIO
28-07-11
*¿Por qué, cuándo y cómo es que ocurrió que una nación inmensamente rica como la nuestra no pudo ser capaz de generar una sociedad inmensamente próspera como otras que si lo lograron con mucho menos recursos? Esa es la gran pregunta que ha venido sonando a lo largo de la última década, y a la que finalmente los peruanos ya le hemos encontrado respuesta.
Antes solíamos echarle la culpa al imperialismo yanqui, al capital extranjero, a las oligarquías, a las ideologías, a los bajos precios de nuestras materias primas; en definitiva, a todo un despiadado mundo que, hambriento de nuestras riquezas y aliado a un puñado de traidores, quería apropiarse de lo nuestro costara lo que costara.
Hoy esa etapa afortunadamente ha terminado. Hoy, los peruanos nos hemos mirado al espejo y hemos reconocido que los únicos culpables de que el Perú aún no sea una nación del Primer Mundo, somos los propios peruanos. Hoy finalmente aceptamos que como sociedad no hemos sabido unirnos y articularnos como un grupo que anteponga a sus legítimas aspiraciones personales, objetivos, sueños y tareas comunes y que es debido a esa falta de unión, en todos los estratos de la sociedad, que no hemos podido despegar hacia la prosperidad.
Hoy, finalmente todos: empresarios, políticos, intelectuales, militares, trabajadores, asumimos la responsabilidad de nuestro fracaso y, con ello a cuestas, miramos hacia el futuro con honor, humildad y compromiso, para trabajar unidos en ese gran objetivo común que no es otro que la grandeza del Perú.
Las tareas y batallas que deberemos enfrentar no serán ni pocas ni fáciles. Pero, desde el momento en que las asumimos como nuestras, aun cuando estas no nos toquen directamente, ya estamos enviando señales de que los peruanos finalmente hemos comprendido la lección y que ahora sí avanzamos unidos enfrentando batallas que solamente juntos podremos vencer.
De todas estas, la principal a vencer es la de erradicar la extrema pobreza en el más breve plazo. Porque ningún país en el mundo que sueñe con grandes logros puede a su vez cargar, por ejemplo, con la vergüenza de que sus niños mueran de desnutrición o frío si en este sobra el alimento y la energía, o si uno se precia, como en mi caso, de vivir en esta Lima capital gastronómica de América, que es, al mismo tiempo, la capital de la tuberculosis en América. Ambos son claros ejemplos de una extrema pobreza que no solo es inmoral y vergonzosa para cualquier sociedad, sino que además pone en una muy mala posición a todo lo que queramos proyectar o vender como nación al mundo. En otras palabras, mientras los peruanos, todos, no luchemos juntos para erradicar la extrema pobreza, el Perú no podrá ser un país que camine hacia el Primer Mundo.
¿Pero acaso será tarea fácil? ¿Acaso no suena quizás como algo hermoso pero utópico e inviable? Pues nuestra respuesta no puede ser más contundente. Claro que no. Es real, posible y fácilmente concretable en muy corto tiempo. Y para demostrarlo, permítanme explicarlo en tan solo uno de los territorios posibles. En aquel en donde la pobreza extrema esta más concentrada: en el mundo rural.
Y nos volvemos a hacer la pregunta: ¿será posible que nuestros campesinos del mundo rural andino y amazónico, hoy extremamente pobres, puedan en menos de 20 años convertirse en productores agrícolas extremamente felices? Aun cuando nuestra respuesta sea sí, es importante detenernos un poco para observar el mundo del que venimos, en el que estamos y al que nos dirigimos.
El mundo del que venimos era un mundo distante en kilómetros y emociones. Las fronteras no solo estaban divididas políticamente sino también cultural y emocionalmente. Las costumbres, los hábitos propios eran tomados como únicos, y lo foráneo y distinto era visto como feo, extraño o malo. No había Internet ni cable ni celulares ni nada de lo que hoy nos acerca. En ese sentido, el mundo era un sinfín de mercados diferentes a los que solo pocos podían penetrar y unificar. Era además un mundo despilfarrador, en donde el consumidor, poco informado, solo compraba estatus o placer sin importar de dónde venía cada producto o cómo era hecho. Solo le importaba tenerlo costara lo que costara. No había ni cambio climático ni escasez de agua ni conciencia social alguna. Solo se quería tener el diamante sin importar si detrás de él habían huellas de sangre, o el auto más veloz sin tener en cuenta cuánto consumía o contaminaba. Ese era el consumidor mundial. Ese era el mercado mundial.
