lunes, 14 de junio de 2010

Pobreza en Retirada

Por: Julio Luque, Ingeniero
EL COMERCIO
14-06-10


Es una pena que el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2011—2013 del Ministerio de Economía sea un documento tan profesional y técnico como tedioso, aburrido e ininteligible para el ciudadano de a pie. Digo que es una pena porque cuando uno ya está extenuado de tantas cifras y estadísticas se ve, en la página 44, que aparece la mejor noticia económica que se podría publicar sobre el Perú: en los últimos seis años, el ingreso promedio de los hogares peruanos creció nada menos que ¡38%!

Sería interesante conocer la opinión de aquellos que se han pasado todos estos años criticando las reformas y el modelo económico neoliberal. ¿Les parecerá poco un incremento de ingresos de los hogares de 38% cada 6 años? ¿Qué respuestas ensayarán para minimizar este logro? A ver, ensayemos como podrían desvirtuar la cifra.

Dirán primero que a este incremento de ingresos hay que descontarle la inflación, para ver el aumento en el poder adquisitivo, que es lo que realmente importa. Cierto. La inflación acumulada en el mismo período fue de 19%. Buen intento. Pero todavía se puede decir que el crecimiento de los ingresos duplicó el crecimiento de los precios. Demasiado bueno. Hay que seguir intentando.

Recurrirán entonces a la teoría del crecimiento desigual: este modelo hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Plancha quemada. Resulta que ha ocurrido todo lo contrario. Los ingresos del 20% de hogares más pobres se han incrementado 84%, mientras que los del 20% de hogares más ricos lo han hecho 18%. Observando el comportamiento de los 5 quintiles, se concluye que, mientras más pobre es un hogar, mayor es el crecimiento de sus ingresos en los últimos seis años.

Y ahora, ¿cómo seguir afirmando que el modelo no funciona, que las privatizaciones fueron un error, que los TLC nos empobrecen, que las rebajas de aranceles destruyen empleos? Será que ninguno ha llegado a la página 44 del MMM. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

El Valor de la Familia

Por: Richard Webb
EL COMERCIO
14-06-10


No existe religión, partido, club o cualquier otra institución humana que genere el nivel de devoción, energía y ayuda mutua que produce la familia. Las excepciones a esta norma, por ejemplo los seguidores de alguna religión que se sacrifican como bombas humanas, son tildados de fanáticos. Pero se considera normal la inmolación diaria de una madre por sus hijos, la privación de jóvenes que dejan la escuela para financiar el estudio de hermanos menores o hijos que se entregan sus vidas personales al cuidado de sus viejos.

La energía social que emana de la familia juega un papel central en la economía, al crear núcleos de confianza, cooperación y entendimiento mutuo, elementos esenciales para la productividad. Muchos atribuyen el éxito de las empresas peruanas al sistema capitalista, pasando por alto que en su gran mayoría se trata de negocios familiares impulsados por una enorme dosis de trabajo solidario y motivación no egoísta. La familia resuelve, además, una gran parte de las necesidades sociales del país: cría niños, proteje mujeres y sostiene discapacitados y mayores de edad.

La importancia de la familia es poco reconocida. Los economistas hablan de empresas, de políticas y normas legales, pero dentro de un mundo de racionalidad egoísta que no deja lugar para la solidaridad interna de la familia. Algunos resaltan el papel productivo de ciertas instituciones, como el imperio de la ley y la propiedad privada, pero hacen caso omiso a la familia como institución más importante. Los sociólogos buscan identificar el papel de los grupos colectivos, como los trabajadores o los residentes de alguna región o etnia, pero descuidan el gran motor de la acción humana que es la pequeña agrupación familiar.

La Constitución ordena al Estado proteger a la familia, pero sus intervenciones están dirigidas más bien a proteger a los individuos. La familia es tratada como una agrupación accidental de individuos y no como un núcleo colectivo pensante, con espíritu y objetivos propios, cuya funcionalidad requiere de un grado de autonomía. No sorprende, entonces, que se creen sistemas de pensión que solo cubren a una pequeña minoría de la población y que se prohíba el trabajo infantil de una manera ciega, sin tomar en cuenta la realidad de una familia microempresaria. En vez de proteger se termina socavando la piedra angular de más valor en la construcción del país, que es la fuerza de sus familias.

domingo, 13 de junio de 2010

En un Paraíso de Vikingos

Por: Timothy Garton Ash, Historiador
EL COMERCIO
13-06-10


“¡Salarios iguales ya! ¡Salarios iguales ya!”, se oían los gritos desde la ventana de mi hotel en Oslo, mientras los huelguistas y sus partidarios se manifestaban ante el Parlamento noruego. ¿Cómo era posible? ¿Hay huelgas hasta en el paraíso?

