Por Fritz Du Bois
PERU 21
29-12-09
Las señales de los últimos días se han convertido en una incómoda sensación de deja vu sobre un periodo que quisiéramos olvidar y al cual nadie pensaría retornar.
Tanto la ley altoandina como la intolerancia ante las críticas demostrada por García parecen salidas de su primer y desastroso mandato. No entendemos cómo pudo promulgarse esa norma cuando la evidencia del fracaso de las exoneraciones regionales es abrumadora. Estas se han otorgado durante décadas a la Amazonía, y lo único que han logrado es enriquecer a intermediarios. Incluso, los exoneraron del impuesto a los combustibles para compensarlos por su aislamiento, en lugar de construirles caminos, y solo han fomentado el contrabando.
Ahora se repite el error con la zona andina, creyendo que la inversión se materializará porque hay un incentivo tributario, en lugar de corregir las profundas deficiencias –infraestructura inadecuada, excesiva burocracia, absurda legislación laboral, educación paupérrima etc.– que excluyen del mercado a un porcentaje importante de los peruanos. En casi cuatro años de gobierno, es muy poco lo que se ha reformado, pero parecen creer que pueden esconder esa falta de trabajo con un atajo –beneficio tributario–, y asunto solucionado.
Sin embargo, estamos seguros de que la ley solo servirá para unos cuantos zamarros que encontrarán la manera de verse beneficiados. Con ella le dejarán al próximo gobierno ya no solo una difícil situación fiscal que se está deteriorando, sino el problema adicional de tener que convencer a los pueblos andinos de que el beneficio que con bombos y platillos les están otorgando, en realidad, no da resultado. Hace años que se busca convencer de ello al pueblo amazónico; todo ese esfuerzo ha sido borrado de un plumazo. Sin duda, un verdadero desacierto de García el haber perdido a un buen ministro de Economía por este mamarracho.
Por otro lado, la manifiesta intolerancia de llamar zonzos a los críticos parece salida de los tiempos del otro García, aquel que nos quería convencer de que la hiperinflación era una invención de los banqueros y que las largas colas solo demostraban el alto nivel de consumo de los peruanos. Pero lo más alarmante es que su aparente reconversión hacia el mercado no ha sido un proceso adecuado, ya que los conceptos correctos, evidentemente, no han calado.
martes, 29 de diciembre de 2009
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Madurez
El Grado de Inversión Otorgado al Perú
Por. Richard Webb-Economista
EL COMERCIO
23-12-09
Los bonos peruanos son “aptos para la inversión”, dijo Moody’s, la más reputada de las empresas calificadoras. Fue un regalo navideño y una señal de madurez. La calificación tiene dos argumentos. Primero, Moody’s aprueba el modelo económico seguido, con gran consistencia, por cuatro gobiernos consecutivos, durante casi veinte años. Segundo, la calificadora está apostando a la muerte de la ideología.
Ciertamente, existe un grado inusual de consenso político en el país. Además, es un consenso no tanto a favor de una orientación política en particular sino en contra de la esquematización tradicional, en derechas e izquierdas. Una encuesta de la Pontificia Universidad Católica del Perú descubre que la mitad de la población nacional rechaza cualquier identificación. Además, otro 20% se cuadra sólidamente en el centro. Solo 12% se identifica con las izquierdas, y 16% con las derechas. El mensaje de la ciudadanía parece ser dejémonos de juegos y romances políticos y arreglemos los problemas del país. Un análisis publicado por Eduardo Dargent descubre una “derecha andina” allí donde se esperaría encontrar al bastión de la izquierda. Tampoco sería una derecha que admite serlo, sino una actitud de vida más práctica, a favor de los programas sociales, pero que “no tiene problema en tomarse fotos con el empresariado.”
Podría decirse que entramos a una etapa de política a la carta. En vez de la receta fija de algún partido, el ciudadano se siente libre para escoger su menú político propio, combinando platos de diversos partidos. Es lo que sucede con la religiosidad, según la Fundación Pew. Crecientemente, el devoto estadounidense escoge sus creencias tomando a gusto propio los dogmas de diferentes religiones. Un 20% de los protestantes, por ejemplo, y 28% de católicos dice creer en la reencarnación, y otro tanto en la astrología, el yoga y otras creencias orientales.
La muerte le habría llegado a Dios antes que a la ideología. Fue hace un siglo que Nietzsche anunció que “Dios ha muerto,” y hace 43 años que la portada de la revista “Time” preguntaba “¿Ha muerto Dios?”, pasando a citar la respuesta positiva de distinguidos teólogos. La fuerte religiosidad política del siglo XX quizás ha sido justamente una respuesta al vacío espiritual producido por el avance de la ciencia y por la secularización de la vida. La desaparición de la ideología política significa madurez y liberación humana, pero, a diferencia de Moody’s, no me atrevería a certificar que es una muerte definitiva.
Por. Richard Webb-Economista
EL COMERCIO
23-12-09
Los bonos peruanos son “aptos para la inversión”, dijo Moody’s, la más reputada de las empresas calificadoras. Fue un regalo navideño y una señal de madurez. La calificación tiene dos argumentos. Primero, Moody’s aprueba el modelo económico seguido, con gran consistencia, por cuatro gobiernos consecutivos, durante casi veinte años. Segundo, la calificadora está apostando a la muerte de la ideología.
Ciertamente, existe un grado inusual de consenso político en el país. Además, es un consenso no tanto a favor de una orientación política en particular sino en contra de la esquematización tradicional, en derechas e izquierdas. Una encuesta de la Pontificia Universidad Católica del Perú descubre que la mitad de la población nacional rechaza cualquier identificación. Además, otro 20% se cuadra sólidamente en el centro. Solo 12% se identifica con las izquierdas, y 16% con las derechas. El mensaje de la ciudadanía parece ser dejémonos de juegos y romances políticos y arreglemos los problemas del país. Un análisis publicado por Eduardo Dargent descubre una “derecha andina” allí donde se esperaría encontrar al bastión de la izquierda. Tampoco sería una derecha que admite serlo, sino una actitud de vida más práctica, a favor de los programas sociales, pero que “no tiene problema en tomarse fotos con el empresariado.”
Podría decirse que entramos a una etapa de política a la carta. En vez de la receta fija de algún partido, el ciudadano se siente libre para escoger su menú político propio, combinando platos de diversos partidos. Es lo que sucede con la religiosidad, según la Fundación Pew. Crecientemente, el devoto estadounidense escoge sus creencias tomando a gusto propio los dogmas de diferentes religiones. Un 20% de los protestantes, por ejemplo, y 28% de católicos dice creer en la reencarnación, y otro tanto en la astrología, el yoga y otras creencias orientales.
La muerte le habría llegado a Dios antes que a la ideología. Fue hace un siglo que Nietzsche anunció que “Dios ha muerto,” y hace 43 años que la portada de la revista “Time” preguntaba “¿Ha muerto Dios?”, pasando a citar la respuesta positiva de distinguidos teólogos. La fuerte religiosidad política del siglo XX quizás ha sido justamente una respuesta al vacío espiritual producido por el avance de la ciencia y por la secularización de la vida. La desaparición de la ideología política significa madurez y liberación humana, pero, a diferencia de Moody’s, no me atrevería a certificar que es una muerte definitiva.
martes, 22 de diciembre de 2009
Romper con el Pasado
Por Fin lo Logramos
Por: Roberto Abusada, Economista
EL COMERCIO
22-12-09
Lentamente la economía mundial empieza a superar su peor crisis en 70 años. Con todo, este año terminará con una caída promedio de 1%. Como siempre, todo promedio esconde algunos hechos como el de la magnitud de la recesión en EE.UU., Europa y Japón, economías que caerán 2,5%, 3,8% y 4,7% respectivamente, o la situación de China, creciendo en 8,5% e India en 6,6%, los países que amortiguaron la caída mundial. Otros “grandes” como Brasil y Corea crecerán cero mientras que Rusia, México y Turquía tendrán caídas de más del 5%. Más grave aun, la crisis dejará a los países avanzados con un desempleo enorme, familias endeudadas, bancos endebles, finanzas públicas con déficits descomunales y deudas públicas, en algunos casos, largamente superiores al tamaño entero de sus economías.
