Por Fritz Du Bois
31-08-08
Los problemas generados por las malas señales emitidas por el lado gubernamental parecen ser un mal estacional, por ello el título que parece secuela de Hollywood, ya que exactamente, luego de un año, vuelvo a utilizarlo. La pésima muestra de debilidad que se dio cediendo a la intimidación de los nativos ya alentó a otros a seguir ese camino. Sin embargo, la primera amenaza de recurrir a la fuerza no provino de la CGTP ni del Sutep, como hubiéramos esperado, sino del empresariado.
Así tenemos que el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) ha declarado que si el TLC que se espera negociar con China no es de su agrado "no pararán hasta tumbárselo en el Congreso", ultimátum que parece haber puesto nerviosos a los negociadores peruanos y empantanado la negociación. Con ello corremos el riesgo --si el Gobierno sigue dando señales de indecisión y cediendo ante la presión-- de terminar sin tratado, ya que es claro que tanto la SNI como ÁDEX --inexplicable para un gremio supuestamente exportador-- están mucho más interesados en impedir la importación que en expandir nuestros mercados de exportación.
Al menos, en el caso de China, aún queda una ligera esperanza de poder firmarlo durante la reunión del APEC, con lo cual se cumpliría el anuncio original del primer mandatario. Sin embargo, un anuncio presidencial que no parece tener posibilidad alguna de concretarse es el de negociar a como dé lugar --solos o acompañados-- un tratado de libre comercio con la Unión Europea para mediados del próximo año. En este caso, dejamos pasar la brillante oportunidad de sellar un compromiso con los europeos durante la reunión AL-CUE en Lima y hoy no tenemos ni siquiera fecha para negociar porque ¡oh sorpresa! Bolivia no tiene interés alguno en el comercio internacional y menos en la libertad.
Ahora queda claro que nunca existió convicción en cumplir nuestra amenaza de retirarnos de la CAN de ser necesario, manifiesta debilidad que no ha hecho sino alimentar aun más la intransigencia del Gobierno Boliviano. Con lo cual, Evo le está ganando por goleada a Alan un partido que ya lleva un año.
Pero el Óscar a la peor señal de la temporada la dio el presidente del BCR, sugiriendo que ante el alza de precios cultivemos hortalizas en la casa. Con lo cual, parece que se ha integrado al clan de la teoría de la conspiración, que dice que la inflación es en realidad mucho peor, pero que el INEI la está ocultando. No se podría explicar de otra manera un comentario tan desproporcionado que al ciudadano común lo debe haber aterrado. Pero el otro comentario que hizo fue aun más desestabilizador, al decir que somos una economía sin liderazgo. En realidad, con un crecimiento de 9% y un superávit fiscal de 3% del PBI no hay sustento válido para cuestionar la gestión del MEF, menos aun cuando sufrimos la mayor volatilidad cambiaria de los últimos diez años --generada por medidas adoptadas por el ente emisor-- que no ha hecho sino agravar la preocupante situación de la inflación.
Creo que antes de buscar a quién poder culpar, debería reflexionar sobre cómo se ha deteriorado la estabilidad desde el día en que el BCR, atemorizado por la grita de algunos empresarios, extravió su objetivo central de controlar la inflación y lo reemplazó por el error de tratar de dirigir el mercado para evitar la apreciación del sol.
Finalmente, cabe mencionar que en el resto del mundo el presidente del Banco Central solo declara ocasionalmente para calmar a los mercados, no entiendo por qué en nuestro caso se hace exactamente lo contrario.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-31/disparandose-al-pie-ii.html
domingo, 31 de agosto de 2008
martes, 26 de agosto de 2008
Populismo Encubierto: El Origen de la Crisis Energética
La solución es sincerar el mercado y así hacer más atractiva la inversión
Por Daniel Córdova. Economista*
26-08-08
Durante las últimas semanas nos hemos dado de bruces con la realidad de la escasez de energía en el país. La demanda está rebasando la oferta a tal punto que corremos el riesgo de más apagones y de racionamientos compulsivos. Lo grave es que no se trata solo de un fenómeno de mercado resultante de un crecimiento económico superior al esperado. Lo que ha sucedido es que el Estado ha impedido una formación normal de los precios de la electricidad, el gas y los derivados del petróleo, desincentivando la inversión en la generación de energía y, más recientemente, en la refinación de petróleo.
Todo comenzó cuando por temor a que no se venda el gas de Camisea, se decidió suspender las concesiones en nuevas hidroeléctricas. Luego, rompiendo con las reglas de juego de regulación previamente establecidas, se evitó el alza marginal de los precios que debía aplicarse por la generación a medida que crecía la demanda. Se convirtió así en poco atractivo el negocio de la generación hídrica.
Por otra parte, el subsidio cruzado al gas ha motivado el desperdicio de este recurso, ya que en la generación eléctrica no se genera por ciclo combinado. Se desperdicia así el recurso dejándose de lado un sistema que permite rendimientos superiores al que tiene una central de ciclo único.
El caos ha llegado a ser completo debido a la situación que ha alcanzado el fondo de estabilización de los combustibles. Acertadamente, el Gobierno ha optado por ir reduciendo el subsidio, pero se lo ha estado cargando a las refinerías, ya que ha estado haciéndoles 'perro muerto' al no devolverles lo que han dejado de cobrar para mantener los precios artificialmente bajos. Les debe más de 1.800 millones de soles, a pesar de que según un reciente informe de Pricewaterhouse, el Estado ha recaudado adicionalmente mucho más por concepto de IGV en combustibles de lo que ha perdido en el subsidio a través del fondo.
Lo trágico es que se ha generado una reducción de la producción de diésel, pues no se le puede pedir a las refinerías que operen a pérdida con precios divorciados de las cotizaciones internacionales. Y para terminar, se ha sacado un decreto de urgencia que al cambiar el sistema de precios de referencia pone a toda la industria energética en una situación de mayor desventaja. ¡Justo en un contexto de escasez aguda de energía!
