Por: Fritz Du Bois
PERU 21
21-11-09
Pocas veces se ha visto que, en tan corto tiempo, una medida adecuada de política tributaria pueda dar tan buenos resultados. En 2007, la Ley de Promoción de Espectáculos redujo impuestos e introdujo lógica al tratamiento que se les aplica a los artistas extranjeros. Gracias a esa iniciativa, el Perú ha dejado de ser la plaza con la mayor tasa impositiva en América Latina, situación que ocasionaba que Lima fuera la única capital sudamericana de importancia que nunca era considerada en las giras de los grupos o artistas más conocidos. Durante años estuvimos totalmente al margen del circuito internacional de espectáculos.
Esa situación ha cambiado dramáticamente y se ha pasado de unos 30 conciertos anuales, casi todos de modestas proporciones, a cerca de 90, muchos de los cuales son megaconciertos con más de 20 mil participantes. En el proceso, no solo el público está disfrutando de eventos a los cuales antes no tenía acceso sino que, además, el Tesoro Público se ha beneficiado. Así tenemos que, en 2005, la recaudación tributaria por todo tipo de espectáculos fue de poco más de 11 millones de soles, y este año se debe de recaudar casi tres veces más que eso.
Adicionalmente se ha generado una nueva industria –con todo el empleo que eso significa– alrededor de los conciertos, ya que estos deben de llegar este año a una facturación anual del orden de los 30 millones de dólares. A fin de cuentas, reduciendo absurdas tasas de impuestos que solo servían para espantar a los artistas y que no recaudaban, se ha logrado una situación en la cual no hay perdedor. Todos –público, empresario, trabajador, recaudador– ganan.
Por otro lado, ahora que los aires proteccionistas están reapareciendo en un sector del empresariado, sería bueno recordar el asfixiante nivel de contrabando que existía cuanto los aranceles e impuestos selectivos eran exorbitantes. No hay mejor manera de fomentar una actividad ilegal que generarle al delincuente un margen de utilidad adicional gracias a impuestos innecesarios.
Por ello, el éxito que ha tenido la ley de espectáculos debería llevar a establecer una política tributaria de largo plazo que busque reducir gradualmente la carga tributaria. Un país con 62% de informalidad no puede mantener eternamente un IGV de 19% o un Impuesto a la Renta de 33%. Con ellos, el incentivo para permanecer al margen de la ley es claro.
sábado, 21 de noviembre de 2009
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