Por: Jaime De Althaus Guarderas
EL COMERCIO
29-04-11
Es absurdo cambiar lo que funciona bien y más absurdo aun es cambiarlo por algo que funciona mal. Eso es lo que hace, sistemáticamente, el plan de Ollanta Humala. En el Perú, el modelo de crecimiento funciona bien: crecemos a tasas altas y sostenidas. Lo que funciona mal es el Estado, que es ineficiente, corrupto y no redistribuye bien. Lo que hay que cambiar no es el modelo, sino el Estado. Pues bien, el plan de Humala propone cambiar el modelo poniéndole mucho más Estado. Es decir, cambiar lo sano por lo enfermo. Así, propone cambiar el capítulo económico de la Constitución para restablecer el rol empresarial del Estado, “nacionalizar las actividades estratégicas” (pág. 80), “retornar el control de las decisiones del negocio gasífero a Petroperú” (pág. 8), crear diversas empresas públicas, etc.
El único puerto que funciona bien es Matarani, concesionado a fines de los 90. Enapu es un desastre. El aeropuerto Jorge Chávez, también concesionado, ha sido declarado el mejor de Sudamérica. Pues bien, el plan anuncia que se revisarán todas las concesiones de puertos y aeropuertos y que se “restituirá la operación y la administración de los mismos con participación mayoritaria del Estado Peruano” (pág. 86).
Hasta 1994 solo el 8% de los hogares tenía teléfono y conseguir uno costaba 2 mil dólares. Hoy, luego de la privatización, casi todos los hogares del Perú tienen cuando menos un celular. Pues el plan propone crear una ¡empresa nacional de telecomunicaciones!
El sistema privado de pensiones no es perfecto, pero es un logro histórico. Antes los aportes iban a un fondo común que era regularmente saqueado por los gobiernos. Al final las pensiones se pagaban con maquinita, con inflación. Ahora estamos ante un fondo conformado por cuentas individuales de ahorro donde los aportes de cada afiliado no se tocan y, más bien, se incrementan un 15% promedio por año sobre los aportes. Y el fondo total ya supera los 30 mil millones de dólares, un ahorro interno como nunca lo ha tenido el Perú y que nos ha permitido conquistar, por primera vez, la independencia financiera del exterior. Lo que faltan, más bien, son proyectos.
¿Qué se propone? Regresar al sistema anterior de un fondo común y obligatorio, donde el sistema privado pasa a ser complementario. Es decir, lo malo como remedio de lo bueno. Y con confiscación, pues el aporte al sistema privado se reduce a lo que queda después de aportar al sistema público obligatorio (primera confiscación), y la pensión gratuita para todos los que no tengan pensión es financiada en parte “por una porción de los fondos aportados por los trabajadores” (pág. 173) (segunda confiscación). Y así sucesivamente: subsumir Essalud –que son fondos privados mandatados y funciona mejor– en el Ministerio de Salud… Francamente, ni el peor enemigo del Perú…
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