El Gobierno está preocupado por la inflación importada y tiene razón. Pero la solución de fondo no debe provenir de subsidios, controles de precios o más piruetas legales para distorsionar la formación de precios. Eso es propio del populismo que sabemos siempre termina fracasando. El nuevo ministro de Economía lo sabe de sobra. Sabe de sobra que la solución es sincerar el mercado y así hacer más atractiva la inversión.
El sistema de regulación de precios debe restablecerse plenamente como fue diseñado, así deban elevarse las tarifas eléctricas. El precio del gas debe ser más cercano al internacional, lo que incentivará la inversión en generación utilizando el ciclo combinado. Y el Estado debe pagar la deuda a las refinerías para evitar, en particular, la escasez de diésel que puede originarse. Solo así podremos exigirle a Pro Inversión y a los gobiernos regionales celeridad para lograr nueva inversión en proyectos de generación hídrica.
Ojo que además el impacto político de más apagones o menos crecimiento por escasez de energía sería mucho más complicado que el aumento del precio de la gasolina, de la luz y del gas.
* DECANO DE ECONOMÍA DE LA UPC
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-26/el-origen-crisis-energetica.html
Por Daniel Córdova. Economista*
26-08-08
Durante las últimas semanas nos hemos dado de bruces con la realidad de la escasez de energía en el país. La demanda está rebasando la oferta a tal punto que corremos el riesgo de más apagones y de racionamientos compulsivos. Lo grave es que no se trata solo de un fenómeno de mercado resultante de un crecimiento económico superior al esperado. Lo que ha sucedido es que el Estado ha impedido una formación normal de los precios de la electricidad, el gas y los derivados del petróleo, desincentivando la inversión en la generación de energía y, más recientemente, en la refinación de petróleo.
Todo comenzó cuando por temor a que no se venda el gas de Camisea, se decidió suspender las concesiones en nuevas hidroeléctricas. Luego, rompiendo con las reglas de juego de regulación previamente establecidas, se evitó el alza marginal de los precios que debía aplicarse por la generación a medida que crecía la demanda. Se convirtió así en poco atractivo el negocio de la generación hídrica.
Por otra parte, el subsidio cruzado al gas ha motivado el desperdicio de este recurso, ya que en la generación eléctrica no se genera por ciclo combinado. Se desperdicia así el recurso dejándose de lado un sistema que permite rendimientos superiores al que tiene una central de ciclo único.
El caos ha llegado a ser completo debido a la situación que ha alcanzado el fondo de estabilización de los combustibles. Acertadamente, el Gobierno ha optado por ir reduciendo el subsidio, pero se lo ha estado cargando a las refinerías, ya que ha estado haciéndoles 'perro muerto' al no devolverles lo que han dejado de cobrar para mantener los precios artificialmente bajos. Les debe más de 1.800 millones de soles, a pesar de que según un reciente informe de Pricewaterhouse, el Estado ha recaudado adicionalmente mucho más por concepto de IGV en combustibles de lo que ha perdido en el subsidio a través del fondo.
Lo trágico es que se ha generado una reducción de la producción de diésel, pues no se le puede pedir a las refinerías que operen a pérdida con precios divorciados de las cotizaciones internacionales. Y para terminar, se ha sacado un decreto de urgencia que al cambiar el sistema de precios de referencia pone a toda la industria energética en una situación de mayor desventaja. ¡Justo en un contexto de escasez aguda de energía!
El Gobierno está preocupado por la inflación importada y tiene razón. Pero la solución de fondo no debe provenir de subsidios, controles de precios o más piruetas legales para distorsionar la formación de precios. Eso es propio del populismo que sabemos siempre termina fracasando. El nuevo ministro de Economía lo sabe de sobra. Sabe de sobra que la solución es sincerar el mercado y así hacer más atractiva la inversión.
El sistema de regulación de precios debe restablecerse plenamente como fue diseñado, así deban elevarse las tarifas eléctricas. El precio del gas debe ser más cercano al internacional, lo que incentivará la inversión en generación utilizando el ciclo combinado. Y el Estado debe pagar la deuda a las refinerías para evitar, en particular, la escasez de diésel que puede originarse. Solo así podremos exigirle a Pro Inversión y a los gobiernos regionales celeridad para lograr nueva inversión en proyectos de generación hídrica.
Ojo que además el impacto político de más apagones o menos crecimiento por escasez de energía sería mucho más complicado que el aumento del precio de la gasolina, de la luz y del gas.
* DECANO DE ECONOMÍA DE LA UPC
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-26/el-origen-crisis-energetica.html
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lunes, 25 de agosto de 2008
Los Perros Ladran
Por Richard Webb
Crisis energética, caminos atorados, alza de precios, protestas sociales. A primera vista, las aflicciones del momento parecen contradecirse con las evidencias de un extraordinario progreso económico y financiero en el país. Pero un poco de reflexión y de memoria sirve para comprender que, lejos de ser una situación paradójica, los males actuales son los resultados predecibles del avance. Como se le atribuye a Cervantes: "Los perros ladran, señal que cabalgamos".
