Por: Jagdish Bhagwati*
EL COMERCIO
29-08-09
Cuando las crisis gemelas irrumpieron en Wall Street y Main Street, los populistas se apuraron en celebrar la desaparición del capitalismo. Pero ahora que la efervescencia se ha ido, nos hemos quedado con mitos rotos y atroces falacias que invitan al escrutinio. No puedo hacer nada mejor para ilustrar tal situación que citar a un prominente populista, un ícono para la masa anticapitalismo y antiglobalización. Me refiero a Joseph Stiglitz, quien ha sostenido que la actual crisis era para el capitalismo (y los mercados) el equivalente a la caída del Muro de Berlín, una analogía particularmente nefasta.
Cuando el Muro de Berlín cayó vimos la bancarrota intelectual de las políticas autoritarias del comunismo y de las economías extensivas, casi universales, de la propiedad de los medios de producción y de planeamiento centralizado. Eso, sin embargo, no ha sucedido en la reciente crisis, en la que hemos sido testigos de una pausa en la prosperidad, pero no de la devastación final del sistema. Porque hasta antes de la crisis habíamos disfrutado de casi dos décadas de prosperidad generadas por reformas liberales en países que comprenden casi la mitad de la población mundial (China e India) y que habían producido un impacto significativo en la reducción de la pobreza. Esa prosperidad (con breves interrupciones) la compartieron tanto países ricos, que aplicaron políticas liberales, como pobres, que regresaron a la democracia y la mantuvieron. Por ello, los esfuerzos teóricos por hacer que lo anómalo se vea como universal es un ejercicio polémico, que niega la historia.
Frente a esto, necesitamos juzgar al capitalismo en función de su utilidad para los pobres. Porque, está demostrado, las economías de crecimiento lento o estancado no pueden rescatarlos de esa situación sostenidamente. China e India inicialmente fracasaron por la aplicación de malas políticas. Luego de las reformas liberales, en cambio, registraron un crecimiento acelerado, que las llevó a que casi 500 millones de personas estuvieran por encima de la línea de pobreza en los últimos 20 años. Esto nos hace afirmar que, sin importar cuán severa haya sido la crisis, no puede usarse para negar esta verdad elemental.
Pero ¿ha sido el destino de los pobres en los países ricos menos reconfortante? Los sindicatos en EE.UU. están convencidos de que el comercio con los países pobres ha producido indigentes en sus países al deprimir los salarios reales. Pero esta calamitosa conclusión no tiene análisis empíricos que la sustenten. Sin embargo, mi análisis, que data de al menos una década, prueba lo contrario. Lo mismo va para el efecto de la emigración de mano de obra (mayormente ilegal) y los salarios de los trabajadores no calificados: es benigno, no maligno. Por ello, tenemos razón en defender lo que las políticas liberales y las reformas han logrado.
* Economista, Catedrático de Economía y Leyes de la Universidad de Columbia
sábado, 29 de agosto de 2009
Recuperando su Propio País
Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
29-08-09
En los últimos años se han producido avances sociales muy importantes de los que ni el Gobierno parece consciente. Revisando los datos de la Encuesta Nacional de Hogares del INEI, se observa que se está produciendo un salto estructural en los niveles de inclusión social en los servicios de salud y educación. En efecto, la tasa de asistencia a educación inicial de niños de 3 a 5 años de edad a ha pasado de un 47% en el 2000 a 64% en el 2008, y lo mismo está ocurriendo en el porcentaje de adolescentes que va a secundaria, que en el área rural ha pasado de un 43% en el 2000 a un 63% en el 2008. Esto debería ser acompañado por un incremento simultáneo en la calidad de la enseñanza, y en ese sentido hay que saludar que se haya convocado a un nuevo concurso en octubre para el ingreso a la carrera pública magisterial.
En el ámbito de la salud los progresos de la inclusión son aun mayores: el porcentaje de personas en el área rural afiliado a algún tipo de seguro (al Seguro Integral de Salud —SIS— principalmente), ha pasado del 30% en el 2004 al 61% en el 2008. Es decir, se ha duplicado en solo cinco años. El gran salto se dio el 2008, en que pasó de 39% a 61%. Haría falta constatar el nivel de esta atención, pero la reciente ley de aseguramiento universal debe llevar en unos pocos años a un plan bastante más completo y a toda la población de menores recursos. Está comenzando este año con una atención a todo el universo pobre en Huancavelica, Apurímac, Ayacucho, el VRAE y algunos distritos pobres más. Veremos.
Si a esto se suman los avances en electrificación rural y el ingreso creciente de celulares al campo —ya hay casi 23 millones de líneas vendidas en el Perú—, no cabe duda de que estamos ad portas de un vuelco estructural en las condiciones de incorporación del agro rural andino a la economía nacional. Es el momento, entonces, de entrar masivamente con tecnologías de riego, producción y vivienda que incrementen sustancialmente la productividad campesina. Están dadas las condiciones. El recientemente publicado reglamento que hace posible a las regiones y gobiernos locales destinar el 10% de sus presupuestos de inversión a esta clase de proyectos, es un instrumento cuya utilización debería ser alentada desde todos los frentes.
Y si a esto se sumara la formalización de las mypes en virtud de la campaña ya iniciada de aplicación de la respectiva ley, pues no cabe duda de que en pocos años los sectores populares del Perú habrán recuperado su propio país.
EL COMERCIO
29-08-09
En los últimos años se han producido avances sociales muy importantes de los que ni el Gobierno parece consciente. Revisando los datos de la Encuesta Nacional de Hogares del INEI, se observa que se está produciendo un salto estructural en los niveles de inclusión social en los servicios de salud y educación. En efecto, la tasa de asistencia a educación inicial de niños de 3 a 5 años de edad a ha pasado de un 47% en el 2000 a 64% en el 2008, y lo mismo está ocurriendo en el porcentaje de adolescentes que va a secundaria, que en el área rural ha pasado de un 43% en el 2000 a un 63% en el 2008. Esto debería ser acompañado por un incremento simultáneo en la calidad de la enseñanza, y en ese sentido hay que saludar que se haya convocado a un nuevo concurso en octubre para el ingreso a la carrera pública magisterial.
En el ámbito de la salud los progresos de la inclusión son aun mayores: el porcentaje de personas en el área rural afiliado a algún tipo de seguro (al Seguro Integral de Salud —SIS— principalmente), ha pasado del 30% en el 2004 al 61% en el 2008. Es decir, se ha duplicado en solo cinco años. El gran salto se dio el 2008, en que pasó de 39% a 61%. Haría falta constatar el nivel de esta atención, pero la reciente ley de aseguramiento universal debe llevar en unos pocos años a un plan bastante más completo y a toda la población de menores recursos. Está comenzando este año con una atención a todo el universo pobre en Huancavelica, Apurímac, Ayacucho, el VRAE y algunos distritos pobres más. Veremos.
Si a esto se suman los avances en electrificación rural y el ingreso creciente de celulares al campo —ya hay casi 23 millones de líneas vendidas en el Perú—, no cabe duda de que estamos ad portas de un vuelco estructural en las condiciones de incorporación del agro rural andino a la economía nacional. Es el momento, entonces, de entrar masivamente con tecnologías de riego, producción y vivienda que incrementen sustancialmente la productividad campesina. Están dadas las condiciones. El recientemente publicado reglamento que hace posible a las regiones y gobiernos locales destinar el 10% de sus presupuestos de inversión a esta clase de proyectos, es un instrumento cuya utilización debería ser alentada desde todos los frentes.
Y si a esto se sumara la formalización de las mypes en virtud de la campaña ya iniciada de aplicación de la respectiva ley, pues no cabe duda de que en pocos años los sectores populares del Perú habrán recuperado su propio país.
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JAIME DE ALTHAUS,
PERU,
SECTOR SOCIAL
El Nuevo Desarrollo Latinoamericano
Por: Óscar Ugarteche*
EL COMERCIO
28-08-09
A inicios de la década del 80, con la llegada de la crisis de la deuda, el pensamiento de Friedrich von Hayek y los economistas de la Sociedad de Monte Pelerin, muchos de ellos concentrados en Gran Bretaña y otros en Chicago, tomó energía luego del llamado milagro chileno.
Muchos de ellos, alemanes o austríacos de principios de siglo, estaban marcados por la presencia del Estado nazi, primero, y del soviético, luego, y pusieron en el centro de su visión de la economía a la libertad económica, entendida como una economía descentralizada, sin presencia del Estado. Los economistas de Monte Pelerin sustituyeron a los keynesianos y a los estructuralistas latinoamericanos (padres y madres de la sustitución de importaciones) cuando comenzó la llamada crisis de la deuda en casi toda Latinoamérica (1982), menos en Argentina, Brasil y el Perú.
Contrapuestos a una visión de desarrollo estructuralista, donde el Estado asume la responsabilidad de los cambios de la estructura productiva y social, los economistas de Monte Pelerin piensan que la suma de los individuos crea, mueve y cambia las estructuras productivas si se permite su libre actuación. En el Perú, Pedro Pablo Kuczynski, Hernando de Soto, Carlos Boloña y Fernando Villarán son las mejores expresiones de esta escuela en sus distintos matices y trabajos. En términos políticos, en el Perú está el Movimiento Libertad, creado en 1987 por Mario Vargas Llosa y De Soto, entre otros. Con excepciones, las universidades peruanas de primera línea enseñan esto en la carrera de Economía.