Si de algo sirve el pasado para predecir el futuro, podríamos haber dicho a mediados del 2008 que al Perú le esperaba una nueva crisis como las que periódicamente ha sufrido, pero esta vez magnificada por la inusitada severidad de la crisis mundial.
En los episodios de crisis de los últimos 60 años el PBI per cápita peruano se contrajo en 17 oportunidades, en 5 de ellas la caída fue mayor al 5%. En esta crisis internacional, en cambio, el Perú rompió el molde de crisis pasadas no solo porque realmente no cayó en recesión, sino porque en esta ocasión desapareció el menú típico de calamidades que en el pasado plagaron a su economía y su gente: parálisis del crédito a empresas y familias, devaluación de la moneda, pérdida de reservas internacionales, quiebra de bancos y empresas, caída de la inversión y del consumo, colapso del empleo y los salarios reales y aumento generalizado de la pobreza.
En la crisis de finales de la década pasada tuvimos 3 años de caída del producto per cápita, 2 años de caída en el consumo de las familias, 4 años de caída en la inversión privada. El tipo de cambio se devaluó en más de 20%. Entre 1998 y el 2001, unas 5.000 empresas se presentaron ante Indecopi declarando su incapacidad para cumplir con sus obligaciones, se liquidaron 6 bancos y otras 8 instituciones bancarias tuvieron que ser auxiliadas por el Estado o absorbidas por otros bancos. Más grave aun, aquella crisis borró por completo toda la reducción de la pobreza conseguida entre 1993 y 1997. El Perú languidecería estancado por cuatro largos años.
Este año, en cambio, el Perú no solo mantendrá el nivel del PBI del 2008 —el más alto de su historia—, sino que logrará excederlo, por poco es cierto, en alrededor de 1%. En el 2009 el consumo privado aumenta en 2%, el empleo y la pobreza no se han deteriorado. Las exportaciones exceden a las importaciones en mayor cuantía que en el 2008 y en general las cuentas del Perú con el exterior, que mostraron un déficit equivalente al 3% del PBI el año pasado, estarán casi en equilibrio. Las reservas internacionales al finalizar este año superarán a las de cierre del 2008.
Sin duda alguna el Perú emerge de la crisis internacional con una fortaleza nunca antes vista. Qué lástima que el profesor Michael Porter —contratado hace 10 años para estudiar la realidad económica peruana—haya pasado por alto en su reciente estadía en el Perú este fundamental cambio estructural.
Más importante que todo lo anterior es que el Perú se apresta a crecer de manera importante en el 2010. Con los datos disponibles, la certidumbre de tal aseveración es patentemente alta. Los estimados de crecimiento de la economía para el último trimestre de este año fluctúan entre un pesimista 2% y un optimista 4%. El supuesto de crecimiento pesimista de 2% implica que en el último trimestre del año el Perú producirá bienes y servicios por valor de 49.855 millones de soles a precios de 1994 (2% más que en el último trimestre del 2008 en que el PBI trimestral alcanzó 48.878 millones), completando así un PBI de 192.605 millones en el 2009. Bastaría que la economía produzca lo mismo en cada uno de los cuatro trimestres del 2010 —es decir, que simplemente mantenga durante ese año sin crecer aquel nivel que los pesimistas dicen se alcanzará al finalizar diciembre del 2009— para acumular un PBI de 199.420 millones, cifra 3,5% mayor a la del 2009. Este creo será el piso de la tasa de crecimiento en el 2010.
Pero la recuperación mundial, las expectativas empresariales en alza y el ya inevitable “momentum” adquirido por el gasto público añaden soporte a pronósticos de crecimiento del 6% que para el Perú publican instituciones como el FMI.
Por: Roberto Abusada, Economista
EL COMERCIO
22-12-09
Lentamente la economía mundial empieza a superar su peor crisis en 70 años. Con todo, este año terminará con una caída promedio de 1%. Como siempre, todo promedio esconde algunos hechos como el de la magnitud de la recesión en EE.UU., Europa y Japón, economías que caerán 2,5%, 3,8% y 4,7% respectivamente, o la situación de China, creciendo en 8,5% e India en 6,6%, los países que amortiguaron la caída mundial. Otros “grandes” como Brasil y Corea crecerán cero mientras que Rusia, México y Turquía tendrán caídas de más del 5%. Más grave aun, la crisis dejará a los países avanzados con un desempleo enorme, familias endeudadas, bancos endebles, finanzas públicas con déficits descomunales y deudas públicas, en algunos casos, largamente superiores al tamaño entero de sus economías.
Si de algo sirve el pasado para predecir el futuro, podríamos haber dicho a mediados del 2008 que al Perú le esperaba una nueva crisis como las que periódicamente ha sufrido, pero esta vez magnificada por la inusitada severidad de la crisis mundial.
En los episodios de crisis de los últimos 60 años el PBI per cápita peruano se contrajo en 17 oportunidades, en 5 de ellas la caída fue mayor al 5%. En esta crisis internacional, en cambio, el Perú rompió el molde de crisis pasadas no solo porque realmente no cayó en recesión, sino porque en esta ocasión desapareció el menú típico de calamidades que en el pasado plagaron a su economía y su gente: parálisis del crédito a empresas y familias, devaluación de la moneda, pérdida de reservas internacionales, quiebra de bancos y empresas, caída de la inversión y del consumo, colapso del empleo y los salarios reales y aumento generalizado de la pobreza.
En la crisis de finales de la década pasada tuvimos 3 años de caída del producto per cápita, 2 años de caída en el consumo de las familias, 4 años de caída en la inversión privada. El tipo de cambio se devaluó en más de 20%. Entre 1998 y el 2001, unas 5.000 empresas se presentaron ante Indecopi declarando su incapacidad para cumplir con sus obligaciones, se liquidaron 6 bancos y otras 8 instituciones bancarias tuvieron que ser auxiliadas por el Estado o absorbidas por otros bancos. Más grave aun, aquella crisis borró por completo toda la reducción de la pobreza conseguida entre 1993 y 1997. El Perú languidecería estancado por cuatro largos años.
Este año, en cambio, el Perú no solo mantendrá el nivel del PBI del 2008 —el más alto de su historia—, sino que logrará excederlo, por poco es cierto, en alrededor de 1%. En el 2009 el consumo privado aumenta en 2%, el empleo y la pobreza no se han deteriorado. Las exportaciones exceden a las importaciones en mayor cuantía que en el 2008 y en general las cuentas del Perú con el exterior, que mostraron un déficit equivalente al 3% del PBI el año pasado, estarán casi en equilibrio. Las reservas internacionales al finalizar este año superarán a las de cierre del 2008.
Sin duda alguna el Perú emerge de la crisis internacional con una fortaleza nunca antes vista. Qué lástima que el profesor Michael Porter —contratado hace 10 años para estudiar la realidad económica peruana—haya pasado por alto en su reciente estadía en el Perú este fundamental cambio estructural.
