Por: Richard Webb, Economista
EL COMERCIO
06-05-10
La contratación de un costoso jugador no hace al equipo. Pizarro o Messi probablemente no sacarían al Sporting Huancayo del fondo de la tabla. Para estar arriba se requiere una buena gestión del equipo como un todo. En la economía pasa algo similar: no es una seguidilla de inversiones la que levanta al país, sino la calidad y la eficiencia en el manejo de todos los recursos, los nuevos y los que ya estaban.
La historia económica lo comprueba. En las últimas décadas hemos vivido dos etapas con resultados dramáticamente diferentes. La primera duró veinte años, de 1970 a 1990, y en ese período se hizo un esfuerzo importante para desarrollar al país a través de la inversión. En promedio, las nuevas inversiones alcanzaron el no despreciable nivel de 21% del producto nacional.
Se llevaron a cabo ingentes inversiones de todo tipo, en fábricas, carreteras, energía, minas y negocios diversos, un gasto que sumó nada menos que un quinto de la riqueza nacional en todo ese período. Pero el resultado de todo ese sacrificio fue cero, incluso negativo, porque al final el país estaba más pobre que cuando se inició el período. Inversión tras inversión se fueron al agua.
La segunda etapa empezó en 1990 y continúa aún. Nuevamente se han venido realizando importantes inversiones de todo tipo, que llegaron a representar la apreciable cifra de 20% del producto nacional. Sin embargo, esta vez, el resultado ha sido notablemente superior: el nivel de vida promedio de la población se ha elevado en 74% y la pobreza se ha reducido. Se ha logrado muchísimo más, invirtiendo incluso un poco menos. La diferencia ha sido que además de invertir, hemos elevado la productividad de todo lo que tenemos.
Lo que cambió fue la manera de gestionar la economía como un todo, especialmente integrándonos al resto del mundo, y cuidando más la estabilidad monetaria. Algunos dirían que hemos pasado de una economía intervencionista a una neoliberal. Según cifras publicadas por el economista Félix Jiménez, el resultado de los años intervencionistas fue un colapso de 50% en la productividad. Lo que se invertía con una mano, se borraba con la otra. El resultado de la nueva gestión es inmensamente más favorable en cuanto a la productividad.
Curiosamente, las cifras de Jiménez fueron citadas por la página web Otra Mirada para sostener: “El modelo neoliberal no promueve la productividad”. Lo que dicen la historia y las cifras de Jiménez es exactamente lo contrario. Sugiero una nueva mirada.
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