En el mundo, hoy es más fácil industrializarse. Sin embargo, para el Perú parece ser cada vez más difícil
Por: Waldo Mendoza
Jefe del Departamento de Economía de la PUCP
EL COMERCIO
06-03-14
Es deseable que el país tenga un mayor grado de industrialización. Las experiencias de crecimiento sobre la base de lo que Dios nos ha dado a menudo terminan mal. En el mundo, hoy es más fácil industrializarse. Sin embargo, para el Perú parece ser cada vez más difícil. Pero algo hay que hacer.
Dani Rodrik es uno de los más versados en la industrialización. Sus argumentos son convincentes.
Primero, casi todos los países que han crecido un montón en las últimas décadas lo han hecho bajo el liderazgo de la industria y la exportación manufacturera. Son muy pocos los países que lo han hecho a punta de explotar recursos naturales.
Segundo, como la industria es un sector de alta productividad, el desplazamiento de la mano de obra desde otras actividades menos productivas eleva la productividad total de la economía.
Tercero, la productividad del trabajo en la industria manufacturera converge hacia la frontera tecnológica.
Entonces, la productividad en la industria de los países pobres, que está muy lejos de la de los ricos, tiene un margen grande para crecer, pues estas industrias producen bienes que se comercian internacionalmente, lo cual facilita la transferencia de tecnologías.
Richard Baldwin, otro erudito en estos temas, advierte que para industrializar un país hoy no valen las recetas del pasado.
El detalle es que en las últimas décadas se ha producido en el mundo una reducción drástica del costo de transmitir tecnología y conocimiento. Las distintas etapas del proceso productivo pueden hacerse en diferentes países.
Ya no se necesita industrializar a la antigua, con la sustitución de importaciones, como lo hicieron exitosamente Alemania, Estados Unidos y Japón, aplicando complejas políticas industriales, protegiendo el mercado interno de la competencia extranjera, con salarios elevados y desarrollando dentro de las fronteras todas las etapas del proceso productivo.
Los países de industrialización reciente lo han hecho simplemente integrándose a las cadenas de suministro internacional.
Ya no se requiere contar con un mercado interno grande, ni protección contra la competencia externa, y tampoco se necesita tanta intervención estatal. Exagerando, solo se necesita ser un buen anfitrión de la inversión extranjera y contar con mano de obra barata, pues el resto de insumos y tecnología lo producen otros países.
Sin embargo, hay dos grandes problemas.
Primero, todos los países que han logrado un crecimiento industrial destacado lo han hecho suministrando insumos o partes a las tres potencias industriales: Estados Unidos, Japón y Alemania. Esos países, además, están localizados cerca de estas tres potencias. La geografía, a pesar de lo que digan Acemoglu y Robinson, parece ser, en este caso, decisiva.
Segundo, esta industrialización ya no jala con tanta fuerza al resto de la economía como en las experiencias clásicas. La razón es que la producción local tiene un altísimo contenido importado.
Pero algo hay que hacer.
Una vía posible es utilizar mejor los tratados de libre comercio (TLC). Tenemos TLC con potencias industriales como Estados Unidos, Japón o Corea del Sur. Hay que pasar de la vía fácil del yo te bajo los aranceles y tú me bajas los tuyos, a establecer acuerdos que nos faciliten integrarnos en estas cadenas de suministro internacional.
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