Por: Juan Vargas
EL COMERCIO
29-11-09
La Crisis que no Fue
El frenazo que experimentó este año la actividad productiva peruana debido a la crisis económica mundial podría haber sido un choque con vuelco y muertos regados en el camino, según los peores escenarios que elaboraron nuestras autoridades económicas para el 2009.
La debacle financiera mundial dio lugar a que la demanda en el exterior por nuestros productos disminuyera y que se recortaran las inversiones locales. La consecuencia fue que pasamos de crecer 9,8% en el 2008 a 1,5% este año; sin embargo, pocas empresas quebraron y el desempleo apenas aumentó.
Pudo haber sido peor y a fines del 2008 eso se temía tanto en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) como en el Banco Central de Reserva del Perú (BCR). A pesar de los anuncios políticos sobre el supuesto blindaje del Perú para enfrentar la crisis, técnicos del MEF y del BCR recibieron el encargo de pensar en el peor escenario que podría presentarse y de diseñar medidas que podrían tomarse para tratar de minimizar esos daños.
Catástrofe
Eduardo Morón, viceministro de Economía entre setiembre del 2008 y enero del 2009, cuenta que una vez que estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y uno a uno empezaron a caer grandes entidades financieras de ese país, el peor escenario que se imaginaron fue que se repetiría la crisis de 1997-1998.
¿Qué pasó entonces? Como se muestra en los cuadros de la infografía, los principales indicadores se fueron al suelo. Por ejemplo, en la reciente crisis el dólar prácticamente se mantuvo estable, pero entre setiembre de 1997 y setiembre de 1999, el dólar aumentó de valor 25%. Es como si hoy usted tuviera que pasar de pagar S/.580 mensuales por su departamento (US$200) a pagar S/.725. Como si los desempleados hubieran aumentado en 279.000 personas solo en Lima Metropolitana. Miles de empresas cayeron en insolvencia, incluido el segundo mayor banco de entonces, el Wiese.
Había que evitar que ello se repitiera y por eso el BCR dictó medidas para minimizar la falta de liquidez entre los bancos y que no se produjera una sequía de créditos que pusiera en aprietos a las empresas del país.
Pero además de los programas de estímulo que se dictaron, funcionarios gubernamentales de alto nivel contaron a este Diario que hubo planes alternativos por si la crisis se escapaba de las manos.
Entidades Financieras
“Manejamos la hipótesis de que un banco grande y dos cajas municipales quebraban”, revelan. Esperaban que ello generara una corrida del resto de entidades financieras y una ola de incertidumbre que detendría casi por completo las inversiones.
Por eso, se dispuso una línea de crédito de US$300 millones en las cuentas de Cofide (vía un crédito de la Corporación Andina de Fomento) que se utilizaría en caso de que se diera la contracción del crédito.
“Dos meses fueron de sufrimiento agónico: enero y febrero. Felizmente nada pasó”, comentó una de las fuentes. El sector financiero especializado en las microfinanzas (cajas municipales, cajas rurales y edpymes) era de particular preocupación. “Las cajas y las edpymes crecían dinámicamente, pero no habían pasado por una crisis y, lo que era peor, no existían instrumentos financieros para apoyarlas. Al final el BCR tomó una serie de medidas para permitir que las entidades pudieran ser atendidas”, detalló nuestra fuente.
“El Perú había avanzado mucho en términos de bancarización; en parte, gracias a la expansión de esta pequeñas entidades. Teníamos que cuidar ese proceso y se consideró un fondo de US$100 millones para salvar a alguna de esas entidades que pudiera entrar en insolvencia. La caída de una entidad podía generar consecuencias mayores y tirar al trasto diez años de desarrollo de este sector”, contó otra fuente.
Sector Real
El tercer frente delineado fue el de la atención de las empresas. Si durante la crisis 1997-1998 muchos bancos fueron salvados por los gobiernos, lo mismo no sucedió con las empresas productivas que tuvieron que quebrar.
“Esta vez quisimos copiar la receta que aplicaron los asiáticos entre 1997-1998: crear fondos de reestructuración empresarial. Eso hicimos; la idea era aquí resguardar a los bancos, pero también entrar a capitalizar empresas”, cuentan.
“La quiebra de una sola fábrica hubiera hecho imposible la tarea del Gobierno de eliminar la incertidumbre”, explicaron.
