Por: Richard Webb
EL COMERCIO
11-01-10
En la escala revolucionaria, cuál pesa más, ¿el librito rojo de Mao o un teléfono celular? Si lo medimos por resultados, gana el celular. Los partidos de izquierda están cumpliendo un siglo de actividad sin haber logrado la más mínima mejora para los campesinos de la sierra y selva del Perú. Por contraste, el novísimo uso de los celulares en el mundo rural ya da indicios de que, por fin, llega la esperada revolución.
La historia del campesino tiene períodos de explotación y otros de abandono, pero en todo momento de aislamiento. Según Julio Cotler, la separación y desconexión entre campesinos, y la resultante incapacidad para la acción colectiva es el mecanismo que explica la pirámide social, permitiendo que unos pocos ejerzan dominación sobre la mayoría. Esa realidad política de siglos podría estar terminando, gracias a la llegada del celular e Internet, instrumentos de comunicación que, a diferencia de la radio y la televisión, no solo permiten escuchar sino también hablar. Cualquier campesino podrá conectarse con cualquier persona, en cualquier momento, creando, desde abajo, un poder de acción colectiva que nunca ha existido. A pesar de su potencial revolucionario, el celular no viene impulsado por la política, sino por la tecnología, el mercado y una política regulatoria que incentiva la inversión y a la vez baja los precios. El celular avanza sin oposición, sin violencia y sin figurar en los medios. El único sonido de esta revolución es el ring-ring del teléfono y la murmuración de la conversación privada. El próximo presidente será el primer obligado a escuchar con atención la voz de los más pobres.
Hace cuatro años, el teléfono era casi desconocido en las áreas rurales: en enero del 2006 solo uno de cada cuatro distritos tenía conexión y apenas 2% de las familias declaraba tener acceso telefónico. Hoy el 82% de los distritos está conectado y el 41% de las familias rurales tiene teléfono. El poder subversivo del celular rural es también económico. Ahora, antes de comprar o vender, el campesino tiene forma de averiguar los precios del mercado e incluso hacer márketing. Un estudio hecho por Diether Beuermann demuestra que el acceso celular ha mejorado los precios para la población rural, aumentando así sus ingresos en 10% y más. Me atrevo a apostar que muy pronto veremos un telemárketing directo a la familia rural.
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