El mundo en el que vivimos es afortunadamente distinto. Hoy, gracias a Internet y demás tecnologías, las distancias se han acortado geográfica y emocionalmente, y las fronteras han empezado a desaparecer en lo político y en lo práctico. Hoy, el mundo ya no es una suma de miles de mercados sino un solo mercado en donde, si bien se mantiene un amor por lo propio, por lo local, existe ya una conexión global que hace que aquello que antes era extraño, hoy sea común, y que lo que era feo o malo por ser diferente, hoy es atractivo y valioso precisamente por ser diferente. El consumidor mundial además ya no es un consumidor indiferente, frío y sediento de placer sin miramientos. El consumidor de hoy es alguien que le gusta saber qué consume, cuánto impacta su consumo en un mundo en donde el cambio climático ya está presente en sus vidas o en donde la escasez de recursos, como el agua o la energía, le suenan al oído. En general, estamos frente a un consumidor que a la hora de adquirir un producto se preocupa mucho por combinar placer, bienestar y satisfacción personal con sostenibilidad ambiental, compromiso social y salud personal.
Pues bien. Queda claro entonces que si nos toca ahora imaginar el mundo hacia donde vamos, con todo lo dicho, podremos deducir que este se encamina a la consolidación de los cambios que están sucediendo en los consumidores del mundo en el que estamos. Esto quiere decir que, cada vez más, el consumidor mundial buscará por un lado lo diferente, lo único, lo mágico y, por otro, buscará que lo que consuma le haga bien a su salud, le haga bien al medio ambiente y le ayude a vivir mejor a otras personas. Por ello, no es extraño que productos alimenticios, textiles, de belleza, de limpieza y demás, tengan cada vez más el etiquetado de reciclable, sostenible, ‘fair trade’, orgánico, ecológico, hecho a mano, artesanal y tantas otras marcas que no hacen sino explicar que el consumidor mundial tenderá a ser un consumidor mucho más informado, más respetuoso y más sensible y humano. Un consumidor que no renunciará a la calidad ni al placer nunca, solo que lo entenderá en otros términos. Es decir, no podrá entender el placer si es que este no viene acompañado de una ética que en realidad formará parte de una nueva estética mundial. Aquella en donde placer y responsabilidad, belleza y compromiso, lujo y justicia finalmente se dieron la mano para convivir en armonía.
Y así llegamos a donde viene la buena noticia. Esta demanda hoy especializada y pronto generalizada en donde reinan cualidades, calidades y valores agregados únicos y diferenciados, va a requerir de países que la satisfagan. Países que cuenten con las ventajas comparativas para lograrlo y que sean capaces de orientar sus políticas en función de dicho objetivo. Pues la buena noticia es que países que cuenten con estas oportunidades son muy pocos. Y, entre esos pocos, si hay un país en el mundo que tiene todo lo que hace falta para poder abastecer a ese futuro consumidor mundial, pues ese es el Perú.
Biodiversidad única, llena de miles de nuevos productos, diversidad cultural que le da valor agregado a los mismos, historia milenaria y misticismo que le añade magia y más valor aun a estos, inmensos retos sociales y ambientales detrás de ellos que hoy son para el consumidor un valor añadido a la hora de comprarlos. En fin, todo. Lo tenemos todo para poder conquistar el mundo con un arsenal de productos alimenticios, textiles, de limpieza y de cuidado y bienestar personal que representan a una gran marca ‘Made in Perú’ que llene todas las expectativas del consumidor que ya esta aquí y, sobre todo, del que viene; mientras que con ello vamos transformando las vidas de nuestros compatriotas, hoy extremamente pobres, como nuestros hermanos del mundo rural, en vidas de ciudadanos peruanos incluidos en el desarrollo y la prosperidad.
Y, entonces, qué es lo que debemos hacer para lograrlo.
Pues lo primero es tener claro y creer que esta es efectivamente una gran oportunidad y que sí es posible hacerla realidad. Creer que así como hace 500 años, desde el Perú, se inventó lo que es hoy más de la mitad de lo que consume el mundo en alimentos: papas, tomates, maíz, frejoles,etc. Hoy, 500 años después, en este mundo que vive ya un nuevo renacimiento espiritual, podremos hacer lo mismo y hacerlo consumir una vez más lo nuestro, pero en una suerte de segunda entrega de cientos o miles de nuevos alimentos, sabores, fibras, aromas, colores, sonidos, texturas, en definitiva nuevos productos terminados que desde el Perú respondan a las necesidades y anhelos del consumidor mundial.