Más importante que todo lo anterior es que el Perú se apresta a crecer de manera importante en el 2010. Con los datos disponibles, la certidumbre de tal aseveración es patentemente alta. Los estimados de crecimiento de la economía para el último trimestre de este año fluctúan entre un pesimista 2% y un optimista 4%. El supuesto de crecimiento pesimista de 2% implica que en el último trimestre del año el Perú producirá bienes y servicios por valor de 49.855 millones de soles a precios de 1994 (2% más que en el último trimestre del 2008 en que el PBI trimestral alcanzó 48.878 millones), completando así un PBI de 192.605 millones en el 2009. Bastaría que la economía produzca lo mismo en cada uno de los cuatro trimestres del 2010 —es decir, que simplemente mantenga durante ese año sin crecer aquel nivel que los pesimistas dicen se alcanzará al finalizar diciembre del 2009— para acumular un PBI de 199.420 millones, cifra 3,5% mayor a la del 2009. Este creo será el piso de la tasa de crecimiento en el 2010.
Pero la recuperación mundial, las expectativas empresariales en alza y el ya inevitable “momentum” adquirido por el gasto público añaden soporte a pronósticos de crecimiento del 6% que para el Perú publican instituciones como el FMI.
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MACROECONOMIA,
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ROBERTO ABUSADA
lunes, 21 de diciembre de 2009
Copenhague: Mataron a Kyoto
Por: Humberto Campodónico
LA REPUBLICA
21-12-09
Lo que ha sucedido en Copenhague no es producto de la improvisación sino de una política deliberada por parte de EEUU y China para matar al Protocolo de Kyoto, que ninguno de los dos quiso firmar en 1997. Sucede que Kyoto es un instrumento internacional con rango de ley, donde se adoptan decisiones vinculantes, es decir, que tienen que ser acatadas por los Estados.
No solo eso. El PK establece con claridad que existen diferencias entre los países industrializados y los países en desarrollo, motivo por el cual los primeros tienen que tomar, de un lado, las medidas más drásticas para reducir las emisiones contaminantes y, de otro, se comprometen a financiar el llamado “costo de adaptación” que tienen que sufragar los países más pobres para enfrentar los efectos económicos del cambio climático.
Y ahora lo esencial: el PK forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático adoptada en Nueva York en mayo de 1992. Esta Convención Marco constituye el soporte internacional de la lucha global contra el Cambio Climático y ha sido adoptada por todos los países, incluyendo a EEUU y China (los que, sin embargo, no adhirieron al PK).
Por tanto, cuando EEUU, Brasil, China, India y Sudáfrica redactan un “entendimiento” discutido solo entre ellos, lo que están haciendo es salirse de la Convención Marco. Barack Obama lo dijo muy claro: “Este acuerdo es meramente una declaración política y no un tratado legalmente vinculante, por lo cual no necesita ratificación por todos los asistentes a la Conferencia” (“Cinco países logran un acuerdo”, por John Broder, New York Times, 18/12/2009).
Dice Martin Khor, presidente del South Centre de Ginebra, que los países industrializados quieren cambiar el método para cuantificar las emisiones. Actualmente, con el PK, rige el sistema “de arriba hacia abajo”, donde se determina cuál es la reducción total que se necesita y, luego, se negocia lo que cada país tiene que hacer, con mecanismos vinculantes. Con el nuevo sistema “de abajo hacia arriba”, cada país decide cuánto quiere reducir sus emisiones, sin mecanismo para verificar su cumplimiento.
Añade Broder: “El acuerdo no fija ninguna meta para concluir un tratado internacional vinculante, lo que hace incierta la implementación de su contenido. Seguramente pasarán muchos meses de negociaciones adicionales, tal vez años, antes que pueda tomar una forma que pueda ser monitoreada internacionalmente” (ídem).
Es fácil, ahora sí, entender por qué, después de más de 4 años de negociaciones y varias conferencias ministeriales previas a la Cumbre de Copenhague, no pudo llegarse a ningún acuerdo. Han pesado más, de un lado, los intereses económicos que lucran con el “american way of life” y, de otro, la voluntad de los principales países emergentes de que “nadie” les diga que cómo y cuánto tienen que cambiar su modelo de crecimiento (ver “Copenhague: lejos del final del camino”, www.cristaldemira.com, 7/12/09).
Así, el caos (generado ex profeso) de los últimos días en Copenhague se ha convertido en un pretexto más para matar a Kyoto: “es imposible negociar sobre el cambio climático con tantos países juntos”.
Dicho esto, los países firmantes del “acuerdo” –y la Unión Europea– de todas maneras tienen que adoptar algún tipo de medidas (que serán analizadas en un próximo artículo). Y están tratando que otros países en desarrollo se adhieran al “acuerdo” para terminar definitivamente con la Convención Marco y el PK.
¿Y ahora qué viene? Formalmente habrá otra Cumbre –bajo la Convención Marco de Naciones Unidas– en México, en noviembre del 2010. Pero la Convención Marco y la adopción de un nuevo protocolo ya han muerto por la voluntad de un puñado de países de negarse a combatir el cambio climático con un sistema de “gobernanza global”.
A menos que, como en el poema de Vallejo, el planeta, rodeado de todos los hombres y mujeres de la tierra que le piden que no muera, se incorpore y se eche a andar.
LA REPUBLICA
21-12-09
Lo que ha sucedido en Copenhague no es producto de la improvisación sino de una política deliberada por parte de EEUU y China para matar al Protocolo de Kyoto, que ninguno de los dos quiso firmar en 1997. Sucede que Kyoto es un instrumento internacional con rango de ley, donde se adoptan decisiones vinculantes, es decir, que tienen que ser acatadas por los Estados.
No solo eso. El PK establece con claridad que existen diferencias entre los países industrializados y los países en desarrollo, motivo por el cual los primeros tienen que tomar, de un lado, las medidas más drásticas para reducir las emisiones contaminantes y, de otro, se comprometen a financiar el llamado “costo de adaptación” que tienen que sufragar los países más pobres para enfrentar los efectos económicos del cambio climático.
Y ahora lo esencial: el PK forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático adoptada en Nueva York en mayo de 1992. Esta Convención Marco constituye el soporte internacional de la lucha global contra el Cambio Climático y ha sido adoptada por todos los países, incluyendo a EEUU y China (los que, sin embargo, no adhirieron al PK).
Por tanto, cuando EEUU, Brasil, China, India y Sudáfrica redactan un “entendimiento” discutido solo entre ellos, lo que están haciendo es salirse de la Convención Marco. Barack Obama lo dijo muy claro: “Este acuerdo es meramente una declaración política y no un tratado legalmente vinculante, por lo cual no necesita ratificación por todos los asistentes a la Conferencia” (“Cinco países logran un acuerdo”, por John Broder, New York Times, 18/12/2009).
Dice Martin Khor, presidente del South Centre de Ginebra, que los países industrializados quieren cambiar el método para cuantificar las emisiones. Actualmente, con el PK, rige el sistema “de arriba hacia abajo”, donde se determina cuál es la reducción total que se necesita y, luego, se negocia lo que cada país tiene que hacer, con mecanismos vinculantes. Con el nuevo sistema “de abajo hacia arriba”, cada país decide cuánto quiere reducir sus emisiones, sin mecanismo para verificar su cumplimiento.
Añade Broder: “El acuerdo no fija ninguna meta para concluir un tratado internacional vinculante, lo que hace incierta la implementación de su contenido. Seguramente pasarán muchos meses de negociaciones adicionales, tal vez años, antes que pueda tomar una forma que pueda ser monitoreada internacionalmente” (ídem).
Es fácil, ahora sí, entender por qué, después de más de 4 años de negociaciones y varias conferencias ministeriales previas a la Cumbre de Copenhague, no pudo llegarse a ningún acuerdo. Han pesado más, de un lado, los intereses económicos que lucran con el “american way of life” y, de otro, la voluntad de los principales países emergentes de que “nadie” les diga que cómo y cuánto tienen que cambiar su modelo de crecimiento (ver “Copenhague: lejos del final del camino”, www.cristaldemira.com, 7/12/09).