Fue en América Latina, en la década del 80, cuando y donde ambas escuelas se vieron enfrentadas, más que en Asia, donde el Estado continuó con su papel promotor de los cambios de la base productiva. La virulencia de las reformas económicas en el Perú y Argentina, posiblemente, tiene que ver con la tardanza comparativa con la que los economistas de Monte Pelerin llegaron al poder, en 1990, y la alta inflación reinante en ambos países.
El momento del enfrentamiento fue a inicios de los años 80, cuando se responsabilizó a la política de desarrollo vigente del problema del endeudamiento externo, —en particular de los últimos cuatro años de la década del 70— pasando por alto la brusca alza de las tasas de interés entre 1979 y 1981 y la severa caída de los precios de las materias primas entre 1976 y 1981.
Coincide también con la publicación de “Crítica de la teoría del desarrollo”, de P.T. Bauer (1981), quien afirma que la teoría económica es una sola y que no hay tres teorías para tres mundos, y que los problemas del subdesarrollo se deben a la ineficiencia y las distorsiones creadas por la presencia del sector público en la economía.
En marzo de 1982, John Williamson reunió en Washington a un grupo de economistas para una conferencia cuyo resultado es la madre de las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
* Economista, Investigador Titular del Instituto de Investigaciones económicas de la UNAM
EL COMERCIO
28-08-09
A inicios de la década del 80, con la llegada de la crisis de la deuda, el pensamiento de Friedrich von Hayek y los economistas de la Sociedad de Monte Pelerin, muchos de ellos concentrados en Gran Bretaña y otros en Chicago, tomó energía luego del llamado milagro chileno.
Muchos de ellos, alemanes o austríacos de principios de siglo, estaban marcados por la presencia del Estado nazi, primero, y del soviético, luego, y pusieron en el centro de su visión de la economía a la libertad económica, entendida como una economía descentralizada, sin presencia del Estado. Los economistas de Monte Pelerin sustituyeron a los keynesianos y a los estructuralistas latinoamericanos (padres y madres de la sustitución de importaciones) cuando comenzó la llamada crisis de la deuda en casi toda Latinoamérica (1982), menos en Argentina, Brasil y el Perú.
Contrapuestos a una visión de desarrollo estructuralista, donde el Estado asume la responsabilidad de los cambios de la estructura productiva y social, los economistas de Monte Pelerin piensan que la suma de los individuos crea, mueve y cambia las estructuras productivas si se permite su libre actuación. En el Perú, Pedro Pablo Kuczynski, Hernando de Soto, Carlos Boloña y Fernando Villarán son las mejores expresiones de esta escuela en sus distintos matices y trabajos. En términos políticos, en el Perú está el Movimiento Libertad, creado en 1987 por Mario Vargas Llosa y De Soto, entre otros. Con excepciones, las universidades peruanas de primera línea enseñan esto en la carrera de Economía.
Fue en América Latina, en la década del 80, cuando y donde ambas escuelas se vieron enfrentadas, más que en Asia, donde el Estado continuó con su papel promotor de los cambios de la base productiva. La virulencia de las reformas económicas en el Perú y Argentina, posiblemente, tiene que ver con la tardanza comparativa con la que los economistas de Monte Pelerin llegaron al poder, en 1990, y la alta inflación reinante en ambos países.
El momento del enfrentamiento fue a inicios de los años 80, cuando se responsabilizó a la política de desarrollo vigente del problema del endeudamiento externo, —en particular de los últimos cuatro años de la década del 70— pasando por alto la brusca alza de las tasas de interés entre 1979 y 1981 y la severa caída de los precios de las materias primas entre 1976 y 1981.
Coincide también con la publicación de “Crítica de la teoría del desarrollo”, de P.T. Bauer (1981), quien afirma que la teoría económica es una sola y que no hay tres teorías para tres mundos, y que los problemas del subdesarrollo se deben a la ineficiencia y las distorsiones creadas por la presencia del sector público en la economía.
En marzo de 1982, John Williamson reunió en Washington a un grupo de economistas para una conferencia cuyo resultado es la madre de las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
* Economista, Investigador Titular del Instituto de Investigaciones económicas de la UNAM
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OSCAR UGARTECHE,
TEORIA ECONOMICA
miércoles, 26 de agosto de 2009
¿Sudamérica entre dos Modelos?
Por: Humberto Campodónico
LA REPUBLICA
26-08-09
Ese es el dilema que, según El Comercio de ayer, atraviesa a los países de la Región a propósito de las declaraciones de Alan García sobre las relaciones con Chile y Bolivia. De un lado tendríamos el llamado “socialismo del siglo XXI que tiene un proyecto expansionista” donde se encuentran Venezuela, Bolivia y Ecuador y, de otro, “un sistema democrático, moderno y de libre mercado” donde están Colombia y Perú.
¿Y qué pasa con Brasil, Argentina, Chile y Uruguay? Pues están en la categoría de “países socialistas que no han tomado posición alguna” (El Comercio, 25/9/09, p. a3). De solo leerlo ya sabemos que esto es un disparate. Cierto. Pero tiene un objetivo claro: utilizar el sentimiento nacionalista de defensa del territorio para identificar “patria” con el modelo económico. Si queremos al Perú (que García y su discurso encarnan) tenemos que mantener intactas las políticas económicas. Si no, somos “tontos útiles chavistas”.
En el terreno económico el disparate no resiste el menor análisis. Colombia es un país con políticas de libre mercado que, sin embargo, tiene un Departamento Nacional de Planeación (DNP) que diseña y controla las políticas de desarrollo económico, social y ambiental de largo plazo, en coordinación con los ministerios y los entes territoriales. Similares organismos existen en los “socialistas” Brasil, Argentina y Chile. En el Perú, el CEPLAN es ninguneado y no existe visión de largo plazo que ordene los objetivos económicos y sociales.
Colombia tiene un plan energético de largo plazo, donde juegan un rol clave las estatales ECOPETROL (hidrocarburos) e ISA (electricidad). Ambas están en el Perú (ISA compró en el 2002 las torres eléctricas) y Ecopetrol acaba de comprar Petro Tech, (la de los “petroaudios”). En Brasil el Estado tiene mayoría accionaria en Petrobrás que aquí explota petróleo en Talara y tiene el Lote 58 (al lado de Camisea).
El “socialista” Chile tiene a la estatal CODELCO, la mina de cobre más grande del mundo, que del 2004 al 2008 les dio a sus FFAA US$ 4,038 millones por la Ley Reservada (Ley 13.196). La estatal ENAP es dueña de las dos únicas refinerías y en el Perú tiene el 50% de los grifos Primax (el otro 50% es del Grupo Romero). ¿Y Petroperú y Electroperú? Muy mal, gracias.
En Colombia, la Comisión de Concertación Salarial fija el salario mínimo anualmente, teniendo en cuenta la inflación y la productividad. Lo mismo sucede en Chile, Brasil y Argentina, pero no en el Perú, donde no se toman en cuenta los acuerdos del Consejo Nacional de Trabajo.
En esos países las autoridades enfatizan que el poder adquisitivo de los asalariados gana terreno cada año, mientras que aquí se ningunea al Consejo Nacional del Trabajo, los salarios mínimos están a la merced del MEF (o sea, en nada) y la participación de los salarios en el PBI desciende todos los años (pero las utilidades sí aumentan).
En Colombia, Chile y Brasil existe un verdadero servicio civil, producto de una reforma del Estado, que establece los ascensos por méritos y homologa los sueldos de los empleados públicos. En el Perú no hay nada de eso, apenas 32 “nuevos” gerentes y, ahora, los Núcleos Ejecutores.
Y así podríamos seguir con el disparate de los “dos modelos”. Lo que sucede es que aquí se quiere seguir con el obsoleto liberalismo a ultranza (que no existe en Colombia, Chile y Brasil, si bien tienen diferencias) para garantizar el modelo primario exportador, evitando redefinir los roles del Estado para poner al medio el péndulo económico y seguir protegiendo los intereses de unos cuantos. Se quiere agudizar la polarización de cara a las elecciones del 2011 usando ahora la “defensa de la patria” como pretexto para no cambiar nada del modelo económico. Para que todo siga igual.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
LA REPUBLICA
26-08-09
Ese es el dilema que, según El Comercio de ayer, atraviesa a los países de la Región a propósito de las declaraciones de Alan García sobre las relaciones con Chile y Bolivia. De un lado tendríamos el llamado “socialismo del siglo XXI que tiene un proyecto expansionista” donde se encuentran Venezuela, Bolivia y Ecuador y, de otro, “un sistema democrático, moderno y de libre mercado” donde están Colombia y Perú.
¿Y qué pasa con Brasil, Argentina, Chile y Uruguay? Pues están en la categoría de “países socialistas que no han tomado posición alguna” (El Comercio, 25/9/09, p. a3). De solo leerlo ya sabemos que esto es un disparate. Cierto. Pero tiene un objetivo claro: utilizar el sentimiento nacionalista de defensa del territorio para identificar “patria” con el modelo económico. Si queremos al Perú (que García y su discurso encarnan) tenemos que mantener intactas las políticas económicas. Si no, somos “tontos útiles chavistas”.
En el terreno económico el disparate no resiste el menor análisis. Colombia es un país con políticas de libre mercado que, sin embargo, tiene un Departamento Nacional de Planeación (DNP) que diseña y controla las políticas de desarrollo económico, social y ambiental de largo plazo, en coordinación con los ministerios y los entes territoriales. Similares organismos existen en los “socialistas” Brasil, Argentina y Chile. En el Perú, el CEPLAN es ninguneado y no existe visión de largo plazo que ordene los objetivos económicos y sociales.
