Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
11-12-09
No cabe duda que estamos avanzando cuando Michael Porter, gran propulsor de la globalización y del planeamiento estratégico para penetrar los mercados internacionales, se convierte en el ícono de la izquierda intelectual peruana. Porter advirtió, por ejemplo, que el Perú está todavía poco integrado al mercado mundial en comparación con otros países emergentes. Es decir, que nuestro comercio exterior —la suma de nuestras exportaciones e importaciones— es todavía relativamente pequeño como porcentaje del producto, pese a haber saltado espectacularmente de un 21% del PBI en 1990 a un 47% el 2008, más del doble en 18 años, indicando que nuestro aparato productivo se vuelca hacia afuera. Pero todavía de manera insuficiente, según Porter.
Y tiene razón. Pero lo interesante —que Porter no informó— es que ese vuelco hacia afuera ha comprometido a casi todos los sectores, no solo la exportación de minerales. La industria, por ejemplo, se ha reorientado a la exportación. Por eso ha caído tanto este año, como consecuencia de la crisis internacional. Las exportaciones no tradicionales, de mayor valor agregado, han crecido, en volumen, a una tasa anual promedio de 16% entre 1994 y 2007, mientras que las tradicionales solo a 6,5% (siempre en volumen, no en precio). Esto es, una tasa promedio anual 2,5 veces mayor que las tradicionales. Algo que refuta categóricamente el mito del retorno al modelo primario exportador. Estamos en el camino de un modelo secundario exportador. Se trata de colaborar para acelerarlo. ¿Cómo? Lo dijo Porter: incrementando la competitividad del país, lo que significa mejores puertos, carreteras, comunicaciones (concesiones, asociaciones público-privadas), educación, innovación. Esa es la lucha, precisamente. Y mucha más colaboración público-privada en clusters o conglomerados.
También dijo Porter que hacía falta más inversión extranjera, pese a la que ya ha ocurrido en minería, hidrocarburos, turismo, banca, telecomunicaciones, etc. Y que los frutos del crecimiento no se han expandido suficientemente al conjunto de la sociedad. Pero allí el que falla es el Estado: poca infraestructura para conectar al mercado, alto costo de la formalidad. Pese a ello, los estratos más pobres se han beneficiado más, algo que la izquierda oculta deliberadamente. El informe “Panorama Social de América Latina 2009” de la Cepal revela que el índice de Gini (que mide la desigualdad) ha caído en el Perú, entre 1997 y 2008, de 0,53 a 0,47 y que el 40% más pobre ha incrementado su participación en el ingreso nacional de un 13% a un 16%, mientras que el 10% más rico lo ha disminuido de un 33% a un 29%. Es que aceptar esta verdad equivaldría, para esos intelectuales, a la autodesintegración ideológica.
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