Así, el caos (generado ex profeso) de los últimos días en Copenhague se ha convertido en un pretexto más para matar a Kyoto: “es imposible negociar sobre el cambio climático con tantos países juntos”.
Dicho esto, los países firmantes del “acuerdo” –y la Unión Europea– de todas maneras tienen que adoptar algún tipo de medidas (que serán analizadas en un próximo artículo). Y están tratando que otros países en desarrollo se adhieran al “acuerdo” para terminar definitivamente con la Convención Marco y el PK.
¿Y ahora qué viene? Formalmente habrá otra Cumbre –bajo la Convención Marco de Naciones Unidas– en México, en noviembre del 2010. Pero la Convención Marco y la adopción de un nuevo protocolo ya han muerto por la voluntad de un puñado de países de negarse a combatir el cambio climático con un sistema de “gobernanza global”.
A menos que, como en el poema de Vallejo, el planeta, rodeado de todos los hombres y mujeres de la tierra que le piden que no muera, se incorpore y se eche a andar.
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ECOLOGIA,
HUMBERTO CAMPODONICO,
INTERNACIONAL
sábado, 12 de diciembre de 2009
No se Arañen por Porter
Por: Federico Salazar
LA REPÚBLICA
13-12-09
Economistas, periodistas, empresarios, “maileros” (los que mandan cadenas por correo electrónico) y algunos bloggeros (los que publican blogs) han hablado mucho sobre Michael Porter. El llamado “gurú de la competitividad” hizo críticas severas al manejo económico en el Perú.
El presidente García, finalmente, ha lanzado sus dardos contra el consultor. Ha dicho que no debemos aceptar lecciones de personas que no conocen el Perú.
El Presidente se equivoca. Hay que aceptar lecciones de quienes las puedan dar. Porter no conoce en detalle la economía peruana, pero sabe mucho, mucho, pero mucho más de economía que el presidente García.
¿Se puede ser eficiente en política si se sabe poco del Perú? No. ¿Se puede manejar la economía si se sabe poco de economía? Tampoco.
Lo que dijo Porter ya lo sabemos: hay que mejorar la educación, el sistema de salud, las carreteras. La desigualdad económica y cultural atenta contra el desarrollo, así como la corrupción y el mercantilismo.
No hay una política de reforma del Estado y, en realidad, la política económica consiste en anclarse al desarrollo de países como China y Brasil. Porter dijo que vivimos una ilusión exportadora, y es cierto, en buena parte.
No hay ningún cambio en nuestra preparación para competir. Descansamos sobre la ola del comercio mundial. No hay que ser Porter para darse cuenta de ello. No hay que ser Porter para reconocer que el esquema es vulnerable. Entonces, ¿por qué arañarse?
“Arañarse” quiere decir, en el habla popular, hacerse el ofendido, el herido (el arañado). Significa rasgarse las vestiduras, actuar con exageración. Indica exceso de sensibilidad o sensibilidad del tipo femenino.
Dice el presidente García que el error de Porter es dar la misma lección en todos los países. ¡Pero si de eso se trata! Porter cree que todos los países se rigen por las leyes básicas de la economía. Porter cree que todos los países deben buscar ser competitivos.
¿Por qué excluir al Perú de las leyes básicas de la economía? ¿Acaso en el Perú no funciona eso que llaman “la ley de la oferta y la demanda”, por ejemplo?
¿Acaso la productividad en el Perú es alta? Es baja, bajísima, como lo destacó Porter. Y si mejoramos la productividad, mejoramos la economía, como sugiere Porter.
¿Por qué arañarse, entonces, por Porter? ¿Acaso solo aceptamos la propaganda? La intolerancia y el exceso de sensibilidad no favorecen el entendimiento. Sin entendimiento no hay cómo enfrentar el futuro del país.
LA REPÚBLICA
13-12-09
Economistas, periodistas, empresarios, “maileros” (los que mandan cadenas por correo electrónico) y algunos bloggeros (los que publican blogs) han hablado mucho sobre Michael Porter. El llamado “gurú de la competitividad” hizo críticas severas al manejo económico en el Perú.
El presidente García, finalmente, ha lanzado sus dardos contra el consultor. Ha dicho que no debemos aceptar lecciones de personas que no conocen el Perú.
El Presidente se equivoca. Hay que aceptar lecciones de quienes las puedan dar. Porter no conoce en detalle la economía peruana, pero sabe mucho, mucho, pero mucho más de economía que el presidente García.
¿Se puede ser eficiente en política si se sabe poco del Perú? No. ¿Se puede manejar la economía si se sabe poco de economía? Tampoco.
Lo que dijo Porter ya lo sabemos: hay que mejorar la educación, el sistema de salud, las carreteras. La desigualdad económica y cultural atenta contra el desarrollo, así como la corrupción y el mercantilismo.
No hay una política de reforma del Estado y, en realidad, la política económica consiste en anclarse al desarrollo de países como China y Brasil. Porter dijo que vivimos una ilusión exportadora, y es cierto, en buena parte.
No hay ningún cambio en nuestra preparación para competir. Descansamos sobre la ola del comercio mundial. No hay que ser Porter para darse cuenta de ello. No hay que ser Porter para reconocer que el esquema es vulnerable. Entonces, ¿por qué arañarse?
“Arañarse” quiere decir, en el habla popular, hacerse el ofendido, el herido (el arañado). Significa rasgarse las vestiduras, actuar con exageración. Indica exceso de sensibilidad o sensibilidad del tipo femenino.
Dice el presidente García que el error de Porter es dar la misma lección en todos los países. ¡Pero si de eso se trata! Porter cree que todos los países se rigen por las leyes básicas de la economía. Porter cree que todos los países deben buscar ser competitivos.
¿Por qué excluir al Perú de las leyes básicas de la economía? ¿Acaso en el Perú no funciona eso que llaman “la ley de la oferta y la demanda”, por ejemplo?
¿Acaso la productividad en el Perú es alta? Es baja, bajísima, como lo destacó Porter. Y si mejoramos la productividad, mejoramos la economía, como sugiere Porter.
¿Por qué arañarse, entonces, por Porter? ¿Acaso solo aceptamos la propaganda? La intolerancia y el exceso de sensibilidad no favorecen el entendimiento. Sin entendimiento no hay cómo enfrentar el futuro del país.
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COMPETITIVIDAD,
FEDERICO SALAZAR,
PERU
viernes, 11 de diciembre de 2009
La Izquierda Globalizadora
Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
11-12-09
No cabe duda que estamos avanzando cuando Michael Porter, gran propulsor de la globalización y del planeamiento estratégico para penetrar los mercados internacionales, se convierte en el ícono de la izquierda intelectual peruana. Porter advirtió, por ejemplo, que el Perú está todavía poco integrado al mercado mundial en comparación con otros países emergentes. Es decir, que nuestro comercio exterior —la suma de nuestras exportaciones e importaciones— es todavía relativamente pequeño como porcentaje del producto, pese a haber saltado espectacularmente de un 21% del PBI en 1990 a un 47% el 2008, más del doble en 18 años, indicando que nuestro aparato productivo se vuelca hacia afuera. Pero todavía de manera insuficiente, según Porter.
Y tiene razón. Pero lo interesante —que Porter no informó— es que ese vuelco hacia afuera ha comprometido a casi todos los sectores, no solo la exportación de minerales. La industria, por ejemplo, se ha reorientado a la exportación. Por eso ha caído tanto este año, como consecuencia de la crisis internacional. Las exportaciones no tradicionales, de mayor valor agregado, han crecido, en volumen, a una tasa anual promedio de 16% entre 1994 y 2007, mientras que las tradicionales solo a 6,5% (siempre en volumen, no en precio). Esto es, una tasa promedio anual 2,5 veces mayor que las tradicionales. Algo que refuta categóricamente el mito del retorno al modelo primario exportador. Estamos en el camino de un modelo secundario exportador. Se trata de colaborar para acelerarlo. ¿Cómo? Lo dijo Porter: incrementando la competitividad del país, lo que significa mejores puertos, carreteras, comunicaciones (concesiones, asociaciones público-privadas), educación, innovación. Esa es la lucha, precisamente. Y mucha más colaboración público-privada en clusters o conglomerados.