Esos planes, sin embargo, no llegaron a aplicarse debido a que la situación nunca fue tan grave como se temió y lo mejor es que —como dijo Ricardo Paredes, gerente de Estudios Económicos de Cómex Perú— la recuperación llegó con rapidez, lo que facilitó que las medidas inicialmente tomadas bastaran para paliar los efectos de la crisis.
domingo, 29 de noviembre de 2009
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Los Últimos Apóstoles
Por: Luis Felipe Gamarra
EL COMERCIO
25-11-09
El "idilio" entre el poder político y el económico
Los patriarcas que sobreviven hasta hoy aplicaron reformas en sus empresas, lo que no hicieron los demás grupos, que terminaron siendo comprados o reducidos a cenizas por las transnacionales
Los “apóstoles” practicaron una vida monástica dedicada a sus empresas, que para ese entonces eran como una extensión visible de su intimidad familiar. Y cómo no iban a serlo, si en la fachada de sus firmas estaban —en letras labradas en bronce— los apellidos que heredaron de sus progenitores: hombres que llegaron al Perú el siglo XIX desde ultramar, sin un centavo en los bolsillos, pero con instinto para hacer dinero.
Como lo dijo Mario Brescia Cafferata, líder del grupo Brescia, uno de los más importantes del Perú, en la última Convención Anual de Ejecutivos (CADE): eran jefes de familia que construyeron fortunas trabajando durante décadas, acumulando capital en torno a una empresa altamente rentable, que se consolidó en un nicho económico, y que se diversificó más tarde en diversos sectores.
Para la década de los ochenta, los “apóstoles” encabezaban más de doce grupos económicos: Benavides, Brescia, Romero, Lanata Piaggio, Wiese, Bentín Mujica, Picasso Candamo, Raffo, Ferreyros, Nicolini, Olaechea-Álvarez Calderón, Cogorno, Piazza Tangüis y Delgado Parker.
Eran grupos que desde los años cincuenta representaron un poder económico que reemplazó a las viejas oligarquías. Todos estos apellidos representaban casi la totalidad del sector privado, en rubros que iban desde minería, agricultura, construcción, industria, banca y pesca, hasta telecomunicaciones, consumo masivo y manufactura. Pero, como sucedió con la mayoría de las grandes especies que se extinguieron, los “apóstoles” eran altamente vulnerables: su supervivencia dependía de las prebendas del Estado, a las que muchos de estos empresarios se acostumbraron durante las décadas del setenta y ochenta, como reconoció Dionisio Romero Seminario, en la CADE 2009.
En junio de 1986, al más puro estilo italiano, los jefes de las doce familias más influyentes del sector privado se juntaron en casa del empresario Alberto Biondi Bernales con el presidente Alan García Pérez y sus principales ministros para discutir lo que se denominaría una “política de concertación selectiva”, que consistía en otorgarles diversos beneficios a cambio de que reinvirtieran sus utilidades.
En la CADE de 1985, el presidente García clausuró la cita de ejecutivos reclamándoles a los empresarios: “Hay que apostar, señores. No esperar. Aquí no se puede exigir más garantías que a un banco de Miami. Hay que entregarse”. En la casa de Biondi, los empresarios le explicaron al presidente que ellos preferían llevarse sus utilidades al extranjero porque temían otro impulso estatista del Gobierno. “Había temor. La economía estaba centralizada”, dice Ricardo Vega Llona, quien participó en algunas de esas reuniones.
Sin embargo, a pesar de todas las facilidades que les brindó García, los empresarios no cumplieron su palabra. Por ese motivo, en julio de 1987, García anunció la nacionalización de la banca, que era controlada por los ’12 apóstoles”. A pesar de que esta no prosperó, la relación entre los “apóstoles” y García se destruyó.
El meteoro que produjo su extinción caería unos años más tarde, con la fuerza de un tsunami llamado Fujimori: la liberalización de la economía hizo que todos perdieran sus beneficios, obligándolos de golpe a competir con productos venidos del exterior. Muchos trataron de batallar en ese contexto, pero la mayoría de grupos terminaron siendo comprados por transnacionales.
