viernes, 23 de octubre de 2009

Los Cinco Mitos

Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
23-10-09


Sinesio sigue repitiendo los mismos mitos del pasado. Primero, la satanización del mercado externo, del capitalismo global, como inductor de nuestro desarrollo. Señor: los únicos países que se han desarrollado en los últimos 50 años son los que se integraron francamente a la economía mundial y pasaron a depender, efectivamente, de la demanda externa, gran palanca de desarrollo. Las 13 economías que han crecido más de 7% anual durante 30 años seguidos en los últimos 50 años tienen en común el aprovechamiento del mercado mundial (Banco Mundial, The Growth Report, 2008). Mirándose al ombligo uno se muere de hambre.

Segundo mito: que este es un modelo “primario exportador”. Primario exportador fue el modelo populista-proteccionista anterior. Hace 20 o 25 años casi no exportábamos confecciones, ni productos químicos, ni metalmecánicos, ni muebles, etc., ni había agroexportaciones tecnificadas. Entre 1994 y 2007 las exportaciones no tradicionales han crecido —en volumen— a una tasa promedio anual 2,7 veces superior a las exportaciones primarias. La tendencia es clara (De Althaus, “La revolución capitalista…”).

Tercer mito: que ahora tenemos una “producción basada en poca absorción de mano de obra… y su eslabonamiento a otros sectores de la economía es muy débil”. Por favor: eso es lo que ocurría en el modelo anterior: una industria importadora, ensambladora, desarticulada, que le vendía al mercado interno pero no le compraba nada. Nuestra industria actual, en cambio, es más procesadora de nuestros recursos, empleadora y exportadora (las ramas más artificiales cerraron con la apertura). Para no hablar de la moderna agroexportación —intensiva en mano de obra y generadora de una nueva clase trabajadora no proletaria con derechos—, del turismo y de una minería mucho menos “enclavada” que la anterior.

Por eso es falso también el cuarto mito, que este es un desarrollo centrado en Lima. Oiga: ese era, nuevamente, el signo característico del modelo proteccionista: la industria ensambladora centrada en Lima succionando el mercado interno. Ahora, por primera vez en décadas, las 20 ciudades más grandes generan empleo —en promedio— a una tasa superior que Lima. Sí es cierto que la sierra rural se queda atrás, pero ello se debe a que está menos conectada al mercado, pues el Estado no ha construido la infraestructura necesaria ni ha aplicado una política de desarrollo productivo.

Por eso es también falso el quinto mito: que se ha incrementado la desigualdad. Con la sierra rural, sí, por las razones antedichas. Pero entre Lima y las regiones en general, y dentro del sector urbano, la desigualdad ha tendido a reducirse (INEI, encuestas NSE de Apoyo, etc.), y ha surgido una nueva clase media emergente. Esto debido a la abolición de los privilegios rentistas (proteccionistas y estatistas) que transferían ingresos de la sociedad a los sectores industriales y estatales protegidos; al mismo aparato productivo más integrador; a la abolición del impuesto inflacionario, a la titulación masiva de la propiedad y a la revolución del microcrédito y los teléfonos. Se produjo una redistribución social de los privilegios rentistas. Nada menos.

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