Colombia tiene un plan energético de largo plazo, donde juegan un rol clave las estatales ECOPETROL (hidrocarburos) e ISA (electricidad). Ambas están en el Perú (ISA compró en el 2002 las torres eléctricas) y Ecopetrol acaba de comprar Petro Tech, (la de los “petroaudios”). En Brasil el Estado tiene mayoría accionaria en Petrobrás que aquí explota petróleo en Talara y tiene el Lote 58 (al lado de Camisea).
El “socialista” Chile tiene a la estatal CODELCO, la mina de cobre más grande del mundo, que del 2004 al 2008 les dio a sus FFAA US$ 4,038 millones por la Ley Reservada (Ley 13.196). La estatal ENAP es dueña de las dos únicas refinerías y en el Perú tiene el 50% de los grifos Primax (el otro 50% es del Grupo Romero). ¿Y Petroperú y Electroperú? Muy mal, gracias.
En Colombia, la Comisión de Concertación Salarial fija el salario mínimo anualmente, teniendo en cuenta la inflación y la productividad. Lo mismo sucede en Chile, Brasil y Argentina, pero no en el Perú, donde no se toman en cuenta los acuerdos del Consejo Nacional de Trabajo.
En esos países las autoridades enfatizan que el poder adquisitivo de los asalariados gana terreno cada año, mientras que aquí se ningunea al Consejo Nacional del Trabajo, los salarios mínimos están a la merced del MEF (o sea, en nada) y la participación de los salarios en el PBI desciende todos los años (pero las utilidades sí aumentan).
En Colombia, Chile y Brasil existe un verdadero servicio civil, producto de una reforma del Estado, que establece los ascensos por méritos y homologa los sueldos de los empleados públicos. En el Perú no hay nada de eso, apenas 32 “nuevos” gerentes y, ahora, los Núcleos Ejecutores.
Y así podríamos seguir con el disparate de los “dos modelos”. Lo que sucede es que aquí se quiere seguir con el obsoleto liberalismo a ultranza (que no existe en Colombia, Chile y Brasil, si bien tienen diferencias) para garantizar el modelo primario exportador, evitando redefinir los roles del Estado para poner al medio el péndulo económico y seguir protegiendo los intereses de unos cuantos. Se quiere agudizar la polarización de cara a las elecciones del 2011 usando ahora la “defensa de la patria” como pretexto para no cambiar nada del modelo económico. Para que todo siga igual.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
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AMERICA LATINA,
HUMBERTO CAMPODONICO
domingo, 16 de agosto de 2009
Las Proyecciones que No se Cumplieron
Desde el fin del capitalismo a la teoría del desacople:
EL MERCURIO
Mientras algunos veían el final del sistema económico imperante, otros se quedaron cortos cuando aseguraron que la crisis iba a permanecer circunscrita al mercado subprime .
Bernardita Serrano Bascuñán
¿El fin del capitalismo?
Aunque fueron unos pocos los que frente a la debacle en la que se sumía Wall Street presagiaron el fin del capitalismo, los meses han pasado y nada de eso se ha visto, y según expertos en economía internacional tampoco sucederá. Es más, para Francisco Garcés, director del centro de economía internacional de Libertad y Desarrollo, esas fueron ideas de gente ideologizada. "Las crisis son inevitables. Algunos creen que se pueden evitar con regulaciones, pero no hay tal. El capitalismo es un sistema de gran energía y fuerza que permite un crecimiento rápido, pero de repente vienen las crisis, que son imprevistas", asegura.
Una crisis circunscrita al mercado subprime
Cuando hace dos años estallaba la burbuja inmobiliaria de las hipotecas subprime en EE.UU., la idea de que la crisis estaba circunscrita a este segmento hacía que las autoridades del mundo estuvieran tranquilas. Pero la calma terminó a los pocos meses. "De lo subprime se pasó a la prime , del mercado inmobiliario se pasó al mercado financiero, y de ahí se fue a la economía como un todo. Algunos decían que era una crisis acotada, pero eso no fue así. Eso quedó en el área de los wishful thinking's ", explica el economista Felipe Larraín.
Y Manuel Agosín, director del departamento de Economía de la U. de Chile, concuerda con el diagnóstico. "Esto dejó de ser una crisis subprime hace mucho rato. Se pensaba que las pérdidas iban a ser de US$ 200 millones, y ahora estamos en los billones de dólares", comenta.
Se creará una regulación mucho más estricta
Cuando hubo que buscar culpables de lo que estaba sucediendo, desde todos los sectores y rincones del mundo desarrollado los ojos se centraron en la regulación existente. Mucho se ha discutido sobre el tema, y aunque hay consenso de que es necesario hacer cambios, no es mucho lo que se ha avanzado. "No ha pasado nada, y los reguladores en EE.UU. están frente al proyecto de regulación que mandó Obama. Están frente a una especie de Torre de Babel. No están de acuerdo unos con otros. Va a salir un proyecto, pero va a ser muy imperfecto porque va a tener compromisos de los reguladores, con los académicos y con los políticos", explica Garcés.
Eso sí, según Felipe Larraín, de esta discusión no va a surgir un sistema "ultra regulado" como algunos lo han presagiado, pero asegura que habrá que esperar para ver qué pasa con los acuerdos.
La teoría del desacople
"Se decía que el mundo en desarrollo y China se iban a desacoplar del mundo desarrollado. Eso no se cumplió. Muchos países en desarrollo sufrieron crisis fuertes, incluyendo el nuestro", asegura Agosín.
Aunque The Economist sostiene que la teoría del "desacople" aún está vigente, cuando la economía mundial comenzó a contraerse pocos se hicieron eco de esta línea.
El tiempo terminó por llevar incluso a China a la baja, y a partir de octubre del año pasado los mercados accionarios y monedas de países emergentes terminaron depreciándose aun más que las de los países desarrollados.
Chile: ¿blindado y capaz de salir de la crisis antes que el resto?
La idea de que la economía chilena estaba "blindada y protegida" de una crisis que se expandía por el mundo entero se instaló rápidamente en la discusión. Pero el discurso de que las cosas estaban tan bien comenzó a cambiar porque el crecimiento se frenaba, las tasas de desempleo llegaban a los dos dígitos y otras cifras daban muestras de que nuestra economía entraba en recesión. "Las autoridades se entusiasmaron un poco. No estábamos blindados frente a un shock externo", agrega Larraín.
Sin embargo, Manuel Agosín asegura que Chile estaba protegido porque podía hacer políticas contracíclicas. "Pero la confianza del empresariado y de los hogares empeoró mucho. Los empresarios dejaron de invertir, los bancos dejaron de prestar", asegura.
Por otra parte, desde hace algunos meses hay quienes aseguran que nuestro país saldría antes de esta crisis. "Se dijo que Chile iba a salir antes que los socios comerciales. Eso no se cumplió, porque hay países que ya salieron en el segundo trimestre. Ahí están algunos países asiáticos, Brasil y Perú", asegura Felipe Larraín.
EL MERCURIO
Mientras algunos veían el final del sistema económico imperante, otros se quedaron cortos cuando aseguraron que la crisis iba a permanecer circunscrita al mercado subprime .
Bernardita Serrano Bascuñán
¿El fin del capitalismo?
Aunque fueron unos pocos los que frente a la debacle en la que se sumía Wall Street presagiaron el fin del capitalismo, los meses han pasado y nada de eso se ha visto, y según expertos en economía internacional tampoco sucederá. Es más, para Francisco Garcés, director del centro de economía internacional de Libertad y Desarrollo, esas fueron ideas de gente ideologizada. "Las crisis son inevitables. Algunos creen que se pueden evitar con regulaciones, pero no hay tal. El capitalismo es un sistema de gran energía y fuerza que permite un crecimiento rápido, pero de repente vienen las crisis, que son imprevistas", asegura.
Una crisis circunscrita al mercado subprime
Cuando hace dos años estallaba la burbuja inmobiliaria de las hipotecas subprime en EE.UU., la idea de que la crisis estaba circunscrita a este segmento hacía que las autoridades del mundo estuvieran tranquilas. Pero la calma terminó a los pocos meses. "De lo subprime se pasó a la prime , del mercado inmobiliario se pasó al mercado financiero, y de ahí se fue a la economía como un todo. Algunos decían que era una crisis acotada, pero eso no fue así. Eso quedó en el área de los wishful thinking's ", explica el economista Felipe Larraín.
Y Manuel Agosín, director del departamento de Economía de la U. de Chile, concuerda con el diagnóstico. "Esto dejó de ser una crisis subprime hace mucho rato. Se pensaba que las pérdidas iban a ser de US$ 200 millones, y ahora estamos en los billones de dólares", comenta.
Se creará una regulación mucho más estricta
Cuando hubo que buscar culpables de lo que estaba sucediendo, desde todos los sectores y rincones del mundo desarrollado los ojos se centraron en la regulación existente. Mucho se ha discutido sobre el tema, y aunque hay consenso de que es necesario hacer cambios, no es mucho lo que se ha avanzado. "No ha pasado nada, y los reguladores en EE.UU. están frente al proyecto de regulación que mandó Obama. Están frente a una especie de Torre de Babel. No están de acuerdo unos con otros. Va a salir un proyecto, pero va a ser muy imperfecto porque va a tener compromisos de los reguladores, con los académicos y con los políticos", explica Garcés.