En todo aspecto de la experiencia humana, el avance viene acompañado de estrés y de dolor. Las cordilleras se levantan con terremotos, el parto humano es doloroso, y hasta la adolescencia puede ser atormentada. Y, entre los países industrializados, no hay uno que haya llegado a la madurez sin conmociones políticas y económicas. Una creencia muy difundida es que la pobreza y el estancamiento son condiciones de alta peligrosidad política, idea que incluso se ve reflejada en las calificaciones de riesgo-país. Pero más que la pobreza milenaria ha sido el inicio del progreso económico lo que, con mayor frecuencia, ha removido las estructuras tradicionales del poder y desencadenado las revoluciones y las guerras civiles. Los trastornos de los últimos dos a tres siglos en Europa, Japón y EE.UU. son inseparables de los cambios inducidos por el despegue económico. En el Tercer Mundo un caso ilustrativo es el de Irán, donde la repentina riqueza del petróleo desestabilizó a la monarquía del Sha, no obstante un masivo gasto social. Pero el caso más impactante es el de la China, nación que hoy acapara la atención del mundo. Sin duda, ningún país ha contribuido tanto a la reducción de la pobreza en el mundo, estimándose en más de 400 millones las personas que habrían sido rescatadas de la pobreza en ese país. Sin embargo, antes y durante ese extraordinario avance social, China padeció varias décadas de revolución y de represión masiva que, se estima, causaron la muerte de más de 20 millones de personas, muertes que hoy se olvidan ante el espectáculo de las Olimpiadas.
En la actualidad, el progreso peruano viene causando estrés en dos formas distintas, pero que terminan relacionándose. La primera se deriva de los cuellos de botella, consecuencia normal del crecimiento económico rápido porque no todo avanza al mismo ritmo. Es el caso de la crisis energética, causada por una demora en la expansión de la capacidad productiva en el sector de la energía eléctrica. Otro cuello de botella es el de la infraestructura para el transporte, incluyendo carreteras, puertos y aeropuertos. También empieza a perfilarse un retraso en la creación de nuevas fuentes de agua, tanto para las ciudades como para la agricultura.
Las demoras productivas en todos estos sectores se pueden explicar en parte por una inesperada rapidez en el crecimiento de la demanda, frente a los largos periodos que requiere la inversión en infraestructura. Esa imprevisión es normal en períodos de auge económico, pero en el Perú la demora ha sido agravada por la intervención regulatoria del Estado. La segunda forma de estrés asociado al crecimiento es más bien de tipo psicológico y político, consiste en la aceleración de las expectativas ante cualquier signo de avance.
Según el economista Albert Hirschmann, las expectativas son altamente dinámicas y dependen mucho de las comparaciones con otros grupos sociales. De ser así, es fácil entender la peligrosidad de casi todo proceso de desarrollo porque difícilmente se puede evitar que algunos sectores progresen más rápidamente que otros, creándose diferencias que activan y acentúan las expectativas.
Cabría recurrir a la filosofía del dicho "No hay mal que por bien no venga", no como forma de relegar las dificultades asociadas al progreso, sino como una actitud positiva para encararlas y resolverlas.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-25/los-perros-ladran.html
Crisis energética, caminos atorados, alza de precios, protestas sociales. A primera vista, las aflicciones del momento parecen contradecirse con las evidencias de un extraordinario progreso económico y financiero en el país. Pero un poco de reflexión y de memoria sirve para comprender que, lejos de ser una situación paradójica, los males actuales son los resultados predecibles del avance. Como se le atribuye a Cervantes: "Los perros ladran, señal que cabalgamos".
En todo aspecto de la experiencia humana, el avance viene acompañado de estrés y de dolor. Las cordilleras se levantan con terremotos, el parto humano es doloroso, y hasta la adolescencia puede ser atormentada. Y, entre los países industrializados, no hay uno que haya llegado a la madurez sin conmociones políticas y económicas. Una creencia muy difundida es que la pobreza y el estancamiento son condiciones de alta peligrosidad política, idea que incluso se ve reflejada en las calificaciones de riesgo-país. Pero más que la pobreza milenaria ha sido el inicio del progreso económico lo que, con mayor frecuencia, ha removido las estructuras tradicionales del poder y desencadenado las revoluciones y las guerras civiles. Los trastornos de los últimos dos a tres siglos en Europa, Japón y EE.UU. son inseparables de los cambios inducidos por el despegue económico. En el Tercer Mundo un caso ilustrativo es el de Irán, donde la repentina riqueza del petróleo desestabilizó a la monarquía del Sha, no obstante un masivo gasto social. Pero el caso más impactante es el de la China, nación que hoy acapara la atención del mundo. Sin duda, ningún país ha contribuido tanto a la reducción de la pobreza en el mundo, estimándose en más de 400 millones las personas que habrían sido rescatadas de la pobreza en ese país. Sin embargo, antes y durante ese extraordinario avance social, China padeció varias décadas de revolución y de represión masiva que, se estima, causaron la muerte de más de 20 millones de personas, muertes que hoy se olvidan ante el espectáculo de las Olimpiadas.
En la actualidad, el progreso peruano viene causando estrés en dos formas distintas, pero que terminan relacionándose. La primera se deriva de los cuellos de botella, consecuencia normal del crecimiento económico rápido porque no todo avanza al mismo ritmo. Es el caso de la crisis energética, causada por una demora en la expansión de la capacidad productiva en el sector de la energía eléctrica. Otro cuello de botella es el de la infraestructura para el transporte, incluyendo carreteras, puertos y aeropuertos. También empieza a perfilarse un retraso en la creación de nuevas fuentes de agua, tanto para las ciudades como para la agricultura.
Las demoras productivas en todos estos sectores se pueden explicar en parte por una inesperada rapidez en el crecimiento de la demanda, frente a los largos periodos que requiere la inversión en infraestructura. Esa imprevisión es normal en períodos de auge económico, pero en el Perú la demora ha sido agravada por la intervención regulatoria del Estado. La segunda forma de estrés asociado al crecimiento es más bien de tipo psicológico y político, consiste en la aceleración de las expectativas ante cualquier signo de avance.
Según el economista Albert Hirschmann, las expectativas son altamente dinámicas y dependen mucho de las comparaciones con otros grupos sociales. De ser así, es fácil entender la peligrosidad de casi todo proceso de desarrollo porque difícilmente se puede evitar que algunos sectores progresen más rápidamente que otros, creándose diferencias que activan y acentúan las expectativas.
