viernes, 15 de enero de 2010

Mitos Recargados

Por: Jaime de Althaus Guarderas
EL COMERCIO
15-01-10

Puede ser un buen negocio en el mercado académico estadounidense explotar el tema de los países pobres sometidos a los designios de las transnacionales. Ese es un nicho de investigación y publicaciones para el que nunca faltará material y menos lectoría, pues se trata, en el fondo, de otra versión del “buen salvaje” arruinado por la perversión del sistema capitalista.

El profesor de la Universidad de San Antonio, Texas, Francisco Durand, por ejemplo, vuelve a la carga con su ya fatigada letanía de la “desnacionalización de la economía” que nos pone en manos de intereses que tienen el poder para lograr que las empresas paguen pocos impuestos y para que el país “siga siendo un vagón de minerales enganchado al convoy de la globalización”, en el que faltan oportunidades y donde las pymes están abandonadas…

Para mantener ese nicho académico no conviene mirar los números, siempre tan fríos, que revelan que nunca las empresas pagaron más impuestos que ahora. En efecto, en 1986, en pleno socialismo del siglo XX peruano, con populismo a viento en popa haciendo crecer el PBI a la fabulosa cifra de 11,7%, con grandes utilidades en las empresas, el Impuesto a la Renta fue el 23% de los ingresos tributarios, todo un récord. Pues bien, en el 2008 dicho impuesto fue el ¡42%! de los ingresos, casi el doble como proporción: el Estado “liberal” resultó mucho más redistributivo.

Tampoco conviene reconocer que con el nuevo modelo económico las exportaciones no tradicionales crecieron (entre 1994 y 2007), en volumen —no en precios—, a una tasa anual promedio 2,5 veces mayor que las tradicionales (minerales), de modo que el vagón tiene cada vez más productos elaborados. Razón por la cual ahora tenemos una industria mucho más articulada y por primera vez el empleo en las provincias ha estado creciendo más que en Lima, abriendo oportunidades que no había antes.

Hay que ocultar que las pymes, lejos de estar abandonadas, han recibido el impulso extraordinario de la revolución del microcrédito que ha crecido a tasas superiores al 20% por lo menos desde 1998, incorporando a más de un millón de microempresarios como nuevos prestatarios. Lo que, sumado a una titulación masiva, ha permitido la emergencia de una nueva clase media en las ciudades.

Es cierto que las empresas privatizadas fueron adquiridas principalmente por transnacionales, porque el querido socialismo anterior había destruido el capital nacional. Pero para qué mostrar que al mismo tiempo han surgido, por primera vez en la historia, nuevos grupos económicos de origen popular (Añaños, Rodríguez, Wong, Flores, Huancaruna, Oviedo, etc.), y que el modelo está permitiendo reconstruir un capital nacional que está generando las primeras transnacionales peruanas, que serían aun mucho más poderosas e importantes si el modelo hubiese estado vigente desde hace casi 40 años como en Chile y no desde hace solo 19 años.

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