Eso sí, según Felipe Larraín, de esta discusión no va a surgir un sistema "ultra regulado" como algunos lo han presagiado, pero asegura que habrá que esperar para ver qué pasa con los acuerdos.
La teoría del desacople
"Se decía que el mundo en desarrollo y China se iban a desacoplar del mundo desarrollado. Eso no se cumplió. Muchos países en desarrollo sufrieron crisis fuertes, incluyendo el nuestro", asegura Agosín.
Aunque The Economist sostiene que la teoría del "desacople" aún está vigente, cuando la economía mundial comenzó a contraerse pocos se hicieron eco de esta línea.
El tiempo terminó por llevar incluso a China a la baja, y a partir de octubre del año pasado los mercados accionarios y monedas de países emergentes terminaron depreciándose aun más que las de los países desarrollados.
Chile: ¿blindado y capaz de salir de la crisis antes que el resto?
La idea de que la economía chilena estaba "blindada y protegida" de una crisis que se expandía por el mundo entero se instaló rápidamente en la discusión. Pero el discurso de que las cosas estaban tan bien comenzó a cambiar porque el crecimiento se frenaba, las tasas de desempleo llegaban a los dos dígitos y otras cifras daban muestras de que nuestra economía entraba en recesión. "Las autoridades se entusiasmaron un poco. No estábamos blindados frente a un shock externo", agrega Larraín.
Sin embargo, Manuel Agosín asegura que Chile estaba protegido porque podía hacer políticas contracíclicas. "Pero la confianza del empresariado y de los hogares empeoró mucho. Los empresarios dejaron de invertir, los bancos dejaron de prestar", asegura.
Por otra parte, desde hace algunos meses hay quienes aseguran que nuestro país saldría antes de esta crisis. "Se dijo que Chile iba a salir antes que los socios comerciales. Eso no se cumplió, porque hay países que ya salieron en el segundo trimestre. Ahí están algunos países asiáticos, Brasil y Perú", asegura Felipe Larraín.
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MACROECONOMIA
viernes, 14 de agosto de 2009
Estatizando la Esperanza
Por: Fritz Du Bois
CORREO
14-08-09
Todo indica que la crisis financiera internacional tocó fondo en el primer semestre del año. Algunos países, como China, ya están rebotando de vuelta al crecimiento, mientras que los países desarrollados a lo largo de este semestre empezarán a crecer nuevamente. Habiendo pasado lo peor, ahora toca reconstruir la economía mundial ya que los países están saliendo de esta tormenta altamente endeudados y con una excesiva participación del Estado.
En nuestro caso, junio debe de marcar el piso de la recesión, cerrando los primeros seis meses del año sin crecimiento alguno. En realidad, la rapidez de la caída ha sido espeluznante. Hemos pasado del 10% de velocidad, del último trimestre del año pasado, a 0 en menos de lo que canta un gallo. Si bien estadísticamente el año calendario 2009 está perdido –lo mejor que se podría esperar es crecer 1.5% anual–, lo fundamental es recobrar el dinamismo y terminar el último trimestre creciendo a una tasa del 4% para no perder, también, el próximo año.
Para lograr esa meta, el anuncio de que no se incrementará más el gasto público es lo más adecuado. Este año, el Fisco cerrará con un déficit del 2% del PBI. Aumentarlo sería hipotecar nuestro futuro. Recordemos que, en el Perú, las verdaderas crisis se han dado siempre luego de la quiebra del Estado. Basta recordar a García marca 1.
Más aún, la calidad del gasto público no ha mejorado –el desastre de Pisco lo ha confirmado– y todo incremento terminaría no en inversión, para la cual no hay más capacidad de ejecución, sino en ineficiente gasto corriente. Así que el impulso que el Estado podía dar para reactivar la economía ya lo ha dado, y todo gasto adicional sería dinero echado al tacho.
Más bien, lo que falta en la ecuación es el entusiasmo. Desde el inicio de la crisis solo se ha hablado del esfuerzo público, mientras que se ha descuidado y desperdiciado lo que era el verdadero motor de nuestra economía: el desbordante optimismo del empresariado.
Lamentablemente, parece que la estatización de la esperanza dentro del Gobierno ha calado, ya que ni el presidente ni el premier, en sus respectivos mensajes al Congreso, le dieron importancia alguna a intentar reconstruir la confianza de la inversión privada, pese a que esta es 5 veces mayor que la del Estado. Solo resta confiar en que el inicio del proceso de privatización mental no tome demasiado.
CORREO
14-08-09
Todo indica que la crisis financiera internacional tocó fondo en el primer semestre del año. Algunos países, como China, ya están rebotando de vuelta al crecimiento, mientras que los países desarrollados a lo largo de este semestre empezarán a crecer nuevamente. Habiendo pasado lo peor, ahora toca reconstruir la economía mundial ya que los países están saliendo de esta tormenta altamente endeudados y con una excesiva participación del Estado.
En nuestro caso, junio debe de marcar el piso de la recesión, cerrando los primeros seis meses del año sin crecimiento alguno. En realidad, la rapidez de la caída ha sido espeluznante. Hemos pasado del 10% de velocidad, del último trimestre del año pasado, a 0 en menos de lo que canta un gallo. Si bien estadísticamente el año calendario 2009 está perdido –lo mejor que se podría esperar es crecer 1.5% anual–, lo fundamental es recobrar el dinamismo y terminar el último trimestre creciendo a una tasa del 4% para no perder, también, el próximo año.
Para lograr esa meta, el anuncio de que no se incrementará más el gasto público es lo más adecuado. Este año, el Fisco cerrará con un déficit del 2% del PBI. Aumentarlo sería hipotecar nuestro futuro. Recordemos que, en el Perú, las verdaderas crisis se han dado siempre luego de la quiebra del Estado. Basta recordar a García marca 1.
Más aún, la calidad del gasto público no ha mejorado –el desastre de Pisco lo ha confirmado– y todo incremento terminaría no en inversión, para la cual no hay más capacidad de ejecución, sino en ineficiente gasto corriente. Así que el impulso que el Estado podía dar para reactivar la economía ya lo ha dado, y todo gasto adicional sería dinero echado al tacho.
Más bien, lo que falta en la ecuación es el entusiasmo. Desde el inicio de la crisis solo se ha hablado del esfuerzo público, mientras que se ha descuidado y desperdiciado lo que era el verdadero motor de nuestra economía: el desbordante optimismo del empresariado.
Lamentablemente, parece que la estatización de la esperanza dentro del Gobierno ha calado, ya que ni el presidente ni el premier, en sus respectivos mensajes al Congreso, le dieron importancia alguna a intentar reconstruir la confianza de la inversión privada, pese a que esta es 5 veces mayor que la del Estado. Solo resta confiar en que el inicio del proceso de privatización mental no tome demasiado.
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FRITZ DU BOIS,
MACROECONOMIA
Sin Cultura de Metas
Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
14-08-09
Nos proponemos metas y después nos olvidamos de cuáles eran esas metas e incluso de que nos las habíamos propuesto. Eso es lo que le pasa al Gobierno, incluso en temas tan críticos y graves como la desnutrición infantil. En su presentación en el Congreso, el presidente del Consejo de Ministros, Javier Velásquez Quesquén, anunció que en los últimos seis meses la desnutrición infantil se había reducido de 21,5% a 19%, y no dijo nada más. Pero resulta que la meta del Gobierno anunciada el 2006 era reducir ese índice de 25% a 19% el 2011. Lo que significa que ya se habría cumplido la meta y el Gobierno no se ha dado cuenta. Debió haberlo festejado y propuesto una nueva, más avanzada. Pero nada. Increíble. Salvo que el dato no sea real, lo que es muy posible.
Lo mismo ocurre en otros órdenes. El Gobierno dio una batalla descomunal para evaluar a los maestros —que ganó— y luego otra igual de ciclópea para aprobar la ley de carrera magisterial —que ganó también—, pero parece que se cansó porque se olvidó de dar la batalla para implementar la ley. Entonces la está perdiendo.
Este año se abrieron 20 mil plazas —debieron ser 60 mil, para recuperar las 30 mil del año pasado— y el Sutep logró convencer a los maestros que no se presenten, pese a que los sueldos son mucho más altos. Apenas postularon 11 mil. Si ingresaran —digamos— 5 mil, esto significaría que, a ese ritmo —5 mil en dos años— nos demoraremos ¡120 años! para que todos los maestros ingresen a la carrera magisterial.
¿Y la ley mypes? Una reforma muy importante, que fue también el parto de los montes porque fue resistida cerradamente por las cúpulas beneficiarias de la excluyente ley general de trabajo, pues ha sido casi abandonada. No salen los instrumentos para aplicarla ni hay una campaña nacional para formalizar las microempresas.
Con la reforma del Estado y la ley de simplificación administrativa pasó algo similar, aunque en menor grado. Lo mismo con el presupuesto por resultados, que es precisamente el instrumento para que la acción del Estado se rija, evalúe y redefina según la medida en que va alcanzando metas.
El MEF lanzó el presupuesto por resultados, y luego se olvidó: el resultado de los resultados no se produjo. No hay “voluntad completiva”, como dirían los psicoanalistas. Hay metas pero no se convierten en cultura, no se interiorizan, ni sirven para guiar y corregir la acción. Sin eso, no seremos un Estado moderno, ni los mensajes presidenciales dejarán de ser listados poco útiles para avanzar.