De todos ellos, solo siguen vigentes Benavides, Brescia y Romero (en menor escala se mantienen Raffo y Ferreyros). ¿Por qué? Son los únicos de todos los “apóstoles” que salieron sin temor al exterior a captar capitales frescos en bolsas de valores del mundo, o elevando la capacidad de sus inversiones con socios regionales. Otro punto: la masa crítica de sus gerencias está hoy en manos de ejecutivos ajenos a la familia. ¿Cuáles serán los apóstoles del futuro?
EL COMERCIO
25-11-09
El "idilio" entre el poder político y el económico
Los patriarcas que sobreviven hasta hoy aplicaron reformas en sus empresas, lo que no hicieron los demás grupos, que terminaron siendo comprados o reducidos a cenizas por las transnacionales
Los “apóstoles” practicaron una vida monástica dedicada a sus empresas, que para ese entonces eran como una extensión visible de su intimidad familiar. Y cómo no iban a serlo, si en la fachada de sus firmas estaban —en letras labradas en bronce— los apellidos que heredaron de sus progenitores: hombres que llegaron al Perú el siglo XIX desde ultramar, sin un centavo en los bolsillos, pero con instinto para hacer dinero.
Como lo dijo Mario Brescia Cafferata, líder del grupo Brescia, uno de los más importantes del Perú, en la última Convención Anual de Ejecutivos (CADE): eran jefes de familia que construyeron fortunas trabajando durante décadas, acumulando capital en torno a una empresa altamente rentable, que se consolidó en un nicho económico, y que se diversificó más tarde en diversos sectores.
Para la década de los ochenta, los “apóstoles” encabezaban más de doce grupos económicos: Benavides, Brescia, Romero, Lanata Piaggio, Wiese, Bentín Mujica, Picasso Candamo, Raffo, Ferreyros, Nicolini, Olaechea-Álvarez Calderón, Cogorno, Piazza Tangüis y Delgado Parker.
Eran grupos que desde los años cincuenta representaron un poder económico que reemplazó a las viejas oligarquías. Todos estos apellidos representaban casi la totalidad del sector privado, en rubros que iban desde minería, agricultura, construcción, industria, banca y pesca, hasta telecomunicaciones, consumo masivo y manufactura. Pero, como sucedió con la mayoría de las grandes especies que se extinguieron, los “apóstoles” eran altamente vulnerables: su supervivencia dependía de las prebendas del Estado, a las que muchos de estos empresarios se acostumbraron durante las décadas del setenta y ochenta, como reconoció Dionisio Romero Seminario, en la CADE 2009.
En junio de 1986, al más puro estilo italiano, los jefes de las doce familias más influyentes del sector privado se juntaron en casa del empresario Alberto Biondi Bernales con el presidente Alan García Pérez y sus principales ministros para discutir lo que se denominaría una “política de concertación selectiva”, que consistía en otorgarles diversos beneficios a cambio de que reinvirtieran sus utilidades.
En la CADE de 1985, el presidente García clausuró la cita de ejecutivos reclamándoles a los empresarios: “Hay que apostar, señores. No esperar. Aquí no se puede exigir más garantías que a un banco de Miami. Hay que entregarse”. En la casa de Biondi, los empresarios le explicaron al presidente que ellos preferían llevarse sus utilidades al extranjero porque temían otro impulso estatista del Gobierno. “Había temor. La economía estaba centralizada”, dice Ricardo Vega Llona, quien participó en algunas de esas reuniones.
Sin embargo, a pesar de todas las facilidades que les brindó García, los empresarios no cumplieron su palabra. Por ese motivo, en julio de 1987, García anunció la nacionalización de la banca, que era controlada por los ’12 apóstoles”. A pesar de que esta no prosperó, la relación entre los “apóstoles” y García se destruyó.
El meteoro que produjo su extinción caería unos años más tarde, con la fuerza de un tsunami llamado Fujimori: la liberalización de la economía hizo que todos perdieran sus beneficios, obligándolos de golpe a competir con productos venidos del exterior. Muchos trataron de batallar en ese contexto, pero la mayoría de grupos terminaron siendo comprados por transnacionales.
De todos ellos, solo siguen vigentes Benavides, Brescia y Romero (en menor escala se mantienen Raffo y Ferreyros). ¿Por qué? Son los únicos de todos los “apóstoles” que salieron sin temor al exterior a captar capitales frescos en bolsas de valores del mundo, o elevando la capacidad de sus inversiones con socios regionales. Otro punto: la masa crítica de sus gerencias está hoy en manos de ejecutivos ajenos a la familia. ¿Cuáles serán los apóstoles del futuro?