Y de ahí a trabajar se ha dicho. A hacer todo lo que haga falta para que este objetivo se haga realidad. A diseñar políticas de Estado sostenidas y coherentes que busquen alcanzar ese objetivo de peruanizar dulcemente el mundo en el más breve plazo. Políticas que no solo nazcan del gobierno de turno sino de la sociedad en general: en las instituciones educativas, los centros de investigación, las asociaciones gremiales, sindicales y empresariales, las comunidades y cooperativas, todos trabajando en inventar ese nuevo futuro en donde lo nuestro finalmente adquiere un valor y un reconocimiento que contribuya al progreso definitivo de nuestra patria.
En el caso específico del mundo rural, afortunadamente ya sabemos cuáles son las tareas por delante. Solo falta ponerlas en práctica. Solo falta creer que la pequeña agricultura no es un problema sino una inmensa oportunidad para seguirle los pasos a nuestra muy exitosa agroindustria costeña.
Tenemos varios ejemplos concretos de éxito que nos indican cuál es el camino en el terreno agrícola. El caso del cacao y del café peruano son más que emblemáticos. Hoy, gracias al fortalecimiento de las cooperativas dotadas de la gerencia local que no tuvieron en épocas pasadas y que las llevó a la ruina, han podido conectarse de manera exitosa con los mercados mundiales, logrando en pocos años posicionar al café y al cacao peruano no solo entre los mejores del mundo, sino que además vienen logrando que su cotización internacional tenga valores agregados apoyados en la diferenciación y exclusividad de origen y calidad de los mismos. Es decir, han tomado claramente el camino correcto: valor agregado, aprovechando nuestras ventajas comparativas frente al mundo que viene. Y hoy, basta con darse una vuelta por Tocache o por Jaén para comprobar cuál es el ambiente que se vive y, sobre todo, cuál es el futuro que les espera. Porque en realidad en ambos casos ya no hay vuelta atrás. El café y el cacao peruano avanzan sólidos como una roca hacia la consolidación de convertirse en el mejor, más fino y más exclusivo café y cacao del mundo, y esto tan solo como el primer eslabón de lo que vendrá después, que es donde estará la riqueza definitiva: en la exportación de cafés envasados con marcas propias como hoy lo hace Italia con éxito; en la fabricación de chocolates peruanos con marcas hechas por peruanos para el mundo, como lo ha hecho Suiza desde siempre; e, incluso, en la exportación de máquinas de café expreso, de cafeterías y chocolaterías a la peruana y, en fin, de todo lo relacionado con el extremo más valioso de la cadena. Pero lo maravilloso es que todo esto es replicable en todas las cadenas productivas que tienen como punto de partida nuestra exclusiva biodiversidad. Desde nuestras papas nativas que pueden ser la codicia de los cocineros más afamados del mundo, que le compran directamente a pequeños productores locales a precios de oro, hasta nuestro maíz morado que podría convertirse un día en la nueva bebida hogareña mundial, dado su probado bienestar a la salud. Desde nuestros hilos de camélidos que como la marca peruana Kuna o la italiana Loro Piana, venden la más finas prendas de vicuña a precios de Giorgio Armani en las ciudades más importantes. Estas podrían generar muchas nuevas marcas con toda una moda muy a la peruana, incluso con algodones nativos de colores naturales aun por poner en valor. Y, por supuesto, los productos de belleza y bienestar del cuerpo que pueden, a través de marcas inteligentes de peruanos inteligentes y audaces, utilizar todos esos enigmáticos productos de nuestra Amazonía y Andes, para seducir al consumidor ávido de sentirse más reconciliado con la naturaleza y con ese mundo al que él, sin darse cuenta, maltrató.
Y así podríamos pasarnos toda una tarde mencionando ejemplo tras ejemplo, oportunidades tras oportunidades, que tiene nuestro Perú en ese mundo que viene.
Lo importante es comprender y tener claro que no depende de otros. Que la pelota está en nuestra cancha. Que depende únicamente de nosotros que lo logremos. ¡Qué maravilla! Sí. Únicamente de nosotros.