Noruega es, de acuerdo con casi todos los parámetros, algo muy parecido a un paraíso terrenal. En renta per cápita es uno de los países más ricos del mundo. Es también uno de los más igualitarios. Posee un sistema de bienestar que es la envidia de todos los socialdemócratas. Las madres tienen 10 meses de permiso de maternidad con el sueldo completo. El año pasado, fue el primer país del mundo en el respetado índice de desarrollo humano, que utiliza criterios de expectativa de vida, alfabetización y nivel de vida. Ah, sí, y en estos tiempos de dificultades fiscales, tiene un superávit presupuestario de más del 9%. Y dedica más del 1% de su PBI a ayudar a otros países.

No es extraño que todo tipo de gente lo mencione como prueba de todo tipo de cosas. Euroescépticos conservadores británicos como Daniel Hannan y el recién elegido miembro del Parlamento Mark Reckless lo consideran un ejemplo de lo bien que podría irle a Gran Bretaña si abandonara la Unión Europea.

Por otra parte, para Richard Wilkinson y Kate Pickett, Noruega es un ejemplo de los efectos beneficiosos de la igualdad. En su influyente libro “The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always do Better”, mencionan varias veces a Noruega, junto con otros países escandinavos, para ilustrar numerosos beneficios de la igualdad. “En Noruega —escriben— no es infrecuente ver cafés que tienen mesas y sillas en la acera y mantas dejadas fuera para que la gente las use si tiene frío mientras se toma un café. A nadie le preocupa que los clientes o los transeúntes roben las mantas”.

“¡Tonterías!”, exclaman otros. La clave de todo esto no es más que el petróleo. El modelo igualitario socialdemócrata se sostiene exclusivamente gracias a las amplias exportaciones de gas y petróleo de Noruega, cuyos ingresos se han ido almacenando en el que es hoy el segundo fondo soberano del mundo… suficiente para permitir que los menos de cinco millones de habitantes del país sigan disfrutando del bienestar socialdemócrata al que están acostumbrados. La felicidad noruega la paga, por así decir, el calentamiento global.

Claro que también es posible que la clave del éxito noruego esté simplemente en los noruegos. Quizá son sus extraordinarias tradiciones de sólida autodependencia, esfuerzo y sentimiento de comunidad, celebradas en la historia y la leyenda con referencias que se remontan en la imaginación hasta la época de los vikingos. Al fin y al cabo, el país marchaba muy bien con sus exportaciones de pescado, madera y productos manufacturados y su industria naviera incluso antes de que se descubriera petróleo en los años 60.

Conozco demasiado poco el país nórdico para saber qué tienen de verdadero o falso estas distintas versiones y qué les falta a todas. Pero Noruega —o quizá debería decir el concepto de “Noruega”— es un buen ejemplo del peligro de extraer conclusiones demasiado simples de la experiencia de otros países o proyectar las conclusiones que uno desea para su propio país. Noruega está fuera de la UE; Noruega es un país rico y feliz; luego salgamos de la UE y nosotros también seremos ricos y felices. Muchas veces, uno acaba cayendo en la vieja falacia de confundir correlación con causa.

Si las cosas van verdaderamente fatal en el resto de Europa, puede que Noruega se encuentre con una oleada a la inversa de vikingos modernos —“vikingos pacíficos”, por supuesto— que vayan en busca de trabajo y bienestar a esas tierras más felices del norte. Me han contado que los ciudadanos de la UE tienen permiso para vivir en Noruega hasta tres meses mientras buscan trabajo. ¿Alguien se siente tentado?

Glosado del original. (C) Diario “El País”, SL/ Timothy Garton Ash. Prisacom. Exclusivo para El Comercio en el Perú.

jueves, 3 de junio de 2010

BCR Precavido Vale por Dos

Por: Waldo Mendoza, Economista*
EL COMERCIO
03-06-10


El epicentro de la crisis se ha trasladado a Europa. El desenlace es incierto. La agudización de esta crisis, que involucra a la cuarta parte de la economía mundial, puede afectar a la economía peruana. Si queremos crecer más de 5% este año, hay que tomar ciertas precauciones.