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LUIS FELIPE GAMARRA,
PERU
sábado, 21 de noviembre de 2009
Todos Ganan
Por: Fritz Du Bois
PERU 21
21-11-09
Pocas veces se ha visto que, en tan corto tiempo, una medida adecuada de política tributaria pueda dar tan buenos resultados. En 2007, la Ley de Promoción de Espectáculos redujo impuestos e introdujo lógica al tratamiento que se les aplica a los artistas extranjeros. Gracias a esa iniciativa, el Perú ha dejado de ser la plaza con la mayor tasa impositiva en América Latina, situación que ocasionaba que Lima fuera la única capital sudamericana de importancia que nunca era considerada en las giras de los grupos o artistas más conocidos. Durante años estuvimos totalmente al margen del circuito internacional de espectáculos.
Esa situación ha cambiado dramáticamente y se ha pasado de unos 30 conciertos anuales, casi todos de modestas proporciones, a cerca de 90, muchos de los cuales son megaconciertos con más de 20 mil participantes. En el proceso, no solo el público está disfrutando de eventos a los cuales antes no tenía acceso sino que, además, el Tesoro Público se ha beneficiado. Así tenemos que, en 2005, la recaudación tributaria por todo tipo de espectáculos fue de poco más de 11 millones de soles, y este año se debe de recaudar casi tres veces más que eso.
Adicionalmente se ha generado una nueva industria –con todo el empleo que eso significa– alrededor de los conciertos, ya que estos deben de llegar este año a una facturación anual del orden de los 30 millones de dólares. A fin de cuentas, reduciendo absurdas tasas de impuestos que solo servían para espantar a los artistas y que no recaudaban, se ha logrado una situación en la cual no hay perdedor. Todos –público, empresario, trabajador, recaudador– ganan.
Por otro lado, ahora que los aires proteccionistas están reapareciendo en un sector del empresariado, sería bueno recordar el asfixiante nivel de contrabando que existía cuanto los aranceles e impuestos selectivos eran exorbitantes. No hay mejor manera de fomentar una actividad ilegal que generarle al delincuente un margen de utilidad adicional gracias a impuestos innecesarios.
Por ello, el éxito que ha tenido la ley de espectáculos debería llevar a establecer una política tributaria de largo plazo que busque reducir gradualmente la carga tributaria. Un país con 62% de informalidad no puede mantener eternamente un IGV de 19% o un Impuesto a la Renta de 33%. Con ellos, el incentivo para permanecer al margen de la ley es claro.
PERU 21
21-11-09
Pocas veces se ha visto que, en tan corto tiempo, una medida adecuada de política tributaria pueda dar tan buenos resultados. En 2007, la Ley de Promoción de Espectáculos redujo impuestos e introdujo lógica al tratamiento que se les aplica a los artistas extranjeros. Gracias a esa iniciativa, el Perú ha dejado de ser la plaza con la mayor tasa impositiva en América Latina, situación que ocasionaba que Lima fuera la única capital sudamericana de importancia que nunca era considerada en las giras de los grupos o artistas más conocidos. Durante años estuvimos totalmente al margen del circuito internacional de espectáculos.
Esa situación ha cambiado dramáticamente y se ha pasado de unos 30 conciertos anuales, casi todos de modestas proporciones, a cerca de 90, muchos de los cuales son megaconciertos con más de 20 mil participantes. En el proceso, no solo el público está disfrutando de eventos a los cuales antes no tenía acceso sino que, además, el Tesoro Público se ha beneficiado. Así tenemos que, en 2005, la recaudación tributaria por todo tipo de espectáculos fue de poco más de 11 millones de soles, y este año se debe de recaudar casi tres veces más que eso.
Adicionalmente se ha generado una nueva industria –con todo el empleo que eso significa– alrededor de los conciertos, ya que estos deben de llegar este año a una facturación anual del orden de los 30 millones de dólares. A fin de cuentas, reduciendo absurdas tasas de impuestos que solo servían para espantar a los artistas y que no recaudaban, se ha logrado una situación en la cual no hay perdedor. Todos –público, empresario, trabajador, recaudador– ganan.