Cabría recurrir a la filosofía del dicho "No hay mal que por bien no venga", no como forma de relegar las dificultades asociadas al progreso, sino como una actitud positiva para encararlas y resolverlas.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-25/los-perros-ladran.html
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RICHARD WEBB
domingo, 24 de agosto de 2008
Bueno es Culantro, pero no Tanto
Por Fritz Du Bois
24-08-08
El haber cedido a la intimidación y derogado la Ley de Comunidades Nativas es un grave error que puede resultar tan costoso como el 'arequipazo', cuando el 'éxito' de haber doblegado al Gobierno alentó marchas y paros similares ahuyentando la inversión. Ojalá en esta ocasión no se pierda el control, pero es nefasta la señal que se ha dado.
En todo caso, el problema no se hubiera creado si el Gobierno hubiera cumplido con su función. Entre enero y junio se dieron 103 decretos legislativos para implementar el TLC y mejorar nuestra competitividad, sin embargo a la fecha ninguno ha sido reglamentado. Al día siguiente de la promulgación de la Ley de Comunidades Nativas, el responsable de ella ya debía tener un plan para asegurar su pronta implementación, pero estoy seguro de que ese plan nunca existió. La improvisación es también evidente en energía, donde se siguen poniendo parches que solo logran generar confusión y con ello desalentar la inversión. El obligar al consumidor a correr con los gastos de empresas públicas para que compren --sin fiscalización-- barcazas con generadores a precios probablemente inflados lo único que va a aumentar es la distorsión en el mercado y seguro también los niveles de corrupción. Con absurdas medidas como esa solo logran que se extienda indefinidamente la insuficiencia energética. En general, al cabo de dos años se percibe a un gobierno cansado, que lo que ha perdido en sentido de urgencia, parece haberlo ganado en apego por la frivolidad alrededor del poder; un gobierno más preocupado en colocar compañeros que en reformar al Estado; un gobierno que pide oxígeno y recambios.
Donde no parece existir problema de fatiga es en economía, aunque en este caso más bien un poco de reposo sería adecuado. Si bien es preocupante la inflación, al aplicar un abrupto frenazo cuando el mundo ya está frenando --con el precio de commodities cayendo debido a que Estados Unidos e Inglaterra ya están en recesión-- corremos el riesgo de darnos un frentazo. Incluso tenemos racionamiento eléctrico, lo cual hace inevitable una desaceleración. En ese contexto, lo que deberíamos buscar es cómo mantener el impulso y seguir creciendo a no menos de 8%, para ello es correcto reducir el ineficiente gasto corriente y aumentar el ahorro público para asegurar que siga fluyendo la inversión privada sin crear un desequilibrio. Pero el tratar por todos los medios de que el ciudadano no siga gastando ya sea en bienes de consumo o inmobiliarios es una exageración, incluso la población lo va a sentir como una confiscación de su creciente aspiración y, para alegría de los chavistas, radicalizará el 2011 la votación.
Asimismo, este será el primer año en casi una década que la inversión pública alcanzará el mínimo recomendable del 4% del PBI, por lo que recortarla es innecesario. Más bien deberían acelerar la entrega de concesiones y reglamentar la ley de pago de impuestos en obras para que el cuello de botella, que es la falta de infraestructura, no se ajuste aun más. Incluso para combatir la inflación, por qué no eliminar los aranceles a los alimentos, insumos y bienes intermedios (que llegan hasta 17%), para así bajar costos y beneficiar al consumidor. Pero la realidad es que la falta de mención a medidas a favor de la competitividad confirmaría que el pasado hiperinflacionario y la obsesión del banquero central han predominado, con lo cual el objetivo ahora sería frenar. El BCR nos dirá, claro está, que con ello en el largo plazo la vida mejorará. Sin embargo, parafraseando a Keynes, en el largo plazo todos estaremos sepultados.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-24/bueno-culantro-no-tanto.html
24-08-08
El haber cedido a la intimidación y derogado la Ley de Comunidades Nativas es un grave error que puede resultar tan costoso como el 'arequipazo', cuando el 'éxito' de haber doblegado al Gobierno alentó marchas y paros similares ahuyentando la inversión. Ojalá en esta ocasión no se pierda el control, pero es nefasta la señal que se ha dado.
En todo caso, el problema no se hubiera creado si el Gobierno hubiera cumplido con su función. Entre enero y junio se dieron 103 decretos legislativos para implementar el TLC y mejorar nuestra competitividad, sin embargo a la fecha ninguno ha sido reglamentado. Al día siguiente de la promulgación de la Ley de Comunidades Nativas, el responsable de ella ya debía tener un plan para asegurar su pronta implementación, pero estoy seguro de que ese plan nunca existió. La improvisación es también evidente en energía, donde se siguen poniendo parches que solo logran generar confusión y con ello desalentar la inversión. El obligar al consumidor a correr con los gastos de empresas públicas para que compren --sin fiscalización-- barcazas con generadores a precios probablemente inflados lo único que va a aumentar es la distorsión en el mercado y seguro también los niveles de corrupción. Con absurdas medidas como esa solo logran que se extienda indefinidamente la insuficiencia energética. En general, al cabo de dos años se percibe a un gobierno cansado, que lo que ha perdido en sentido de urgencia, parece haberlo ganado en apego por la frivolidad alrededor del poder; un gobierno más preocupado en colocar compañeros que en reformar al Estado; un gobierno que pide oxígeno y recambios.