También dijo Porter que hacía falta más inversión extranjera, pese a la que ya ha ocurrido en minería, hidrocarburos, turismo, banca, telecomunicaciones, etc. Y que los frutos del crecimiento no se han expandido suficientemente al conjunto de la sociedad. Pero allí el que falla es el Estado: poca infraestructura para conectar al mercado, alto costo de la formalidad. Pese a ello, los estratos más pobres se han beneficiado más, algo que la izquierda oculta deliberadamente. El informe “Panorama Social de América Latina 2009” de la Cepal revela que el índice de Gini (que mide la desigualdad) ha caído en el Perú, entre 1997 y 2008, de 0,53 a 0,47 y que el 40% más pobre ha incrementado su participación en el ingreso nacional de un 13% a un 16%, mientras que el 10% más rico lo ha disminuido de un 33% a un 29%. Es que aceptar esta verdad equivaldría, para esos intelectuales, a la autodesintegración ideológica.
EL COMERCIO
11-12-09
No cabe duda que estamos avanzando cuando Michael Porter, gran propulsor de la globalización y del planeamiento estratégico para penetrar los mercados internacionales, se convierte en el ícono de la izquierda intelectual peruana. Porter advirtió, por ejemplo, que el Perú está todavía poco integrado al mercado mundial en comparación con otros países emergentes. Es decir, que nuestro comercio exterior —la suma de nuestras exportaciones e importaciones— es todavía relativamente pequeño como porcentaje del producto, pese a haber saltado espectacularmente de un 21% del PBI en 1990 a un 47% el 2008, más del doble en 18 años, indicando que nuestro aparato productivo se vuelca hacia afuera. Pero todavía de manera insuficiente, según Porter.
Y tiene razón. Pero lo interesante —que Porter no informó— es que ese vuelco hacia afuera ha comprometido a casi todos los sectores, no solo la exportación de minerales. La industria, por ejemplo, se ha reorientado a la exportación. Por eso ha caído tanto este año, como consecuencia de la crisis internacional. Las exportaciones no tradicionales, de mayor valor agregado, han crecido, en volumen, a una tasa anual promedio de 16% entre 1994 y 2007, mientras que las tradicionales solo a 6,5% (siempre en volumen, no en precio). Esto es, una tasa promedio anual 2,5 veces mayor que las tradicionales. Algo que refuta categóricamente el mito del retorno al modelo primario exportador. Estamos en el camino de un modelo secundario exportador. Se trata de colaborar para acelerarlo. ¿Cómo? Lo dijo Porter: incrementando la competitividad del país, lo que significa mejores puertos, carreteras, comunicaciones (concesiones, asociaciones público-privadas), educación, innovación. Esa es la lucha, precisamente. Y mucha más colaboración público-privada en clusters o conglomerados.
También dijo Porter que hacía falta más inversión extranjera, pese a la que ya ha ocurrido en minería, hidrocarburos, turismo, banca, telecomunicaciones, etc. Y que los frutos del crecimiento no se han expandido suficientemente al conjunto de la sociedad. Pero allí el que falla es el Estado: poca infraestructura para conectar al mercado, alto costo de la formalidad. Pese a ello, los estratos más pobres se han beneficiado más, algo que la izquierda oculta deliberadamente. El informe “Panorama Social de América Latina 2009” de la Cepal revela que el índice de Gini (que mide la desigualdad) ha caído en el Perú, entre 1997 y 2008, de 0,53 a 0,47 y que el 40% más pobre ha incrementado su participación en el ingreso nacional de un 13% a un 16%, mientras que el 10% más rico lo ha disminuido de un 33% a un 29%. Es que aceptar esta verdad equivaldría, para esos intelectuales, a la autodesintegración ideológica.
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miércoles, 9 de diciembre de 2009
¿Por qué No hay Empresas Argentinas Globales?
Por: Martín Varsavsky
Sólo un argentino forma parte del listado de los 1125 más ricos del mundo, según la revista Forbes. En esta misma lista, hay, en cambio, 2 venezolanos, 2 colombianos, 4 chilenos, 17 brasileros, y 10 mexicanos. Argentina tuvo en 2007 un producto bruto interno de 260.122 millones de dólares (nominales), mucho menos que Brasil, que tuvo 1.313.590 millones de dólares y México 1.022.816 millones de dólares, pero más que Venezuela (227.753 millones de dólares), más que Colombia (202.630 millones de dólares) y más que Chile (163.914 millones de dólares). Si tomamos a Brasil como referencia, que tiene 1 billonario cada aproximadamente 77.270 millones de dólares de producto bruto, Argentina debería tener más de 3 billonarios, pero sólo tiene 1 y ese uno ya no tiene la propiedad de sus industrias.
¿Por qué entonces si Argentina tiene uno de los PIB más altos de América Latina (junto con Brasil y México), los “ricos más ricos” de Argentina son, en principio, menos y “más pobres” que los ricos de otros países de América Latina? ¿Por qué Argentina tiene tan pocas empresas en manos de empresarios argentinos?
Para mí, esto se debe principalmente a que la economía argentina ha sido aún más inestable que los vecinos; el resultado es que muchas fortunas argentinas se han perdido. Se que no voy a despertar mucha simpatía entre mis lectores explicando que no solo Argentina tuvo en esta década más pobres que nunca en su historia sino que tuvo menos ricos que nunca en su historia pero como este es un blog de un emprendedor dedicado a emprendedores creo que este tema merece ser estudiado.
De las 500 empresas más grandes de América Latina, la gran mayoría son de México y Brasil. De las 50 primeras del listado, sólo 3 son argentinas: Techint (puesto 14), Tenaris (puesto 34), y Ternium (puesto 48). ¿Por qué Argentina carece de empresas multinacionales con la creatividad excepcional y los recursos humanos y materiales que tiene el país? ¿Por qué tantas empresas argentinas han sido compradas por extranjeros, incluso por economías más pequeñas que la argentina como Chile y no al revés?
Hay varias razones.En primer lugar, las privatizaciones de los años noventa. Argentina privatizó todas sus empresas públicas para modernizar sus infraestructuras y pasó abruptamente de monopolios estatales ineficientes a monopolios privados extranjeros que impidieron la creación de rivales en manos argentinas que sean eficaces. Los monopolios públicos son de por si malos, los privados, aún peores.
En segundo lugar, la falta de crédito tras el default de 2001-2002. Además de la pobreza que generó para la sociedad argentina (casi el 60 por ciento de la población en 2002), el default se tradujo en falta de crédito a la economía local. Después del default, el sistema financiero internacional dejó de prestarle a Argentina por falta de confianza, lo que llevó a la quiebra a muchas empresas.
Argentina no pudo desarrollar un mercado de capitales maduro ante la falta de confianza de los inversores argentinos y extranjeros. A modo de ejemplo, en 2007 la inversión extranjera en Argentina fue sólo de 5.000 millones de dólares, frente a 15.000 millones de Chile y 35.000 millones de dólares de Brasil. En Argentina la combinación de un público absurdamente anti extranjero que vota a los Kirchner que son especialmente antipáticos hacia el exterior, produjo una sensación en el resto del mundo que mejor no invertir en Argentina. Mejor olvidarse de Argentina. El clima para hacer negocios es increiblemente difícil en Argentina. Según la revista Forbes Argentina ocupa actualmente el sitio 92 de un total de 121 países. Este índice mide cómo se trata a los inversores. Chile ocupa el sitio 19, México el puesto 43, Uruguay el 44 y Brasil el 56. El resultado es que Argentina no solo destruye la formación de capital nacional sino que impide la llegada del extranjero.