Entre las tareas está que capacitemos a nuestros campesinos y su cooperativas en gestión, gestión y más gestión, para que sus productos estén conectados con las necesidades en términos de estandarización, calidad y seriedad que demandan los mercados. Que dotemos de la infraestructura necesaria a nuestros pueblos para que sus productos lleguen con la velocidad, eficiencia y calidad que los compradores exigen. Que nuestros funcionarios e investigadores entreguen sus días a vivir obsesionados con cómo lograr cada vez mejores y nuevas tecnologías para lo nuestro, en cómo mercadearlo mejor, cómo añadirle mayor valor, en cómo generar denominaciones de origen más que territoriales como armas de competitividad, en cómo permitir el acceso a la marca orgánico de forma más democrática (hoy un campesino debe pagar cinco mil soles al año por la licencia), y en cómo trasladar dichos conocimientos y herramientas a aquellos que lo necesiten sin trabas ni argollas ni oscuros intereses, sino con verdadero y genuino amor a la patria.
Con empresarios, pequeños, medianos y grandes, comprometidos con buscar cadenas productivas justas, que dejen atrás la idea de que lo que era bueno para su empresa era bueno para el Perú para pasar a una era en donde se tenga muy claro que lo que es bueno primero para el Perú y los peruanos será bueno para nuestra empresa. En donde nos preocupemos como empresarios por el punto más débil de la cadena, el campo, el mar, el consumidor, para que todos se beneficien y todos sean felices con lo que hacemos. Con gremios que ya no luchen más por sus intereses sino que luchen, sobre todo, por intereses en apariencia ajenos a los propios pero conscientes de que beneficiando al resto, al final ellos terminaran beneficiándose. Con intelectuales que superando sus vanidades sepan escuchar la opinión contraria para enriquecer la propia y juntos ir armando ideologías consensuadas que busquen siempre el interés común antes que el brillo intelectual personal. Con trabajadores en el campo y la ciudad que recobrando la confianza en sus líderes, empresarios e intelectuales, se vuelquen con sacrificio a ese esfuerzo histórico sabiendo que ahora sí no hay duda que serán sus hijos los grandes beneficiados.
Sí. Sí es posible. Claro que es posible que en este mundo que se nos viene, el Perú pueda brillar. Con nuestro cacao y sus futuros chocolates, con nuestro café y sus futuras cafeterías, con nuestras fibras y algodones y nuestras futuras boutiques, con nuestras raíces y hierbas y nuestros futuros cosméticos de lujo. Claro que es posible que un peruano del mundo rural, hoy extremamente pobre, pueda en muy corto tiempo convertirse en un ciudadano peruano extremamente feliz.
Con esto, por supuesto, no queremos afirmar que este es el único camino para alcanzar la prosperidad del Perú, ya que es tan solo un brazo del mismo. Pero los objetivos, valores y retos que aquí planteamos son similares y coincidentes en todos los objetivos que nos debemos trazar de cara al futuro. En la educación de calidad que tanto anhelamos, en la inversión multiplicada en ciencia y tecnología, en el acercamiento del Estado al ciudadano, en la fe absoluta en la innovación, en el protagonismo cultural peruano en el mundo, en los triunfos deportivos y los íconos arquitectónicos que tanto nos llenan de orgullo, nos unen y nos proyectan hacia el futuro. En todo lo que emprendamos siempre deberá aparecer ese mismo objetivo, de buscar hacia dentro de nosotros mismos y de nuestras riquezas todo lo que queremos y deberemos proyectar y vender en el mundo, y así acabar para siempre con la historia de siempre. De ese mundo que nos compró lo elemental a precio elemental, para luego vendernos lo elaborado a precio sofisticado.
El mundo nos dice que sí es posible, el consumidor mundial nos pide a gritos que lo hagamos posible y ahora, con los peruanos unidos como nunca antes lo hemos estado en la convicción de que ha llegado la hora de la inclusión social, estamos listos para responderles que sí será posible, que nos estamos alistando. Que podemos cometer en el camino algún traspiés como el reciente asunto transgénico, pero que nada nos impedirá que en los próximos años finalmente lleguemos hacia donde el destino y la oportunidad histórica hoy nos llevan. Que ya estamos encaminados hacia esa dulce, justa y humana peruanizacion del mundo en la que nada nos hemos robado ni a nadie hemos hecho daño, sino, por el contrario, avanza haciendo al consumidor mundial más feliz, al mundo más hermoso y justo y al Perú, al fin, un país en donde sus riquezas estuvieron al alcance de todos y fueron disfrutadas por todos.
No nos queda otra alternativa. Como sociedad, como generación, como país que aspira a dejar una historia de fracaso para iniciar una historia de éxito, y porque es lo que moral e históricamente nos corresponde hacer, los peruanos, todos, tenemos que tener como principal objetivo de vida el de erradicar la pobreza extrema en los próximos diez años. Ese es nuestro deber. Y lo lograremos. ¡Que viva el Perú!