EL COMERCIO
14-08-09
Nos proponemos metas y después nos olvidamos de cuáles eran esas metas e incluso de que nos las habíamos propuesto. Eso es lo que le pasa al Gobierno, incluso en temas tan críticos y graves como la desnutrición infantil. En su presentación en el Congreso, el presidente del Consejo de Ministros, Javier Velásquez Quesquén, anunció que en los últimos seis meses la desnutrición infantil se había reducido de 21,5% a 19%, y no dijo nada más. Pero resulta que la meta del Gobierno anunciada el 2006 era reducir ese índice de 25% a 19% el 2011. Lo que significa que ya se habría cumplido la meta y el Gobierno no se ha dado cuenta. Debió haberlo festejado y propuesto una nueva, más avanzada. Pero nada. Increíble. Salvo que el dato no sea real, lo que es muy posible.
Lo mismo ocurre en otros órdenes. El Gobierno dio una batalla descomunal para evaluar a los maestros —que ganó— y luego otra igual de ciclópea para aprobar la ley de carrera magisterial —que ganó también—, pero parece que se cansó porque se olvidó de dar la batalla para implementar la ley. Entonces la está perdiendo.
Este año se abrieron 20 mil plazas —debieron ser 60 mil, para recuperar las 30 mil del año pasado— y el Sutep logró convencer a los maestros que no se presenten, pese a que los sueldos son mucho más altos. Apenas postularon 11 mil. Si ingresaran —digamos— 5 mil, esto significaría que, a ese ritmo —5 mil en dos años— nos demoraremos ¡120 años! para que todos los maestros ingresen a la carrera magisterial.
¿Y la ley mypes? Una reforma muy importante, que fue también el parto de los montes porque fue resistida cerradamente por las cúpulas beneficiarias de la excluyente ley general de trabajo, pues ha sido casi abandonada. No salen los instrumentos para aplicarla ni hay una campaña nacional para formalizar las microempresas.
Con la reforma del Estado y la ley de simplificación administrativa pasó algo similar, aunque en menor grado. Lo mismo con el presupuesto por resultados, que es precisamente el instrumento para que la acción del Estado se rija, evalúe y redefina según la medida en que va alcanzando metas.
El MEF lanzó el presupuesto por resultados, y luego se olvidó: el resultado de los resultados no se produjo. No hay “voluntad completiva”, como dirían los psicoanalistas. Hay metas pero no se convierten en cultura, no se interiorizan, ni sirven para guiar y corregir la acción. Sin eso, no seremos un Estado moderno, ni los mensajes presidenciales dejarán de ser listados poco útiles para avanzar.
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ADMINISTRACION PUBLICA,
JAIME DE ALTHAUS,
PERU
jueves, 13 de agosto de 2009
Índice de la Miseria Real: Desempleo y “Food Stamps”
Por: Humberto Campodónico
LA REPUBLICA
13-08-09
Ahora que el desempleo golpea con fuerza a millones en EEUU, las discusiones acerca de su impacto son de interés nacional. Aparte de las medidas convencionales, como el nivel del desempleo, la tasa de inflación y los salarios, el economista Arthur Okun creó en los años 70 el Índice de la Miseria, que resulta de sumar el índice de desempleo y el nivel de inflación.
Así, una combinación de inflación creciente y un mayor número de desempleados implica un deterioro de la actividad económica y la consecuente alza del Índice de Miseria (IM). A junio del 2009, el IM está en 8.07, ya que el desempleo está en 9.5 y la inflación de ese mes fue negativa en -1.43% (www.miseryindex.us). El punto más alto del IM se dio en junio de 1980, con 21.98%, y el más bajo en julio de 1953 con 2.97%.
Sin embargo, hay muchas críticas al IM (1), ya que, de un lado, la tasa de desempleo solo toma en cuenta una fracción de los desempleados y, de otro, porque les da una menor importancia que la debida a los precios de los alimentos y de la gasolina.
Por eso, el Huffington Post, diario virtual en Internet, ha creado el Índice de la Miseria Real (IMR), que considera cuatro nuevos indicadores: morosidad en las tarjetas de crédito, precios de las casas, donaciones de comida del gobierno (programa de “food stamps”) y personas que no pueden pagar sus créditos hipotecarios.
En los indicadores “antiguos”, continúa alza de precios de la gasolina, los alimentos y bebidas y el costo de las medicinas. En cuanto al desempleo, el IMR toma en cuenta el Índice U-6 (2) elaborado por el Departamento de Trabajo (incluye a los desempleados a tiempo parcial y a los “desalentados” que no están buscando trabajo) que actualmente está en 16.3% y no en 9.5%. Cada uno de estos ítems tiene una ponderación similar.
El Huffington Post ha calculado el IMR (2) desde 1991 y se aprecia que, en todos los casos, siempre ha sido superior al IM de Okun. Pero la diferencia entre ambos comienza a abrirse como boca de cocodrilo desde el 2007, porque el IMR se triplica, pasando de 10.9 a 29.9 a junio del 2009, mientras que el IM se mantiene más o menos constante y, en junio de 2009, está en 8.1.
El indicador que más ha contribuido al alza del IMR es la tasa de desempleo U6, que afecta al 16.3% de los 154 millones de norteamericanos en edad de trabajar. Le sigue el programa de ayuda alimentaria (food stamps), que en junio del 2009 marcó un récord con 33.2 millones de personas (5.6 millones de personas más que el año pasado). Dice SNAP (agencia oficial) que uno de cada 9 norteamericanos recibe “food stamps” y que su costo ha venido subiendo y está ahora en US$ 62,000 millones anuales.
Para concluir, la actual crisis económica ha hecho que se eleve el desempleo, lo que ha acentuado el uso de “food stamps”, llevando el número total de pobres en EEUU a 38 millones. Añadamos que, si bien la recesión podría tocar fondo en algún momento antes de fin de año, eso no significa que se venga una reactivación fuerte que reduzca el desempleo. Todo lo cual, como dice Roubini, hará que la gente de a pie en EEUU “siga pensando que estamos en recesión, aunque ya no lo estemos”.
.............................................................................................
(1) Aparte de este nuevo Índice de la Miseria Real, el economista Anwar Shaikh elaboró hace un par de años el Índice de las Vastas Mayorías, que toma en cuenta la distribución del ingreso excluyendo al 20% más rico de la población. El resultado es que el ingreso per cápita (del 80%) disminuye fuertemente pues ya no se toman en cuenta los grandes ingresos del 20% más rico (Ricos y Pobres globales, www.cristaldemira.com, 27/4/09).
(2) Desempleo en EEUU: U3 no es igual a U6), www.cristaldemira,com, 10/6/09).
LA REPUBLICA
13-08-09
Ahora que el desempleo golpea con fuerza a millones en EEUU, las discusiones acerca de su impacto son de interés nacional. Aparte de las medidas convencionales, como el nivel del desempleo, la tasa de inflación y los salarios, el economista Arthur Okun creó en los años 70 el Índice de la Miseria, que resulta de sumar el índice de desempleo y el nivel de inflación.
Así, una combinación de inflación creciente y un mayor número de desempleados implica un deterioro de la actividad económica y la consecuente alza del Índice de Miseria (IM). A junio del 2009, el IM está en 8.07, ya que el desempleo está en 9.5 y la inflación de ese mes fue negativa en -1.43% (www.miseryindex.us). El punto más alto del IM se dio en junio de 1980, con 21.98%, y el más bajo en julio de 1953 con 2.97%.
Sin embargo, hay muchas críticas al IM (1), ya que, de un lado, la tasa de desempleo solo toma en cuenta una fracción de los desempleados y, de otro, porque les da una menor importancia que la debida a los precios de los alimentos y de la gasolina.
Por eso, el Huffington Post, diario virtual en Internet, ha creado el Índice de la Miseria Real (IMR), que considera cuatro nuevos indicadores: morosidad en las tarjetas de crédito, precios de las casas, donaciones de comida del gobierno (programa de “food stamps”) y personas que no pueden pagar sus créditos hipotecarios.
En los indicadores “antiguos”, continúa alza de precios de la gasolina, los alimentos y bebidas y el costo de las medicinas. En cuanto al desempleo, el IMR toma en cuenta el Índice U-6 (2) elaborado por el Departamento de Trabajo (incluye a los desempleados a tiempo parcial y a los “desalentados” que no están buscando trabajo) que actualmente está en 16.3% y no en 9.5%. Cada uno de estos ítems tiene una ponderación similar.
El Huffington Post ha calculado el IMR (2) desde 1991 y se aprecia que, en todos los casos, siempre ha sido superior al IM de Okun. Pero la diferencia entre ambos comienza a abrirse como boca de cocodrilo desde el 2007, porque el IMR se triplica, pasando de 10.9 a 29.9 a junio del 2009, mientras que el IM se mantiene más o menos constante y, en junio de 2009, está en 8.1.
El indicador que más ha contribuido al alza del IMR es la tasa de desempleo U6, que afecta al 16.3% de los 154 millones de norteamericanos en edad de trabajar. Le sigue el programa de ayuda alimentaria (food stamps), que en junio del 2009 marcó un récord con 33.2 millones de personas (5.6 millones de personas más que el año pasado). Dice SNAP (agencia oficial) que uno de cada 9 norteamericanos recibe “food stamps” y que su costo ha venido subiendo y está ahora en US$ 62,000 millones anuales.
