viernes, 2 de octubre de 2009

Le pregunto a Sinesio

Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
02-10-09


Sinesio López me responde pero no refuta nada. Más bien insiste en la tesis de que lo que tenemos desde los años 90 es un capitalismo tan salvaje que solo pudo imponerse en el Perú por la fuerza, gracias, entre otras cosas, a una concentración autoritaria del poder. Y ahora por las armas.

Vuelvo a preguntarle, entonces, a Sinesio, si el hecho de que las regiones estén creciendo más que Lima por primera vez en 100 años es más salvaje que la anterior concentración creciente de la riqueza. Le pregunto si la nueva industria, mucho más articulada a nuestros recursos, más empleadora y más exportadora es más salvaje que la vieja industria protegida, ensambladora y centralista que expoliaba el mercado interno sin comprarle nada. Si la nueva balanza alimentaria, que le ha devuelto el mercado interno a los productores de papa —los más pobres del país— y ha recuperado autoabastecimiento en leche y azúcar, es más salvaje que el viejo subsidio populista a alimentos importados despojando a los campesinos de su mercado interno. Si el ingreso de capitales privados a las grandes empresas azucareras que ha saldado la ominosa deuda laboral y paga sueldos al día es más salvaje que la ruindad de las cooperativas azucareras que no pagaban a sus trabajadores ni a sus jubilados y donde los derechos laborales eran nostalgias burguesas. Si los nuevos fundos agro exportadores que han creado una nueva clase trabajadora con derechos laborales son más salvajes que la agricultura de subsistencia muerta de hambre que dejó la reforma agraria. Si la emergencia de pequeños agricultores que se conectan a cadenas exportadoras o que exportan ellos mismos café orgánico, mango, bananos y otros productos es más salvaje que la inopia languideciente del pasado.

Le pregunto a Sinesio si la nueva inversión minera, ambiental y socialmente responsable, es más salvaje que la vieja minería contaminadora. Si las nuevas concesiones forestales —más grandes y duraderas— son más salvajes que las viejas pequeñas concesiones de un año que fomentaban la depredación del bosque. Si el nuevo sistema de cuotas de pesca es más salvaje que la carrera desbocada por la anchoveta.

También le pregunto si es salvaje la nueva clase media que ha emergido en los distritos periféricos de las ciudades y los modernos centros comerciales a los que acude. Si la titulación masiva y la revolución del microcrédito son más salvajes que la vieja concentración mercantilista del crédito. Si la estabilidad y la libertad de precios son más salvajes que la inflación, la carestía y las colas provocadas por los controles de precios.

También sería bueno que Sinesio nos dijera si una ley que reduce los costos de la legalidad para que muchos trabajadores puedan acceder a derechos laborales le parece más salvaje que la que excluye de esos derechos a las mayorías. Si le parece más salvaje una carrera magisterial con evaluaciones y remuneraciones mucho mejores, que la estabilidad laboral absoluta con bajos salarios y bajísima calidad.

Respóndame, por favor, Sinesio.

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