Por: Gastón Acurio
EL COMERCIO
28-07-11
*¿Por qué, cuándo y cómo es que ocurrió que una nación inmensamente rica como la nuestra no pudo ser capaz de generar una sociedad inmensamente próspera como otras que si lo lograron con mucho menos recursos? Esa es la gran pregunta que ha venido sonando a lo largo de la última década, y a la que finalmente los peruanos ya le hemos encontrado respuesta.
Antes solíamos echarle la culpa al imperialismo yanqui, al capital extranjero, a las oligarquías, a las ideologías, a los bajos precios de nuestras materias primas; en definitiva, a todo un despiadado mundo que, hambriento de nuestras riquezas y aliado a un puñado de traidores, quería apropiarse de lo nuestro costara lo que costara.
Hoy esa etapa afortunadamente ha terminado. Hoy, los peruanos nos hemos mirado al espejo y hemos reconocido que los únicos culpables de que el Perú aún no sea una nación del Primer Mundo, somos los propios peruanos. Hoy finalmente aceptamos que como sociedad no hemos sabido unirnos y articularnos como un grupo que anteponga a sus legítimas aspiraciones personales, objetivos, sueños y tareas comunes y que es debido a esa falta de unión, en todos los estratos de la sociedad, que no hemos podido despegar hacia la prosperidad.
Hoy, finalmente todos: empresarios, políticos, intelectuales, militares, trabajadores, asumimos la responsabilidad de nuestro fracaso y, con ello a cuestas, miramos hacia el futuro con honor, humildad y compromiso, para trabajar unidos en ese gran objetivo común que no es otro que la grandeza del Perú.
Las tareas y batallas que deberemos enfrentar no serán ni pocas ni fáciles. Pero, desde el momento en que las asumimos como nuestras, aun cuando estas no nos toquen directamente, ya estamos enviando señales de que los peruanos finalmente hemos comprendido la lección y que ahora sí avanzamos unidos enfrentando batallas que solamente juntos podremos vencer.
De todas estas, la principal a vencer es la de erradicar la extrema pobreza en el más breve plazo. Porque ningún país en el mundo que sueñe con grandes logros puede a su vez cargar, por ejemplo, con la vergüenza de que sus niños mueran de desnutrición o frío si en este sobra el alimento y la energía, o si uno se precia, como en mi caso, de vivir en esta Lima capital gastronómica de América, que es, al mismo tiempo, la capital de la tuberculosis en América. Ambos son claros ejemplos de una extrema pobreza que no solo es inmoral y vergonzosa para cualquier sociedad, sino que además pone en una muy mala posición a todo lo que queramos proyectar o vender como nación al mundo. En otras palabras, mientras los peruanos, todos, no luchemos juntos para erradicar la extrema pobreza, el Perú no podrá ser un país que camine hacia el Primer Mundo.
¿Pero acaso será tarea fácil? ¿Acaso no suena quizás como algo hermoso pero utópico e inviable? Pues nuestra respuesta no puede ser más contundente. Claro que no. Es real, posible y fácilmente concretable en muy corto tiempo. Y para demostrarlo, permítanme explicarlo en tan solo uno de los territorios posibles. En aquel en donde la pobreza extrema esta más concentrada: en el mundo rural.
Y nos volvemos a hacer la pregunta: ¿será posible que nuestros campesinos del mundo rural andino y amazónico, hoy extremamente pobres, puedan en menos de 20 años convertirse en productores agrícolas extremamente felices? Aun cuando nuestra respuesta sea sí, es importante detenernos un poco para observar el mundo del que venimos, en el que estamos y al que nos dirigimos.
El mundo del que venimos era un mundo distante en kilómetros y emociones. Las fronteras no solo estaban divididas políticamente sino también cultural y emocionalmente. Las costumbres, los hábitos propios eran tomados como únicos, y lo foráneo y distinto era visto como feo, extraño o malo. No había Internet ni cable ni celulares ni nada de lo que hoy nos acerca. En ese sentido, el mundo era un sinfín de mercados diferentes a los que solo pocos podían penetrar y unificar. Era además un mundo despilfarrador, en donde el consumidor, poco informado, solo compraba estatus o placer sin importar de dónde venía cada producto o cómo era hecho. Solo le importaba tenerlo costara lo que costara. No había ni cambio climático ni escasez de agua ni conciencia social alguna. Solo se quería tener el diamante sin importar si detrás de él habían huellas de sangre, o el auto más veloz sin tener en cuenta cuánto consumía o contaminaba. Ese era el consumidor mundial. Ese era el mercado mundial.