Para concluir, la actual crisis económica ha hecho que se eleve el desempleo, lo que ha acentuado el uso de “food stamps”, llevando el número total de pobres en EEUU a 38 millones. Añadamos que, si bien la recesión podría tocar fondo en algún momento antes de fin de año, eso no significa que se venga una reactivación fuerte que reduzca el desempleo. Todo lo cual, como dice Roubini, hará que la gente de a pie en EEUU “siga pensando que estamos en recesión, aunque ya no lo estemos”.
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(1) Aparte de este nuevo Índice de la Miseria Real, el economista Anwar Shaikh elaboró hace un par de años el Índice de las Vastas Mayorías, que toma en cuenta la distribución del ingreso excluyendo al 20% más rico de la población. El resultado es que el ingreso per cápita (del 80%) disminuye fuertemente pues ya no se toman en cuenta los grandes ingresos del 20% más rico (Ricos y Pobres globales, www.cristaldemira.com, 27/4/09).
(2) Desempleo en EEUU: U3 no es igual a U6), www.cristaldemira,com, 10/6/09).
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HUMBERTO CAMPODONICO,
INTERNACIONAL
lunes, 10 de agosto de 2009
La Tercera Panadería
El drama de las trabas burocráticas que afectan la Competitividad
Por. Luis Carranza
Ministro de Economía del Perú
EL COMERCIO
10-08-09
Juana es una empresaria peruana que hace un par de años abrió su segunda panadería. En el 2008, sin embargo, estuvo muy preocupada: la harina subió en 20% y no pudo aumentar el precio del pan al público, pues tenía fuerte competencia. A pesar de ello, y gracias a las ofertas que introdujo y a la estabilidad que existía, consiguió duplicar sus ventas y también sus ganancias. “El 2008 se ha ganado como pocos años en el pasado”, acostumbraba a decirles a sus allegados. Pensó entonces que el 2009 sería un buen año para arriesgar.
Con sus ahorros y algo de plata que consiguió fácilmente de una entidad financiera, Juana compró a comienzos de este año —en apenas dos semanas— nuevos hornos, mobiliario y todo lo necesario para atender otra panadería en el extremo de su distrito. Paralelamente, inició los trámites para construir la tercera panadería en un terrenito muy bien ubicado de su hermano. Pero ya van casi seis meses de engorrosos e inútiles trámites para obtener el permiso de construcción y nada. Ante la maraña infranqueable de papeleos sin visos de solución, está pensando en alquilar un local y operar ahí. Pero tampoco obtiene la licencia municipal de funcionamiento. Los trámites, el costo financiero y la clientela que ha dejado de atender le hacen calcular una pérdida equivalente al 100% del capital invertido en el equipamiento.
Pero Juana es optimista. Sigue pensando en la tercera panadería. Solo espera que las licencias, permisos y autorizaciones no demoren tanto.
Así como Juana, en los últimos años, decenas de miles de pequeños y grandes empresarios del país han invertido y creado empleo como pocas veces en nuestra historia. Ellos, con su esfuerzo y trabajo, explican por qué el Perú en los últimos siete años ha crecido en promedio 6,8%, la tasa más alta de crecimiento en toda América Latina, solo superada por un puñado de países en el mundo. Ellos, con su espíritu competitivo, explican por qué en los últimos siete años la tasa de inflación promedio ha sido 3%, la más baja de América Latina.
La prudencia macroeconómica que se viene aplicando en el país desde hace casi 20 años es el terreno fértil para que florezcan las iniciativas empresariales. Porque al mantenerse estables los niveles de precios se evita la especulación; porque al no tener miedo de un colapso financiero del Gobierno, se invierte en el país y no afuera; y porque en este ambiente de seguridad macroeconómica el crédito crece para los empresarios, grandes y pequeños, que tienen menores tasas de interés y plazos más largos.
La apertura de la economía nos ha llevado a ser más competitivos. Los empresarios pueden importar sus insumos y bienes de capital a un costo mucho menor (con lo que producen más y a menor costo). Los consumidores pueden comprar a menores precios (aumentando su capacidad de adquisición y, por tanto, su bienestar). Esto nos lleva a un proceso de especialización que es fundamental para el crecimiento de largo plazo: producimos más en lo que somos competitivos y lo vendemos al resto del mundo. Y en lo que no lo somos, nuestros consumidores compran productos importados de mejor calidad y a menor precio, sin tener que pagar un sobrecosto a la ineficiencia local.
Igual, la infraestructura ha venido creciendo de manera significativa en los últimos tres años. La falta de caminos, de puertos, de electricidad genera que los productos no lleguen a los mercados o lleguen caros o en mal estado. Por eso, entre el 2006 y 2009, el gasto en inversión pública es de 57 mil millones de soles; esto es, ha crecido en 120% con respecto al período 2002-2005.
En el tema tributario se han hecho importantes reformas para ampliar la base tributaria, reduciendo el sesgo antiinversión en el IGV y mejorando el código tributario para que Juana y cientos de miles de empresarios como ella tengan un mejor marco tributario, más predecible y menos arbitrario. Además, se han reducido los impuestos al comercio exterior y se han racionalizado los impuestos selectivos (si la gasolina de 90 octanos cuesta menos ahora que en el 2006, mientras que el diésel sube, es por esa racionalización de los selectivos). De esta forma, la base de la tributación descansa en el IGV y en el Impuesto a la Renta.
Además, se ha emprendido una serie de reformas económicas y sociales, como la mejora en la calidad del gasto público (creación de fondos concursables, descentralización del SNIP, inicio del presupuesto por resultados, etc.), la reforma educativa, la Ley del Aseguramiento Universal, cambios en el mercado de capitales y en la Ley de Bancos, Ley de Formalización de las Pymes, un nuevo modelo aduanero, entre otras.
Con estas reformas, Juana y decenas de miles de empresarios han armado juntos este rompecabezas que en algunas revistas internacionales ya han empezado a llamar “el milagro peruano”. Pero a pesar de que el PBI per cápita, medido en dólares corrientes del 2008, es más del doble de lo que era en el 2002 y que la pobreza en ese mismo período ha bajado de 54,3% a 36,2% (¡18,1% de la población ha dejado de ser pobre!) esto no basta. Todavía tenemos 10,4 millones de peruanos que viven en la pobreza y 3,6 millones en pobreza extrema. El gran reto es entonces seguir disminuyendo las cifras de pobreza en el país. En esas estamos.
Para reducir la pobreza la única receta efectiva es la generación de empleo y eso solo se logra si hay inversión. No hay otra fórmula que funcione de manera consistente. Para que la inversión no deje de llegar a nuestro país lo que requerimos, entonces, es que los empresarios como Juana no se demoren tanto en conseguir la licencia de apertura de su negocio, que los permisos de construcción no le sean tan difíciles de obtener, que el pago de sus impuestos sea más simple, que el despacho aduanero sea en 48 horas o menos, que existan más juzgados comerciales, que los certificados de propiedad sean obtenidos de manera rápida, entre otras muchas reformas que harán del Perú un país más competitivo.
Lo que necesitamos para que Juana y los inversionistas que, como ella, apuestan por el Perú lo sigan haciendo es mejorar dramáticamente en el ránking de negocios del Banco Mundial. En términos cuantitativos quiere decir que tenemos que pasar —en los próximos tres años— del puesto 62 en el que actualmente estamos entre 180 países, al 25 (y convertirnos así en el primer país de la región en dar facilidades de inversión).
En términos prácticos, esto significa que el 2012 decenas de miles de empresarios como Juana podrán gozar en nuestro país de un marco legal que les permitirá abrir negocios y dar empleo a cientos de miles de peruanos sin tanto sobrecosto. No obstante ello, creemos que Juana podrá abrir con éxito su tercera panadería mucho antes.
Por. Luis Carranza
Ministro de Economía del Perú
EL COMERCIO
10-08-09
Juana es una empresaria peruana que hace un par de años abrió su segunda panadería. En el 2008, sin embargo, estuvo muy preocupada: la harina subió en 20% y no pudo aumentar el precio del pan al público, pues tenía fuerte competencia. A pesar de ello, y gracias a las ofertas que introdujo y a la estabilidad que existía, consiguió duplicar sus ventas y también sus ganancias. “El 2008 se ha ganado como pocos años en el pasado”, acostumbraba a decirles a sus allegados. Pensó entonces que el 2009 sería un buen año para arriesgar.
Con sus ahorros y algo de plata que consiguió fácilmente de una entidad financiera, Juana compró a comienzos de este año —en apenas dos semanas— nuevos hornos, mobiliario y todo lo necesario para atender otra panadería en el extremo de su distrito. Paralelamente, inició los trámites para construir la tercera panadería en un terrenito muy bien ubicado de su hermano. Pero ya van casi seis meses de engorrosos e inútiles trámites para obtener el permiso de construcción y nada. Ante la maraña infranqueable de papeleos sin visos de solución, está pensando en alquilar un local y operar ahí. Pero tampoco obtiene la licencia municipal de funcionamiento. Los trámites, el costo financiero y la clientela que ha dejado de atender le hacen calcular una pérdida equivalente al 100% del capital invertido en el equipamiento.
Pero Juana es optimista. Sigue pensando en la tercera panadería. Solo espera que las licencias, permisos y autorizaciones no demoren tanto.
