martes, 30 de noviembre de 2010

Bolivia: Nuestro Gas de cada Día

Por: Marcelo Ostria Trigo*
AMÉRICA ECONOMÍA
30-11-10


Bolivia, hasta hace poco, estuvo viviendo una quimera, la que empezó hace más de un lustro con el anuncio de que teníamos grandes reservas de gas que, luego de Venezuela, estaban entre las mayores del continente. Había tanta seguridad en esto que muy pronto se convirtió en un tema político. Voces ultranacionalistas se levantaron para impedir, por ejemplo, que se concrete un convenio con Chile para que el gas sea procesado en el puerto de Patillos y, desde allí, exportado a mercados del Norte, llegando, inclusive, a California. Muchos, entonces, también proponían, sin base alguna, que el gas no se exporte; que, en cambio, sea industrializado en el país. Así, la demagogia fue creciendo.

Ahora, este sueño acaba. Su duración fue muy corta; mucho menos que la ilusión del estaño que, por largo tiempo, fue el principal –sino el único– pilar de la economía boliviana. Los nuevos cálculos de las reservas de gas, muestran que esas reservas se han esfumado. Y ya se duda la capacidad de cumplir los compromisos de venta a la Argentina y al Brasil y, a la vez, de satisfacer la creciente demanda nacional.

En un artículo (M. Orgaz García y N. Vila Santos. “Desaparecen las reservas de gas de Bolivia”), se dice que, según “un informe filtrado por la Ryder Scot (…), la empresa contratada el año 2009 por el gobierno del MAS para certificar las reservas (…) Bolivia pasó de tener reservas probadas de 28,7 el año 2005 a 8,86 TCFs el año 2010”. “Lo grave es que el gobierno –añade–, sin tener cuantificadas reservas suficientes, firmó en marzo una nueva adenda para vender gas a la Argentina”. Y concluyen en que esta cifra (8.86 TCF’s) “no alcanzará más que para ocho años de consumo tanto en el mercado interno como externo al actual ritmo de explotación”. Según otras informaciones, el consumo doméstico de gas en Bolivia se ha incrementado en los últimos nueve meses en un 14 % y que esta tendencia sigue en ascenso.

Es general la opinión en Bolivia de que el último cálculo de las reservas de gas sea mucho menor del que se conocía en 2006, no sólo sería una consecuencia de la exageración inicial, sino de la falta de inversiones en estos últimos cinco años, que se atribuye, en parte, a la desconfianza de los potenciales inversores, por la nacionalización de las empresas petroleras y por la cadena de estatizaciones en otros sectores y, además, a la mala gestión en este sector.

Los nuevos cálculos de las reservas de gas (en Bolivia), muestran que esas reservas se han esfumado. Y ya se duda la capacidad de cumplir los compromisos de venta a la Argentina y al Brasil y, a la vez, de satisfacer la creciente demanda nacional.Según informaciones recientes que ya han sido muy difundidas, en una formación rocosa en el territorio de los Estados Unidos, conocida como “Marcellus”, hay enormes reservas de gas natural. Esta formación geológica es similar a la pizarra “Barnett” de Texas, donde se han probado, con éxito, nuevas tecnologías para la explotación de estas fuentes no convencionales de gas. Un dato revelador es que Exxon Mobile, el mayor productor de gas independiente de los Estados Unidos, ya en diciembre de 2009, anunció la compra, por US$31 mil millones, de XTO Energy, la mayor empresa que explotaba los esquistos de “Barnett”.

La formación “Marcellus” se extiende a través de Virginia del Oeste, el este de Ohio, Pensilvania y el sur de Nueva York, con una extensión de 246.000 kilómetros cuadrados, equivalente a la superficie del Reino Unido.

La periodista norteamericana, Marianne Lavelle, menciona estudios –guardados “en las estanterías” por décadas– que identifican grandes depósitos de esquistos en todos los Estados Unidos. Añade que según nuevos estudios la pizarra de “Marcellus” tantas reservas de gas de tal magnitud que seguiría en envergadura al yacimiento más grande del mundo: el campo South Pars-North Dome en el Golfo Pérsico compartido entre Irán y Qatar, pero con la diferencia de que el gas de “Marcellus” no está en el centro del Medio Oriente; está justo en el corazón de la costa Este de los Estados Unidos, a menos de 100 kilómetros de Nueva York, es decir en el propio mercado consumidor.