El mundo en el que vivimos es afortunadamente distinto. Hoy, gracias a Internet y demás tecnologías, las distancias se han acortado geográfica y emocionalmente, y las fronteras han empezado a desaparecer en lo político y en lo práctico. Hoy, el mundo ya no es una suma de miles de mercados sino un solo mercado en donde, si bien se mantiene un amor por lo propio, por lo local, existe ya una conexión global que hace que aquello que antes era extraño, hoy sea común, y que lo que era feo o malo por ser diferente, hoy es atractivo y valioso precisamente por ser diferente. El consumidor mundial además ya no es un consumidor indiferente, frío y sediento de placer sin miramientos. El consumidor de hoy es alguien que le gusta saber qué consume, cuánto impacta su consumo en un mundo en donde el cambio climático ya está presente en sus vidas o en donde la escasez de recursos, como el agua o la energía, le suenan al oído. En general, estamos frente a un consumidor que a la hora de adquirir un producto se preocupa mucho por combinar placer, bienestar y satisfacción personal con sostenibilidad ambiental, compromiso social y salud personal.
Pues bien. Queda claro entonces que si nos toca ahora imaginar el mundo hacia donde vamos, con todo lo dicho, podremos deducir que este se encamina a la consolidación de los cambios que están sucediendo en los consumidores del mundo en el que estamos. Esto quiere decir que, cada vez más, el consumidor mundial buscará por un lado lo diferente, lo único, lo mágico y, por otro, buscará que lo que consuma le haga bien a su salud, le haga bien al medio ambiente y le ayude a vivir mejor a otras personas. Por ello, no es extraño que productos alimenticios, textiles, de belleza, de limpieza y demás, tengan cada vez más el etiquetado de reciclable, sostenible, ‘fair trade’, orgánico, ecológico, hecho a mano, artesanal y tantas otras marcas que no hacen sino explicar que el consumidor mundial tenderá a ser un consumidor mucho más informado, más respetuoso y más sensible y humano. Un consumidor que no renunciará a la calidad ni al placer nunca, solo que lo entenderá en otros términos. Es decir, no podrá entender el placer si es que este no viene acompañado de una ética que en realidad formará parte de una nueva estética mundial. Aquella en donde placer y responsabilidad, belleza y compromiso, lujo y justicia finalmente se dieron la mano para convivir en armonía.
Y así llegamos a donde viene la buena noticia. Esta demanda hoy especializada y pronto generalizada en donde reinan cualidades, calidades y valores agregados únicos y diferenciados, va a requerir de países que la satisfagan. Países que cuenten con las ventajas comparativas para lograrlo y que sean capaces de orientar sus políticas en función de dicho objetivo. Pues la buena noticia es que países que cuenten con estas oportunidades son muy pocos. Y, entre esos pocos, si hay un país en el mundo que tiene todo lo que hace falta para poder abastecer a ese futuro consumidor mundial, pues ese es el Perú.
Biodiversidad única, llena de miles de nuevos productos, diversidad cultural que le da valor agregado a los mismos, historia milenaria y misticismo que le añade magia y más valor aun a estos, inmensos retos sociales y ambientales detrás de ellos que hoy son para el consumidor un valor añadido a la hora de comprarlos. En fin, todo. Lo tenemos todo para poder conquistar el mundo con un arsenal de productos alimenticios, textiles, de limpieza y de cuidado y bienestar personal que representan a una gran marca ‘Made in Perú’ que llene todas las expectativas del consumidor que ya esta aquí y, sobre todo, del que viene; mientras que con ello vamos transformando las vidas de nuestros compatriotas, hoy extremamente pobres, como nuestros hermanos del mundo rural, en vidas de ciudadanos peruanos incluidos en el desarrollo y la prosperidad.
Y, entonces, qué es lo que debemos hacer para lograrlo.
Pues lo primero es tener claro y creer que esta es efectivamente una gran oportunidad y que sí es posible hacerla realidad. Creer que así como hace 500 años, desde el Perú, se inventó lo que es hoy más de la mitad de lo que consume el mundo en alimentos: papas, tomates, maíz, frejoles,etc. Hoy, 500 años después, en este mundo que vive ya un nuevo renacimiento espiritual, podremos hacer lo mismo y hacerlo consumir una vez más lo nuestro, pero en una suerte de segunda entrega de cientos o miles de nuevos alimentos, sabores, fibras, aromas, colores, sonidos, texturas, en definitiva nuevos productos terminados que desde el Perú respondan a las necesidades y anhelos del consumidor mundial.