Donde no parece existir problema de fatiga es en economía, aunque en este caso más bien un poco de reposo sería adecuado. Si bien es preocupante la inflación, al aplicar un abrupto frenazo cuando el mundo ya está frenando --con el precio de commodities cayendo debido a que Estados Unidos e Inglaterra ya están en recesión-- corremos el riesgo de darnos un frentazo. Incluso tenemos racionamiento eléctrico, lo cual hace inevitable una desaceleración. En ese contexto, lo que deberíamos buscar es cómo mantener el impulso y seguir creciendo a no menos de 8%, para ello es correcto reducir el ineficiente gasto corriente y aumentar el ahorro público para asegurar que siga fluyendo la inversión privada sin crear un desequilibrio. Pero el tratar por todos los medios de que el ciudadano no siga gastando ya sea en bienes de consumo o inmobiliarios es una exageración, incluso la población lo va a sentir como una confiscación de su creciente aspiración y, para alegría de los chavistas, radicalizará el 2011 la votación.
Asimismo, este será el primer año en casi una década que la inversión pública alcanzará el mínimo recomendable del 4% del PBI, por lo que recortarla es innecesario. Más bien deberían acelerar la entrega de concesiones y reglamentar la ley de pago de impuestos en obras para que el cuello de botella, que es la falta de infraestructura, no se ajuste aun más. Incluso para combatir la inflación, por qué no eliminar los aranceles a los alimentos, insumos y bienes intermedios (que llegan hasta 17%), para así bajar costos y beneficiar al consumidor. Pero la realidad es que la falta de mención a medidas a favor de la competitividad confirmaría que el pasado hiperinflacionario y la obsesión del banquero central han predominado, con lo cual el objetivo ahora sería frenar. El BCR nos dirá, claro está, que con ello en el largo plazo la vida mejorará. Sin embargo, parafraseando a Keynes, en el largo plazo todos estaremos sepultados.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-24/bueno-culantro-no-tanto.html
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FRITZ DU BOIS,
MACROECONOMIA,
PERU
domingo, 17 de agosto de 2008
El Dirigista
Por Fritz Du Bois
17-08-08
En estos días hay un 'déja vu' en el ambiente: imágenes de tanques rusos invadiendo que recuerdan el final de la Primavera de Praga, el retorno a la vida del INP hoy Ceplan, la creciente preocupación por los apagones y una crisis profunda en el Pacto Andino hoy CAN, aunque en esta ocasión el disidente no es Chile por liberal, sino una Bolivia cerrada y estatal. Todo ello nos deja una sensación de haberlo vivido, o mejor dicho sufrido, con anterioridad. Incluso el título del artículo suena a una película de los setenta de Bertolucci o Antonioni, aunque las absurdas consecuencias del dirigismo estatal harían que el Woody Allen de esa época fuera el director ideal.
Si bien es evidente que el Estado debe tener capacidad para poder planificar, lo real es que el funcionario estatal tiende a confundir esa función con la de dirigir el mercado e, inevitablemente, termina en algún grado de intervención que siempre genera distorsión. En realidad, son innumerables los episodios de dirigismo equivocado, desde el BCR provocando la mayor volatilidad en el sol de los últimos diez años, que genera expectativa inflacionaria en lugar de apagarla, hasta lo que ocurre en el mercado energético, que es consecuencia de sucesivos intentos gubernamentales por dirigirlo hacia el gas a lo largo de diez años.
Así tenemos que, luego que se cancelara a la Shell en Camisea, se prohibieron las construcciones de nuevas hidroeléctricas para, posteriormente, fijar para el gas un precio bajo y a largo plazo, como si el mercado fuera estático, de modo que en la actualidad el precio local es la quinta parte del internacional. Finalmente, en el Estado parece que no se dieron cuenta de que la economía viene creciendo hace tres años a tasas mucho más altas que lo proyectado y que el tubo de Camisea se iba a llenar más rápido de lo esperado. Con lo cual, hoy tenemos un mercado interno que desincentiva tanto la inversión en hidroeléctricas como el uso eficiente del gas y estamos, además, ante un horizonte de tres meses durante los cuales esperamos que los apagones no sean frecuentes, aunque es probable que en esta misma época del próximo año esa situación se repita.
Pero la más costosa confusión de dirigismo por planificación será el freno que sufrirá la expansión de mercados externos ante la falta de capacidad portuaria para seguir creciendo en nuestra exportación. Hace ocho años el Congreso canceló en el último día la concesión de los puertos regionales con la supuesta excusa de planificar su desarrollo vía una ley, antes de entregarlos al sector privado. Ahora, luego de todos esos años, nuevamente se posterga la concesión de Pisco porque Pro Inversión se han equivocado pidiendo una enorme inversión que no va a tener postores. Evidentemente el diseñar una concesión--que es una función que debería tercerizarse a un ente especializado-- sin ningún incentivo por ser exitoso y mirando de reojo hacia la plaza Bolívar, a los amigos de Enapu y enemigos del privado, es un fracaso asegurado. Con ello tendremos una década más sin desarrollo portuario por falta de inversión, para sumar a las dos anteriores en las que nada se invirtió, lo cual hace inevitable que el cuello de botella, que ya está empezando por saturación del Callao, se vuelva generalizado.
Finalmente, las lecciones para Ceplan de treinta años de dirigismo fracasado y de falta de planificación debe ser el identificar las necesidades de largo plazo para asegurar que fluya la inversión y no tratar de dirigir al mercado. Si alguien puede leer correctamente los mercados, lo más probable es que no sea funcionario estatal sino próspero empresario.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-17/el-dirigista.html
17-08-08
En estos días hay un 'déja vu' en el ambiente: imágenes de tanques rusos invadiendo que recuerdan el final de la Primavera de Praga, el retorno a la vida del INP hoy Ceplan, la creciente preocupación por los apagones y una crisis profunda en el Pacto Andino hoy CAN, aunque en esta ocasión el disidente no es Chile por liberal, sino una Bolivia cerrada y estatal. Todo ello nos deja una sensación de haberlo vivido, o mejor dicho sufrido, con anterioridad. Incluso el título del artículo suena a una película de los setenta de Bertolucci o Antonioni, aunque las absurdas consecuencias del dirigismo estatal harían que el Woody Allen de esa época fuera el director ideal.