Por otro lado, ahora que los aires proteccionistas están reapareciendo en un sector del empresariado, sería bueno recordar el asfixiante nivel de contrabando que existía cuanto los aranceles e impuestos selectivos eran exorbitantes. No hay mejor manera de fomentar una actividad ilegal que generarle al delincuente un margen de utilidad adicional gracias a impuestos innecesarios.
Por ello, el éxito que ha tenido la ley de espectáculos debería llevar a establecer una política tributaria de largo plazo que busque reducir gradualmente la carga tributaria. Un país con 62% de informalidad no puede mantener eternamente un IGV de 19% o un Impuesto a la Renta de 33%. Con ellos, el incentivo para permanecer al margen de la ley es claro.
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miércoles, 11 de noviembre de 2009
¿Nos está matando el Ratón?
Por: Mirko Lauer
LA REPUBLICA
11-11-09
Desde hace ya cierto tiempo se viene diciendo que el modelo de negocios de la prensa impresa no está funcionando, y que Internet es responsable. La crisis de lectores y de publicidad de los periódicos en el mundo es real, y algunos de los más importantes están reaccionando con juicios en defensa de los contenidos que generan.
El argumento es que los medios tradicionales invierten dinero en generar noticias que luego las empresas de Internet (con Google a la cabeza) toman gratis para montar servicios informativos. El magnate de medios Rupert Murdoch acusa a Google de robarse sus contenidos, y anuncia planes para retirarlos del buscador.
Google responde que su servicio de búsqueda y agregación de noticias es más bien una poderosa fuente de promoción para los contenidos de los diarios, y que no infringe copyright alguno. En efecto hasta el momento la norma es que los diarios quieren sus textos presentes en la red, aun si eso les resta compradores.
Hubo un momento en que para los diarios la solución pareció ser cobrar por acceso a su página web o parte de ella. Algunos han mantenido la práctica, pero en términos generales ella ha demostrado que no resuelve el problema. La pérdida de compradores y avisadores se va acusando a medida que el público se va acostumbrando más a Internet.
Los argumentos en la línea de Murdoch hacen notar que de poco vale dedicar tiempo, dinero y profesionalismo a la producción de contenidos propios, si estos pueden ser obtenidos en otra parte sin más esfuerzo que un clic del ratón. También es cierto que la red aporta una porción creciente de los contenidos que los diarios publican.
Las cifras más elocuentes sobre qué está pasando son que desde el 2002 la tajada de los diarios en la publicidad mundial ha caído algo más de 5%, mientras que la de Internet ha subido casi 10%. Aun así, el cálculo de la World Association of Newspapers muestra que el peor enemigo de los diarios no es Internet sino los diarios gratuitos con contenido editorial.
En el debate sobre salvataje de los diarios hay múltiples escenarios: la supervivencia de un puñado de diarios más fuertes, la migración del papel a la red con armas y bagajes, periódicos caros subsidiados por un núcleo de adictos al papel y la tinta, tarifas para las noticias en Internet que vuelvan a equiparar el tablero, y así sucesivamente.
¿Nos toca todo esto a los peruanos? No conozco cifras, pero a ojo de buen cubero el problema no está en la caída de la publicidad, sino de las ventas de los periódicos entre los sectores A hasta C. Como va la cosa, por un tiempo el futuro del periodismo aquí no está en Internet sino en las radios locales de todo el país.
LA REPUBLICA
11-11-09
Desde hace ya cierto tiempo se viene diciendo que el modelo de negocios de la prensa impresa no está funcionando, y que Internet es responsable. La crisis de lectores y de publicidad de los periódicos en el mundo es real, y algunos de los más importantes están reaccionando con juicios en defensa de los contenidos que generan.
El argumento es que los medios tradicionales invierten dinero en generar noticias que luego las empresas de Internet (con Google a la cabeza) toman gratis para montar servicios informativos. El magnate de medios Rupert Murdoch acusa a Google de robarse sus contenidos, y anuncia planes para retirarlos del buscador.
Google responde que su servicio de búsqueda y agregación de noticias es más bien una poderosa fuente de promoción para los contenidos de los diarios, y que no infringe copyright alguno. En efecto hasta el momento la norma es que los diarios quieren sus textos presentes en la red, aun si eso les resta compradores.