Y de ahí a trabajar se ha dicho. A hacer todo lo que haga falta para que este objetivo se haga realidad. A diseñar políticas de Estado sostenidas y coherentes que busquen alcanzar ese objetivo de peruanizar dulcemente el mundo en el más breve plazo. Políticas que no solo nazcan del gobierno de turno sino de la sociedad en general: en las instituciones educativas, los centros de investigación, las asociaciones gremiales, sindicales y empresariales, las comunidades y cooperativas, todos trabajando en inventar ese nuevo futuro en donde lo nuestro finalmente adquiere un valor y un reconocimiento que contribuya al progreso definitivo de nuestra patria.
En el caso específico del mundo rural, afortunadamente ya sabemos cuáles son las tareas por delante. Solo falta ponerlas en práctica. Solo falta creer que la pequeña agricultura no es un problema sino una inmensa oportunidad para seguirle los pasos a nuestra muy exitosa agroindustria costeña.
Tenemos varios ejemplos concretos de éxito que nos indican cuál es el camino en el terreno agrícola. El caso del cacao y del café peruano son más que emblemáticos. Hoy, gracias al fortalecimiento de las cooperativas dotadas de la gerencia local que no tuvieron en épocas pasadas y que las llevó a la ruina, han podido conectarse de manera exitosa con los mercados mundiales, logrando en pocos años posicionar al café y al cacao peruano no solo entre los mejores del mundo, sino que además vienen logrando que su cotización internacional tenga valores agregados apoyados en la diferenciación y exclusividad de origen y calidad de los mismos. Es decir, han tomado claramente el camino correcto: valor agregado, aprovechando nuestras ventajas comparativas frente al mundo que viene. Y hoy, basta con darse una vuelta por Tocache o por Jaén para comprobar cuál es el ambiente que se vive y, sobre todo, cuál es el futuro que les espera. Porque en realidad en ambos casos ya no hay vuelta atrás. El café y el cacao peruano avanzan sólidos como una roca hacia la consolidación de convertirse en el mejor, más fino y más exclusivo café y cacao del mundo, y esto tan solo como el primer eslabón de lo que vendrá después, que es donde estará la riqueza definitiva: en la exportación de cafés envasados con marcas propias como hoy lo hace Italia con éxito; en la fabricación de chocolates peruanos con marcas hechas por peruanos para el mundo, como lo ha hecho Suiza desde siempre; e, incluso, en la exportación de máquinas de café expreso, de cafeterías y chocolaterías a la peruana y, en fin, de todo lo relacionado con el extremo más valioso de la cadena. Pero lo maravilloso es que todo esto es replicable en todas las cadenas productivas que tienen como punto de partida nuestra exclusiva biodiversidad. Desde nuestras papas nativas que pueden ser la codicia de los cocineros más afamados del mundo, que le compran directamente a pequeños productores locales a precios de oro, hasta nuestro maíz morado que podría convertirse un día en la nueva bebida hogareña mundial, dado su probado bienestar a la salud. Desde nuestros hilos de camélidos que como la marca peruana Kuna o la italiana Loro Piana, venden la más finas prendas de vicuña a precios de Giorgio Armani en las ciudades más importantes. Estas podrían generar muchas nuevas marcas con toda una moda muy a la peruana, incluso con algodones nativos de colores naturales aun por poner en valor. Y, por supuesto, los productos de belleza y bienestar del cuerpo que pueden, a través de marcas inteligentes de peruanos inteligentes y audaces, utilizar todos esos enigmáticos productos de nuestra Amazonía y Andes, para seducir al consumidor ávido de sentirse más reconciliado con la naturaleza y con ese mundo al que él, sin darse cuenta, maltrató.
Y así podríamos pasarnos toda una tarde mencionando ejemplo tras ejemplo, oportunidades tras oportunidades, que tiene nuestro Perú en ese mundo que viene.
Lo importante es comprender y tener claro que no depende de otros. Que la pelota está en nuestra cancha. Que depende únicamente de nosotros que lo logremos. ¡Qué maravilla! Sí. Únicamente de nosotros.
