Por Fritz Du Bois
24-08-08
El haber cedido a la intimidación y derogado la Ley de Comunidades Nativas es un grave error que puede resultar tan costoso como el 'arequipazo', cuando el 'éxito' de haber doblegado al Gobierno alentó marchas y paros similares ahuyentando la inversión. Ojalá en esta ocasión no se pierda el control, pero es nefasta la señal que se ha dado.
En todo caso, el problema no se hubiera creado si el Gobierno hubiera cumplido con su función. Entre enero y junio se dieron 103 decretos legislativos para implementar el TLC y mejorar nuestra competitividad, sin embargo a la fecha ninguno ha sido reglamentado. Al día siguiente de la promulgación de la Ley de Comunidades Nativas, el responsable de ella ya debía tener un plan para asegurar su pronta implementación, pero estoy seguro de que ese plan nunca existió. La improvisación es también evidente en energía, donde se siguen poniendo parches que solo logran generar confusión y con ello desalentar la inversión. El obligar al consumidor a correr con los gastos de empresas públicas para que compren --sin fiscalización-- barcazas con generadores a precios probablemente inflados lo único que va a aumentar es la distorsión en el mercado y seguro también los niveles de corrupción. Con absurdas medidas como esa solo logran que se extienda indefinidamente la insuficiencia energética. En general, al cabo de dos años se percibe a un gobierno cansado, que lo que ha perdido en sentido de urgencia, parece haberlo ganado en apego por la frivolidad alrededor del poder; un gobierno más preocupado en colocar compañeros que en reformar al Estado; un gobierno que pide oxígeno y recambios.
Donde no parece existir problema de fatiga es en economía, aunque en este caso más bien un poco de reposo sería adecuado. Si bien es preocupante la inflación, al aplicar un abrupto frenazo cuando el mundo ya está frenando --con el precio de commodities cayendo debido a que Estados Unidos e Inglaterra ya están en recesión-- corremos el riesgo de darnos un frentazo. Incluso tenemos racionamiento eléctrico, lo cual hace inevitable una desaceleración. En ese contexto, lo que deberíamos buscar es cómo mantener el impulso y seguir creciendo a no menos de 8%, para ello es correcto reducir el ineficiente gasto corriente y aumentar el ahorro público para asegurar que siga fluyendo la inversión privada sin crear un desequilibrio. Pero el tratar por todos los medios de que el ciudadano no siga gastando ya sea en bienes de consumo o inmobiliarios es una exageración, incluso la población lo va a sentir como una confiscación de su creciente aspiración y, para alegría de los chavistas, radicalizará el 2011 la votación.
Asimismo, este será el primer año en casi una década que la inversión pública alcanzará el mínimo recomendable del 4% del PBI, por lo que recortarla es innecesario. Más bien deberían acelerar la entrega de concesiones y reglamentar la ley de pago de impuestos en obras para que el cuello de botella, que es la falta de infraestructura, no se ajuste aun más. Incluso para combatir la inflación, por qué no eliminar los aranceles a los alimentos, insumos y bienes intermedios (que llegan hasta 17%), para así bajar costos y beneficiar al consumidor. Pero la realidad es que la falta de mención a medidas a favor de la competitividad confirmaría que el pasado hiperinflacionario y la obsesión del banquero central han predominado, con lo cual el objetivo ahora sería frenar. El BCR nos dirá, claro está, que con ello en el largo plazo la vida mejorará. Sin embargo, parafraseando a Keynes, en el largo plazo todos estaremos sepultados.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-24/bueno-culantro-no-tanto.html
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