Si bien es evidente que el Estado debe tener capacidad para poder planificar, lo real es que el funcionario estatal tiende a confundir esa función con la de dirigir el mercado e, inevitablemente, termina en algún grado de intervención que siempre genera distorsión. En realidad, son innumerables los episodios de dirigismo equivocado, desde el BCR provocando la mayor volatilidad en el sol de los últimos diez años, que genera expectativa inflacionaria en lugar de apagarla, hasta lo que ocurre en el mercado energético, que es consecuencia de sucesivos intentos gubernamentales por dirigirlo hacia el gas a lo largo de diez años.
Así tenemos que, luego que se cancelara a la Shell en Camisea, se prohibieron las construcciones de nuevas hidroeléctricas para, posteriormente, fijar para el gas un precio bajo y a largo plazo, como si el mercado fuera estático, de modo que en la actualidad el precio local es la quinta parte del internacional. Finalmente, en el Estado parece que no se dieron cuenta de que la economía viene creciendo hace tres años a tasas mucho más altas que lo proyectado y que el tubo de Camisea se iba a llenar más rápido de lo esperado. Con lo cual, hoy tenemos un mercado interno que desincentiva tanto la inversión en hidroeléctricas como el uso eficiente del gas y estamos, además, ante un horizonte de tres meses durante los cuales esperamos que los apagones no sean frecuentes, aunque es probable que en esta misma época del próximo año esa situación se repita.
Pero la más costosa confusión de dirigismo por planificación será el freno que sufrirá la expansión de mercados externos ante la falta de capacidad portuaria para seguir creciendo en nuestra exportación. Hace ocho años el Congreso canceló en el último día la concesión de los puertos regionales con la supuesta excusa de planificar su desarrollo vía una ley, antes de entregarlos al sector privado. Ahora, luego de todos esos años, nuevamente se posterga la concesión de Pisco porque Pro Inversión se han equivocado pidiendo una enorme inversión que no va a tener postores. Evidentemente el diseñar una concesión--que es una función que debería tercerizarse a un ente especializado-- sin ningún incentivo por ser exitoso y mirando de reojo hacia la plaza Bolívar, a los amigos de Enapu y enemigos del privado, es un fracaso asegurado. Con ello tendremos una década más sin desarrollo portuario por falta de inversión, para sumar a las dos anteriores en las que nada se invirtió, lo cual hace inevitable que el cuello de botella, que ya está empezando por saturación del Callao, se vuelva generalizado.
Finalmente, las lecciones para Ceplan de treinta años de dirigismo fracasado y de falta de planificación debe ser el identificar las necesidades de largo plazo para asegurar que fluya la inversión y no tratar de dirigir al mercado. Si alguien puede leer correctamente los mercados, lo más probable es que no sea funcionario estatal sino próspero empresario.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-17/el-dirigista.html
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Vértigo
Por Fritz Du Bois
20-07-08
Al igual que el personaje de Hitchcock, al cual la altura le daba vahídos, parecería que al Banco Central de Reserva le produce mareos la velocidad del crecimiento por lo que lo quiere frenar. Ellos quisieran bajar el ritmo del 9% actual a un 7% que consideran sostenible y adecuado, evidentemente buscan que la desaceleración los ayude a bajar la inflación, lo cual suena a una intención razonable.
Sin embargo, siempre es alarmante ver otra muestra de esa tendencia que tienen los funcionarios públicos de creer que son pianistas y pueden dirigir la economía apretando teclados, ya que nunca ha dado buenos resultados. Basta ver el mercado cambiario: las medidas de los últimos meses tomadas por el BCR han generado la mayor volatilidad en el tipo de cambio de los últimos 10 años y han complicado aun más el panorama inflacionario, por lo que ese resultado no puede haber sido su intención. Asumamos, por ejemplo, que el sector privado sobrerreaccionara a medidas de enfriamiento --que es probable, pasan de optimismo a pesimismo con facilidad-- en lugar de 7% podríamos terminar en 4 o 5%, nivel que a más de uno en el BCR le podría parecer adecuado, pero la población lo sentiría como si hubiéramos entrado en recesión. Incluso, ante el posible racionamiento energético, que ya de por sí puede convertirse en un enfriamiento involuntario del crecimiento, viene a la memoria esa monstruosidad de los 90 cuando se prohibió la inversión en hidroeléctricas para forzar la demanda de gas, confirmando que no importa el sector. Siempre que el Estado cree que puede dirigir al mercado, el país termina perjudicado.
No hay que temerle al crecimiento, lo importante es asegurarse que este sea sano. Es decir, que no sea impulsado fiscalmente o por un sistema financiero descontrolado. Sobre lo primero, sería contraproducente que el Gobierno aumente su ineficiente gasto corriente, sería echar kerosene a la hoguera de la inflación, más bien no solo debe mantener el 3% de superávit fiscal sino incrementarlo y con ello aumentar aun más su fondo de estabilización. A los ministros que amenazan con irse si no les dan más para gastar habría que agradecerles por los servicios prestados, la estabilidad es mucho más importante que un presupuesto sectorial. Respecto del mercado de crédito, el mantener una atenta supervisión es fundamental. Sin embargo, a la fecha no hay señal de que el incremento de préstamos esté llevando a un deterioro de la cartera de los bancos, al contrario, el nivel de atraso sigue siendo el más bajo registrado. Por otro lado, después de más de 30 años la población empieza a tener nuevamente acceso a un mercado hipotecario, sería desproporcionado frenarlo ahora, cuando ni siquiera se ha desarrollado, más aun estando a años luz del riesgo de burbujas inmobiliarias o papeles subprime en nuestro mercado.