Las reservas probadas de gas en los Estados Unidos se han incrementado un 40% desde 2006, y en 2009 este país ya se había convertido en el primer productor de gas en el mundo, por delante de Rusia. La mayor parte del crecimiento de la producción de gas en los Estados Unidos y otros países desarrollados, se debe a la explotación de fuentes no convencionales de gas natural que antes estaban consideradas como “recursos no recuperables”. (Ver informe de Alejandro Alonso Suárez y Marta Mingo González “La expansión de la producción de gas de yacimientos no convencionales [esquistos, capas de carbón y arenas compactas]. Una revolución silenciosa”. 28.06.2010).

El yacimiento “Marcellus”, centrado en Pennsylvania, ha atraído miles de millones de dólares de inversión de empresas de todo el mundo. “Desafiando a los críticos que se preguntan cómo un auge de la energía puede ser sostenido en una economía lenta, empresas de la India, Japón, Noruega y otros países han llegado al vasto yacimiento, asombrados por el gran potencial de la pizarra “Marcellus””. (Marianne Lavelle. Informe Especial. “La fiebre del gas del gran esquisto, National Geographic News. 13.10.2010).

Actualmente, la mayor parte de la producción de gas no convencional está localizada en los Estados Unidos y Canadá. El rápido desarrollo de los recursos de gas no convencional, en especial en los últimos tres años, ha transformado el mercado de gas en América del Norte. Se afirma que, con el gas no convencional de los Estados Unidos, se incrementarían las reservas mundiales, entre el 60 y el 200 por ciento.

Según otra fuente, “Las empresas europeas se suman a la explotación de este superabundante recurso que hizo caer los precios del hidrocarburo a nivel mundial. En toda Europa, las grandes compañías petroleras están despejando millones de hectáreas de campo y acaparando los derechos para aprovechar el gas natural que se encuentra atrapado a miles de metros debajo de la superficie, en los estratos prehistóricos de “lutitas” (yacimientos de “shale gas”). La fiebre por el gas de las “lutitas” ha llegado desde los EE.UU., donde los avances tecnológicos han permitido extraer gas de reservorios que antes eran considerados inaccesibles. “Los depósitos estadounidenses de “lutitas”, serían de tal magnitud que los ejecutivos ahora creen que el país tiene gas suficiente para un siglo”. (Portal Energético Internacional. “EE.UU. ¿100 años de gas?”).

Ya se han unido a la exploración de yacimientos similares, otros países. En la Argentina, por ejemplo, YPF anunció que en la provincia de Neuquén, al sur de ese país, comenzaron trabajos de perforación del “primer pozo para la búsqueda de gas en forma no convencional, que también se dice alcanzaría para proveer de gas a ese país por un siglo.

El director ejecutivo del grupo británico BP, Tony Hayward, aseguró ya hace más de un año que "hay una revolución por la posibilidad de estos recursos –el gas proveniente de fuentes no convencionales– de ser comercialmente viables a un precio muy modesto" y sostuvo que el descubrimiento de nuevas reservas de estas fuentes no convencionales en Estados Unidos, como resultado de la aplicación de tecnologías de punta, pueden ser aplicadas en otros lugares del mundo generando, con el crecimiento de la producción, gas a precios modestos. (EFE 09 · 10 · 2009).

Lo que precede, no es una buena noticia para los productores de gas de fuentes convencionales. Con una producción en aumento en Estados Unidos y Canadá, se comprometerá el actual precio, que ya tiene tendencia hacia la baja. Esto en Bolivia, se suma a las preocupaciones sobre la paulatina disminución de las reservas.

Se dice, también con razón, que la frustración se debe, en mucho, a que el actual gobierno no supo aprovechar en este lustro los excepcionales ingresos provenientes del gas que pudieron ser el instrumento para alcanzar un viejo anhelo: diversificar la producción boliviana que, primero, fue predominantemente minera y, luego –hasta hoy–, gasífera. Se debió “sembrar” el gas en pos del desarrollo y, sin embargo, se dilapidaron los recursos en políticas clientelistas, orientadas a captar apoyos y votos.

* Abogado boliviano, fue Encargado de Negocios en Hungría (1971-1973), Embajador en Uruguay (1976-1977), Venezuela (1978), Israel (1990-1993) y Representante Permanente ante la OEA (1999-2002). Se desempeñó como Secretario General de la Presidencia de la República (1997-1999) y como Asesor de Política Exterior del Presidente de la República (2005). En el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otras funciones, fue Director de Asuntos de América Latina, Director General de Política Exterior y Viceministro de Relaciones Exteriores. Es columnista de los diarios El Deber de Santa Cruz (Bolivia), El Nacional (Tarija, Bolivia) y de Informe (Uruguay). Ha publicado los libros “Las negociaciones con Chile de 1975” (Editorial Atenea, 1986), “Temas de la mediterraneidad” (Editorial Fundemos), 2004) y “Baladas mínimas” (Editorial El País, 2010).

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