Así como Juana, en los últimos años, decenas de miles de pequeños y grandes empresarios del país han invertido y creado empleo como pocas veces en nuestra historia. Ellos, con su esfuerzo y trabajo, explican por qué el Perú en los últimos siete años ha crecido en promedio 6,8%, la tasa más alta de crecimiento en toda América Latina, solo superada por un puñado de países en el mundo. Ellos, con su espíritu competitivo, explican por qué en los últimos siete años la tasa de inflación promedio ha sido 3%, la más baja de América Latina.
La prudencia macroeconómica que se viene aplicando en el país desde hace casi 20 años es el terreno fértil para que florezcan las iniciativas empresariales. Porque al mantenerse estables los niveles de precios se evita la especulación; porque al no tener miedo de un colapso financiero del Gobierno, se invierte en el país y no afuera; y porque en este ambiente de seguridad macroeconómica el crédito crece para los empresarios, grandes y pequeños, que tienen menores tasas de interés y plazos más largos.
La apertura de la economía nos ha llevado a ser más competitivos. Los empresarios pueden importar sus insumos y bienes de capital a un costo mucho menor (con lo que producen más y a menor costo). Los consumidores pueden comprar a menores precios (aumentando su capacidad de adquisición y, por tanto, su bienestar). Esto nos lleva a un proceso de especialización que es fundamental para el crecimiento de largo plazo: producimos más en lo que somos competitivos y lo vendemos al resto del mundo. Y en lo que no lo somos, nuestros consumidores compran productos importados de mejor calidad y a menor precio, sin tener que pagar un sobrecosto a la ineficiencia local.
Igual, la infraestructura ha venido creciendo de manera significativa en los últimos tres años. La falta de caminos, de puertos, de electricidad genera que los productos no lleguen a los mercados o lleguen caros o en mal estado. Por eso, entre el 2006 y 2009, el gasto en inversión pública es de 57 mil millones de soles; esto es, ha crecido en 120% con respecto al período 2002-2005.
En el tema tributario se han hecho importantes reformas para ampliar la base tributaria, reduciendo el sesgo antiinversión en el IGV y mejorando el código tributario para que Juana y cientos de miles de empresarios como ella tengan un mejor marco tributario, más predecible y menos arbitrario. Además, se han reducido los impuestos al comercio exterior y se han racionalizado los impuestos selectivos (si la gasolina de 90 octanos cuesta menos ahora que en el 2006, mientras que el diésel sube, es por esa racionalización de los selectivos). De esta forma, la base de la tributación descansa en el IGV y en el Impuesto a la Renta.
Además, se ha emprendido una serie de reformas económicas y sociales, como la mejora en la calidad del gasto público (creación de fondos concursables, descentralización del SNIP, inicio del presupuesto por resultados, etc.), la reforma educativa, la Ley del Aseguramiento Universal, cambios en el mercado de capitales y en la Ley de Bancos, Ley de Formalización de las Pymes, un nuevo modelo aduanero, entre otras.
Con estas reformas, Juana y decenas de miles de empresarios han armado juntos este rompecabezas que en algunas revistas internacionales ya han empezado a llamar “el milagro peruano”. Pero a pesar de que el PBI per cápita, medido en dólares corrientes del 2008, es más del doble de lo que era en el 2002 y que la pobreza en ese mismo período ha bajado de 54,3% a 36,2% (¡18,1% de la población ha dejado de ser pobre!) esto no basta. Todavía tenemos 10,4 millones de peruanos que viven en la pobreza y 3,6 millones en pobreza extrema. El gran reto es entonces seguir disminuyendo las cifras de pobreza en el país. En esas estamos.
Para reducir la pobreza la única receta efectiva es la generación de empleo y eso solo se logra si hay inversión. No hay otra fórmula que funcione de manera consistente. Para que la inversión no deje de llegar a nuestro país lo que requerimos, entonces, es que los empresarios como Juana no se demoren tanto en conseguir la licencia de apertura de su negocio, que los permisos de construcción no le sean tan difíciles de obtener, que el pago de sus impuestos sea más simple, que el despacho aduanero sea en 48 horas o menos, que existan más juzgados comerciales, que los certificados de propiedad sean obtenidos de manera rápida, entre otras muchas reformas que harán del Perú un país más competitivo.
Lo que necesitamos para que Juana y los inversionistas que, como ella, apuestan por el Perú lo sigan haciendo es mejorar dramáticamente en el ránking de negocios del Banco Mundial. En términos cuantitativos quiere decir que tenemos que pasar —en los próximos tres años— del puesto 62 en el que actualmente estamos entre 180 países, al 25 (y convertirnos así en el primer país de la región en dar facilidades de inversión).
En términos prácticos, esto significa que el 2012 decenas de miles de empresarios como Juana podrán gozar en nuestro país de un marco legal que les permitirá abrir negocios y dar empleo a cientos de miles de peruanos sin tanto sobrecosto. No obstante ello, creemos que Juana podrá abrir con éxito su tercera panadería mucho antes.
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LUIS CARRANZA,
MACROECONOMIA
viernes, 7 de agosto de 2009
Arrancar la Raíz
Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
07-08-09
No cabe duda de que el discurso presidencial del 28 de julio fue un intento de rectificación política. Dejó de lado la tesis del perro del hortelano para sintonizar con demandas tales como la priorización del mercado interno para el gas, la defensa del consumidor ante abusos en las tarjetas de crédito o el precio de los medicamentos y buscó un reencuentro con las comunidades andinas y amazónicas vía la resurrección de los núcleos ejecutores comunales, pues “la mejor forma de dialogar es gastar”, ha dicho.
La tesis del síndrome perro del hortelano es correcta, en tanto se aplica a concepciones ideológicas y grupos políticos que cultivan la pobreza como caldo de cultivo, pero era una provocación inútil si quienes se sentían aludidas eran las comunidades indígenas. De hecho, en la legítima ansiedad presidencial por atraer la inversión y modernizar el país, no parecía haber sitio para la pequeña producción campesina o urbana. La propuesta no era integradora.
Ahora, acuciado por la necesidad de gastar para compensar la caída abismal de la inversión privada y contener el avance de la movilización antisistema, y necesitado, acaso, de un retorno a la calidez del centro político de cara a las elecciones regionales, redescubre el poder constructor de las comunidades campesinas, de la minka, de la faena comunal, que ya le habían permitido a Belaunde, con Cooperación Popular en los años 60, llenar de escuelas y caminos la sierra rural y reconciliar al Perú consigo mismo. En los Andes es el pueblo y no el Estado quien ha construido la infraestructura.
Pero le ha faltado el paso siguiente, que le permitiría un reencuentro genuino con las comunidades y una visión más inclusiva de la estrategia de crecimiento: una propuesta para la incorporación de la población rural andina al mercado, al circuito de la inversión y la acumulación. Y allí lo que sorprende es, más bien, el rechazo del gobierno a programas exitosos como Sierra Productiva. ¿Prejuicios políticos o culturales? ¿Temor de los funcionarios de Agricultura a ser desplazados por un programa que desnudaría su ineficacia?
El argumento de que se generaría una sobreproducción que no podría ser absorbida por el mercado es de un paternalismo inaceptable. Porque supone que las tecnologías en cuestión son justamente eficaces y van a aumentar la productividad de las familias y, sin embargo, ¡se les niega para que no se perjudiquen! Se desconoce que la sola introducción de estas tecnologías dinamiza el mercado local, que adquiere buena parte de los excedentes. Por lo demás, mercado habrá: somos uno de los países del mundo con menor extensión cultivada por habitante, y con una productividad muy baja, y esa es precisamente la raíz principal de la pobreza. Arranquémosla de una vez.
EL COMERCIO
07-08-09
No cabe duda de que el discurso presidencial del 28 de julio fue un intento de rectificación política. Dejó de lado la tesis del perro del hortelano para sintonizar con demandas tales como la priorización del mercado interno para el gas, la defensa del consumidor ante abusos en las tarjetas de crédito o el precio de los medicamentos y buscó un reencuentro con las comunidades andinas y amazónicas vía la resurrección de los núcleos ejecutores comunales, pues “la mejor forma de dialogar es gastar”, ha dicho.
La tesis del síndrome perro del hortelano es correcta, en tanto se aplica a concepciones ideológicas y grupos políticos que cultivan la pobreza como caldo de cultivo, pero era una provocación inútil si quienes se sentían aludidas eran las comunidades indígenas. De hecho, en la legítima ansiedad presidencial por atraer la inversión y modernizar el país, no parecía haber sitio para la pequeña producción campesina o urbana. La propuesta no era integradora.
Ahora, acuciado por la necesidad de gastar para compensar la caída abismal de la inversión privada y contener el avance de la movilización antisistema, y necesitado, acaso, de un retorno a la calidez del centro político de cara a las elecciones regionales, redescubre el poder constructor de las comunidades campesinas, de la minka, de la faena comunal, que ya le habían permitido a Belaunde, con Cooperación Popular en los años 60, llenar de escuelas y caminos la sierra rural y reconciliar al Perú consigo mismo. En los Andes es el pueblo y no el Estado quien ha construido la infraestructura.
Pero le ha faltado el paso siguiente, que le permitiría un reencuentro genuino con las comunidades y una visión más inclusiva de la estrategia de crecimiento: una propuesta para la incorporación de la población rural andina al mercado, al circuito de la inversión y la acumulación. Y allí lo que sorprende es, más bien, el rechazo del gobierno a programas exitosos como Sierra Productiva. ¿Prejuicios políticos o culturales? ¿Temor de los funcionarios de Agricultura a ser desplazados por un programa que desnudaría su ineficacia?
