La solución es sincerar el mercado y así hacer más atractiva la inversión
Por Daniel Córdova. Economista*
26-08-08
Durante las últimas semanas nos hemos dado de bruces con la realidad de la escasez de energía en el país. La demanda está rebasando la oferta a tal punto que corremos el riesgo de más apagones y de racionamientos compulsivos. Lo grave es que no se trata solo de un fenómeno de mercado resultante de un crecimiento económico superior al esperado. Lo que ha sucedido es que el Estado ha impedido una formación normal de los precios de la electricidad, el gas y los derivados del petróleo, desincentivando la inversión en la generación de energía y, más recientemente, en la refinación de petróleo.
Todo comenzó cuando por temor a que no se venda el gas de Camisea, se decidió suspender las concesiones en nuevas hidroeléctricas. Luego, rompiendo con las reglas de juego de regulación previamente establecidas, se evitó el alza marginal de los precios que debía aplicarse por la generación a medida que crecía la demanda. Se convirtió así en poco atractivo el negocio de la generación hídrica.
Por otra parte, el subsidio cruzado al gas ha motivado el desperdicio de este recurso, ya que en la generación eléctrica no se genera por ciclo combinado. Se desperdicia así el recurso dejándose de lado un sistema que permite rendimientos superiores al que tiene una central de ciclo único.
El caos ha llegado a ser completo debido a la situación que ha alcanzado el fondo de estabilización de los combustibles. Acertadamente, el Gobierno ha optado por ir reduciendo el subsidio, pero se lo ha estado cargando a las refinerías, ya que ha estado haciéndoles 'perro muerto' al no devolverles lo que han dejado de cobrar para mantener los precios artificialmente bajos. Les debe más de 1.800 millones de soles, a pesar de que según un reciente informe de Pricewaterhouse, el Estado ha recaudado adicionalmente mucho más por concepto de IGV en combustibles de lo que ha perdido en el subsidio a través del fondo.
Lo trágico es que se ha generado una reducción de la producción de diésel, pues no se le puede pedir a las refinerías que operen a pérdida con precios divorciados de las cotizaciones internacionales. Y para terminar, se ha sacado un decreto de urgencia que al cambiar el sistema de precios de referencia pone a toda la industria energética en una situación de mayor desventaja. ¡Justo en un contexto de escasez aguda de energía!
El Gobierno está preocupado por la inflación importada y tiene razón. Pero la solución de fondo no debe provenir de subsidios, controles de precios o más piruetas legales para distorsionar la formación de precios. Eso es propio del populismo que sabemos siempre termina fracasando. El nuevo ministro de Economía lo sabe de sobra. Sabe de sobra que la solución es sincerar el mercado y así hacer más atractiva la inversión.
El sistema de regulación de precios debe restablecerse plenamente como fue diseñado, así deban elevarse las tarifas eléctricas. El precio del gas debe ser más cercano al internacional, lo que incentivará la inversión en generación utilizando el ciclo combinado. Y el Estado debe pagar la deuda a las refinerías para evitar, en particular, la escasez de diésel que puede originarse. Solo así podremos exigirle a Pro Inversión y a los gobiernos regionales celeridad para lograr nueva inversión en proyectos de generación hídrica.
Ojo que además el impacto político de más apagones o menos crecimiento por escasez de energía sería mucho más complicado que el aumento del precio de la gasolina, de la luz y del gas.
* DECANO DE ECONOMÍA DE LA UPC
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-26/el-origen-crisis-energetica.html
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