Por Fritz Du Bois
EL COMERCIO
21-09-08
Los países que no aprenden de sus errores los repiten. Hace 10 años también se vivió una situación de crisis internacional con la moratoria de la deuda rusa, que causó el cierre de líneas de crédito a las economías emergentes, incluyendo la nuestra. Ello generó una iliquidez de dólares, la llamada suspensión de la cadena de pagos, que derivó en una profunda crisis bancaria y en una marcada desaceleración del crecimiento. En el 98 --es bueno recordar-- había modelos que arrojaban sobrecalentamiento --pese al evidente congelamiento--, se optó por enfriar, agravando aun más la situación, en lugar de reducir drásticamente el encaje para dar liquidez y buscar solucionar el problema real. Luego siguió la farra fiscal de la reelección, que fue el puntillazo final que nos condenó a siete años sin el crecimiento adecuado que necesitamos.
Hoy, con la magnitud de la crisis financiera, hay que dar por segura una seria recesión en los países desarrollados que afectará nuestra exportación y limitará la captación de inversión. En ese escenario, la preocupación oficial por un supuesto sobrecalentamiento al 9% debe haber desaparecido ya que, con suerte, el próximo año creceremos 7%. Más bien, tendría que cambiar el chip del Gobierno, ya que el problema actual no es cómo enfriar, sino cómo lograr que el crecimiento no caiga aun más porque, con el chavismo merodeando por la región, aumentar la insatisfacción de la población con una fuerte desaceleración sería regalarles las próximas elecciones a la demagogia antisistema y su improvisación .
Por ello, corresponde adoptar medidas para que nuestros productos sigan siendo competitivos en mercados recesados que van a negociar hasta el último centavo. En primer lugar, tener acceso sin aranceles es fundamental y las cartas enviadas por el presidente a Beijing y Bruselas para lograr TLC a la mayor brevedad son el tipo de acción positiva que el Gobierno debe tomar. Sin embargo, el eliminar ahora el drawback sería condenar a la exportación, el momento para desaparecer esa distorsión debe darse cuando exista un amplio margen para compensarlo, no cuando las empresas van a tener que raspar el fondo de la olla solo para poder mantenerse en el mercado. La distorsión que sí se debe eliminar de inmediato es la de los aranceles a insumos que encarecen nuestra producción. Sería, por otro lado, desastroso que prime el facilismo fiscal de la Sunat --que quiere más bien subirlos-- frente a la necesidad de aumentar la competitividad.
En materia de inversión no tiene sentido alguno que el BCR mantenga la restricción al ingreso de capitales cuando no existe cola alguna para entrar, al contrario tendremos que enamorarlos para atraerlos a un mercado de capitales que debemos necesariamente desarrollar, para asegurar que el crecimiento se pueda financiar al margen de lo que ocurre en el mercado internacional. Tampoco tiene ningún sentido que siga el temor fiscal a entregar infraestructura en concesión, ya que es la única manera de poder solucionar nuestro peor cuello de botella y de paso crear vehículos atractivos para la inversión. Finalmente, la rigidez laboral nos asfixia cada día más y el reglamento mypes sigue esperando que se le aplique al Ministerio de Trabajo una dosis de convicción.
Esperamos que en los próximos días se disipe este déjà vu del 98 y no nos tropecemos con la misma piedra dos veces. Para ello, el Gobierno tiene que definir una agenda para asegurar el crecimiento, ya que el invierno en la economía mundial llegó antes de tiempo y sería suicida pensar en seguir enfriando cuando todos alrededor se están congelando.
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