Hubo un momento en que para los diarios la solución pareció ser cobrar por acceso a su página web o parte de ella. Algunos han mantenido la práctica, pero en términos generales ella ha demostrado que no resuelve el problema. La pérdida de compradores y avisadores se va acusando a medida que el público se va acostumbrando más a Internet.
Los argumentos en la línea de Murdoch hacen notar que de poco vale dedicar tiempo, dinero y profesionalismo a la producción de contenidos propios, si estos pueden ser obtenidos en otra parte sin más esfuerzo que un clic del ratón. También es cierto que la red aporta una porción creciente de los contenidos que los diarios publican.
Las cifras más elocuentes sobre qué está pasando son que desde el 2002 la tajada de los diarios en la publicidad mundial ha caído algo más de 5%, mientras que la de Internet ha subido casi 10%. Aun así, el cálculo de la World Association of Newspapers muestra que el peor enemigo de los diarios no es Internet sino los diarios gratuitos con contenido editorial.
En el debate sobre salvataje de los diarios hay múltiples escenarios: la supervivencia de un puñado de diarios más fuertes, la migración del papel a la red con armas y bagajes, periódicos caros subsidiados por un núcleo de adictos al papel y la tinta, tarifas para las noticias en Internet que vuelvan a equiparar el tablero, y así sucesivamente.
¿Nos toca todo esto a los peruanos? No conozco cifras, pero a ojo de buen cubero el problema no está en la caída de la publicidad, sino de las ventas de los periódicos entre los sectores A hasta C. Como va la cosa, por un tiempo el futuro del periodismo aquí no está en Internet sino en las radios locales de todo el país.
La derrota del comunismo
Por: Antonio Zapata
LA REPUBLICA
11-11-09
Junto con la división de Izquierda Unida en el Perú y sus primeras derrotas electorales, veinte años atrás se produjo la caída del muro de Berlín. Como hecho ha sido muy celebrado en los últimos días, aunque me temo que poco analizado. Los liberales se han regocijado y los reaccionarios de todos los países han tenido fiesta. Pero, las preguntas que suscita siguen en pie. ¿Por qué triunfó el comunismo? ¿Cuáles fueron sus características principales? ¿Qué consecuencias tiene su derrumbe?
El bolchevismo se impuso en Rusia en 1917 gracias a la enorme crisis abierta por la Primera Guerra Mundial. Era un país atrasado y sin tradición democrática; su clase obrera era diminuta y las mayorías eran campesinas. Por su parte, el partido era pequeño y bien organizado; una maquinaria para la pelea política, afilada y decidida. Cuando tuvieron oportunidad, asaltaron el poder en el sentido estricto de la palabra. Las consecuencias de estos hechos fueron trascendentales. Rusia no era democrática, sino una monarquía autocrática. Al haber capturado el Estado, los bolcheviques reprodujeron su naturaleza. En consecuencia, construyeron un poder omnímodo.
Por su parte, los comunistas rusos quedaron aislados. No los siguió ninguna revolución en Europa Occidental. Tuvieron que luchar contra todo el mundo; al sobrevivir, se volvieron muy soberbios. Estas tensiones reconcentraron tanto al bolchevismo como a la III Internacional, que fue su emanación a nivel mundial. Los cuadros escogieron a Stalin como su representante, eliminando así versiones del marxismo más abiertas y creativas, como la liderada por Trotski, como también la corriente de Bujarin, que sufrió la misma suerte. El comunismo se depuró hasta volverse tan rígido como era el viejo zarismo.
Por su parte, en la URSS el partido era el vehículo para el acceso a la riqueza. Las empresas rusas eran públicas y no se privatizaron. Pero, el partido manejaba el Estado en forma totalitaria. Por ello, sólo a través del partido único, un individuo podía acceder al disfrute de comodidades superiores a los demás. Ya no eran solamente cuadros súper ideologizados, ahora también compartían intereses materiales.
Después de la Segunda Guerra Mundial y su resultado positivo para la alianza de las democracias occidentales con la URSS, sobrevino una expansión sin precedentes del poder soviético. El Ejército Rojo llevó el socialismo a Europa Oriental y esos Estados nacieron y murieron en función a Rusia. Sus pueblos no participaron y cuando quisieron tomar sus asuntos en sus manos fueron reprimidos por los tanques soviéticos. La China fue otro asunto. Ahí, los comunistas locales fueron autónomos y pronto se pelearon con la URSS, fraccionando el movimiento comunista internacional. Con ello, perdió su antigua fuerza basada en el monolitismo.