Otro factor es que con la devaluación del peso, se abarataron los precios de muchas empresas que pudieron sanearse con la recuperación económica de 2003, pero se quedaron sin posibilidades de comprar otras empresas en el exterior que venían de paises con monedas más fuertes. A pesar de que la recuperación con Néstor Kirchner fue evidente a partir de 2003 (con tasas de crecimiento del 8 y 9 por ciento), en estos años se produjo la compra de las pocas empresas argentinas que quedaban en manos de argentinos: Cervecería Quilmes (bebidas), Perez Companc (Petróleo), Loma Negra (Cemento), Acindar (Acero), Alpargatas, Quickfood y Swift Armour, entre otras, son hoy brasileras. Salvo el grupo Techint (construcción e infraestructuras) y Arcor (alimentación), pocas empresas argentinas son multilatinas. En cambio, una decena de brasileras cuentan ya con operaciones globales y ganan mercados en todo el mundo, como Embraer (Aviación), Petrobras (Petrolera), Marfrig (Frigoríficos), Sadia (Alimentación), Vale de Rio Doce (Minería). El caso más emblemático es la venta del último frigorífico argentino (Quickfood) que quedaba en manos argentinas (propiedad de Luis Bameule) al grupo Marfrig de Brasil por 300 millones de dólares concedidos a dicho grupo con un crédito del Banco Nacional de Desarrollo. En la Argentina ya no quedan empresarios argentinos de alto nivel ni empresas argentina de alto nivel. Si la “colonización” de Argentina empezó con Menem terminó con los Kirchner porque pese a que ellos tengan un discurso anti extranjero crearon condiciones tan malas para los empresarios argentinos que estos como decía el Martin Fierro “los devoran los de afuera”. Algo similar ocurre en España donde la economía va mejor pero igual casi todo lo que se produce y consume en España pertenece a empresas extranjeras y el sueldo medio Español es de empleado y no de jefe (entre los más bajos de Europa).
Por último, muchos argentinos no confían en su economía. A diferencia de lo que ocurre en varios países europeos, el sistema bancario argentino no tiene respaldo del Estado. Según los cálculos, hay 120 billones de dólares de argentinos residentes en Argentina en el extranjero en bancos, en bonos de Tesoro estadounidense, cajas de seguridad, inmuebles, acciones, títulos de empresas, etc. Entonces si los propios argentinos desconfían de su economía, ¿quién debería confiar entonces?
En síntesis: Argentina debería tener muchas más empresas fuertes y globalizadas en manos de emprendedores y empresarios argentinos. Pero las privatizaciones de los años noventa, en general mal hechas, la crisis de 2001-2002 y la poca capacidad de la gestión de los Kirchner en convertir a Argentina en un lugar óptimo para hacer negocios, han golpeado a los empresarios argentinos, empujándoles a vender sus empresas a empresas extranjeras. Aunque en Argentina es común creer que los pobres son pobres porque los ricos son ricos la verdad es que los ricos argentinos son bastante menos ricos que sus pares chilenos, brasileros y mexicanos. La Argentina tiene la única condición de ser el único país latinoamericano que tiene muchos más ex billonarios que billonarios y que sus empresas son muchísimo menos importantes a nivel global de lo que eran hace 20 años. La Argentina es un país capitalista que destruye su propio capital tanto humano como financiero.
Aclaro que en este artículo un billón es igual a mil millones ya que los datos de “billonarios” vienen de estudios en Estados Unidos donde mil millones es igual a un billón.
Fuente: http://spanish.martinvarsavsky.net/g...-globales.html
Sólo un argentino forma parte del listado de los 1125 más ricos del mundo, según la revista Forbes. En esta misma lista, hay, en cambio, 2 venezolanos, 2 colombianos, 4 chilenos, 17 brasileros, y 10 mexicanos. Argentina tuvo en 2007 un producto bruto interno de 260.122 millones de dólares (nominales), mucho menos que Brasil, que tuvo 1.313.590 millones de dólares y México 1.022.816 millones de dólares, pero más que Venezuela (227.753 millones de dólares), más que Colombia (202.630 millones de dólares) y más que Chile (163.914 millones de dólares). Si tomamos a Brasil como referencia, que tiene 1 billonario cada aproximadamente 77.270 millones de dólares de producto bruto, Argentina debería tener más de 3 billonarios, pero sólo tiene 1 y ese uno ya no tiene la propiedad de sus industrias.
¿Por qué entonces si Argentina tiene uno de los PIB más altos de América Latina (junto con Brasil y México), los “ricos más ricos” de Argentina son, en principio, menos y “más pobres” que los ricos de otros países de América Latina? ¿Por qué Argentina tiene tan pocas empresas en manos de empresarios argentinos?
Para mí, esto se debe principalmente a que la economía argentina ha sido aún más inestable que los vecinos; el resultado es que muchas fortunas argentinas se han perdido. Se que no voy a despertar mucha simpatía entre mis lectores explicando que no solo Argentina tuvo en esta década más pobres que nunca en su historia sino que tuvo menos ricos que nunca en su historia pero como este es un blog de un emprendedor dedicado a emprendedores creo que este tema merece ser estudiado.
De las 500 empresas más grandes de América Latina, la gran mayoría son de México y Brasil. De las 50 primeras del listado, sólo 3 son argentinas: Techint (puesto 14), Tenaris (puesto 34), y Ternium (puesto 48). ¿Por qué Argentina carece de empresas multinacionales con la creatividad excepcional y los recursos humanos y materiales que tiene el país? ¿Por qué tantas empresas argentinas han sido compradas por extranjeros, incluso por economías más pequeñas que la argentina como Chile y no al revés?
Hay varias razones.En primer lugar, las privatizaciones de los años noventa. Argentina privatizó todas sus empresas públicas para modernizar sus infraestructuras y pasó abruptamente de monopolios estatales ineficientes a monopolios privados extranjeros que impidieron la creación de rivales en manos argentinas que sean eficaces. Los monopolios públicos son de por si malos, los privados, aún peores.
En segundo lugar, la falta de crédito tras el default de 2001-2002. Además de la pobreza que generó para la sociedad argentina (casi el 60 por ciento de la población en 2002), el default se tradujo en falta de crédito a la economía local. Después del default, el sistema financiero internacional dejó de prestarle a Argentina por falta de confianza, lo que llevó a la quiebra a muchas empresas.
Argentina no pudo desarrollar un mercado de capitales maduro ante la falta de confianza de los inversores argentinos y extranjeros. A modo de ejemplo, en 2007 la inversión extranjera en Argentina fue sólo de 5.000 millones de dólares, frente a 15.000 millones de Chile y 35.000 millones de dólares de Brasil. En Argentina la combinación de un público absurdamente anti extranjero que vota a los Kirchner que son especialmente antipáticos hacia el exterior, produjo una sensación en el resto del mundo que mejor no invertir en Argentina. Mejor olvidarse de Argentina. El clima para hacer negocios es increiblemente difícil en Argentina. Según la revista Forbes Argentina ocupa actualmente el sitio 92 de un total de 121 países. Este índice mide cómo se trata a los inversores. Chile ocupa el sitio 19, México el puesto 43, Uruguay el 44 y Brasil el 56. El resultado es que Argentina no solo destruye la formación de capital nacional sino que impide la llegada del extranjero.
