Por: Fritz Du Bois
PERU 21
11-02-10
Hasta hace unos años, el sector de las telecomunicaciones en el Perú era uno de los más atrasados. Conseguir un teléfono tomaba no menos de 10 años y costaba un ojo de la cara. Incluso para obtenerlo en esas condiciones había que estar envarado. Las líneas telefónicas eran de los bienes más preciados que podían ser heredados.
Sin embargo, hoy, el que nuestro país esté ingresando en la era de la televisión digital o que existan 27 millones de celulares en el país ya no nos sorprende tanto. Simplemente, en los últimos años nos hemos acostumbrado al progreso, lo cual es muy correcto. Los peruanos tenemos todo el derecho de tener el mismo acceso que el resto del mundo al desarrollo.
Pero tenemos otros servicios públicos en los cuales seguimos estando en la cola de la región. Saneamiento es el ejemplo más dramático. El único indicador que parece aumentar en ese sector son los escándalos, mientras que la mitad de los peruanos no tiene agua potable ni desagüe en sus hogares.
Desafortunadamente, lo ocurrido con Sedapal en San Bartolo no es una excepción. Muchos contratos o concursos convocados por esa entidad han sido cuestionados y, evidentemente, no es eficiente, tal como lo demuestra la inadecuada cobertura que ofrece a la población. Es la típica empresa del Estado en la cual los directivos tienen un horizonte limitado (el tiempo que dure el ministro a cargo) y no tienen el incentivo adecuado, ya que el Gobierno les pide favores políticos en lugar de resultados.
Además, los gerentes no cuentan con la fiscalización de una verdadera junta de accionistas ni de un directorio independiente, ya que Fonafe no es más que una agencia de empleos para partidarios. Por todo ello, no es sorpresa el pésimo servicio ni los malos manejos.
Por otro lado, pese a toda la demagogia que rodea la satanización del proceso de privatización, el hecho concreto e irrefutable es que en telefonía hay amplia inversión privada e ilimitada competencia donde el consumidor reina. Mientras que saneamiento es un monopolio estatal donde solo algunos prosperan.
Así tenemos que el temor político de enfrentarse a los grupos que defienden a capa y espada el mantener a Sedapal en manos del Estado quedará grabado en el contraste de que muchos peruanos podrán disfrutar de la televisión digital, pero no contarán con agua ni con desagüe en sus hogares.
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