Había surgido un nuevo régimen social: la burocracia que formaba los partidos y a través de ello accedía a los recursos de los países socialistas. La realidad de Europa Oriental era triste. Ciertamente más atrasada que la Occidental, su población quería huir porque encima había unos mandones que impedían pensar y expresarse con libertad. Cuando la gente logró rebasar esas compuertas, el socialismo real se vino abajo y hoy no inspira nostalgia alguna. Se extraña la pasión revolucionaria. Pero ella había desaparecido bajo la tonelada de intereses de la burocracia soviética. Ahora, esa ilusión viene encontrando nuevos cauces, esperemos que sean libres y abiertos, a diferencia del viejo catecismo comunista.
LA REPUBLICA
11-11-09
Junto con la división de Izquierda Unida en el Perú y sus primeras derrotas electorales, veinte años atrás se produjo la caída del muro de Berlín. Como hecho ha sido muy celebrado en los últimos días, aunque me temo que poco analizado. Los liberales se han regocijado y los reaccionarios de todos los países han tenido fiesta. Pero, las preguntas que suscita siguen en pie. ¿Por qué triunfó el comunismo? ¿Cuáles fueron sus características principales? ¿Qué consecuencias tiene su derrumbe?
El bolchevismo se impuso en Rusia en 1917 gracias a la enorme crisis abierta por la Primera Guerra Mundial. Era un país atrasado y sin tradición democrática; su clase obrera era diminuta y las mayorías eran campesinas. Por su parte, el partido era pequeño y bien organizado; una maquinaria para la pelea política, afilada y decidida. Cuando tuvieron oportunidad, asaltaron el poder en el sentido estricto de la palabra. Las consecuencias de estos hechos fueron trascendentales. Rusia no era democrática, sino una monarquía autocrática. Al haber capturado el Estado, los bolcheviques reprodujeron su naturaleza. En consecuencia, construyeron un poder omnímodo.
Por su parte, los comunistas rusos quedaron aislados. No los siguió ninguna revolución en Europa Occidental. Tuvieron que luchar contra todo el mundo; al sobrevivir, se volvieron muy soberbios. Estas tensiones reconcentraron tanto al bolchevismo como a la III Internacional, que fue su emanación a nivel mundial. Los cuadros escogieron a Stalin como su representante, eliminando así versiones del marxismo más abiertas y creativas, como la liderada por Trotski, como también la corriente de Bujarin, que sufrió la misma suerte. El comunismo se depuró hasta volverse tan rígido como era el viejo zarismo.
Por su parte, en la URSS el partido era el vehículo para el acceso a la riqueza. Las empresas rusas eran públicas y no se privatizaron. Pero, el partido manejaba el Estado en forma totalitaria. Por ello, sólo a través del partido único, un individuo podía acceder al disfrute de comodidades superiores a los demás. Ya no eran solamente cuadros súper ideologizados, ahora también compartían intereses materiales.
Después de la Segunda Guerra Mundial y su resultado positivo para la alianza de las democracias occidentales con la URSS, sobrevino una expansión sin precedentes del poder soviético. El Ejército Rojo llevó el socialismo a Europa Oriental y esos Estados nacieron y murieron en función a Rusia. Sus pueblos no participaron y cuando quisieron tomar sus asuntos en sus manos fueron reprimidos por los tanques soviéticos. La China fue otro asunto. Ahí, los comunistas locales fueron autónomos y pronto se pelearon con la URSS, fraccionando el movimiento comunista internacional. Con ello, perdió su antigua fuerza basada en el monolitismo.
Había surgido un nuevo régimen social: la burocracia que formaba los partidos y a través de ello accedía a los recursos de los países socialistas. La realidad de Europa Oriental era triste. Ciertamente más atrasada que la Occidental, su población quería huir porque encima había unos mandones que impedían pensar y expresarse con libertad. Cuando la gente logró rebasar esas compuertas, el socialismo real se vino abajo y hoy no inspira nostalgia alguna. Se extraña la pasión revolucionaria. Pero ella había desaparecido bajo la tonelada de intereses de la burocracia soviética. Ahora, esa ilusión viene encontrando nuevos cauces, esperemos que sean libres y abiertos, a diferencia del viejo catecismo comunista.
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