Otro factor es que con la devaluación del peso, se abarataron los precios de muchas empresas que pudieron sanearse con la recuperación económica de 2003, pero se quedaron sin posibilidades de comprar otras empresas en el exterior que venían de paises con monedas más fuertes. A pesar de que la recuperación con Néstor Kirchner fue evidente a partir de 2003 (con tasas de crecimiento del 8 y 9 por ciento), en estos años se produjo la compra de las pocas empresas argentinas que quedaban en manos de argentinos: Cervecería Quilmes (bebidas), Perez Companc (Petróleo), Loma Negra (Cemento), Acindar (Acero), Alpargatas, Quickfood y Swift Armour, entre otras, son hoy brasileras. Salvo el grupo Techint (construcción e infraestructuras) y Arcor (alimentación), pocas empresas argentinas son multilatinas. En cambio, una decena de brasileras cuentan ya con operaciones globales y ganan mercados en todo el mundo, como Embraer (Aviación), Petrobras (Petrolera), Marfrig (Frigoríficos), Sadia (Alimentación), Vale de Rio Doce (Minería). El caso más emblemático es la venta del último frigorífico argentino (Quickfood) que quedaba en manos argentinas (propiedad de Luis Bameule) al grupo Marfrig de Brasil por 300 millones de dólares concedidos a dicho grupo con un crédito del Banco Nacional de Desarrollo. En la Argentina ya no quedan empresarios argentinos de alto nivel ni empresas argentina de alto nivel. Si la “colonización” de Argentina empezó con Menem terminó con los Kirchner porque pese a que ellos tengan un discurso anti extranjero crearon condiciones tan malas para los empresarios argentinos que estos como decía el Martin Fierro “los devoran los de afuera”. Algo similar ocurre en España donde la economía va mejor pero igual casi todo lo que se produce y consume en España pertenece a empresas extranjeras y el sueldo medio Español es de empleado y no de jefe (entre los más bajos de Europa).
Por último, muchos argentinos no confían en su economía. A diferencia de lo que ocurre en varios países europeos, el sistema bancario argentino no tiene respaldo del Estado. Según los cálculos, hay 120 billones de dólares de argentinos residentes en Argentina en el extranjero en bancos, en bonos de Tesoro estadounidense, cajas de seguridad, inmuebles, acciones, títulos de empresas, etc. Entonces si los propios argentinos desconfían de su economía, ¿quién debería confiar entonces?
En síntesis: Argentina debería tener muchas más empresas fuertes y globalizadas en manos de emprendedores y empresarios argentinos. Pero las privatizaciones de los años noventa, en general mal hechas, la crisis de 2001-2002 y la poca capacidad de la gestión de los Kirchner en convertir a Argentina en un lugar óptimo para hacer negocios, han golpeado a los empresarios argentinos, empujándoles a vender sus empresas a empresas extranjeras. Aunque en Argentina es común creer que los pobres son pobres porque los ricos son ricos la verdad es que los ricos argentinos son bastante menos ricos que sus pares chilenos, brasileros y mexicanos. La Argentina tiene la única condición de ser el único país latinoamericano que tiene muchos más ex billonarios que billonarios y que sus empresas son muchísimo menos importantes a nivel global de lo que eran hace 20 años. La Argentina es un país capitalista que destruye su propio capital tanto humano como financiero.
Aclaro que en este artículo un billón es igual a mil millones ya que los datos de “billonarios” vienen de estudios en Estados Unidos donde mil millones es igual a un billón.
Fuente: http://spanish.martinvarsavsky.net/g...-globales.html
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martes, 8 de diciembre de 2009
Lo que Porter dijo y no dijo
Por: Daniel Córdova*
EL COMERCIO
08-12-09
El Reto de la Competitividad
Es gratificante que nuestra iniciativa de organizar un foro con Michael Porter, profesor de Harvard y estudioso de las fuerzas competitivas, haya generado un verdadero impacto en las columnas de opinión. Lo curioso es que, salvo honrosas excepciones, todos los comentarios se han hecho sobre uno o dos reportajes periodísticos acerca de la conferencia y no sobre la base de la conferencia completa. Porque los comentarios han resaltado cosas que Porter dijo, le han hecho decir cosas que no dijo y, sobre todo, no han tomado en cuenta lo que dijo y los dos reportajes periodísticos no recogieron.
Porter dijo que el Perú había progresado significativamente en los últimos años, mostrando un gráfico de la reducción de la pobreza. Pero que no por eso había dejado de ser un país muy atrasado económicamente. No dijo que estábamos por un mal camino. Solo que necesitábamos ir mucho más allá. Dijo que se había crecido en la producción y exportación de sectores como el minero y pesquero, pero que en comparación con países más dinámicos, desde Malasia hasta la China, faltaba que se desarrollaran conglomerados más sofisticados de sectores manufactureros y de servicios. No dijo que el desarrollo de sectores primarios estaba mal, ¡todo lo contrario! Señaló que sin el progreso de las exportaciones mineras y pesqueras hubiese sido imposible el crecimiento incipiente de los sectores que son los llamados a liderar el progreso futuro.
Porter dijo que el Perú no era un país suficientemente abierto. Que para progresar debía exportar más e importar más en relación a lo que produce. Dijo que la productividad por trabajador era baja. Y que se necesitaba más inversión extranjera en la industria y los servicios para que el Perú gane en productividad. No dijo que el Perú tenía que dejar de privilegiar las exportaciones, ni que las empresas estatales deben jugar algún papel, ni que el Estado debe restringir la inversión privada.
¿Qué es lo que debe suceder para que el Perú siga progresando de acuerdo con la propuesta de Porter? Las claves de la competitividad, según nuestro invitado, se dividen en dos grupos: la competitividad macroeconómica y la competitividad microeconómica.
La competitividad macroeconómica se da en dos niveles: el de las políticas macroeconómicas y el de la “infraestructura” social e instituciones políticas. Porter elogió el manejo fiscal responsable y la política monetaria de baja inflación, que el Perú ha conseguido. Y criticó los problemas de educación y salud (ambos temas en los que estamos atrasados por la mala gestión estatal). Asimismo, señaló que el Estado de derecho y el respeto de los derechos de propiedad, así como un Estado eficiente, son aspectos esenciales en los que estamos jalados. No abogó por el gasto fiscal irresponsable, ni por tolerar “democráticamente” las tomas de carreteras, ni por mayores impuestos a los más ricos para que los gobernantes de turno se llenen los bolsillos. Fue muy crítico de la corrupción y de los impuestos altos.
En el aspecto microeconómico, abogó por un entorno que favorezca el desarrollo de los negocios, por empresas modernas y socialmente responsables y por el impulso de los sectores emergentes. Y sí, criticó la pasividad del Estado Peruano para generar una promoción económica que potencie (no que invente) los clusters que están marcando poco a poco el nuevo progreso del Perú: la agroexportación, los textiles y confecciones, los servicios turísticos, la pesca de consumo humano, las infraestructuras, y potencialmente la petroquímica, además de las reformas del Poder Judicial, y de los servicios de salud y educación.
El empresariado y la universidad estamos a disposición para ir adelante con la ejecución de estas propuestas. Los ministros abiertos al diálogo y a nuevas ideas también. El presidente tiene la palabra.
(*) Director de posgrado Universidad del Pacífico
EL COMERCIO
08-12-09
El Reto de la Competitividad
Es gratificante que nuestra iniciativa de organizar un foro con Michael Porter, profesor de Harvard y estudioso de las fuerzas competitivas, haya generado un verdadero impacto en las columnas de opinión. Lo curioso es que, salvo honrosas excepciones, todos los comentarios se han hecho sobre uno o dos reportajes periodísticos acerca de la conferencia y no sobre la base de la conferencia completa. Porque los comentarios han resaltado cosas que Porter dijo, le han hecho decir cosas que no dijo y, sobre todo, no han tomado en cuenta lo que dijo y los dos reportajes periodísticos no recogieron.