Entre las tareas está que capacitemos a nuestros campesinos y su cooperativas en gestión, gestión y más gestión, para que sus productos estén conectados con las necesidades en términos de estandarización, calidad y seriedad que demandan los mercados. Que dotemos de la infraestructura necesaria a nuestros pueblos para que sus productos lleguen con la velocidad, eficiencia y calidad que los compradores exigen. Que nuestros funcionarios e investigadores entreguen sus días a vivir obsesionados con cómo lograr cada vez mejores y nuevas tecnologías para lo nuestro, en cómo mercadearlo mejor, cómo añadirle mayor valor, en cómo generar denominaciones de origen más que territoriales como armas de competitividad, en cómo permitir el acceso a la marca orgánico de forma más democrática (hoy un campesino debe pagar cinco mil soles al año por la licencia), y en cómo trasladar dichos conocimientos y herramientas a aquellos que lo necesiten sin trabas ni argollas ni oscuros intereses, sino con verdadero y genuino amor a la patria.
Con empresarios, pequeños, medianos y grandes, comprometidos con buscar cadenas productivas justas, que dejen atrás la idea de que lo que era bueno para su empresa era bueno para el Perú para pasar a una era en donde se tenga muy claro que lo que es bueno primero para el Perú y los peruanos será bueno para nuestra empresa. En donde nos preocupemos como empresarios por el punto más débil de la cadena, el campo, el mar, el consumidor, para que todos se beneficien y todos sean felices con lo que hacemos. Con gremios que ya no luchen más por sus intereses sino que luchen, sobre todo, por intereses en apariencia ajenos a los propios pero conscientes de que beneficiando al resto, al final ellos terminaran beneficiándose. Con intelectuales que superando sus vanidades sepan escuchar la opinión contraria para enriquecer la propia y juntos ir armando ideologías consensuadas que busquen siempre el interés común antes que el brillo intelectual personal. Con trabajadores en el campo y la ciudad que recobrando la confianza en sus líderes, empresarios e intelectuales, se vuelquen con sacrificio a ese esfuerzo histórico sabiendo que ahora sí no hay duda que serán sus hijos los grandes beneficiados.
Sí. Sí es posible. Claro que es posible que en este mundo que se nos viene, el Perú pueda brillar. Con nuestro cacao y sus futuros chocolates, con nuestro café y sus futuras cafeterías, con nuestras fibras y algodones y nuestras futuras boutiques, con nuestras raíces y hierbas y nuestros futuros cosméticos de lujo. Claro que es posible que un peruano del mundo rural, hoy extremamente pobre, pueda en muy corto tiempo convertirse en un ciudadano peruano extremamente feliz.
Con esto, por supuesto, no queremos afirmar que este es el único camino para alcanzar la prosperidad del Perú, ya que es tan solo un brazo del mismo. Pero los objetivos, valores y retos que aquí planteamos son similares y coincidentes en todos los objetivos que nos debemos trazar de cara al futuro. En la educación de calidad que tanto anhelamos, en la inversión multiplicada en ciencia y tecnología, en el acercamiento del Estado al ciudadano, en la fe absoluta en la innovación, en el protagonismo cultural peruano en el mundo, en los triunfos deportivos y los íconos arquitectónicos que tanto nos llenan de orgullo, nos unen y nos proyectan hacia el futuro. En todo lo que emprendamos siempre deberá aparecer ese mismo objetivo, de buscar hacia dentro de nosotros mismos y de nuestras riquezas todo lo que queremos y deberemos proyectar y vender en el mundo, y así acabar para siempre con la historia de siempre. De ese mundo que nos compró lo elemental a precio elemental, para luego vendernos lo elaborado a precio sofisticado.
El mundo nos dice que sí es posible, el consumidor mundial nos pide a gritos que lo hagamos posible y ahora, con los peruanos unidos como nunca antes lo hemos estado en la convicción de que ha llegado la hora de la inclusión social, estamos listos para responderles que sí será posible, que nos estamos alistando. Que podemos cometer en el camino algún traspiés como el reciente asunto transgénico, pero que nada nos impedirá que en los próximos años finalmente lleguemos hacia donde el destino y la oportunidad histórica hoy nos llevan. Que ya estamos encaminados hacia esa dulce, justa y humana peruanizacion del mundo en la que nada nos hemos robado ni a nadie hemos hecho daño, sino, por el contrario, avanza haciendo al consumidor mundial más feliz, al mundo más hermoso y justo y al Perú, al fin, un país en donde sus riquezas estuvieron al alcance de todos y fueron disfrutadas por todos.
No nos queda otra alternativa. Como sociedad, como generación, como país que aspira a dejar una historia de fracaso para iniciar una historia de éxito, y porque es lo que moral e históricamente nos corresponde hacer, los peruanos, todos, tenemos que tener como principal objetivo de vida el de erradicar la pobreza extrema en los próximos diez años. Ese es nuestro deber. Y lo lograremos. ¡Que viva el Perú!
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