Por: Fritz Du Bois
PERU21
09-09-0
Finalmente, la modernidad se empieza a reflejar en nuestro posicionamiento internacional. En dos días se ha anunciado que hemos mejorado 5 puestos en el índice global de competitividad y 9 puestos en el ranking sobre el clima de negocios a nivel mundial. Sin embargo, nos encontramos aún en los lejanos puestos 78 y 56, respectivamente, así que todavía hay mucho por remar.
Es importante resaltar que lo más útil que tienen estos índices es que nos permiten medir anualmente avances o retrocesos. No hay nada peor que ser como el avestruz. Un ejemplo de ello fue retirarnos de las pruebas PISA de la Unesco durante el gobierno de Toledo porque salíamos en último lugar.
Justamente, la pésima calidad de la educación es una de las peores cargas que arrastramos. Al menos es el único sector social en el que este gobierno está actuando, enfrentando al Sutep, que durante 30 años impidió que el esfuerzo y la capacidad individual sean recompensados.
Otra tara que aparece por todos lados es nuestra insufrible tendencia al papeleo contra la cual poco se ha hecho y es la causa principal de la economía informal. Pero los 800 millones que tiene el presupuesto para modernización municipal deberían eliminar cientos de trámites y trabas a nivel de gobierno local, que es donde se concentra lo más avezado de la burocracia.
Por otro lado, a veces es difícil explicar cómo es que el Perú ha hecho para tener la peor infraestructura en la región –después de Bolivia, que siempre evita que estemos en el último puesto–, pero cuando uno ve la coalición en contra de la concesión de Paita, conformada por quienes han hecho de la envidia y la pequeñez un medio de vida, ya no se requiere dar ninguna explicación.
Incluso los opositores al ingreso de la inversión a sectores monopolizados por las empresas del Estado o a introducir competencia en la educación o a promover la simplificación, son los mismos que han marginado al 60% de la población de la posibilidad de tener un trabajo adecuado, manteniendo una legislación laboral que solo beneficia a un pequeño grupo de privilegiados.
Así que, para cumplir el objetivo de llegar al puesto 25 en dos años, al gobierno no le queda más que enfrentarlos de plano, pues no nos podemos dar el lujo de esperar a que ocurra un cambio generacional para que dejen de seguir obstaculizando.
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