Porter dijo que el Perú había progresado significativamente en los últimos años, mostrando un gráfico de la reducción de la pobreza. Pero que no por eso había dejado de ser un país muy atrasado económicamente. No dijo que estábamos por un mal camino. Solo que necesitábamos ir mucho más allá. Dijo que se había crecido en la producción y exportación de sectores como el minero y pesquero, pero que en comparación con países más dinámicos, desde Malasia hasta la China, faltaba que se desarrollaran conglomerados más sofisticados de sectores manufactureros y de servicios. No dijo que el desarrollo de sectores primarios estaba mal, ¡todo lo contrario! Señaló que sin el progreso de las exportaciones mineras y pesqueras hubiese sido imposible el crecimiento incipiente de los sectores que son los llamados a liderar el progreso futuro.
Porter dijo que el Perú no era un país suficientemente abierto. Que para progresar debía exportar más e importar más en relación a lo que produce. Dijo que la productividad por trabajador era baja. Y que se necesitaba más inversión extranjera en la industria y los servicios para que el Perú gane en productividad. No dijo que el Perú tenía que dejar de privilegiar las exportaciones, ni que las empresas estatales deben jugar algún papel, ni que el Estado debe restringir la inversión privada.
¿Qué es lo que debe suceder para que el Perú siga progresando de acuerdo con la propuesta de Porter? Las claves de la competitividad, según nuestro invitado, se dividen en dos grupos: la competitividad macroeconómica y la competitividad microeconómica.
La competitividad macroeconómica se da en dos niveles: el de las políticas macroeconómicas y el de la “infraestructura” social e instituciones políticas. Porter elogió el manejo fiscal responsable y la política monetaria de baja inflación, que el Perú ha conseguido. Y criticó los problemas de educación y salud (ambos temas en los que estamos atrasados por la mala gestión estatal). Asimismo, señaló que el Estado de derecho y el respeto de los derechos de propiedad, así como un Estado eficiente, son aspectos esenciales en los que estamos jalados. No abogó por el gasto fiscal irresponsable, ni por tolerar “democráticamente” las tomas de carreteras, ni por mayores impuestos a los más ricos para que los gobernantes de turno se llenen los bolsillos. Fue muy crítico de la corrupción y de los impuestos altos.
En el aspecto microeconómico, abogó por un entorno que favorezca el desarrollo de los negocios, por empresas modernas y socialmente responsables y por el impulso de los sectores emergentes. Y sí, criticó la pasividad del Estado Peruano para generar una promoción económica que potencie (no que invente) los clusters que están marcando poco a poco el nuevo progreso del Perú: la agroexportación, los textiles y confecciones, los servicios turísticos, la pesca de consumo humano, las infraestructuras, y potencialmente la petroquímica, además de las reformas del Poder Judicial, y de los servicios de salud y educación.
El empresariado y la universidad estamos a disposición para ir adelante con la ejecución de estas propuestas. Los ministros abiertos al diálogo y a nuevas ideas también. El presidente tiene la palabra.
(*) Director de posgrado Universidad del Pacífico
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DANIEL CÓRDOVA,
PERU
lunes, 7 de diciembre de 2009
El Sermón del Profesor Porter
Por: Richard Webb
EL COMERCIO
07-12-09
Hace unos días, el profesor Michael Porter, de la Universidad de Harvard, pionero en los campos del planeamiento estratégico y de la competitividad nacional, dictó una conferencia en Lima. Su mensaje principal fue la falta de una estrategia económica en el Perú. El valor de sus comentarios fue más el de un sermón al estilo Savonarola, reprendiéndonos por diversas faltas económicas y sociales, que el de una receta precisa para aplicar. El sermón castigador siempre ha sido popular, pero muchas veces logra su efecto dramático con base en inexactitudes. Sabemos que al Perú le falta justicia social, educación de calidad, salud al alcance de todos, planificación, investigación tecnológica, infraestructura, exportaciones manufactureras y de servicios, mejor capacidad negociadora, un buen Poder Judicial, derechos de propiedad y más formalidad, y sin duda la repetición de cada una de esas carencias justificó la venida del profesor Porter. Pero antes de proponer nuevas políticas hace falta enmendar algunas imprecisiones de su discurso. No es cierto que las exportaciones con valor agregado “se encuentran casi estancadas”. Si bien predomina la exportación de minerales, la de manufacturas y productos agrícolas de alto valor ha crecido en forma extraordinaria y sostenida a la tasa de 14% al año durante una década. Es notable el éxito de los textiles, cuya exportación también aumentó en 14% al año; del café y cacao, sentando una marca de calidad y llevando desarrollo alternativo a zonas que antes solo contaban con la coca; y del turismo, que apalanca el despegue de lugares alejados, revalora la riqueza cultural, ecológica y gastronómica, y forja orgullo y sentido de país.
Tampoco puede decirse que no ha habido aumento en el empleo. En Lima y muchas otras regiones el salario se ha elevado ante la falta de mano de obra. En Arequipa, el jornal agrario en 2003 estaba entre 12 y 15 soles, cuando hoy llega a 30 o 35 soles. Otra inexactitud es decir que la inversión extranjera solo ha consistido en comprar empresas existentes, cuando se ha producido una masiva inversión en capacidad antes no existente en minas, telecomunicaciones, energía, hoteles, banca y otras actividades. Y si bien seguimos relegados en las comparaciones internacionales de competitividad, la evaluación del Banco Mundial registra una fuerte mejora en ese aspecto. Seguimos lejos de las metas, pero el avance reciente del Perú no es una ilusión.
EL COMERCIO
07-12-09
Hace unos días, el profesor Michael Porter, de la Universidad de Harvard, pionero en los campos del planeamiento estratégico y de la competitividad nacional, dictó una conferencia en Lima. Su mensaje principal fue la falta de una estrategia económica en el Perú. El valor de sus comentarios fue más el de un sermón al estilo Savonarola, reprendiéndonos por diversas faltas económicas y sociales, que el de una receta precisa para aplicar. El sermón castigador siempre ha sido popular, pero muchas veces logra su efecto dramático con base en inexactitudes. Sabemos que al Perú le falta justicia social, educación de calidad, salud al alcance de todos, planificación, investigación tecnológica, infraestructura, exportaciones manufactureras y de servicios, mejor capacidad negociadora, un buen Poder Judicial, derechos de propiedad y más formalidad, y sin duda la repetición de cada una de esas carencias justificó la venida del profesor Porter. Pero antes de proponer nuevas políticas hace falta enmendar algunas imprecisiones de su discurso. No es cierto que las exportaciones con valor agregado “se encuentran casi estancadas”. Si bien predomina la exportación de minerales, la de manufacturas y productos agrícolas de alto valor ha crecido en forma extraordinaria y sostenida a la tasa de 14% al año durante una década. Es notable el éxito de los textiles, cuya exportación también aumentó en 14% al año; del café y cacao, sentando una marca de calidad y llevando desarrollo alternativo a zonas que antes solo contaban con la coca; y del turismo, que apalanca el despegue de lugares alejados, revalora la riqueza cultural, ecológica y gastronómica, y forja orgullo y sentido de país.
Tampoco puede decirse que no ha habido aumento en el empleo. En Lima y muchas otras regiones el salario se ha elevado ante la falta de mano de obra. En Arequipa, el jornal agrario en 2003 estaba entre 12 y 15 soles, cuando hoy llega a 30 o 35 soles. Otra inexactitud es decir que la inversión extranjera solo ha consistido en comprar empresas existentes, cuando se ha producido una masiva inversión en capacidad antes no existente en minas, telecomunicaciones, energía, hoteles, banca y otras actividades. Y si bien seguimos relegados en las comparaciones internacionales de competitividad, la evaluación del Banco Mundial registra una fuerte mejora en ese aspecto. Seguimos lejos de las metas, pero el avance reciente del Perú no es una ilusión.
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