miércoles, 23 de diciembre de 2009

Madurez

El Grado de Inversión Otorgado al Perú
Por. Richard Webb-Economista
EL COMERCIO
23-12-09


Los bonos peruanos son “aptos para la inversión”, dijo Moody’s, la más reputada de las empresas calificadoras. Fue un regalo navideño y una señal de madurez. La calificación tiene dos argumentos. Primero, Moody’s aprueba el modelo económico seguido, con gran consistencia, por cuatro gobiernos consecutivos, durante casi veinte años. Segundo, la calificadora está apostando a la muerte de la ideología.

Ciertamente, existe un grado inusual de consenso político en el país. Además, es un consenso no tanto a favor de una orientación política en particular sino en contra de la esquematización tradicional, en derechas e izquierdas. Una encuesta de la Pontificia Universidad Católica del Perú descubre que la mitad de la población nacional rechaza cualquier identificación. Además, otro 20% se cuadra sólidamente en el centro. Solo 12% se identifica con las izquierdas, y 16% con las derechas. El mensaje de la ciudadanía parece ser dejémonos de juegos y romances políticos y arreglemos los problemas del país. Un análisis publicado por Eduardo Dargent descubre una “derecha andina” allí donde se esperaría encontrar al bastión de la izquierda. Tampoco sería una derecha que admite serlo, sino una actitud de vida más práctica, a favor de los programas sociales, pero que “no tiene problema en tomarse fotos con el empresariado.”

Podría decirse que entramos a una etapa de política a la carta. En vez de la receta fija de algún partido, el ciudadano se siente libre para escoger su menú político propio, combinando platos de diversos partidos. Es lo que sucede con la religiosidad, según la Fundación Pew. Crecientemente, el devoto estadounidense escoge sus creencias tomando a gusto propio los dogmas de diferentes religiones. Un 20% de los protestantes, por ejemplo, y 28% de católicos dice creer en la reencarnación, y otro tanto en la astrología, el yoga y otras creencias orientales.

La muerte le habría llegado a Dios antes que a la ideología. Fue hace un siglo que Nietzsche anunció que “Dios ha muerto,” y hace 43 años que la portada de la revista “Time” preguntaba “¿Ha muerto Dios?”, pasando a citar la respuesta positiva de distinguidos teólogos. La fuerte religiosidad política del siglo XX quizás ha sido justamente una respuesta al vacío espiritual producido por el avance de la ciencia y por la secularización de la vida. La desaparición de la ideología política significa madurez y liberación humana, pero, a diferencia de Moody’s, no me atrevería a certificar que es una muerte definitiva.

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