El mejor escenario para Europa es que la política fiscal contractiva sea exitosa en amainar la crisis financiera. El costo de ese ajuste será un crecimiento raquítico o nulo en Europa, que tendrá algún impacto en nuestras exportaciones.

El peor escenario es que no se contenga la crisis financiera y se agudice la recesión. En ese caso, además del efecto extra sobre las exportaciones, podría interrumpirse el ingreso de capitales a nuestro país, y afectar al crédito bancario en dólares y el tipo de cambio.

Como la probabilidad de que la crisis europea se agrave no es nula, será mejor ser precavidos.

¿Por qué la crisis internacional del 2008-2009, a pesar de ser severa, nos golpeó mucho menos que la de 1998-1999? Porque, en esencia, el Banco central de Reserva del Perú (BCR) suministró al mercado todos los dólares y soles que este requirió.

Entre agosto del 2008 y febrero del 2009, el BCR inyectó unos US$10.000 millones para sofocar la crisis externa, entre dólares y papeles de corto plazo indexados al tipo de cambio. Esta política, además de proveer de dólares a los bancos, impidió que el tipo de cambio saltase.

Por otro lado, el BCR también proporcionó toda la liquidez que los bancos solicitaban en soles. Esto se hizo de manera automática, pues en el nuevo esquema creado en el 2002, el BCR emite todo el dinero que el público pide a la tasa de interés fijada.

La posición de cambio es hoy bastante menor que el nivel pico alcanzado en abril del 2008. Tener suficientes dólares es, para el país, como contar con un seguro frente a los choques externos. Hay que iniciar una acumulación acelerada de dólares.

Respecto a la tasa de referencia, mantenerla fija por un buen tiempo es la mejor opción en el contexto actual.


(*) Jefe del Departamento de Economía de la PUCP

miércoles, 2 de junio de 2010

Cada vez Menos Pobres

Por: Gustavo Yamada, Economista *
EL COMERCIO
02-06-10


En medio de la nueva incertidumbre económica internacional, generada esta vez por la crisis europea, hubo dos buenas noticias en el frente interno. La producción ha retomado ritmos de expansión no vistos desde el 2008 (6% de crecimiento en el primer trimestre del año). Además, la pobreza siguió reduciéndose en el 2009, a pesar del complicado panorama del período. El porcentaje de compatriotas con gastos mensuales menores a la línea de pobreza se redujo de 36,2% en el 2008 a 34,8% en el 2009, gracias a que el consumo privado creció por encima de la producción.

Hay que subrayar que la canasta que mide la pobreza es realmente básica. Solo permite adquirir lo mínimo de alimentación necesario para mantenerse saludable y cubrir necesidades básicas de vestido, vivienda, transporte, salud y educación. Por ejemplo, su costo promedio en Lima es de S/.1.300 al mes para una familia de cuatro miembros. Esta metodología es seguida por la mayoría de países en desarrollo y es supervisada por los organismos multilaterales de crédito.

¿Por qué tiene tan poca credibilidad esta medición de la pobreza monetaria? Posiblemente porque no guarda relación con la autopercepción de pobreza que tiene la mayor parte de peruanos. La pobreza que podríamos llamar de corte subjetivo es muy grande. En la misma encuesta nacional se pregunta a las personas cuán pobre considera su hogar. Solo 11% de la población peruana no se considera pobre (lo que contrasta con el 65% cuyos gastos superan la pobreza monetaria), mientras que el 89% restante se identifica como más o menos pobre, pobre o muy pobre.

En síntesis, cada vez somos menos pobres, pero no lo percibimos así, en parte porque tenemos aspiraciones mucho más altas (lo cual es muy bueno) y, además, porque la desigualdad de oportunidades aún está muy extendida (lo cual es muy malo). La realidad objetiva es que, posiblemente, estemos entre los países que más han reducido su pobreza en la última década. A pesar de todos los problemas que todavía nos aquejan, y que debemos enfrentar con urgencia y decisión, el progreso es inobjetable.

[*] Profesor de la Universidad del Pacífico