El argumento de que se generaría una sobreproducción que no podría ser absorbida por el mercado es de un paternalismo inaceptable. Porque supone que las tecnologías en cuestión son justamente eficaces y van a aumentar la productividad de las familias y, sin embargo, ¡se les niega para que no se perjudiquen! Se desconoce que la sola introducción de estas tecnologías dinamiza el mercado local, que adquiere buena parte de los excedentes. Por lo demás, mercado habrá: somos uno de los países del mundo con menor extensión cultivada por habitante, y con una productividad muy baja, y esa es precisamente la raíz principal de la pobreza. Arranquémosla de una vez.
martes, 4 de agosto de 2009
Sorpresa: la Globalización tiene Futuro
Por: Andrés Oppenheimer
EL COMERCIO
04-08-09
Según uno escucha por todos lados, la megarrecesión mundial significará el fin de la globalización, resucitará el proteccionismo y convertirá a los acuerdos de libre comercio en cosas del pasado. Puede ser, pero hay sorprendentes nuevos datos que sugieren lo contrario.
El más reciente cañonazo del bando de quienes auguran el fin de la globalización es un ensayo del ex subsecretario del Tesoro Roger C. Altman, publicado en el último número de “Foreign Affairs” titulado “La globalización en retirada”“. A juzgar por el tenor del artículo, el futuro de los acuerdos de libre comercio de EE.UU. —como los que están pendientes con Colombia, Panamá y Corea del Sur— está condenado.
“Esta crisis económica es un acontecimiento global sísmico”, escribe Altman. “El capitalismo de libre mercado, la globalización y la desregulación han crecido en el mundo durante los últimos 30 años. Esa era ha concluido y otra está llegando. La integración económica global retrocede. El papel del Estado, junto con el proteccionismo comercial y financiero, está en ascenso”.
Esta tendencia se ha hecho evidente en EE.UU. con la cuasi nacionalización del sector bancario y las industrias automotrices, y más aun en el resto del mundo, escribe Altman. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, lo explicitó claramente cuando celebró “el retorno del Estado”“, agrega.
Pero, para mi sorpresa: las últimas encuestas en EE.UU. y en muchos otros países revelan una tendencia muy diferente. Una encuesta realizada por el Pew Research Center revela que, pese a la recesión, se está recuperando el apoyo al libre comercio en EE.UU. Alrededor del 44% de los estadounidenses dijo que los tratados de libre comercio, como el existente con México y Canadá, son buenos para el país, muy por encima del 35% que se manifestó así el año pasado. El porcentaje de quienes creen que los acuerdos de libre comercio son malos bajó del 48% el año pasado al 35% este año. Otro sondeo realizado por CNN/Opinion Research Corp. demostró que el 56% de los estadounidenses considera que el comercio exterior es más una oportunidad que una amenaza. El año pasado, una mayoría del 51% expresó lo contrario.
Cuando vi esas cifras, pensé que el apoyo a la globalización en EE.UU. había caído el año pasado por la retórica aislacionista durante las elecciones del 2008, y que ahora estaba regresando a sus niveles normales. Pero parece estar recuperándose en todo el mundo. Otra encuesta realizada en 21 países por el Pew Global Attitudes Project demuestra que el apoyo a la apertura económica aumentó en diez países —entre ellos, China, India, Egipto, México, Brasil y Argentina—, mientras permaneció en el mismo nivel en otros 9 países, y solo disminuyó en 2. En casi el 90% de los países encuestados, la mayoría coincidió en que “casi toda la gente esta en mejor situación en una economía de libre mercado, aunque alguna gente sea rica y otra sea pobre”. Una inmensa mayoría del 96% de los encuestados en India, el 93% en China y el 92% en Corea del Sur coincidieron con esa premisa. Las excepciones fueron Japón y Argentina.
“La muerte del libre comercio se ha exagerado demasiado”, dice Daniel Griswold, economista del Cato Institute de Washington, una institución que favorece el libre comercio. “Lo más interesante de esta crisis es que no ha dado lugar a una ola proteccionista”. No estamos viendo nada parecido a las barreras comerciales que se dieron durante la Gran Depresión de los años 30, agregó. “Estamos alarmados y preocupados por algunas medidas como la ley Compre estadounidense, pero en realidad hay mucho menos proteccionismo de lo que parece”, afirma John Murphy, de la Cámara de Comercio de EE.UU.
Mi opinión: Hay que distinguir entre dos tendencias muy diferentes que pueden coexistir. Una es el constante avance del mundo hacia la globalización y la otra es el viraje hacia un papel más activo del Estado como impulsor de negocios y regulador dentro de cada país. Quizá todos nos convirtamos en países como los escandinavos. Pero la actual recesión no terminará el proceso de globalización, entre otras cosas porque la apertura comercial ha permitido reducir la pobreza de un 40% de la población mundial. Un comercio más libre entre las naciones ha contribuido a reducir la pobreza mundial al 19% en las últimas dos décadas, según datos del Banco Mundial. No es una coincidencia que los chinos, los indios y los surcoreanos defiendan casi unánimemente la globalización: han visto cómo sus países redujeron la pobreza desde el momento en que la abrazaron, y no van a querer abandonarla.
EL COMERCIO
04-08-09
Según uno escucha por todos lados, la megarrecesión mundial significará el fin de la globalización, resucitará el proteccionismo y convertirá a los acuerdos de libre comercio en cosas del pasado. Puede ser, pero hay sorprendentes nuevos datos que sugieren lo contrario.
El más reciente cañonazo del bando de quienes auguran el fin de la globalización es un ensayo del ex subsecretario del Tesoro Roger C. Altman, publicado en el último número de “Foreign Affairs” titulado “La globalización en retirada”“. A juzgar por el tenor del artículo, el futuro de los acuerdos de libre comercio de EE.UU. —como los que están pendientes con Colombia, Panamá y Corea del Sur— está condenado.
“Esta crisis económica es un acontecimiento global sísmico”, escribe Altman. “El capitalismo de libre mercado, la globalización y la desregulación han crecido en el mundo durante los últimos 30 años. Esa era ha concluido y otra está llegando. La integración económica global retrocede. El papel del Estado, junto con el proteccionismo comercial y financiero, está en ascenso”.
Esta tendencia se ha hecho evidente en EE.UU. con la cuasi nacionalización del sector bancario y las industrias automotrices, y más aun en el resto del mundo, escribe Altman. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, lo explicitó claramente cuando celebró “el retorno del Estado”“, agrega.
Pero, para mi sorpresa: las últimas encuestas en EE.UU. y en muchos otros países revelan una tendencia muy diferente. Una encuesta realizada por el Pew Research Center revela que, pese a la recesión, se está recuperando el apoyo al libre comercio en EE.UU. Alrededor del 44% de los estadounidenses dijo que los tratados de libre comercio, como el existente con México y Canadá, son buenos para el país, muy por encima del 35% que se manifestó así el año pasado. El porcentaje de quienes creen que los acuerdos de libre comercio son malos bajó del 48% el año pasado al 35% este año. Otro sondeo realizado por CNN/Opinion Research Corp. demostró que el 56% de los estadounidenses considera que el comercio exterior es más una oportunidad que una amenaza. El año pasado, una mayoría del 51% expresó lo contrario.
Cuando vi esas cifras, pensé que el apoyo a la globalización en EE.UU. había caído el año pasado por la retórica aislacionista durante las elecciones del 2008, y que ahora estaba regresando a sus niveles normales. Pero parece estar recuperándose en todo el mundo. Otra encuesta realizada en 21 países por el Pew Global Attitudes Project demuestra que el apoyo a la apertura económica aumentó en diez países —entre ellos, China, India, Egipto, México, Brasil y Argentina—, mientras permaneció en el mismo nivel en otros 9 países, y solo disminuyó en 2. En casi el 90% de los países encuestados, la mayoría coincidió en que “casi toda la gente esta en mejor situación en una economía de libre mercado, aunque alguna gente sea rica y otra sea pobre”. Una inmensa mayoría del 96% de los encuestados en India, el 93% en China y el 92% en Corea del Sur coincidieron con esa premisa. Las excepciones fueron Japón y Argentina.
“La muerte del libre comercio se ha exagerado demasiado”, dice Daniel Griswold, economista del Cato Institute de Washington, una institución que favorece el libre comercio. “Lo más interesante de esta crisis es que no ha dado lugar a una ola proteccionista”. No estamos viendo nada parecido a las barreras comerciales que se dieron durante la Gran Depresión de los años 30, agregó. “Estamos alarmados y preocupados por algunas medidas como la ley Compre estadounidense, pero en realidad hay mucho menos proteccionismo de lo que parece”, afirma John Murphy, de la Cámara de Comercio de EE.UU.
Mi opinión: Hay que distinguir entre dos tendencias muy diferentes que pueden coexistir. Una es el constante avance del mundo hacia la globalización y la otra es el viraje hacia un papel más activo del Estado como impulsor de negocios y regulador dentro de cada país. Quizá todos nos convirtamos en países como los escandinavos. Pero la actual recesión no terminará el proceso de globalización, entre otras cosas porque la apertura comercial ha permitido reducir la pobreza de un 40% de la población mundial. Un comercio más libre entre las naciones ha contribuido a reducir la pobreza mundial al 19% en las últimas dos décadas, según datos del Banco Mundial. No es una coincidencia que los chinos, los indios y los surcoreanos defiendan casi unánimemente la globalización: han visto cómo sus países redujeron la pobreza desde el momento en que la abrazaron, y no van a querer abandonarla.
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