Por ello, si nos aseguramos de un gasto público controlado, cuentas externas holgadas y un sistema financiero bien supervisado no tiene sentido frenar un crecimiento impulsado por la inversión del sector privado. Más bien, lo que se debe hacer es mantenerlo eliminando los cuellos de botellas que lo podrían desacelerar, dentro de los cuales la falta de infraestructura es el principal, seguido por la rigidez del mercado laboral. Si el Gobierno implementa reformas estructurales y entrega concesiones con convicción, nuestra economía puede seguir creciendo durante años a tasas similares a las de hoy y generar prosperidad y bienestar. Frenarla por temor sería condenarnos a la mediocridad y peor aun el 2011 se estaría entregando en bandeja el país a algún trasnochado radical.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-07-20/vertigo.html
20-07-08
Al igual que el personaje de Hitchcock, al cual la altura le daba vahídos, parecería que al Banco Central de Reserva le produce mareos la velocidad del crecimiento por lo que lo quiere frenar. Ellos quisieran bajar el ritmo del 9% actual a un 7% que consideran sostenible y adecuado, evidentemente buscan que la desaceleración los ayude a bajar la inflación, lo cual suena a una intención razonable.
Sin embargo, siempre es alarmante ver otra muestra de esa tendencia que tienen los funcionarios públicos de creer que son pianistas y pueden dirigir la economía apretando teclados, ya que nunca ha dado buenos resultados. Basta ver el mercado cambiario: las medidas de los últimos meses tomadas por el BCR han generado la mayor volatilidad en el tipo de cambio de los últimos 10 años y han complicado aun más el panorama inflacionario, por lo que ese resultado no puede haber sido su intención. Asumamos, por ejemplo, que el sector privado sobrerreaccionara a medidas de enfriamiento --que es probable, pasan de optimismo a pesimismo con facilidad-- en lugar de 7% podríamos terminar en 4 o 5%, nivel que a más de uno en el BCR le podría parecer adecuado, pero la población lo sentiría como si hubiéramos entrado en recesión. Incluso, ante el posible racionamiento energético, que ya de por sí puede convertirse en un enfriamiento involuntario del crecimiento, viene a la memoria esa monstruosidad de los 90 cuando se prohibió la inversión en hidroeléctricas para forzar la demanda de gas, confirmando que no importa el sector. Siempre que el Estado cree que puede dirigir al mercado, el país termina perjudicado.
No hay que temerle al crecimiento, lo importante es asegurarse que este sea sano. Es decir, que no sea impulsado fiscalmente o por un sistema financiero descontrolado. Sobre lo primero, sería contraproducente que el Gobierno aumente su ineficiente gasto corriente, sería echar kerosene a la hoguera de la inflación, más bien no solo debe mantener el 3% de superávit fiscal sino incrementarlo y con ello aumentar aun más su fondo de estabilización. A los ministros que amenazan con irse si no les dan más para gastar habría que agradecerles por los servicios prestados, la estabilidad es mucho más importante que un presupuesto sectorial. Respecto del mercado de crédito, el mantener una atenta supervisión es fundamental. Sin embargo, a la fecha no hay señal de que el incremento de préstamos esté llevando a un deterioro de la cartera de los bancos, al contrario, el nivel de atraso sigue siendo el más bajo registrado. Por otro lado, después de más de 30 años la población empieza a tener nuevamente acceso a un mercado hipotecario, sería desproporcionado frenarlo ahora, cuando ni siquiera se ha desarrollado, más aun estando a años luz del riesgo de burbujas inmobiliarias o papeles subprime en nuestro mercado.
Por ello, si nos aseguramos de un gasto público controlado, cuentas externas holgadas y un sistema financiero bien supervisado no tiene sentido frenar un crecimiento impulsado por la inversión del sector privado. Más bien, lo que se debe hacer es mantenerlo eliminando los cuellos de botellas que lo podrían desacelerar, dentro de los cuales la falta de infraestructura es el principal, seguido por la rigidez del mercado laboral. Si el Gobierno implementa reformas estructurales y entrega concesiones con convicción, nuestra economía puede seguir creciendo durante años a tasas similares a las de hoy y generar prosperidad y bienestar. Frenarla por temor sería condenarnos a la mediocridad y peor aun el 2011 se estaría entregando en bandeja el país a algún trasnochado radical.
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-07-20/vertigo.html
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jueves, 14 de agosto de 2008
El Subsidio Perfecto
Por Eduardo Morón. Economista*
14-08-08
Aunque muchos ya habíamos señalado que el subsidio a los combustibles era como operar una apendicitis con serrucho y martillo, la semana pasada el MEF confirmó que el fondo no subsidia a quienes ellos tenían en mente. Por el contrario, el subsidio básicamente llegaba a las personas de estratos altos y medios. En palabras del MEF, a los más pobres les llegaba 5 de cada 100 soles que tenían la intención de llegar a ellos. En pocas palabras, es un desastre en términos de focalización y diseño de políticas. En estos tiempos está de moda mirar en los programas sociales esto que, en plan de gasfitero, se llaman filtraciones. Es decir, plata que llega a quienes no estaba destinada. Hemos visto entre los casos menos dramáticos cómo los abuelos comparten con los nietos el vaso de leche. Pero también hay casos en que la ayuda social termina vendiéndose en una bodega.
