Por: Humberto Campodónico
LA REPÚBLICA
22-05-09
En su reciente visita a China, el presidente Lula declaró que “China y Brasil deben comerciar en sus propias monedas. No necesitamos dólares. ¿Por qué dos países importantes como los nuestros tienen que usar el dólar como referencia?” Brasil es uno de los pocos países que tiene superávit comercial con China (unos US$ 11,000 millones, provenientes, sobre todo, de la venta de minerales) y hace poco China desplazó a EEUU como primer socio comercial de nuestro vecino.
Lo mismo había dicho China hace ya varios meses, planteando que el FMI tenga un rol más importante en las transacciones monetarias, para lo cual recomendó que se hagan emisiones adicionales de Derechos Especiales de Giro, que es una moneda de cuenta del FMI que otorga liquidez adicional a los países miembros.
Estos reclamos de China, y de muchos “mercados emergentes”, tienen una justificación directa muy sólida: están preocupados por las enormes emisiones inorgánicas de dólares que ha realizado el gobierno de EEUU para poner en marcha sus planes de salvataje, primero, y estímulo, después, de su economía. Se calcula que estos planes necesitan un financiamiento de US$ 10.2 billones (trillones, en inglés), aunque no todo ese dinero se va a gastar necesariamente.
Lo que China ve en el horizonte es una devaluación fuerte del dólar (que ya se siente) y una de sus principales preocupaciones es que se verían perjudicados seriamente ya que buena parte del ahorro de sus superávits comerciales está invertido en dólares.
Según el Departamento del Tesoro de EEUU, del stock de bonos de US$ 11.2 billones (a marzo del 2009), cerca de US$ 4.2 billones están en manos de extranjeros (gobiernos, fondos de inversión, empresas y personas naturales). Afinando más el análisis, US$ 3.265 billones corresponden a reservas internacionales. Primero está China (aumentó en 56% su tenencia de bonos), seguida de Japón, los paraísos caribeños (Bahamas, Gran Caimán, Bermudas, Antillas Holandesas y Panamá), los países petroleros y Rusia.
La cuestión es que es muy difícil deshacerse de estos bonos sin poner en riesgo sus propios ahorros. El volumen promedio de compra y venta de bonos es de US$ 600,000 millones diarios. Si un solo país, digamos China, quisiera vender de golpe US$ 100,000 millones (de sus US$ 768,000 millones) en un día, el mercado entraría en pánico y el precio de los bonos se desplomaría. Lo que quiere decir que los US$ 668,000 millones de bonos restantes en poder de China valdrían mucho menos en ese mismo instante.
Las dificultades para “salir” del mercado de bonos van de la mano con otro interés chino que es crucial: necesitan darle la mano a EEUU para que se recupere y vuelva a ser el principal importador de sus mercancías.
Esto no quita, sin embargo, que muchos países saben bien que estamos en un nuevo momento del reparto de las cartas de poder económico a nivel mundial. En ese contexto, el dólar ya no es (¿ni será?) lo que era. Por eso, todos buscan algún tipo de alternativa, que es lo que están planteando, entre otros, China y Brasil. ¿Y nuestras reservas internacionales, en qué están? Volveremos sobre el tema en un próximo artículo.
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