Reconozco que de gasfitería no sé nada, pero a muchos les encanta jugar a gasfiteros y prometen "arreglos a prueba de fallas" para las filtraciones. Discúlpenme pero tengo mis dudas. Recordemos que en cada una de esas soluciones perfectas hay una serie de incentivos que se dejan sueltos, que pueden terminar generando una situación muy distinta a la que uno supuso que pasaría. Déjenme poner un ejemplo a propósito del fondo de combustibles. Supongamos que quiero proteger a los más pobres por el efecto del precio elevado de los combustibles. Una opción es tener una lista de beneficiarios y entregar cheques cada mes o cada tres meses a esta lista y asunto arreglado. ¿Aparentemente todo bien? Claro que no. ¿Qué pasa si el subsidio por familia sale tan chico que administrativamente es más caro mandar el cheque que el propio valor del cheque? Nuestro gasfitero estrella dirá entonces que juntemos varios cheques para reducir costos de envío. OK. ¿Y cómo evitamos que la planilla de beneficiarios no esté plagada de infiltrados, si la ONP paga a jubilados que nunca trabajaron y hasta el programa Juntos tiene problemas en separar los que sí deberían recibir ayuda de los que no deberían estar? Además, ¿se imaginan el lío político de remover subsidios una vez que los has otorgado un par de años? Repitan conmigo: "No existe el subsidio perfecto".
Alguien podría sugerir subsidiar solo el combustible para transporte de carga y pasajeros. ¿Acaso ellos son los únicos que utilizan ese tipo de combustibles? ¿Estamos buscando acaso crear mercados negros de reventa de combustibles? Por favor no. Por otro lado, no entiendo la necesidad de un subsidio a la industria o a la minería. Con esos recursos se debería poner en marcha agresivamente el bono de chatarreo para que las unidades de transporte utilicen combustibles más ecológicos. Más caro nos va a salir atender luego los múltiples problemas de salud derivados de no actuar con mayor decisión en el tema del transporte masivo de pasajeros.
El Gobierno ha ido, a mi juicio correctamente, retirando el subsidio a las gasolinas más caras porque esos consumidores deben no solo responder a los precios de mercado sino que no necesitan apoyo estatal. Y se debería seguir en esa línea. Básicamente de lo que se trata es de reducir el impacto en la cadena logística y en el tema de transporte de pasajeros en tanto es lo que más afecta a la población de menores recursos. Aprovechemos que el precio del petróleo está a la baja y seguramente terminará el año por debajo de cien dólares. Pronto no necesitaremos de este subsidio.
*Universidad del Pacífico
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-14/el-subsidio-perfecto.html
14-08-08
Aunque muchos ya habíamos señalado que el subsidio a los combustibles era como operar una apendicitis con serrucho y martillo, la semana pasada el MEF confirmó que el fondo no subsidia a quienes ellos tenían en mente. Por el contrario, el subsidio básicamente llegaba a las personas de estratos altos y medios. En palabras del MEF, a los más pobres les llegaba 5 de cada 100 soles que tenían la intención de llegar a ellos. En pocas palabras, es un desastre en términos de focalización y diseño de políticas. En estos tiempos está de moda mirar en los programas sociales esto que, en plan de gasfitero, se llaman filtraciones. Es decir, plata que llega a quienes no estaba destinada. Hemos visto entre los casos menos dramáticos cómo los abuelos comparten con los nietos el vaso de leche. Pero también hay casos en que la ayuda social termina vendiéndose en una bodega.
Reconozco que de gasfitería no sé nada, pero a muchos les encanta jugar a gasfiteros y prometen "arreglos a prueba de fallas" para las filtraciones. Discúlpenme pero tengo mis dudas. Recordemos que en cada una de esas soluciones perfectas hay una serie de incentivos que se dejan sueltos, que pueden terminar generando una situación muy distinta a la que uno supuso que pasaría. Déjenme poner un ejemplo a propósito del fondo de combustibles. Supongamos que quiero proteger a los más pobres por el efecto del precio elevado de los combustibles. Una opción es tener una lista de beneficiarios y entregar cheques cada mes o cada tres meses a esta lista y asunto arreglado. ¿Aparentemente todo bien? Claro que no. ¿Qué pasa si el subsidio por familia sale tan chico que administrativamente es más caro mandar el cheque que el propio valor del cheque? Nuestro gasfitero estrella dirá entonces que juntemos varios cheques para reducir costos de envío. OK. ¿Y cómo evitamos que la planilla de beneficiarios no esté plagada de infiltrados, si la ONP paga a jubilados que nunca trabajaron y hasta el programa Juntos tiene problemas en separar los que sí deberían recibir ayuda de los que no deberían estar? Además, ¿se imaginan el lío político de remover subsidios una vez que los has otorgado un par de años? Repitan conmigo: "No existe el subsidio perfecto".
Alguien podría sugerir subsidiar solo el combustible para transporte de carga y pasajeros. ¿Acaso ellos son los únicos que utilizan ese tipo de combustibles? ¿Estamos buscando acaso crear mercados negros de reventa de combustibles? Por favor no. Por otro lado, no entiendo la necesidad de un subsidio a la industria o a la minería. Con esos recursos se debería poner en marcha agresivamente el bono de chatarreo para que las unidades de transporte utilicen combustibles más ecológicos. Más caro nos va a salir atender luego los múltiples problemas de salud derivados de no actuar con mayor decisión en el tema del transporte masivo de pasajeros.
El Gobierno ha ido, a mi juicio correctamente, retirando el subsidio a las gasolinas más caras porque esos consumidores deben no solo responder a los precios de mercado sino que no necesitan apoyo estatal. Y se debería seguir en esa línea. Básicamente de lo que se trata es de reducir el impacto en la cadena logística y en el tema de transporte de pasajeros en tanto es lo que más afecta a la población de menores recursos. Aprovechemos que el precio del petróleo está a la baja y seguramente terminará el año por debajo de cien dólares. Pronto no necesitaremos de este subsidio.
*Universidad del Pacífico
Fuente: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-08-14/el-subsidio-perfecto.html
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